El “holocausto” no es más que una muy bien montada propaganda, destinada para acobardar el nacionalismo y desprestigiar al nacional-socialismo.
“El cuestionamiento de las verdades
oficiales impuestas por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, la
sagrada alianza de capitalistas y comunistas, ha sido demonizado,
criminalizado y penalizado en muchos países, sobre todo europeos; y
sobre esa demonización, criminalización y penalización, ha sido
construida toda una industria de la victimización y de la exacción de
dineros que han permitido financiar tanto al “Estado de Israel” como al
movimiento sionista de “La Diáspora”, con operaciones financieras
acaparadas por los grandes bancos de propiedad de la alta oligarquía
judía. Este entramado ideológico-represivo-financiero tiembla por la
simple pregunta del ex presidente iraní,
Mahmoud Ahmadinejad: “¿si el holocausto es un hecho histórico, por qué no puede ser estudiado?”. Esa simple y obvia pregunta es demoledora”.
“Una gran parte de la literatura sobre la Solución Final de Hitler no tiene ningún valor para un erudito. Ciertamente, los estudios sobre el Holocausto están
llenos de absurdos, si no, de puros fraudes… Viendo las tonterías que
se profieren a diario sobre el Holocausto, lo raro es que existan tan
pocos escépticos”.
Dr. Norman Finkelstein, investigador judío y autor de La industria del Holocausto.
Con esta gran mentira el “Pueblo
Elegido” se ha hecho intocable, incuestionable e incensurable por la
opinión publica mundial. Además con los billones de Euros que recaudan
pon concepto de “reparaciones”, han edificado un estado asesino que ha
dado muerte a miles de inocentes palestinos desde 1948. Es tiempo que el
mundo despierte a esta diabólica mentira sionista.
A continuación citaremos un extracto del libro “La Fabula del Holocausto” del historiador Arthur R. Butz.
1. Nunca hubo 6 millones de judíos en el área efectivamente ocupada por las tropas alemanas.
2. De los judíos que vivían en las áreas
ocupadas, no todos fueron arrestados y de aquellos que sí lo fueron, la
enorme mayoría ha sobrevivi¬do. De los que murieron, la casi totalidad
falleció por enfermedad, vejez u otras causas naturales.
3. El gas “Zyklon B” con el que
supuestamente fueron “gaseadas” las víctimas del ”holocausto”, fue usado
desde la I Guerra Mundial no sólo por las autoridades militares sino
hasta por las civiles ya que el gas en cuestión era un poderoso
insecticida y desinfectante. Fue usado en los campos de concentración
solamente para los fines específicos para los cuales fue fabricado.
4. Si los alemanes hubieran querido
efectuar “gaseos” masivos, lo lógico hubiera sido que emplearan gases
letales como el “Tabun”, el “Sarin” o el ”Soman” que se habían
desarrollado en una fecha tan temprana como 1936.
5. Es sabido que, poco después del cese
de hostilidades de la II Guerra Mundial, todo judío que no pudo ser
inmediatamente localizado, o que no se registró ante las autoridades
aliadas, fue automáticamente considerado muerto por exterminio. Debido a
este procedimiento absolutamente arbitrario se llegaron a producir
casos bastante ridículos. Uno de ellos es el de Simone Veil, quien fuera
Ministra de Salud Pública del gobierno francés de postguerra y hasta
llegó a ser presidenta del Parlamento Europeo. Se puede ver su nombre en
la página 519 de la “Memoria de la Deportación de los Judíos de
Francia”, en dónde esta buena señora figura como persona ejecutada en la
cámara de gas. Su resurrección sigue siendo un misterio.
6. Nadie, en ninguna parte, ha podido,
hasta el día de hoy, localizar a persona alguna que realmente haya visto
“gasear” un sólo ser humano por los alemanes. Además y esto es lo
realmente decisivo nadie, nunca, en ninguna parte, ha sido arrestado y
OFICIALMENTE acusado de ”gasear “ prisioneros en los campos de
concentración !!!
7. El total de individuos que en
absoluto fue registrado en Auschwitz asciende a tan sólo 300.000
individuos. Los registros del campo fueron tomados intactos por los
aliados.
8. Hasta el último mes de la guerra, la
Cruz Roja Internacional inspeccionó regularmente los campos de
concentración y los halló en estado satisfactorio hasta que el control
aliado del espacio aéreo impidió los suministros básicos.
9. A los prisioneros de Auschwitz
siempre se les permitió recibir paquetes de ayuda provenientes de sus
familiares, tanto de Alemania como del extranjero. Además, los parientes
y amigos de las personas internadas podían visitar a los reclusos y
esto difícilmente se condice con los procedimientos usuales para un
campo de exterminio.
10. El limitado testimonio de “gaseos”
que existe, ha sido obtenido, o bien por falsificación de documentos
(como el caso Poliakov), o bien por tortura de personas involucradas
directa o indirectamente en los campos de concentración. Destacados
miembros de Comisiones Investigadoras del Congreso de los EE.UU. han
atestiguado que los prisioneros alemanes en institutos aliados fueron
frecuentemente maltratados con salvajismo por interrogadores judíos. Se
les rompieron las mandíbulas, se martillaron sus testículos, se les
quebraron los dientes y se les arrancaron las uñas para obtener
“confesiones”. También es de público conocimiento que en múltiples
oportunidades los ciudadanos alemanes fueron amenazados por miembros de
las tropas aliadas de ocupación con la pérdida de sus cartillas de
racionamiento, con la violación de sus esposas por los negros del
ejército norteamericano, con la ejecución lisa y llana o con su entrega a
los rusos, si no “confesaban” determinados crímenes listados y
tabulados de antemano.
En el “Archipiélago Gulag”, Alexander Solzhenitsyn apunta el caso de Jupp Aschenbrenner, un bávaro que fue obligado por los soviéticos a firmar un documento en el que admitía haber trabajado sobre supuestos “vagones de gas”. No fue hasta muchos años más tarde que pudo probar que, en la época en cuestión, se hallaba en Munich estudiando el oficio de soldador.
La obtención de confesiones por torturas está a la orden del día en prácticamente todos los conflictos armados. Durante la guerra de Corea, nada menos que 38 pilotos norteamericanos hechos prisioneros por los coreanos, “confesaron” haber usado armas bacteriológicas. Por supuesto, nadie ha tomado en serio jamás las “confesiones” de estos pilotos. Solamente las “confesiones” arrancadas a ex miembros de las SS son presentadas como documentos de valor histórico.
En el “Archipiélago Gulag”, Alexander Solzhenitsyn apunta el caso de Jupp Aschenbrenner, un bávaro que fue obligado por los soviéticos a firmar un documento en el que admitía haber trabajado sobre supuestos “vagones de gas”. No fue hasta muchos años más tarde que pudo probar que, en la época en cuestión, se hallaba en Munich estudiando el oficio de soldador.
La obtención de confesiones por torturas está a la orden del día en prácticamente todos los conflictos armados. Durante la guerra de Corea, nada menos que 38 pilotos norteamericanos hechos prisioneros por los coreanos, “confesaron” haber usado armas bacteriológicas. Por supuesto, nadie ha tomado en serio jamás las “confesiones” de estos pilotos. Solamente las “confesiones” arrancadas a ex miembros de las SS son presentadas como documentos de valor histórico.
11. Los procedimientos de “gaseo” y de
cremación, descritos por los supuestos testigos, son inconsistentes y
físicamente imposibles. Por ejemplo, se afirma que el personal de los
campos entraba inmediatamente en las cámaras de gas, sin ningún tipo de
protección especial, para extraer a los cadáveres. El procedimiento, de
ser cierto, hubiera significado la muerte segura de ese personal ya que
el ZykIon B precisamente por ser un pesticida de alto rendimiento tiene
un gran poder letal residual.
Por otra parte, en cualquier libro de
medicina forense se puede constatar que se necesitan aproximadamente 40
horas para cremar un cuerpo humano usando madera o petróleo como
combustible. Haciendo abstracción de la crónica falta de combustible de
las fuerzas de combate alemanas, esto significa que para cremar 6
millones de cuerpos se necesitan nada menos que 240 millones de horas de
cremación. Suponiendo que se cremasen simultáneamente tanto como 1000
personas, aún tenemos que hubieran hecho falta 240.000. horas para
cremar 6.000.000 de cuerpos. Doscientas cuarenta mil horas son,
exactamente, 10.000 días, o sea: poco más de ¡veintisiete años! Si los
alemanes hubieran cremado 1000 judíos, simultánea, incesante, eficiente e
ininterrumpidamente a partir de 1940, hubieran terminado de cremar al
último de los 6 millones de judíos recién en ¡1967!!! .
Además, las cenizas que quedan luego de
cremar un cuerpo humano, pesan entre 2,5 y 4,5 Kg. Para 6.000.000 de
cuerpos esto significa que, en alguna parte, debería haber entre 15 a 27
millones de kilos de cenizas sin calcular los residuos del combustible
empleado. ¿Dónde están estas 27.000 TONELADAS de restos???
12. Según el “World Almanac” del
American Jewish Committee (Almanaque Mundial del Comité Judío
Norteamericano) había, en 1938, tanto como 15.688.259 judíos en todo el
mundo. Según el New York Times, en un artículo publicado por W. Balswin,
en 1948 la población mundial judía ascendía a 18.700.000 personas. Si
de los 15 millones de 1938 restamos los supuestos 6 millones del
“holocausto” nos quedan apenas 9 millones. Es absolutamente imposible
que estos 9 millones hayan podido reproducirse para constituir los 18
millones de 1948. Ninguna población del mundo es capaz de duplicar su
número en tres o cuatro años. Ni siquiera en 10 años sería posible tal
crecimiento demográfico.
13. La cifra de judíos muertos y
desaparecidos durante II Guerra Mundial nunca pasó de las 250.000
personas. Esta cifra es la que manejó oficialmente tanto la ONU como la
Cruz Roja Internacional. En esta cifra están incluidos tanto los judíos
que murieron de muerte natural como los que simplemente desaparecieron
y, reaparecieron sanos y salvos, como en el ya visto caso de Simone
Veil.
Nadie discute la posibilidad, ni aún la
probabilidad, de la existencia de irregularidades y brutalidades
cometidas por algunos miembros de las SS. Elementos sádicos y anormales
hubo, hay y habrá en todas las tropas del mundo. Las matanzas de los
Boers por los ingleses, las matanzas de Katyn por los rusos, la matanza
de My Lai por los norteamericanos en Vietnam, son sólo muestras para
ilustrar el punto. Nadie pretende afirmar que nunca un judío fue muerto o
maltratado por un alemán. Pero 6 millones de judíos no murieron jamás
en los campos de concentración. Jamás hubo orden de exterminarlos. Jamás
los alemanes practicaron oficial, oficiosa o sistemáticamente el
genocidio. El Tan manoseado “holocausto” nunca tuvo lugar, El famoso
“Holocausto”, bien mirado, no es sino un colosal “Holocuento” utilizado
por los israelíes para cobrar sumas siderales en concepto de
indemnizaciones. Esa es la verdad: el “holocausto” no es más que un
siniestro negocio.
http://manschile.org/?p=378