los uniformes han hecho mutis por el foro. De los cuerpos estatales,
solamente la policía ha resistido, codo a codo con parte de “la sociedad
civil” y con los comunistas, cuyas sedes y viviendas han sido sujetas a
flamígera razzia.
Y es un golpe de estado facha, desde luego. Tan facha como las
bandas ochenteras venezolanas (no musicales precisamente) a siniestro
servicio del socialdemócrata Pérez y de sus amigos tejanos. Más facha
aún han sido Mursi, “la revolución siria”, la libia o los talibanes.
Quien se ruborice de europeidad viendo la palmadita a la espalda dada
por la UE a los paracos ucranios, acaba de caerse de la parra. ¿Quién
les ha dado de mamar y les ha llevado entrenadores?: el Senador McCain
se ha dejado caer últimamente por alguna plaza de Ucrania, igual que el
israelita Bernard Henry-Lévi.
Y luego, desde Estrasburgo, aseptizados Comisarios de corbata tienen la
cara de alertar a los PIGS frente al “peligro del populismo”.
Timoshenko, nada víctima de dictador alguno y sí condenada por
desviación de fondos, sale de prisión tal vez para cumplir el romántico
papel de “la mujer-Mursi”.
No caigamos ahora de la parra, que es lo de siempre: cuando
Hitler se anexionó Austria, los asépticos encorbatados de aquel entonces
dijeron n’est pas notre question, don’t worry be happy. Cuando la
anexión de los Sudettes checos, idem de idem. Se fumaron un puro y
celebraron juntos la Conferencia de Munich, con buenas maneras y
sintonía. “Pase usted, señor Torcuato, señor enano. Pero, sobre todo, no
se olvide del Gigante ruso”. Hasta con el asunto polaco estuvieron con
la mano izquierda empujando a los alemanes, mientras, con la mano
derecha, hacían ademanes a Pilsudski a reprimir a las minorías germanas y
lo armaban. “Tranquila, Polonia, que te apoyamos”. Caldearon,
provocaron, aconsejaron expulsiones. Y, al final, poco antes de
septiembre del 39, declaraba Chamberlain tener “la impresión de que
Hitler no es un auténtico gentleman”. Aquellos años, estos años.
El
alcance del Hegemonismo anglo-sionista es global y su ofensiva global también, empleando a la carta
neonazis o al
social-imperialismo pintado de “izquierda anticapitalista”.
Si alguien obvia el hilo de continuidad entre el fracaso anti-sirio y
el éxito anti-ucraniano, está muy pez. A Rusia, hay que reconocerlo, se
la han metido doblada esta vez. Me salva el estómago y la compostura el
hecho de ver a Putin un poco como a ese elegante villano de serie B,
quien en la noche se divierte jugando a dejar creer a la teen
protagonista, que se ha librado de él. Y luego envía a los tanques.
Cuando los tanques que debieran defender los intereses reales de un
pueblo permanecen en el stock por venal traición militar, mandar tanques
es pura solidaridad internacionalista. Un compromiso “por encima de
fronteras”, según la expresión clásica de nuestra clase. Meter a Ucrania
en la UE o en tratados comerciales “preferenciales” es vender a los
ucranianos en el mercado de esclavos. ¡Que nos lo digan a nosotros!. Y a
fortiori ahora: ¿a nadie le suena la propuesta Obama en pro de
desarrollar una “OTAN económica” con Europa articuladora de un TLC
euro-estadounidense?.
Los genuinos anti-imperialistas estamos a la espera. Sobre todo después de vomitar
viendo en las plazas de Kiev ondear banderas de “la revolución siria” y más de un
entrenador marcial israelí
instruyendo “defensa personal”. Las banderas de las ratas anti-sirias
no tenían aspecto precisamente casual casero. Las rojas estrellas de los
bantustanes segregacionistas proyectados cumplían total simetría de
formas. No sé si algún espectador habrá creído que los ucranianos
guardan banderas de éstas en el cajón, y que las han sacado en el fragor
de su propia efervescencia “revolucionaria”. A mí me da que a esas
banderas las han traído de fuera.
¿Los medios?: tan poco novedosos como su propio guión.
“Violencia”, “dos bandos”, “dictadura”, “democracia”, “reclamaciones
populares”, “guerra civil”. Territorios comunes de una mentira repetida
tantas veces que incluso toma cuerpo en la motivación, la perspectiva y
la acción de algunos –y quizás de no pocos ucranianos, después de todo-,
acabando por devenir “la única verdad posible”. Esperemos que Guy
Debord tenga aquí más acierto que Goebbels, y que para la mirada y razón
cada vez de más seres humanos se cumpla la tesis de que “en el
espectáculo el mentiroso se engaña a sí mismo”.
¿Timoshenko cautiva o Ucrania prometida por la fuerza?
Bienvenidos, señores y señoras espectadoras, al Mundo al revés. Ése
que soñaba el niño de la canción infantil, pero en feo. Es feo que
Merkelandia y su brujo cabalista Hollande se ensañen con un presidente
electo. Se callen como setos mientras cunde la caza de brujas contra
población civil reacia a participar en el suicidio colectivo europeísta.
Y en fin respalden las nuevas “iniciativas” jurídicas y “ciudadanas” en
pro de mandar al patíbulo a Yanukovich por haber cumplido
escrupulosamente con la Constitución, carta que insta a proteger,
incluso con la fuerza, aquella aritmética de fuerzas políticas votadas
(igual que la constitución francesa o alemana). Todo ello es… cómo se
dice aquí en Hipocrilandia… “de escaso talante democrático”.
O sea, que ¡vive la démocratie!, mientras gane quienes ellos
quieren. De lo contrario, ¡pinochetazo contemporáneo!, en la RD del
Congo o en Ucrania. El país tiene que caer fagocitado en la barrigota de
Merkel si no por las buenas por cojones. Este caso ucraniano se
distingue del sirio, en que ahora no le ha hecho falta al
demo-imperialismo repartir mucho más que algunos bazookas y granadas de
mano, unido a las metralletas que ya guardaban los neonazis, a las
barras metálicas, a botes de gas pimienta y a las escopetas de caza y de
campo empuñadas por los “espontáneos”. El Hegemonismo y sus coletillos
habían ya pactado a priori con el ejército su inmovilidad.
En el nuevo rancho europeo neoyorkino, el Mundo al revés: al
Presidente protector de la “queridísima” democracia de ellos, ellos le
quieren prender. Mientras se excarcela a una corrupta condenada
exactamente como aquí “la calle occidental” pide a los jueces que
enchironen a políticos sucios y a manos-largas. A Timoshenko los
cineastas la han puesto a andar con aires de princesa cautiva, pero, más
allá de interpretaciones, es “La princesa prometida”. Pensemos con
quién.
Hoy el embajador israelí campa a sus anchas por los
reconfigurados pasillos (voz inglesa lobbies) de Kiev. Ayer habían
montado unos mundiales futbolísticos allí: caballo de Troya por donde
entraron espías, instructores, ingenieros sociales y asesores en la
sombra. ¿Conspiranoia?. El tiempo lo mostrará.
El expresidente se ha exiliado a “la parte rusa de Ucrania”.
Cuando los medios empiezan con esas etiquetas, malo. Pero no solamente
él. También están emigrando miles de ciudadanos ucranianos rusos
oriundos de “la parte no rusa” (sí: sé que el artificio del etnicismo es
un lío padre). Por no decir que están siendo desplazados, víctimas de
presiones y escarnios. Las nuevas autoridades van a prohibir el ruso en
las escuelas. También se clausuran los centros educativos rusos. Hasta
hay pendiente de aprobarse la retirada de la ciudadanía a los
“ucranio-rusos”. Se persigue a socialistas, a comunistas… ¿La venganza
irracional del neonazi loco?: en absoluto. Plan Racional
Demo-imperialista. En todos los lugares se hace igual: partir
territorio, segregar población, re-agitar viejos prejuicios… Cada oveja a
su corral. Un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio. Cada uno en
su casa y los monopolios financieros en la de todos.
Kiev significa a oídos rusos “la ciudad” por antonomasia,
apodada “la madre de todas las ciudades rusas”. Ucrania significa
“frontera” (tierra de frontera, Marca). Más allá de ideologías
identitarias y contra ellas, lo único cierto en el sentido material es
el hecho físico de que rusos, ucranianos y bielorrusos son la misma
gente: consanguineidad, apellidos, topónimos, parentesco idiomático,
escritura, etc. Los periodistas asesinos nos hablan de la
Ucrania-Ucrania, de la Ucrania-rusa… Tal y como esos criminales de la
cámara y la tinta nos hablaron, hace casi 25 años, de los
bosnios-bosnios, de los servo-bosnios, etc. Se les ve el pelo. Están ya
preparando el terreno. Si llega a hacerles falta, los imperialistas nos
montarán otra Yugoslavia. Y todo será mágica “culpa del odio
interétnico”. Así, sin más. El buen intelectual “de izquierdas” calla
ante el proceso, ocupado en menesteres mayores. Los llamados “antifas”,
sorprendente, no se agitan por estos hechos ni los denuncian de momento.
Y las calles del Kiev movilizado han mostrado banderas israelíes junto a
banderas del viejo protectorado francés en Siria y banderas neonazis
locales.
Varios miles de millones de euros suma el plan de “ayuda
financiera” UE a “la nueva Ucrania”, como llaman textualmente al país
los criminales en sus columnas de prensa. “¿Al rescate de Ucrania?”.
¡Meeeec!: FALLO. La rescatada de sus maltrechas cuentas va a ser la UE a
costa de Ucrania. El dinero no lo regalan, ni van los duros a cuatro
pesetas, sino a diez. “Occidente” va a cobrarse sus “ayudas” en moneda y
en especie. Ucrania fue una de las dinamos industriales de la URSS.
Algo les queda todavía. Con sus centrales, también es gran productora
eléctrica autosuficiente. Y fue nada menos que el granero de Rusia. Los
trigales siguen ahí. A la agroindustria y a los especuladores
alimentarios se les agua la boca.
Fría es Ucrania. Este invierno tardará varios meses en
abandonarla, para regresar en octubre. Cuando las facturas del gas
empiecen a serles cobradas por democráticos monopolios euro-sionistas, a
los ucranianos les va a dar el frío.
Tamer Sarkis Fernández,
DIARIO UNIDAD