Extracto del libro de Roger Garaudy
Los Mitos Fundacionales del Estato de Israel
¿Qué es el sionismo al que denuncio en mi libro (y no a la fe judía)?
Se define frecuentemente por sí mismo:
1· Es una doctrina política (Desde 1896, sionismo se refiere al movimiento político fundado por Théodore Herzl (6).
2· Es una doctrina nacionalista que no ha nacido del judaísmo sino del nacionalismo europeo del siglo XIX. El fundador del sionismo político, Herzl, no apelaba a la religión: No obedezco a un impulso religioso (7), Soy un agnóstico.
Lo que le interesa, no es particularmente la tierra santa; acepta de buen grado, para sus objetivos nacionalistas, Uganda o Libia, Chipre o Argentina, Mozambique o el Congo (8). Pero ante la oposición de sus amigos de fe judía, toma conciencia de la importancia de la poderosa leyenda (mighty legend) como él dice (9) que constituye una llamada de reunión de una irresistible fuerza (10).
Es un slogan movilizador que este eminente político realista no podía ignorar. De esta manera proclama, transformando la poderosa leyenda del retorno en realidad histórica: Palestina es nuestra inolvidable patria histórica este solo nombre sería un grito de reunión poderoso para nuestro pueblo (11). La cuestión judía no es para mí ni una cuestión social, ni una cuestión religiosa , es una cuestión nacional.
3· Es una doctrina colonial. A este respecto el lúcido Théodore Herzl no oculta sus objetivos: como primera etapa, realizar una Compañía a la carta, bajo la
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protección de Inglaterra o de cualquier otra potencia, a la espera de hacer el Estado judío.
Por ello se dirige a quien se había revelado como el maestro en este tipo de operaciones: el traficante colonial Cecil Rhodes, que, de su Compañía a la carta, supo hacer una Africa del Sur, dando a una de las tierras integrantes su propio nombre: Rhodesia. Herzl le escribió, el 11 de enero de 1902: Le ruego que me envíe un texto en el que diga que ha examinado mi plan y que lo aprueba. Si se pregunta por qué me dirijo a Vd., Sr. Rhodes, le diré que es porque mi programa es un plan colonial (12). Doctrina política, nacionalista y colonial, tales son las tres características que definen al sionismo político tal y como triunfó en el Congreso de Basilea, en agosto de 1897. Théodore Herzl, su genial fundador, pudo decir, con justa razón al término de este Congreso: He fundado el Estado judío (13).
Medio siglo más tarde es en efecto esta política la que aplicarán escrupulosamente sus discípulos al crear, según sus métodos y siguiendo su línea política, el Estado de Israel (inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial). Pero esta empresa política, nacionalista y colonial, no tenía nada de la proyección de la fe y la espiritualidad judías. Al tiempo del Congreso de Basilea que no pudo celebrarse en Munich (como lo había previsto Herzl) por la oposición de la comunidad judía alemana, se celebraba en América la Conferencia de Montreal (1897) donde, a propuesta del Rabino Isaac Meyer Wise, la personalidad judía más representativa de la América de entonces, se votó una moción que se oponía radicalmente a dos lecturas de la Biblia, la lectura política y tribal del sionismo y la lectura espiritual y universalista de los Profetas. Desaprobamos completamente cualquier iniciativa tendente a la creación de un Estado judío. Tentativas de este género ponen en evidencia una concepción errónea de la misión de Israel que los Profetas judíos fueron los primeros en proclamar Afirmamos que el objetivo del judaísmo no es ni político, ni nacional, sino espiritual Apunta hacia una época mesiánica en la que todos los hombres reconocerán pertenecer a una sola gran comunidad para el establecimiento del Reino de Dios sobre la tierra (14).
Esta fue la primera reacción de las organizaciones judías desde La Asociación de los rabinos de Alemania, hasta la Alianza Israelita Universal de Francia, la Israelitische Allianz de Austria, al igual que las Asociaciones judías de Londres.
Esta oposición al sionismo político, inspirado por el vínculo a la espiritualidad de la fe judía, no ha cesado de expresarse. A continuación de la Segunda Guerra Mundial, se aprovechó en la ONU, la rivalidad entre las naciones, y sobre todo el apoyo incondicional de los Estados Unidos, para que el sionismo israelí se impusiera como fuerza dominante y, gracias a sus lobbies, invirtió la tendencia e hizo triunfar la política israelí-sionista de poder, contra la admirable tradición profética. Sin embargo no logró acallar la crítica de los grandes místicos. Martin Buber, una de las más grandes voces judías de este siglo, no cesó, hasta su muerte en Israel, de denunciar la degeneración e incluso la conversión del sionismo religioso en sionismo político.
Martin Buber declaraba en Nueva York: El sentimiento que me embargaba, hace
[17] sesenta años, cuando entré en el movimiento sionista, es esencialmente el que siento hoy Esperaba que este nacionalismo no siguiera el camino de otros que comienzan por una gran esperanza y se degradan posteriormente hasta convertirse en un egoismo sagrado, que osan incluso, como el de Mussolini, proclamarse como sacro egoísmo, como si el egoísmo colectivo pudiera ser más sagrado que el egoísmo individual. Cuando regresamos a Palestina, la cuestión era:¿Quiere Vd. venir aquí como un amigo, un hermano, un miembro de la comunidad de pueblos de Oriente Próximo, o como el representante del colonialismo y del imperialismo? La contradicción entre el fin y los medios a alcanzar ha dividido a los sionistas: unos querían recibir de las Grandes Potencias privilegios políticos particulares, otros, sobre todo los jóvenes querían solamente que se les permitiera trabajar en Palestina con sus vecinos,para Palestina y para el porvenir
No siempre fueron perfectas nuestras relaciones con los árabes, pero existía, en términos generales, una buena vecindad entre el pueblo judío y el pueblo árabe. Esta fase orgánica del establecimiento en Palestina perduró hasta la época de Hitler.
Fue Hitler quien empujó a las masas de judíos a venir a Palestina. De esta forma, a un desarrollo orgánico selectivo se sucedió una inmigración de masas con la necesidad de encontrar una fuerza política para su seguridad La mayoría de los judíos prefirió aprender de Hitler que de nosotros Hitler ha enseñado que la historia no sigue el camino del espíritu, sino el del poder, y que cuando un pueblo es lo suficientemente fuerte, puede matar con impunidad Esta es la situación que nosotros teníamos que combatir En el Ihud propusimos que judíos y árabes no se contentaran con coexistir sino en cooperar Ello haría posible un desarrollo económico de Oriente Próximo, gracias al cual Oriente Medio podría aportar una gran y esencial contribución al futuro de la humanidad (15).
Dirigiéndose al XII Congreso Sionista celebrado en Karlsbad, el 5 de septiembre de 1921, decía: Nosotros hablamos del espíritu de Israel y creemos que no es parecido al de las demás naciones Pero si el espíritu de Israel no es más que la síntesis de nuestra identidad nacional, nada más que una bella justificación de nuestro egoísmo colectivo transformado en idolo, nosotros, que hemos rehusado aceptar cualquier otro príncipe que no sea el Señor del Universo, entonces somos como el resto de las naciones y bebemos con ellos en la copa que les embriaga. La nación no es el valor supremo Los judíos son más que una nación: son los miembros de una comunidad de fe. La religión judía ha sido desarraigada, y ésta es la esencia de la enfermedad cuyo síntoma fue el nacimiento del nacionalismo judío a mediados del siglo XIX. Esta forma nueva del deseo de la tierra es el trasfondo que marca lo que el judaísmo nacional moderno ha tomado en préstamo del nacionalismo moderno de Occidente ¿Qué tiene que ver en todo esto la idea de la elección de Israel? La elección no designa un sentimiento de superioridad sino un sentido de destino. Este sentimiento no nace de una comparación con los demás, sino de una vocación y de una responsabilidad de cumplir la tarea que los Profetas no han cesado de recordarnos: si os vanagloriáis de ser los escogidos en lugar de vivir en la obediencia a Dios, cometeis una felonía.
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Evocando esta crisis nacionalista del sionismo político que es una perversión de la espiritualidad del judaísmo, concluía:
Esperamos salvar al nacionalismo judío del error de hacer de un pueblo un ídolo. Si no lo logramos habremos fracasado (16).
El profesor Judas Magner, Presidente de la Universidad Hebraica de Jerusalén desde 1926, consideraba que el Programa de Biltmore de 1942, que exigía la creación de un Estado Judío en Palestina conduciría a la guerra contra los árabes (17). Al pronunciar, en la reapertura de 1946, el discurso inaugural de esta Universidad Hebraica de Jerusalén que presidía desde hacía veinte años, decía: La nueva voz judía habla por la boca de los fusiles Así es la nueva Thora de la tierra de Israel. El mundo ha sido encadenado a la locura de la fuerza física. El cielo nos proteja de encadenar ahora al judaísmo y al pueblo de Israel a esta locura. Es un judaísmo pagano el que ha conquistado una gran parte de la poderosa Diáspora. Nosotros habíamos pensado, en los tiempos del sionismo romántico, que Sión debía ser redimido por la rectitud. Todos los judíos de América llevan consigo la responsabilidad de esta falta, de esta mutación incluso aquellos que no están de acuerdo con las artimañas de la dirección pagana, pero que permanecen sentados, con los brazos cruzados. La anestesia del sentido moral conduce a su atrofia (18).
En América desde la Declaración de Biltmore, los dirigentes sionistas tendrán en lo sucesivo a Estados Unidos como su más poderoso protector. La Organización sionista mundial barrió la oposición de los judíos fieles a las tradiciones espirituales de los Profetas de Israel, y exigió la creación, no ya de un hogar nacional judío en Palestina, según los términos de la Declaración Balfour de la guerra precedente, sino la creación de un Estado judío de Palestina.
En 1938 Albert Einstein condenó esta orientación: Sería más razonable alcanzar un acuerdo con los árabes sobre la base de una vida común pacífica que crear un Estado judío La conciencia que tengo de la naturaleza esencial del judaísmo tropieza con la idea de un Estado judío dotado de fronteras, con un ejército, y con un proyecto de poder temporal, por modesto que sea. Temo los perjuicios internos que el judaísmo sufrirá en razón del desarrollo en nuestras filas, de un nacionalismo estrecho Nosotros no somos ya los judíos de la época de los Macabeos. Volver a ser una nación, en el sentido político del término, equivaldría a apartarse de la espiritualidad de nuestra comunidad que hemos recibido del genio de nuestros Profetas (19).
En cada violación del Derecho Internacional por Israel, no han dejado de oirse las protestas. Citaremos dos ejemplos en donde se dijo en voz alta lo que millones de judíos piensan (aunque sin poder decirlo públicamente por estar bajo la inquisición intelectual de los lobbies israelí-sionistas). En 1960, durante el juicio de Eichmann en Jerusalén el American Council for Judaism declaraba: El Consejo americano del Judaísmo dirigió ayer lunes una carta a M. Christian Herter para denegar al Gobierno de Israel el derecho de hablar en nombre de todos los judíos. El Consejo
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declara que el Judaísmo es una cuestión de religión y no de nacionalidad (20).
El 8 de junio de 19S2, el Profesor Benjamín Cohen, de la Universidad de TelAviv, durante la sangrienta invasión de los Israelíes al Líbano, escribió a P. Vidal-Naquet: Le escribo escuchando el transistor de radio que acaba de anunciar que nosotros estamos a punto de alcanzar nuestro objetivo en el Líbano: asegurar la paz a los habitantes de Galilea. Estas mentiras dignas de Goebbels me vuelven loco. Está claro que esta guerra salvaje, más bárbara que todas las precedentes, no tiene nada que ver, ni con el atentado de Londres, ni con la seguridad en Galilea A quellos judíos, hijos de Abraham. Aquellos judíos víctimas de tantas atrocidades, ¿han podido volverse crueles hasta tal extremo? El mayor éxito del sionismo es, así pues, éste: la desjudeización de los judíos. Haced, queridos amigos, todo lo que esté en vuestras manos para que los Beghin y los Sharon no logren su doble objetivo: la liquidación final (expresión de moda aquí estos días) de los Palestinos como pueblo y de los israelíes como seres humanos (21)
Esto es lo que está en juego en la lucha entre la fe profética judía y el nacionalismo sionista, fundado, como todo nacionalismo, en el rechazo del otro y la sacralización del yo.
Todo nacionalismo tiene necesidad de sacralizar sus pretensiones, tras la dispersión de la cristiandad, los Estados-nación han tenido la pretensión de recoger el legado de lo sagrado y de haber recibido la investidura de Dios:
Francia, es la Hija mayor de la Iglesia, por medio de la cual se cumple la acción de Dios (Gesta Dei per Francos). Alemania está por encima de todos porque Dios está con ella (Gott mit uns). Eva Perón proclamaba que la Misión de Argentina es la de anunciar a Dios al mundo, y en 1972, el Primer Ministro de Africa del Sur, Vorster, célebre por el racismo salvaje del apartheid, vaticina a su vez: no debemos olvidar que somos el pueblo de Dios, investido de una misión El nacionalismo sionista comparte esta embriaguez de todos los nacionalismos. Incluso los más preclaros se dejan tentar por esta borrachera.
Hasta un hombre como el Profesor André Neher, en su magnífico libro: L 'Essence du prophétisme (22) tras haber evocado el sentido universal de la Alianza: alianza de Dios con el hombre, llega a escribir que Israel es: el signo, por excelencia, de la historia divina en el mundo. Israel es el eje del mundo y en él está el nervio, el centro, el corazón (23).
Tales frases evocan desagradablemente el mito ario en cuya ideología se basó el pangermanismo y el hitlerismo. En esta vía se está en las antípodas de las enseñanzas de los Profetas y del admirable Je et Tu de Martin Buber. El exclusivismo no permite el diálogo: no se puede dialogar ni con Hitler, ni con Beghin, puesto que su superioridad racial y su alianza exclusiva con lo divino no les permite en absoluto escuchar al prójimo.
Tenemos conciencia de que en nuestra época no existe más alternativa que el diálogo o la guerra, y que el diálogo exige, como no nos cansaremos de repetir,
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que cada cual sea consciente de lo que le falta a su propia fe, y que tiene necesidad de los demás para cubrir ese vacío. Nuestro libro se sitúa en la prolongación de los esfuerzos de aquellos judíos que han intentado defender un judaísmo profético contra un sionismo tribal. Lo que alimenta el antisemitismo, no es la crítica de la política de agresión, es el mantenimiento incondicional de esta política que no proviene de las grandes tradiciones del judaísmo, que podían justificarse por una interpretación literal, es la política que eleva por encima de cualquier ley internacional la sacralización de los mitos de ayer y hoy.
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I.- LOS MITOS TEOLÓGICOS
1. El mito de la promesa: ¿Tierra prometida o Tierra conquistada?
A tu simiente
daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el río grande, el río
Eúfrates
Génesis (XV, 18)
Génesis (XV, 18)
La lectura integrista del sionismo político:
Quien tiene la Biblia, y se considera perteneciente a su pueblo, debería poseer todas las tierras bíblicas (24).
El 25 de febrero de 1994, el Dr. Baruch Goldstein masacra a los árabes mientras oraban en la Mezquita de la Tumba de los Patriarcas.
-
El 4 de noviembre de 1995, Ygal Amir asesina a Ytzhak Rabin, por mandato de Dios, y de su grupo de guerreros de Israel, que ordena ejecutar a todo aquel que ceda a los árabes la tierra prometida deJudea y de Samaria (la actual Cisjordania).
A) En la exégesis cristiana.
Albert de Pury, profesor de Antiguo Testamento en la Facultad de Teología protestante de Ginebra, resumió así su tesis doctoral Promesa divina y leyenda cultural en el ciclo de Jacob (25) en la que integra, discute y prolonga las investigaciones de los mayores historiadores y exégetas contemporáneos Albrecht Alt y Martin Noth (26):
El tema bíblico de la donación del país tiene su origen en la promesa patriarcal, es decir en aquella promesa divina dirigida, según la tradición del Génesis, al Patriarca Abraham. Los versículos del Génesis nos recuerdan en diferentes ocasiones, y bajo diversas formas, que Dios prometió a los Patriarcas y a sus descendientes la posesión de la tierra en la que estaban a punto de establecerse. Pronunciada en Sichem (27), en Béthel (28) y en Manré cerca de Hebrón (29), es decir en los principales santuarios de Samaria y de Judea, esta promesa parece aplicarse sobre todo a las regiones de la actual Cisjordania.
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Los narradores bíblicos nos presentan la historia de los orígenes de Israel como una continuación de épocas bien definidas. Todos los recuerdos, historias, leyendas, cuentos o poemas que les llegaron, trasmitidos por la tradición oral, se insertan en un cuadro genealógico y cronológico preciso. Como convienen casi todos los exégetas modernos, este esquema histórico es ampliamente ficticio.
Los trabajos de Albrecht Alt y Martin Noth han demostrado en concreto que la división en épocas sucesivas (Patriarcas-esclavitud en Egipto-conquista de Canaán) es artificial (30). De acuerdo con esta tesis de Albert de Pury y los trabajos de exégesis contemporánea, la Sra. Françoise Smyth, Decana de la Facultad de Teología protestante de París, escribe:
La investigación histórica reciente ha reducido al estado de ficción las representaciones clásicas del éxodo de la salida de Egipto, de la conquista de Canaán, de la unidad nacional israelita antes del exilio y de las fronteras precisas. La historiografía bíblica no informa sobre lo que cuenta sino sobre los que la elaboraron (31). Realizó además una rigurosa puesta a punto sobre el mito de la promesa en su libro Les Mythes illégitimes. Essai sur la terre promise (32).
Albert de Pury prosigue: La mayoría de los exégetas han tomado y toman la promesa patriarcal en su expresión clásica (33) como una legitimación post eventum de la conquista israelita de Palestina o, más concretamente todavía, de la extensión de la soberanía israelita bajo el reinado de David. En otras palabras, la palabra promesa habría sido introducida en los relatos patriarcales para hacer de esta epopeya ancestral un preludio y un anuncio de la edad de oro davidica y salomónica.
Podemos ahora circunscribirnos, sumariamente, a los orígenes de la promesa patriarcal:
1. La promesa de la tierra, entendida como una promesa de sedentarización, fue dirigida primeramente a los grupos nómadas que estaban sometidos al régimen de transhumancia y que aspiraban a asentarse en algún lugar de las regiones habitables. Bajo este aspecto, la promesa pudo formar parte del patrimonio religioso y narrativo de varios grupos tribales diferentes (34).
2. La promesa nómada tenía por objeto, no la conquista política y militar de una región o de todo un país, sino la sedentarización en un territorio limitado.
3. Al principio, la promesa patriarcal de la que nos habla el Génesis, no fue otorgada por Yahvé (el dios que entró en Palestina con el grupo del Exodo), sino por el dios cananeo EL en una de sus hipóstasis locales. Solo el dios local, poseedor del territorio, podía ofrecer a los nómadas la sedentarización en sus tierras.
4. Más tarde, cuando los clanes nómadas sedentarizados se reagruparon con otras tribus para formar el pueblo de Israel, las antiguas promesas tomaron una nueva dimensión. La sedentarización era un objetivo alcanzado y la promesa tomaba en lo sucesivo un alcance político, militar y nacional. Reinterpretada de esta manera, la promesa fue entendida como la prefiguración de la conquista definitiva de Palestina, como el anuncio y la legitimación del imperio davídico.
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El contenido de la promesa patriarcal
Así como la promesa nómada, tendente a la sedentarización de un clan gregario, se remonta, sin duda, a un origen ante eventum, no ocurre lo mismo con la promesa ampliada a las dimensiones nacionales. Ha sido probado que las tribus israelitas no se unieron más que después de su instalación en Palestina, la reinterpretación de la promesa nómada en una promesa de soberanía política debe haber sido efectuada post eventum. De esta forma, la promesa del Gen 15/18-21, que contempla la soberanía del pueblo elegido sobre todas las regiones situadas entre el Torrente de Egipto (=el wadi 'Arish) y el Gran Río, (el río Eúfrates) y sobre todos los pueblos que allí habitan es manifiestamente un vaticinium ex eventum que se inspira en las conquistas davídicas.
Las investigaciones exégeticas han permitido establecer que la extensión de la promesa nómada en una promesa nacional debió hacerse antes de la primera puesta por escrito de los relatos patriarcales.
El Yahvista, que puede ser considerado como el primer gran narrador (o más bien, el editor de los relatos) del Antiguo Testamento, vivió en la época de Salomón. Fue él por consiguiente, contemporáneo y el testigo de algunos de estos decenios en los que la promesa patriarcal, reinterpretada a la luz de David, parecía haberse realizado más allá de todas las esperanzas.
El pasaje del Gen 12/3b es uno de los textos claves para la comprensión de la obra del Yahvista. Según este texto, la bendición de Israel debe tener por corolario la bendición de todos los clanes de la tierra ('adámâh). Los clanes de la tierra son, en primer lugar, todas las poblaciones que compartían con Israel, Palestina y TransJordania.
De esta forma no estamos en condiciones de poder afirmar que en tal o cual momento de la historia, Dios se presentara ante un personaje histórico llamado Abraham y que le confiriera los títulos legales para la posesión del país de Canaán. Desde el punto de vista jurídico, no tenemos en nuestras manos tampoco ninguna escritura de donación firmada por Dios, ni tampoco nos asisten buenas razones para pensar que la escena del Gen 12/1-8; 13/14-18, por ejemplo, no sea el reflejo de un acontecimiento histórico.
Si tenemos en cuenta todo esto, ¿es posible actualizar la promesa patriarcal? Si actualizar la promesa significa servirse de ella como un título de propiedad o ponerla al servicio de una reivindicación política, entonces evidentemente no.
Ninguna política tiene el derecho de reivindicar para sí la caución de la promesa.
Uno entonces no sabría si vincular también de alguna manera a aquellos cristianos que consideran las promesas del Antiguo Testamento como una legitimación de las reivindicaciones territoriales actuales del Estado de Israel (35).
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B) En la exégesis profética judía
(Conferencia del rabino Elmer Berger, antiguo Presidente de la Liga para el judaísmo en los Estados Unidos)
Es inadmisible para nadie pretender que la implantación actual del Estado de Israel es el cumplimento de una profecía bíblica y, en consecuencia, que todas las acciones acometidas por los israelíes para instaurar su Estado y para mantenerlo están previamente ratificadas por Dios. La política actual de Israel ha destruido o, al menos, oscurecido la significación espiritual de Israel. Me propongo examinar dos elementos fundamentales de la tradición profética.
a - En primer lugar, cuando los Profetas evocaron la restauración de Sión, no era la tierra la que tenía por sí misma un carácter sagrado. El criterio absoluto e indiscutible de la concepción profética de la Redención era la restauración de la Alianza con Dios, cuando esta Alianza fue rota por el Rey y por su pueblo. Michée lo dice con toda claridad: Escuchad, jefes de la casa de Jacob, y dirigentes de la Casa de Israel, vosotros que aborrecéis el bien y amáis el mal, que habéis erigido a Sión en la Sangre y Jerusalén en el crimen (Michée III, 1-12). Sión será labrado como un campo, Jerusalén llegará a ser un montón de ruinas, y la montaña del Templo un elevado lugar de idolatría. Sión no es santa más que si la ley de Dios reina sobre él. Y esto no significa que toda Ley promulgada en Jerusalén sea una Ley santa.
b- No es sólo la tierra de la que depende la observancia y la fidelidad a la Alianza: el pueblo reinstalado en Sión tiene las mismas exigencias de justicia, de rectitud y de fidelidad a la Alianza de Dios. Sión no podría alcanzar una restauración de un pueblo apoyándose en tratados, en alianzas, en informes militares de fuerza, o en una jerarquía militar que pretenda establecer su superioridad sobre los vecinos de Israel La tradición profética muestra claramente que la santidad de la tierra no depende de su suelo, ni de su pueblo por su sola presencia sobre aquel territorio. Sólo es sagrada, y digna de Sión, la Alianza divina que se expresa a través del comportamiento de su pueblo.
Ahora bien el actual Estado de Israel no tiene ningún derecho a reclamar para sí el cumplimiento de un proyecto divino para una era mesiánica. Ni el pueblo ni la tierra son sagrados ni merecen ningún privilegio espiritual del mundo. El totalitarismo sionista que pretende integrar a todo el pueblo judío, por medio de la fuerza y la violencia, lo convierte en un hecho entre los demás y como los demás (36).
Ygal Amir, el asesino de Ytzhak Rabin, no es ni un granuja ni un loco, sino el producto puro de la educación sionista. Hijo de rabino y excelente estudiante de la Universidad rabínica de Bar Ilan cerca de Tel-Aviv, alimentado por las enseñanzas de las escuelas talmúdicas, fue soldado de élite en el Golán, y contaba en su biblioteca con un ejemplar de la biografía de Baruch Goldstein. Recordemos que Goldstein fue aquel que asesinó, en Hebrón, a 27 árabes que se encontraban
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orando en la Mezquita de la Tumba de los Patriarcas. Amir vió en la televisión pública de Israel, el gran reportaje sobre el grupo Eyal (Los guerreros de Israel) jurando, sobre la tumba del fundador del sionismo político Théodore Herzl, ejecutar a cualquiera que ceda a los árabes la tierra prometida de Judea y de Samaria (la actual Cisjordania).
El asesinato del Presidente Rabin, como el de Goldstein, se inscribe en la estricta lógica de la mitología de los integristas sionistas. La orden de matar, dice Ygal Amir, viene de Dios, como en los tiempos de Josué (37). Amir no era un caso marginal en la sociedad israelí: el día de la muerte de Ytzhak Rabin, los colonos de Kiryat Arba y de Hebrón bailaban de alegría recitando Salmos de David alrededor del mausoleo levantado a la memoria de Baruch Goldstein (38).
Ytzhak Rabin fue un blanco simbólico, pero no como Bill Clinton lo ensalzó en sus exequias, diciendo que combatió toda su vida por la paz sino que comprendió (como los americanos en Viet-Nam o los franceses en Argelia) que ninguna solución militar definitiva es posible mientras un ejército se enfrente, no a otro cuerpo de ejército, sino a todo un pueblo. Hay que recordar que el que combatió toda su vida por la paz cuando comandaba las tropas de ocupación al principio de la Intifada, dio la orden de romper los huesos de los brazos a los niños de la tierra palestina que no tenían más que piedras para defender la tierra de sus antepasados.
Se había empeñado, junto a Yasser Arafat, en la vía de un compromiso. Concedieron autonomía administrativa a una parte de los territorios cuya ocupación por Israel había sido condenada por las Naciones Unidas. Viviendo bajo la protección militar israelí las colonias robadas a los autóctonos y convertidas, como Hebrón, se convirtieron en seminarios de odio.
Esto ya era demasiado para los integristas beneficiarios de este colonialismo: crearon, contra Rabin, a quien consideraban como un traidor, el clima que llevó a la infamia de su asesinato.
Ytzhak Rabin ha sido víctima, junto a millones de Palestinos, del mito de la tierra prometida, pretexto milenario de los sangrientos colonialismos.
Este asesinato fanático demuestra, una vez más, que una paz verdadera entre un Estado de Israel en seguridad en las fronteras fijadas por la partición de 1947 y un Estado Palestino totalmente independiente, requiere la eliminación radical del colonialismo actual, es decir, de todas las colonias que constituyen, en el interior del futuro Estado Palestino, incesantes focos de provocación a la vez que detonantes para las guerras futuras.
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2. El mito del pueblo elegido
El Señor ha
dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.
Exodo IV, 22.
Exodo IV, 22.
La lectura integrista del sionismo político
Los habitantes del
mundo pueden ser repartidos entre Israel
y las demás naciones consideradas en bloque.
Israel es el pueblo elegido: dogma capital
(Rabbin Cohen, en su libro, El Talmud, Ed. Payot, París 1986, p. 104).
Este mito es la creencia, sin fundamento
histórico, según la cual el monoteísmo
habría nacido con el Antiguo Testamento. Resulta ser lo
contrario de la propia Biblia, puesto que sus dos principales
redactores, el Yahvista y el Elohista, no eran, ni el uno ni el otro,
monoteístas. Ellos proclamaban solamente la superioridad del
Dios hebreo sobre los demás dioses. El Dios de Moab: Kamosh,
es reconocido (39) como uno de los otros dioses (40). La
Traducción Ecuménica de la Biblia (T. E. B.) subraya en
una nota: Durante mucho tiempo en
Israel se creyó en la existencia y en el poder de los dioses
extranjeros (41).y las demás naciones consideradas en bloque.
Israel es el pueblo elegido: dogma capital
(Rabbin Cohen, en su libro, El Talmud, Ed. Payot, París 1986, p. 104).
No es sino después del exilio, y especialmente entre los Profetas, cuando el monoteísmo se afirmará. Se reclamará la obediencia a Yahvé No andaréis en pos de dioses ajenos (42) y se proclamará Yo soy Dios y no hay más (43). Esta afirmación indiscutible del monoteísmo data de la segunda mitad del siglo VI (entre el año 550 y el 539).
El monoteísmo es el fruto de una larga maduración de las grandes culturas de Oriente Medio, Mesopotamia y Egipto. Desde el siglo XIII, el Faraón Akhenatón había ordenado borrar de todos los templos el plural de la palabra Dios. Su Himno al sol se parafrasea casi literalmente en el Salmo 104. La religión babilónica se encamina hacia el monoteísmo, al evocar al Dios Marduk, el historiador Albright marca las etapas de esta transformación: Cuando se reconoció que las numerosas divinidades no eran más que las manifestaciones de un solo Dios No quedaba más que un paso para alcanzar un cierto monoteísmo (44). El Poema babilónico de la Creación (que data del siglo XI antes de nuestra era) aporta el testimonio de estos últimos pasos:
Los humanos se dividen en cuanto a los dioses, nosotros, aunque le designemos con muchos nombres sabemos que Él, es nuestro Dios.
Esta religión alcanzó un grado de interioridad en el que aparece ya la imagen del Justo doliente:
Quiero alabar al Señor de la sabiduría Mi Dios me ba abandonado
Presumiré como un Señor y demoleré las murallas
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Cada día gimo como una paloma y las lágrimas queman mis mejillas.
Y por consiguiente la plegaria era para mí sabiduría, y el sacrificio mi ley.
Creo estar al servicio de Dios, pero los designios divinos, en el fondo de los abismos ¿quién puede comprenderlos?
¿Quién si no Marduk, es el maestro de la resurrección? El es quien modeló la arcilla original.
Cantad la gloria de Marduk (45).
Esta imagen de Job le precede en varios siglos. Una imagen parecida del justo sacrificado, la de Daniel (no el de la Biblia hebrea) castigado por Dios y devuelto por Él de nuevo a la tierra, la encontramos en los textos agáricos de Ras Shamra, en la que se ha dado llamar la Biblia cananea anterior a la de los hebreos puesto que Ezequiel cita a Daniel al lado de Job (46). Se encuentran aquí palabras cuya significación espiritual no depende para nada de la verificación histórica. Es el caso, por ejemplo, de aquella maravillosa parábola de la resistencia a la opresión y de la liberación que se encuentra en el relato del Exodo.
Poco importa que el paso del mar Rojo no pueda ser considerado como un acontecimiento histórico, escribía Mircea Eliade (47) y no concierna al conjunto de los Hebreos sino a algunos grupos de fugitivos. Es por el contrario significativo que la salida de Egipto, en esta grandiosa versión, haya sido relacionada con la celebración de las Pascuas revalorizada e integrada en la historia santa del Yahvismo (48).
A partir del 621 antes de J. C. la celebración del Exodo toma, en efecto, el lugar de un rito agrario cananeo de la Pascua en primavera: la fiesta de la resurrección de Adonis. El Exodo se convierte, de esta manera, en el acto fundacional del renacimiento de un pueblo liberado de la esclavitud por su dios.
La experiencia divina de este desarraigo del hombre de sus antiguas servidumbres se encuentra entre los más diversos pueblos. La hallamos en la larga deambulación, en el siglo XIII, de la tribu azteca mexica que tras más de un siglo de pruebas llega al valle guiada por su dios que les abre un paso allí donde ninguna ruta existía previamente trazada hasta entonces. El mismo significado tienen los viajes iniciáticos hacia la libertad del Kadaïra africano. La fijación a la tierra de las tribus nómadas está unida en todos los pueblos -en particular en Oriente Medio a la donación de la tierra prometida por un dios. Los mitos jalonan el camino de la humanización y de la divinización del hombre. El del Diluvio, por el cual Dios castiga los pecados de los hombres y reinicia su creación, se encuentra en todas las civilizaciones desde el Gilgamesh mesopotámico hasta el Popol Vuh de los Mayas. Los himnos de alabanza a Dios nacen en todas las religiones como los salmos en honor de Pachamama, la diosa madre o del Dios de los Incas.
Dios siempre cercano
quien crea diciendo:
¡hágase la mujer!
Wiraqocha, Señor luminoso,
Dios que da la vida y la muerte
Tu que renuevas la creación
Protege a tu criatura
por largos días
para que pueda perfeccionarse
marchando por la recta vía.
Los sabios dan al Ser Unico más de un nombre (49)
Vrihaspati: Es nuestro Padre, quien cont1ene a todos los dioses (50). Aquel que es nuestro Padre, ha engendrado y contiene a todos los seres. Dios único, El crea a los otros dioses. Todo lo que existe le reconoce por Maestro Conoced a quien todo lo ha creado; es el mismo que está entre vosotros (51).
Sus nombres son múltiples pero El es Uno.
Estos textos sagrados se escalonan entre los siglos XVI y el VI antes de Jesucristo y el Padre Monchanin (S. J.) en su esfuerzo intuitivo para situarse en el interior de los Vedas lo designaba como El poema litúrgico absoluto (52).
[29]
3. El mito de Josué: la limpieza étnica
De Lachis pasó
Josué y todo Israel con él a Eglón;
y pusieron sitio contra ella, y combatiéronla.
Y la tomaron el mismo día, y pasáronla
a cuchillo y aquel día mató a todo lo que en ella había vivo,
como había hecho en Lachis.
Subió luego Josué, y todo Israel con él,
de Eglón a Hebrón, y combatiéronla.
(Libro de Josué X, 34)
y pusieron sitio contra ella, y combatiéronla.
Y la tomaron el mismo día, y pasáronla
a cuchillo y aquel día mató a todo lo que en ella había vivo,
como había hecho en Lachis.
Subió luego Josué, y todo Israel con él,
de Eglón a Hebrón, y combatiéronla.
(Libro de Josué X, 34)
La lectura integrista del sionismo político
El 9 de abril de
1948, Menahem Beghin, con sus tropas del Irgún; masacró
a los 254 habitantes del pueblo de Deir Yassin, a hombres, mujeres y
niños.
No estudiaremos este pasaje de la
fosilización del mito en historia y de las pretensiones de
este bricolage
histórico en la
justificación de una política que en este caso
particular ha instrumentalizado sus relatos bíblicos. Estos no
han dejado de desempeñar un papel determinante en el futuro de
Occidente cubriendo sus acciones más sangrientas y
convirtiendo al pueblo judío en uno de los más
perseguidos de la historia. Fueron perseguidos por los Romanos,
después por los cretienses, por las Cruzadas, por la
Inquisición, por las Santas Alianzas, por las dominaciones
coloniales ejercidas por los pueblos
elegidos y hasta por las exacciones
del Estado de Israel no sólo por su política de
expansión en Oriente Medio sino por las presiones de sus
lobbies en el que el más importante, Estados Unidos, ha jugado
un papel de primer orden en la política de dominación y
agresión mundial.La Biblia narra, junto al relato de las matanzas ordenadas por un Dios de los ejércitos; el gran profetismo de Amós, el de Ezequiel, de Isaías y de Job, y la Anunciación de una nueva alianza con Daniel. Esta nueva alianza (este nuevo Testamento) marcará, a la vez, la mayor mutación en la historia de los hombres y los dioses, con la elevación de Jesús, en la cual, como dicen los Padres de la Iglesia Oriental: Dios creó al hombre para que este pudiese llegar a ser Dios. Después vino el regreso con San Pablo, a la visión tradicional del Dios soberano y todopoderoso, dirigiendo desde fuera y desde lo alto, la vida de los hombres y de las comunidades, no ya por la ley judía, sino por una gracia cristiana.
No trataremos de la Biblia en general, sino sólo de la parte en la que pretende inspirarse hoy el régimen teocrático israelí y el movimiento sionista: La Thora (que los cristianos denominan el Pentateuco, es decir los cinco primeros libros: Génesis, Exodo, Levítico, Números y Deuteronomio) y sus anexos llamados históricos, los libros de Josué, los Jueces, los Reyes y Samuel. De la Thora judía no forma parte la grandiosa crítica profética recordando constantemente que la alianza de Dios con los hombres es universal y unida a la observancia de la ley divina y abierta a todos los pueblos y a todos los hombres.
[30]
La Thora (el Pentateuco) y los libros histór1cos (como desde hace más de un siglo han demostrado los exégetas) son una compilación escrita de tradiciones orales que fueron hechas por cronistas del siglo IX y por los escribas de Salomón que tenían, como preocupación central, la de legitimar, magnificándolas, las conquistas de David y de su imperio, del que no existe por otra parte ninguna posibilidad de comprobación histórica, ni por vestigios arqueológicos, ni por otros documentos que no sean los relatos bíblicos. El primer acontecimiento confirmado por la historia externa concierne a Salomón, del cual se encuentran vestigios en los archivos asirios. Hasta el presente, no existe ninguna fuente exterior a los relatos de la Biblia para controlar su historicidad. Por ejemplo, los restos arqueológicos de Ur, en Irak, no nos proporcionan más información sobre Abraham, que la que nos puedan aportar las excavaciones de las ruinas de Troya sobre Héctor o Príamo.
En el libro de los Números (53) se nos relatan las proezas de los hijos de Israel que, vencedores de los Medianitas, como Jehová lo mandó a Moisés, mataron a todo varón, hicieron prisioneras a las mujeres e incendiaron todas las ciudades. Cuando se volvieron hacia Moisés, Moisés se enojó. ¡Quién os ha dicho que dejarais con vida a las mujeres! Pues bien, matad ahora a todos los varones entre los niños y matad también a toda mujer que haya conocido varón carnalmente y a todas las niñas, entre las mujeres que no hayan conocido carnalmente a varón, os las quedáis para vosotros (54). El sucesor de Moisés, Josué, prosiguió después de la conquista de Canaán, de forma sistemática, esta política de limpieza étnica mandada por el Dios de los ejércitos.
En aquel mismo día se apoderó Josué de Maqqeda y la pasó a cuchillo, mató a su rey; y a todo lo que en ella tenía vida, sin quedar nada: más con rey de Maqqeda hizo como había hecho con el rey de Jericó.
Y de Maqqeda pasó Josué y todo Israel con él, a Libna; y peleó contra Libna. Y Jehová entregó también a ella y a su rey, a manos de Israel; y pasó por el filo de la espada a todo lo que en ella había vivo, sin quedar nada; más con su rey hizo lo mismo que había hecho con el rey de Jericó.
Y Josué, y todo Israel con él, paso de Libna a Lachis, y puso sitio contra ella, y combatióla. Jehová entregó a Lachis en manos de Israel, y tomóla al día siguiente, y la pasó a cuchillo, con todo lo que en all había vivo, como había hecho en Libna. Entonces Horan, rey de Gezer, subió en ayuda de Lachis; más a él y a su pueblo hirió Josué, hasta no quedar ninguno de ellos.
De Lachis pasó Josué, y todo Israel con él, a Egión; y pusieron sitio contra ella, y combatiéronla: Y la tomaron el mismo día y la pasaron a cuchillo; y aquel día mató a todo lo que en ella había vivo, como había hecho en Lachis.
Subió luego Josué, y todo Israel con él, de Eglón a Hebrón, y combatiéronla (55)
La letanía continua enumerando los exterminios sagrados perpetrados en Cisjordania. Debemos, ante estos relatos, plantearnos dos cuestiones [31]
fundamentales: la de su verdad histórica y la de las consecuencias de una imitación literal de esta exaltación de una política de exterminio.
A) Sobre el primer punto
Topamos aquí con la arqueología ya que las excavaciones parecen haber demostrado que los israelitas, llegado el final del siglo XIII antes de J. C., no pudieron tomar Jericó porque en esa fecha Jericó ya estaba deshabitada. La ciudad, en la Edad del Bronce Medio, fue destruida hacia el 1550 e inmediatamente después abandonada. Durante el siglo XIV volvió a poblarse pobremente: se han encontrado vasijas de este período en tumbas de la Epoca del Bronce Medio que fueron reutilizadas, y una casa donde se hallaron restos de loza de mediados del siglo XIV. Nada hay que se pueda atribuir al siglo XIII, no quedan restos de fortificaciones de la Nueva Edad de Bronce. La conclusión de la Sra. K. M. Kenyon es que resulta imposible asociar la destrucción de Jericó con una entrada de los israelitas a finales del siglo XIII antes de J. C. (56).
Lo mismo se puede decir sobre la toma de 'Ay:
De todos los relatos de la conquista, éste que es el más detallado y que no aporta ningún elemento milagroso y aparece como el más verosímil, ha sido desgraciadamente desmentido por la arqueología.
El lugar ha sido excavado por dos expediciones diferentes. Los resultados son concordantes: Et-Tell era en la antigua Edad del Bronce una gran ciudad de la que no sabemos su nombre y que fue destruida en el curso del Tercer Periodo de la Edad antigua del Bronce, hacia el 2400 antes de J. C. Quedó desierta hasta después del 1200 cuando una mínima población, no fortificada, se instaló sobre parte de las ruinas. Esta no subsistió más que hasta los inicios del siglo X antes de Cristo a más tardar; después el lugar fue definitivamente abandonado. En el momento de la llegada de los israelitas no existía ya ciudad alguna en 'Ay, ni había rey de 'Ay. No quedaban allí más que unas viejas ruinas del año 1200 (57).
B) Sobre el segundo punto
En consecuencia, ¿por qué, un judío piadoso e integrista (es decir que tome la Biblia al pie de la letra) no puede seguir el ejemplo de personajes tan prestigiosos como Moisés o Josué? ¿No se dice en Números, cuando se inicia la conquista de Palestina (Canaán): Y Jehová escuchó la voz de Israel y entregó al cananeo, destruyendo a ellos y a sus ciudades (58), y más adelante refiriéndose a los Amoritas y a su rey: E hirieron a él y a su gente, sin que quedara uno, y poseyeron su tierra ? (59).
El Deuteronomio repite, no exigiendo solamente la expoliación de la tierra y la expulsión de los autóctonos, sino incluso su matanza: Cuando Jehová tu Dios te hubiera introducido en la Tierra en la cual tú has de entrar para poseerla y los hubiera arrojado delante de ti, y los derrotes Ios destruirás del todo (60) los arrasarás (61).
Desde Sharon al Rabino Meïr Kahane, ésta es la prefiguración en que
[32]
los sionistas se comportan al respecto con los palestinos.
¿No fue la senda de Josué la que siguió Menahem Beghin cuando, el 9 de abril de 1948, los 254 habitantes del pueblo de Deir Yassin, hombres, mujeres y niños, fueron masacrados por sus tropas del Irgún, para tratar de que huyeran, aterrorizados los árabes? (62) Invitaba a los Judíos no sólo a repeler a los árabes sino a aduenarse de toda Palestina. ¿No fue la senda de Josué la que trazaba Moshé Dayan cuando de cía : Si tenemos la Biblia y nos consideramos como el pueblo de la Biblia, deberíamos también poseer las tierras bíblicas (63). ¿No era la senda de Josué la que marcaba Yoram Ben Porath en el gran rotativo israelí Yediot Aharonoth, el 14 de julio de 1972 al escribir: No hay sionismo y colonización del estado judío sin el despojo a los árabes y la expropiación de sus tierras?
En cuanto a los medios para la desposesión de estas tierras fueron fijados por Rabin cuando era General en jefe de los territorios ocupados: romper los huesos a los que lanzan las piedras de la Intifada. ¿Cuál ha sido la reacción de las escuelas talmúdicas de Israel? Colocar en el poder a uno de los responsables más directos de Sabra y Chatila: al general Rafael Eytan que exige el refuerzo de las colonias judías existentes.
Animado por las mismas convicciones, el Dr. Baruch Goldstein, colono de origen americano, de Kiryat Arba (Cisjordania), causó 27 muertos y más de 50 heridos víctimas del ametrallamiento de Palestinos cuando se encontraban rezando en la Mezquita de la Tumba de los Patriarcas. Miembro de un grupo integrista fundado bajo el patrocinio de Ariel Sharon (bajo cuya protección fueron perpetradas las matanzas de Sabra y Chatila), más tarde fue recompensado por sus crímenes con una promoción. Se le nombró Ministro de la Vivienda encargado de desarrollar la implantación de las colonias en los territorios ocupados. Baruch Goldstein es hoy objeto de un verdadero culto por parte de los integristas que acuden a llevar flores y besar su sepultura, pues fue rigurosamente fiel a la tradición de Josué exterminando a todos los pueblos de Canaán para apropiarse de sus tierras.
Esta limpieza étnica que ha llegado a ser sistemática en el Estado de Israel de hoy, deriva del principio de la pureza étnica que prohibe la mezcla de sangre judía con la sangre impura de todos los demás. En las líneas siguientes la orden de Dios de exterminar a las poblaciones que Él les entrega, se amplía cuando el Señor recomienda a Moisés que su pueblo no se mezcle con las mujeres de esos pueblos (64). En el Deuteronomio, el pueblo elegido (65) no debe mezclarse con los demás: no emparentarás con ellos: no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo (66). Este apartheid es la única forma de impedir la mácula de la raza escogida por Dios, la fe que le une a Él. Esta separación del prójimo ha permanecido como ley: en su libro sobre el Talmud (67) el rabino Cohen escribe: Los habitantes que pueblan la tierra se dividen en: Israel y las demás naciones consideradas en bloque. Israel es el pueblo elegido: dogma capital. A su regreso del Exilio, Esdrás y Nehemías se preocupan por el restablecimiento de este apartheid. Esdrás llora porque la simiente santa (sic) ha sido mezclada [33]
con las gentes de estas tierras (68) Pinhas es empalado por haber contraído un matrimonio mixto Esdrás ordena la selección racial y la exclusión de: todos aquellos que habían tomado mujeres extranjeras y cuyas mujeres hubieran parido hijos (69). Nehemías dice de los judíos: Les limpié de todo elemento extranjero (70).
Esta mixofobia y este rechazo al prójimo exceden de la dimensión racial. Si se rehusa la sangre del otro para el matrimonio mixto, se rehusa también su religión, su cultura y su manera de ser. De esta forma Yahvé fulmina a los que se apartan de su verdad, cualquiera que sea. Sofonías lucha contra las formas de vestir extranjeras; Nehemías contra las lenguas extranjeras: Vi asimismo en aquellos días a Judíos que habían tomado mujeres de Azoto, Ammonitas y Moabitas y sus hijos la mitad hablaban azoteo o la lengua de éste o el otro pueblo; y no sabían hablar judaico. Y reñí con ellos, y les maldije, y herí a alguno de ellos y les arranque los cabellos (71) Los infractores son juzgados duramente. Rebeca, mujer de Isaac y madre de Jacob, afirma: Fastidio tengo de mi vida, a causa de las hijas de Heth. Si Jacob toma mujer de las hijas de Heth, de las hijas de esta tierra ¿para qué quiero la vida? (72) Los padres de Sanson que, crispados por el matrimonio de su hijo con una Filistea, exclaman: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo mi pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los Filisteos incircuncisos? (73)
Haïm Cohen, que fue juzgado por el Tribunal Supremo de Israel, constata: La amarga ironía del destino ha querido que las mismas tesis biológicas y racistas propagadas por los nazis y que inspiraron las infamantes leyes de Nuremberg, sirvan de base para la definición de la judaicidad en el seno del Estado de Israel (74). Durante el proceso contra los criminales de guerra de Nuremberg, en el curso del interrogatorio al teórico de la raza, Julius Streicher, le formularon la siguiente pregunta: En 1935 en el Congreso del Partido en Nuremberg fueron promulgadas las leyes raciales. Durante la preparación de este proyecto de ley ¿fue llamado a consultas y participó de alguna manera en la elaboración de estas leyes?
Acusado Streicher: - Si, creo haber participado en el sentido de, que desde hacía años, venía escribiendo que sería necesario impedir en el futuro toda mezcla de sangre alemana y de sangre judía. Escribí artículos en este sentido y siempre repetí que debíamos tomar a la raza judía o al pueblo judío, como modelo. He repetido siempre en mis artículos que los judíos debían estar considerados como un modelo para las otras razas, pues ellos se dieron una ley racial, la ley de Moisés que dice:
Si vais a un país extranjero, no debéis tomar mujeres extranjeras. Y esto, Señores, es de una importancia extraordinaria para juzgar las Leyes de Nuremberg. Fueron estas leyes judías las que se tomaron como modelo. Cuando siglos más tarde el legislador judío Esdrás constata que, a pesar de ello, muchos judíos se habían casado con mujeres no judías, estas uniones fueron deshechas. Este fue el origen de la judería que, gracias a sus leyes raciales, ha subsistido durante siglos, mientras que las demás razas, y todas las otras civilizaciones, han sido aniquiladas (75).
Fue así como los juristas, consejeros del Ministerio del Interior nazi,
[34]
elaboraron las Leyes de Nuremberg, del derecho de la población del Reich y de la protección de la sangre alemana y del honor alemán. Estos juristas consejeros, Bernard Losener y Friedrich Knost, comentan así el texto, en el libro Las Leyes de Nuremberg:
Conforme a la voluntad del Führer, las Leyes de Nuremberg no implican verdaderamente medidas tendentes a acentuar el odio racial o a perpetuarlo; por el contrario, tales medidas significan el principio de una pacificación en las relaciones entre el pueblo judío y el pueblo alemán.
Si los judíos tuvieran ya su propio Estado, en el que se sintieran en su casa, la cuestión judía podría ser considerada resuelta, tanto para los judíos como para los alemanes. Es por esta razón por la que los sionistas más conspicuos no han manifestado la menor oposición contra el espiritu de las leyes de Nuremberg. Este racismo, modelo de todos los demás racismos, es una ideología que sirve para justificar el dominio de diferentes pueblos. La literalidad conduce a la perpetración de las mismas matanzas que las cometidas por Josué.
Los colonos puritanos de América, en su caza al indio para apoderarse de sus tierras, invocaban a Josué y los exterminios sagrados de los Amalecitas y de los Filisteos (76).
Intermediaria entre la shoah cananea y la mixofobia existe en la actualidad la ideología de la deportación de poblaciones, que apoyan la mayor parte de los rabinos de Judea-Samaria. Esta política se funda en una lectura integrista de los textos sagrados. La letra del Levítico prescribe a los judíos no practicar la mezcla de especies (77) y les ordena diferenciar al puro del impuro (78) como se distingue a Israel de los demás pueblos (79), para operar una discriminación racial. Estableceré distinción entre mi pueblo y tu pueblo (80). De esta manera, en 1993, el gran Rabino Sitruk pudo decir sin temor de ser llamado al orden por cualquier instancia:
Quisiera que los jóvenes judíos no se casasen nunca más que con muchachas judías.
Así Israel que será santo (81) no se debe mancillar (82) por el contacto con las demás naciones a las que Dios ha tomado asco (83). La prohibición fue millones de veces repetida. No emparentarás con ellos (las naciones cananeas); no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo (84). Porque si os apartáis de Él y os ligáis con los restos de estas gentes que han quedado entre vosotros, y concertáis con ellos matrimonios, y os mezcláis con ellas, y ellas con vosotros sabed que Jehová vuestro Dios no arrojará más a estas gentes delante de vosotros; sino que serán un lazo, y una trampa, azote en vuestros costados, y espinas para vuestros ojos, hasta tanto que desaparezcáis de esta buena tierra que Jehová vuestro Dios os ha dado (85).
El 10 de noviembre de 1975, en sesión plenaria, la ONU consideró que el sionismo era una forma de racismo y de discriminación racial. Después de la fragmentación de la URSS, los Estados Unidos han actuado bajo cuerda en la ONU y obtuvieron el 16 de diciembre de 1991 la abolición de la justa resolución de 1975. En lo que respecta a los hechos, nada ha cambiado desde 1975, o mejor dicho: la represión, el genocidio lento del pueblo palestino y la colonización han tomado una amplitud sin precedente.
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II. LOS MITOS DEL SIGLO XX
1. El mito del antifascismo sionista
Con fecha de 5 de septiembre de 1939 -dos días después de la declaración de guerra de Inglaterra y Francia contra Alemania- Chaim Weizmannn, Presidente de la Agencia Judía, escribía a M. Chamberlain, Primer Ministro de su majestad el Rey de Inglaterra, una carta en la que le informaba de que nosotros los judíos,
[36]
estamos al lado de Gran Bretaña y combatiremos por la Democracia, precisando que los mandatarios judíos estaban dispuestos a firmar inmediatamente un acuerdo para permitir la utilización de todas sus fuerzas en hombres, de sus técnicas, de su ayuda material y de todas sus capacidades. Reproducida en el Jewish Chronicle del 8 de septiembre de 1939, esta carta constituía una auténtica declaración de guerra del mundo judío contra Alemania. Exponía el problema del internamiento de todos los judíos alemanes en campos de concentración como súbditos de un pueblo en estado de guerra con Alemania, al igual que lo hicieran los americanos con sus propios súbditos de origen japonés a los que internaron mientras duró la guerra contra Japón.
Los dirigentes sionistas dieron pruebas, en la época del fascismo hitleriano y mussoliniano, de un comportamiento equívoco que iba del sabotaje de la lucha antifascista a la tentativa de colaboración. El objetivo esencial de los sionistas no era el de salvar vidas judías sino el de crear un Estado judío en Palestina. El primer dirigente del Estado de Israel, Ben Gurión, proclamaba sin ambages, el 7 de diciembre de 1938, ante los dirigentes sionistas del Labour: Si supiera que era posible salvara todos los niños de Alemania trayéndoles a Inglaterra, y solamente la mitad de ellos transportarlos a Eretz Israel, escogería la segunda solución. Ya que debemos tener en cuenta no sólo la vida de estos niños, sino también la historia del pueblo de Israel (87). El salvamento de los judíos en Europa no figuraba alprincipio de la lista de las prioridades de la clase dirigente. Era la fundación del Estado lo que era primordial ante sus ojos (88).
()¿Debemos ayudar a todos los que tengan necesidad sin tener en cuenta las características de cada cual? ¿No deberíamos dar a esta acción un carácter nacional sionista e intentar salvar prioritariamente a los que puedan ser útiles a la Tierra de Israel y al judaísmo? Sé que puede parecer cruel exponer la cuestión de esta manera, pero desgraciadamente debemos establecer claramente si somos capaces de salvar a 10.000 personas entre las 50.000 que pudieran contribuir a la construcción del país y al renacimiento nacional o bien a un millón de judíos que pudieran llegar a ser para nosotros un fardo o mejor dicho un peso muerto. En este caso nos limitaríamos a salvar a los 10.000 que pudieran ser salvados a pesar de las acusaciones y los llamamientos del millón abandonados a su suerte (89).
Este fanatismo inspira, por ejemplo, la actitud de la delegación sionista en la Conferencia de Evian, en julio de 1938, en la que 31 naciones se reunieron para discutir la absorción de los refugiados de la Alemania nazi. La delegación sionista exigió, como única solución posible, la de admitir a 200.000 judíos en Palestina. El Estado judío era más importante para ellos que la vida de los judíos. El enemigo principal, para los dirigentes sionistas era la asimilación. Centraban en esto la preocupación fundamental de todo racismo, incluido el hitleriano: la pureza de la sangre. Es por ello por lo que, en función misma del antisemitismo sistemático que les animaba hasta perseguir el propósito monstruoso de dar caza a
[37]
todos los judíos de Alemania y después a los de Europa cuando llegara la hora, los nazis consideraban a los sionistas como interlocutores válidos puesto que también ellos servían a este propósito
De esta colusión existen pruebas evidentes. La Federación Sionista de Alemania dirigía al Partido nazi el 21 de junio de 1933 un memorándum en el que expresamente se declaraba:
En la fundación del Nuevo Estado, que ha proclamado el principio de la raza, deseamos adaptar nuestra comunidad a las nuevas estructuras nuestro reconocimiento de la nacionalidad judía nos permite establecer relaciones claras y sinceras con el pueblo alemán y sus realidades nacionales y raciales. Precisamente porque nosotros no queremos subestimar estos principios fundamentales, es por lo que también nos pronunciamos contra los matrimonios mixtos y en favor del mantenimiento de la pureza del grupo judío Los judíos conscientes de su identidad, en el nombre de los cuales hablamos, pueden encontrar sitio en la estructura del Estado alemán, pues están libres del resentimiento que los judíos asimilados deben experimentar; creemos en la posibilidad de relaciones leales entre los judíos conscientes de su comunidad y el Estado alemán. Para alcanzar sus objetivos prácticos, el sionismo espera ser capaz de colaborar incluso con un gobierno fundamentalmente hostil a los judíos La realización del sionismo no está molesta más que por el resentimiento de los judíos en el exterior, contra la orientación alemana actual. La propaganda para el boycot -- actualmente dirigida contra Alemania- - es por definición, no sionista (90). El Memorándum añadía: en el caso de que los alemanes aceptaran esta cooperación, los sionistas se esforzarían en convencer a los judíos del extranjero a que renunciaran a participar en el boycot contra Alemania (91). Los dirigentes hitlerianos acogieron favorablemente la orientación de los mandatarios sionistas que, por su preocupación exclusiva por constituir su Estado en Palestina, aunaban sus esfuerzos para desentenderse de los judíos. El principal teórico nazi, Alfred Rosenberg, escribe: el sionismo debe ser vigorosamente sostenido a fin de que un contingente anual de judíos alemanes sean llevados a Palestina (92).
Reinhardt Heydrich, que fue más tarde el Protector en Checoslovaquia, escribía en 1935, durante el tiempo en que era jefe de los Servicios de Seguridad de las S. S. en el Das Schwarze Korps, órgano oficial de las S.S., un artículo sobre El enemigo visible en el que se establecían distinciones entre los judíos: Nosotros debemos dividir a los judíos en dos categorías: los sionistas y los partidarios de la asimilación. Los sionistas profesan una concepción estrictamente racial, y, para la emigración en Palestina, ayudan a edificar su propio Estado judío nuestros mejores votos y nuestra buena voluntad oficial para ellos (93).
El Betar alemán recibió un nuevo nombre: Herzlia. Las actividades del movimiento en Alemania debían obtener a buen seguro la aprobación de la Gestapo; en realidad, Herzlia actuaba bajo la protección de esta última. Un día, un grupo de las S.S. atacó un campamento de verano del Betar. El jefe del movimiento se quejó entonces a la Gestapo y, algunos días más tarde, la policía secreta le comunicó que los S. S. en cuestión habían sido castigados.
[38]
Gestapo y, algunos días más tarde, la policía secreta le comunicó que los S. S. en cuestión habían sido castigados. La Gestapo preguntó al Betar que compensación le parecía la más adecuada. El movimiento solicitó que la reciente prohibición que se les había impuesto de no poder llevar camisas pardas les fuera levantada; la solicitud fue atendida (94).
Una circular de la Wilhelmstrasse indica: los objetivos propuestos por esta categoría (la de los judíos que se oponen a la asimilación y que son favorables a un reagrupamiento de sus correligionarios en el seno de un hogar nacional), en cuyo primer rango se encuentran los sionistas, son los que se apartan menos de los fines que persigue realmente la política alemana en relación con los judíos (95).
No hay ninguna razón, escribía Bülow-Schwante al Ministerio de Interior, para poner trabas con medidas administrativas a la actividad sionista en Alemania pues el sionismo no está en contradicción con el programa del nacional-socialismo cuyo objetivo es el de que salgan progresivamente los judíos de Alemania (96).
Esta directiva confirmando las medidas anteriores se aplicó al pie de la letra. En virtud de este estatuto privilegiado del sionismo en la Alemania nazi, la Gestapo de Baviera, el 28 de enero de 1935, dirigía a la policía la siguiente circular: los miembros de la organización sionista, por su actividad orientada a la emigración hacia Palestina, no deben ser tratados con el mismo rigor que es necesario para los miembros de las organizaciones judías alemanas (aislacionistas) (97).
La organización sionista de los judíos alemanes tuvo una existencia legal hasta 1938, cinco años después de la llegada del Hitler al poder La Jüdische Rundschau (periódico de los sionistas alemanes) salió hasta 1938 (98).
En compensaclón por su reconocimiento oficial como únicos representantes de la comunidad judía, los dirigentes sionistas se ofrecieron para romper el boycot que pretendían realizar todos los antifascistas del mundo. Así en 1933 iniciaron la colaboración económica y fueron creadas dos compañías: la Haavara Company en Tel-Aviv y la Paltreu en Berlín. El mecanismo operativo era el siguiente: un judío que deseara emigrar depositaba en la Wasserman Bank de Berlín o en la Warburg Bank de Hamburgo, una cantidad mínima de 1.000 libras esterlinas. Con esta suma, los exportadores judíos podían comprar mercancías alemanas con destino a Palestina y pagaban el valor correspondiente en libras palestinas, en la cuenta de la Haavara, en la Banca Anglo-palestina en Tel-Aviv. Cuando el emigrante llegaba a Palestina, recibía el equivalente de la suma que había depositado en Alemania. Varios futuros Primeros Ministros de Israel participaron en la empresa de la Haavara, concretamente Ben Gurión, Moshé Sharret (que entonces se apellidaba Moshé Shertok), la Sra. Golda Meir, que la apoyó desde Nueva York, y Levi Eshkol, que era su representante en Berlín (99).
La operación era ventajosa para ambas partes; los nazis conseguían así romper el bloqueo (los sionistas hacían fortuna vendiendo mercancías alemanas incluso a Inglaterra); y los sionistas realizaban una inmigración selectiva, tal y como deseaban.
[39]
Sólo podían inmigrar los millonarios (cuyos capitales permitirían el desarrollo de la colonización sionista en Palestina). De acuerdo con los fines del sionismo era más importante salvar de la Alemania nazi los capitales judíos, permitiendo el desarrollo de su empresa, que las vidas de los judíos pobres, o ineptos para el trabajo o para la guerra, lo que hubiera supuesto una carga. Esta política de colaboración duró hasta 1941 (es decir durante ocho años tras la llegada de Hitler al poder). Eichmann tenía contacto con Kastner. El proceso de Eichmann descubrió, en parte al menos, los mecanismos de estas connivencias, de estos intercambios entre judíos sionistas útiles para la creación del Estado judío (personalidades ricas, técnicos, jóvenes aptos para el ejército, etc.) v una masa de judíos menos favorecidos, abandonados en las manos de Hitler.
El Presidente de este Comité, Ytzhak Gruenbaum declaraba el 18 de enero de 1943: El sionismo es lo primero...
Van a decir que soy antisemita, respondió Gruenbaum, que no quiero salvar el Exilio, que no tengo a warm yiddish heart () Dejémosles decir lo que quieran. No exigiría de la Agencia Judía que asigne la cantidad de 300.000 ni de 100.000 libras esterlinas para ayudar al judaísmo europeo. Y pienso que quien quiera que exija tales cosas realiza un acto antisionista (100).
Este era también el punto de vista de Ben Gurión:
La tarea del sionismo no es la de salvar al resto de Israel que se encuentra en Europa, sino la de salvar la tierra de Israel para el pueblo judío (101). Los dirigentes de la Agencia Judía estaban de acuerdo sobre el hecho de que la minoría que podía ser salvada debería ser escogida en función de las necesidades del proyecto sionista en Palestina (102).
Hannah Arendt, una de las más eminentes defensoras de la causa judía en sus estudios y en sus libros, asistía a los debates. A ellos les dedicó un libro: Eichmann en Jerusalén. En él demuestra (103) la pasividad e incluso la complicidad de los consejos judíos (Judenrat) cuyos dos tercios estaban dirigidos por sionistas.
Otro libro, escrito por Trunk (104) dice: De acuerdo con los cálculos de Freudiger, el cincuenta por ciento de los judíos podrían haberse salvado si no hubieran seguido las instrucciones de los Consejos judíos (105). Es significativo que durante la celebración del 50 aniversario de la sublevación del ghetto de Varsovia, el Jefe del Estado israelí solicitó a Lech Walesa que no concediera la palabra a Marek Edelman, jefe adjunto de la insurrección y uno de los sobrevivientes. En 1993, Marek Edelman concedió una entrevista a Edward Alter del periódico israelí, Haaretz, en la cual recordaba quienes habían sido los verdaderos instigadores y héroes del Comité judío de lucha del ghetto de Varsovia. Los socialistas del Bund, los antisionistas, los comunistas, los troskistas, los Mihaïl Rosenfeld y los Mala Zimetbaum, junto a Edelman y una minoría de sionistas de izquierdas del Poalei Zion y del Hashomer Hatzaïr. Fueron los que lucharon contra el nazismo empuñando las armas, como lo hicieron los judíos voluntarios de las Brigadas Internacionales en España y
[40]
durante la ocupación en Francia, los miembros judíos de la M.O.I. (Mano de Obra Inmigrada).
Nahum Goldman, Presidente de la Organización Sionista Mundial y más tarde del Congreso Mundial Judío, narra, en su Autobiografía, su dramático encuentro con el Ministro de Asuntos Exteriores checo, Edouard Bénès, en 1935, que reprochaba a los sionistas haber quebrantado el boycot de Hitler por la Haavara (Ios acuerdos de transferencia) y el rechazo de la Organización Sionista Mundial a organizar la resistencia contra el nazismo.
En mi vida,he debido tomar parte en numerosos encuentros penosos, pero jamás me sentí tan desgraciado y avergonzado como durante aquellas dos horas. Sentía, en todas las fibras de mi ser, que Bénès tenía razón (106).
Apostando por la oposición a Inglaterra, los dirigentes sionistas tomaron contacto con Mussolini desde 1922. Les recibió tras la Marcha sobre Roma de 1922, concretamente el 20 de diciembre (107). Más adelante Weizmann fue recibido por Mussolini el 3 de enero de 1923 y en otra ocasión el 17 de septiembre de 1926. Nahum Goldman, Presidente de la Organización Sionista Mundial, se entrevistó el 26 de octubre de 1927 con Mussolini que le dijo: Os ayudaré a crear el Estado judío (108).
Esta colaboración constituía un sabotaje a la lucha antifascista internacional, subordinaba toda la política sionista al único propósito de construir un Estado judío en Palestina. Continuó durante la guerra, incluso en el momento en el cual la persecución hitleriana de los judíos europeos fue más atroz. Durante la deportación de los judíos húngaros, el Vice-presidente de la Organización Sionista, Rudolf Kastner, negoció con Eichmann sobre la siguiente base: si Eichmann permitía la salida hacia Palestina de 1684 judíos útiles para la edificación del futuro Estado de Israel, Kastner le prometía a Eichmann convencer a los 460.000 judíos húngaros que no se trataba de una deportación a Auschwitz, sino de un simple traslado.
El juez Halevi recordaba durante el proceso de Eichmann que Kastner intervino para salvar a uno de sus interlocutores nazis: uno de los ejecutores de Himler, el Standarteführer Kurt Becher. El testimonio de Kastner, en el proceso de Nuremberg, consiguió que escapara al castigo. El juez fue taxativo: no hubo ni verdad, ni buena fe en el testimonio de Kastner Kastner perjuró a sabiendas, en su declaración ante este Tribunal, cuando negó que intercedió en favor de Becher. Además ocultó este importante hecho: su diligencia en favor de Becher la hacía en nombre de la Agencia Judía y del Congreso Mundial Judío Está claro que la recomendación de Kastner no fue efectuada a título personal, sino en nombre de la Agencia Judía y del Congreso Mundial Judío y fue por lo que Becher fue puesto en libertad por los Aliados.
Tras el juicio, la opinión pública israelí se estremeció. En el diario Haaretz el Dr. Moshé Keren escribía, el 14 de julio de 1955: Kastner debió ser inculpado por colaboración con los nazis Pero el diario vespertino Yediot Aharonoth (23 de junio de 1955)
[41]
explicaba el por qué no podía ser así Si Kastner es llevado ante los tribunales, el gobierno en pleno correría el riesgo de derrumbarse totalmente ante la nación, como consecuencia de lo que tal proceso descubriría.
Lo que corría el riesgo de ser descubierto era que Kastner no había actuado solo sino en combinación con otros dirigentes sionistas que formaban parte, en el momento del proceso, del Gobierno. La única forma de evitar que Kastner hablara y estallara el escándalo, era que Kastner desapareciera. Murió en efecto de forma providencial, asesinado en los peldaños del Palacio de Justicia y el Gobierno israelí interpuso un recurso ante el Tribunal Supremo para rehabilitarle. Fue lo que obtuvo. La política de colaboración alcanzó su punto culminante en 1941, cuando el grupo más extremista de los sionistas, el Lehi (Combatientes para la Liberación de Israel) dirigido por Abraham Stern y tras su muerte por un triunvirato del que formaba parte Itzak Shamir, cometió un crimen imperdonable desde el punto de vista moral: proponer una alianza con Hitler, con la Alemania nazi, contra Gran Bretaña (109).
M. Eliezer Halevi, sindicalista, laborista conocido, miembro del Kibbutz Gueva, reveló en el semanario Hotam de Tel-Aviv (en fecha 19 de agosto de 1983) la existencia de un documento firmado por Itzak Shamir (que por aquel entonces se llamaba Yezernitsky) y Abraham Stern, enviado a la Embajada de Alemania en Ankara, cuando la guerra en Europa estaba en su punto crítico y las tropas del Mariscal Rommel se encontraban ya en suelo egipcio.
En él se decía expresamente: En la filosofía de los conceptos, nos identificamos con Vds. ¿Por qué entonces no colaborar unos con otros? Haaretz, en su edición del 31 de enero de 1983, cita una carta marcada con la estampilla de secreto, remitida en enero de 1941 por el embajador de Hitler en Ankara, Franz Von Papen, a sus superiores, dando cuenta de los contactos con los miembros del grupo Stern. Se adjuntaba un memorándum del agente de los servicios secretos nazis en Damasco, Werner Otto Von Hentig, sobre las conversaciones con los emisarios de Stern y de Shamir, donde se dice entre otras cosas que la cooperación entre el Movimiento de Liberación de Israel y el Nuevo Orden en Europa será de acuerdo con uno de los discursos del canciller del III Reich en el que Hitler subrayaba la necesidad de utilizar cualquier combinación de coalición para aislar y vencer a Inglaterra. Y allí se dice además que el grupo Stern está estrechamente vinculado a los movimientos totalitarios en Europa, a su ideología y a sus estructuras. Estos documentos se encuentran en el Memorial del Holocausto (Yad Vachem) en Jerusalén, clasificados bajo el número E234151-8.
Uno de los jefes históricos del grupo Stern, Israël Eldad, confirma, en un artículo publicado en el periódico de Tel-Aviv, Yediot Aharonoth, del 4 de febrero de 1983, la autenticidad de estas conversaciones entre su Movimiento y los representantes oficiales de la Alemania nazi. Afirma sin ambages que sus compañeros habían explicado a los nazis que una identidad de intereses entre un Nuevo Orden
[42] en Europa, según la concepción alemana, y las aspiraciones del pueblo judío en Palestina, representada por los combatientes para la libertad de Israel (el grupo Stern) era posible.
Transcribimos los principales párrafos de ese texto:
Principios básicos de la Organización Militar Nacional (NMO) en Palestina (Irgún Zevaï Leumi) relativos a la solución de la cuestión judía en Europa y la participación activa del NMO en la guerra al lado de Alemania.
Se desprende de los discursos de los dirigentes del Estado Nacionalsocialista alemán que una solución radical de la cuestión judía implica una evacuación de masas judías de Europa (Judenreines Europa). Esta evacuación de las masas judías de Europa es la primera condición para la solución del problema judío, pero esto no es posible más que por la instalación de esas masas en Palestina, en un Estado judío, con sus fronteras históricas. Resolver el problema judío de manera definitiva y liberar al pueblo judío es el objetivo de la actividad politica y durante largos años de lucha del Movimiento para la Liberación de Israel (Lehi) y de su Organización Militar Nacional en Palestina (Irguen Zevaï Leumi).
El NMO, conociendo la posición benévola del Gobierno del Reich hacia la actividad sionista en el interior de Alemania, y los planes sionistas de emigración estima que:
1) Podrían existir intereses comunes entre la instauración en Europa de un Orden Nuevo, según la concepción alemana, y las verdaderas aspiraciones del pueblo judío como son encarnadas por el Lehi.
2) La cooperación entre la nueva Alemania y una nación hebraica renovada (Völkisch Nationalen Hebräertum) sería posible.
3) El establecimiento del Estado histórico judío sobre una base nacional y totalitaria unida por un tratado al Reich alemán podría contribuir a mantener y reforzar, en el futuro, la posición de Alemania en el Oriente Próximo.
A condición de que sean reconocidas, por el Gobierno alemán, las aspiraciones nacionales del Movimiento, para la Libertad de Israel (Lehi), la Organización Militar Nacional (NMO) ofrece participar en la guerra al lado de Alemania.
La cooperación del Movimiento de Liberación de Israel iría en el sentido de los recientes discursos del Canciller del Reich alemán, en los cuales Hitler subrayaba que toda negociación y toda alianza debía contribuir a aislar a Inglaterra y a combatirla.
Conforme a su estructura y su concepción del mundo, el NMO está estrechamente vinculado con los movimientos totalitarios europeos (110).
Según la prensa israelí, que ha publicado una decena de artículos sobre este tema, en ningún momento los nazis tomaron en serio las propuestas de Stern, de Shamir y de sus amigos. Las conversaciones se cortaron cuando las tropas aliadas detuvieron en junio de 1941 al emisario de Abraham Stern e Itzak Shamir, el Sr. Naftali Loubentchik, en la propia Oficina de los servicios secretos nazis en Damasco. Otros miembros del grupo prosiguieron los contactos hasta la detención,
[43]
por las autoridades británicas, de Itzak Shamir, en diciembre de 1941, acusado de terrorismo y colaboración con el enemigo nazi. Un pasado semejante no fue obstáculo para que Itzak Shamir llegara a ser Primer Ministro y ser, aun hoy, el Jefe de una poderosa oposición, la más encarnizada en mantener la ocupación en Cisjordania. Ya que en realidad, los dirigentes sionistas, a pesar de sus rivalidades internas, continúan con el idéntico objetivo racista: expulsar por el terror, la expropiación o la expulsión, a todos los autóctonos árabes de Palestina, para quedarse como los únicos invasores y los únicos amos.
Ben Gurión declaraba: Beghin pertenece indiscutiblemente al tipo hitleriano. Es un racista dispuesto a destruir a todos los árabes en su sueño de la unificación de Israel, preparado, para realizar este objetivo sagrado, a utilizar todos los medios (111). El propio Ben Gurión jamás ha creído en la posibilidad de una coexistencia con los árabes. Cuantos menos árabes haya en los límites del futuro Estado (de Israel) mejor les irá. No lo dice explícitamente, pero la impresión que se desprende de sus intervenciones y de sus observaciones está clara: una gran ofensiva contra los árabes no sólo cortaría sus ataques sino también reduciría al máximo el porcentaje de población árabe en el Estado () Se me puede acusar de racismo, pero en este caso se debería hacer el proceso a todo el Movimiento Sionista, que se basa en el principio de una entidad puramente judía en Palestina (112). En el juicio de Eichmann en Jerusalén, el Procurador General Haïm Cohen recordaba a los jueces: si no coincide con vuestra filosofía, podéis criticar a Kastner... Pero ¿qué tiene esto que ver con la colaboración? Ha existido siempre en nuestra tradición sionista seleccionar una élite para organizar la inmigración en Palestina Kastner no ha hecho otra cosa (113). Este alto magistrado invocaba en efecto una doctrina constante del Movimiento Sionista: no tenía por objetivo salvar a judíos sino construir un Estado judío fuerte. El día 2 de mayo de 1948, el Rabino Klaussner, encargado de las Personas desplazadas, presentaba un Informe ante la Conferencia Judía Americana:
Estoy convencido de que es necesario obligar a la gente a volver a Palestina Sugiero la palabra fuerza Siempre ha sido efectiva y ha servido incluso recientemente. Para la evacuación de los judíos de Polonia y en la historia del Exodo
Para aplicar este programa, es preciso, en lugar de proporcionarles comodidades a las personas desplazadas, crearles las mayores incomodidades posibles En un segundo tiempo, continuar haciendo un llamamiento a la Haganah para hostigar a los judíos (114). Las variantes de este método de incitación e incluso de coerción han sido múltiples. En 1940, para suscitar la indignación contra los ingleses que habían decidido salvar a los judíos amenazados por Hitler, acogiéndoles en la Isla Mauricio, el barco que los transportaba, el mercante francés Patria, hizo escala en el puerto de Haïfa. El 25 de diciembre de 1940, los dirigentes sionistas de la Haganah (cuyo jefe era Ben Gurión) no vacilaron en hacerlo estallar, causando la muerte de 252 judíos y miembros ingleses de la tripulación (115). Yehuda Bauer confirma la realidad de este sabotaje llevado a cabo por la Haganah y el
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número de víctimas, en su libro Juifs à vendre (116).
Otro ejemplo lo encontramos en Irak donde la comunidad judía (compuesta por 110.000 personas en 1948) estaba bien arraigada en el país. El gran Rabino de Irak, Khedouri Sassoon, había declarado: Los judíos y los árabes han gozado de los mismos derechos y privilegios desde hace mil años y no se consideran como elementos separados en esta nación.
Entonces, comenzaron las acciones terroristas israelíes de 1950 en Bagdad. Ante las reticencias de los judíos iraquíes a inscribirse en las listas de inmigración hacia Israel, los servicios secretos israelíes no dudaron en convencer a los judíos de que se encontraban en peligro El ataque contra la Sinagoga Shem-Tov mató a tres personas e hirió a algunas decenas. De esta forma comenzó el éxodo bautizado como: Operación Alí Baba (117). Existe una doctrina constante desde que Théodore Herzl reemplazó la definición de judío en lugar de por su religión, por su raza. El articulo 4b de la Ley Fundamental del Estado de Israel (que carece de Constitución), que define la Ley del retorno (5710 de 1950), estipula: Se considera judío a la persona nacida de madre judía, o convertida (Criterio racial o criterio confesional) (118).
Esto se hallaba en la recta línea de la doctrina fundadora de Théodore Herzl. Este no cesa de insistir sobre ello en sus Memorias. Desde 1895, precisa de un interlocutor alemán (Speidel): Comprendo el antisemitismo. Los judíos hemos permanecido, aunque no haya sido por nuestra culpa, como cuerpos extraños en las diferentes naciones (119). Algunas páginas más adelante es todavía más explícito: Los antisemitas serán nuestros más seguros amigos, los paises antisemitas nuestros aliados (120).
El objetivo era común: reunir a los judíos en un ghetto mundial. Los hechos dieron la razón a Théodore Herzl. Los judíos piadosos, como también por otra parte muchos cristianos, repiten cada día: El año próximo en Jerusalén. Hacían de Jerusalén no un determinado territorio, sino el símbolo de la Alianza de Dios con los hombres y el esfuerzo personal para merecerla. Pero el Retorno no se produciría mas que bajo el impulso de las amenazas antisemitas procedentes de los países extranjeros. El 31 de agosto de 1949, dirigiéndose a un grupo de americanos de visita en Israel, Ben Gurión declaraba: Aunque hemos realizado nuestro sueño de crear un Estado judío, estamos todavía en el comienzo. No hay hoy más que 900.000 judíos en Israel, m1entras que la inmensa mayoría del pueblo judío se encuentra aún en el extranjero. Nuestra futura tarea es la de traer a todos los judíos a Israel.
El objetivo de Ben Gurión era el de traer a Israel a 4 millones de judíos entre 1951 y 1961. Llegaron 800.000. En 1960 no hubo, en todo el año, más que 30.000 inmigrantes. En 1975-76 la emigración de Israel superaba a la inmigración. Tan sólo las grandes persecuciones, como las de Rumania, dieron un cierto impulso al "Retorno". Tampoco las atrocidades hitlerianas consiguieron satisfacer el sueño de Ben Gurión. Entre las víctimas judías del nazismo que buscaron
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refugio en el extranjero entre 1935 y 1943, apenas el 8,5% fueron a instalarse en Palestina. Los Estados Unidos limitaron su acogida a 182.000 (menos del 7%); Inglaterra a 67.000( menos del 2%). La inmensa mayoría, es decir el 75%, encontró refugio en la Unión Soviética (121).
Un ejemplo típico de las manipulaciones de la Historia por los historiadores oficiales nos la ofrece el último libro de Yehuda Bauer, miembro del Instituto de Historia Contemporánea de los Judíos de la Universidad Hebraica de Jerusalén. Su libro lleva por título: Juifs à vendre, con el siguiente subtítulo: "Les négociations entre nazis et juifs. 1933-1945" (122). La obra tiene todas las apariencias externas de un trabajo científico, con sus 252 notas de referencias que ocupan 49 páginas del libro, con bibliografía, índice, etc.
Sólo apariencias, pues algunas fuentes que tratan sobre el mismo tema y que el autor no puede ignorar, se silencian (sin duda porque están en contra de su tesis que tiende a demostrar la predisposición de los dirigentes sionistas para arrancar a los judíos más desposeidos de las garras de Hitler, mientras que ellos practicaban, también, una selección (123). Entre los testimonios sobre la posición de Ben Gurión no hace ninguna alusión a la célebre biografía, por otra parte apologética, escrita por Bar Zohar: Ben Gourion, le prophète armé. Ed. Fayard, 1966, que no figura ni en la bibliografía, ni en el índice. Sin duda la aprobación por Ben Gurión de la Haavara, su principio de salvación selectivo de los judíos que acogería en Palestina, sus apreciaciones de Shamir como perteneciente al tipo hitleriano, la excluyen del horizonte histórico de Bauer.
Los trabajos de Yvon Gelbner que figuran en el Yad Vashem studies Vol.XII, p.189, por idénticas razones, tampoco se mencionan. Estos trabajos emanan por consiguiente de su familia espiritual sionista. Entre otras omisiones de este género: Le Septième Million de Tom Segev, que hizo, igualmente, sus estudios en la Universidad Hebraica de Jerusalén. En la actualidad es cronista de Haaretz, el diario de mayor tirada israelí.
Tampoco, en las siete líneas que consagra al Irgoun Tzvai Leumi (sin una nota siquiera) se evoca la hostilidad de esta organización contra Inglaterra en 1944. Ni la menor alusión a sus propuestas de colaboración con Hitler en 1941, cuyos autores, entre los que se encuentra Shamir, ni siquiera se citan (¡En un libro dedicado a las negociaciones entre nazis y judíos!).
El libro de Hannah Arendt sobre el mismo problema: Eichmann à Jerusalem y sus duros juicios sobre los Consejos judíos en sus relaciones con los nazis, se pasa en silencio, tanto en la bibliografía como en el índice. Lo mismo sucede con el libro de Marek Edelman, jefe adjunto de la insurrección del ghetto de Varsovia, que naturalmente no figura, en la página 352 del libro de Yehuda Bauer, en su palmares de héroes en el que figuran Kasztner, aunque fuera el "culpable de haber sustraido a nazis a la acción de la justicia", como reconoce Bauer y que se hubiera adueñado, en beneficio de Hitler, de la mayor fábrica de armamento de Hungría,
[46]
la empresa Weiss. Bauer confecciona una lista de estos negociadores con Hitler añadiendo (124): todos fueron héroes, Todos merecen tal reconocimiento (125) sin el menor homenaje a los resistentes judíos caídos en la lucha contra el fascismo a los que nos referíamos en páginas anteriores.
Pero aparte de los aspectos científicos de estas distorsiones de la realidad cometidas por historiadores oficiales, que exalta o justifica cualquier negociación con Hitler (ocultando lo esencial), qué decir del a priori, político y moral: ¡sólo son héroes, los que han negociado con Hitler! ¡no los que le han ofrecido resistencia empuñando las armas! Incluso, aquellos que postulaban el boycot a Hitler a escala mundial, a los que Bauer minimiza su importancia estratégica al evocar sólo los intercambios económicos entre la Alemania nazi y Palestina (favorecidas por la negociación de la Haavara, enemiga del boycot) no son tampoco héroes. La intención del libro consiste en tratar de enmascarar una verdad fundamental: la preocupación central de los dirigentes sionistas, durante el régimen de Hitler, no era la de salvar a los judíos del infierno nazi, sino, según el plan del sionismo político fundado por Théodore Herzl, crear un Estado judío poderoso. Este programa exigía pues que, como en toda negociación se selecciona para la inmigración un material humano útil (que lleve consigo capitales o bien calificaciones técnicas o militares) y que no se conmueva por la suerte que corran los más desfavorecidos (viejos inmigrantes sin recursos y enfermos por las malas condiciones de los campos) y que hubiesen sido una carga y no una ayuda para construir el bastión.
La segunda tesis maestra del libro de Bauer consiste en hacer creer que la Guerra de Hitler era una guerra contra los judíos (126) y no, sobre todo una guerra contra el comunismo, lo que llevó a concentrar lo esencial de su potencia militar en el Este, buscando por el contrario firmar una paz separada con los Estados Unidos e incluso con Inglaterra, para asegurarse el dominio de toda Europa sin tener que combatir en dos frentes.
Todos los historiadores están de acuerdo en decir que Himmler prefería una paz separada con Occidente para consagrar todas sus fuerzas contra la amenaza bolchevique (127). Von Papen creía firmemente en una futura entente entre los Estados Unidos y Alemania para contener al comunismo (128). Las negociaciones entre los sionistas y los nazis tenían precisamente este objeto y es por lo que Bauer se siente obligado a reconocerlo, e incluso a recordarlo con frecuencia: Hitler permitía a Himmler negociar con los sionistas. Una nota personal de Himmler, redactada el 10 de diciembre de 1942 dice: He preguntado al Führer lo que opinaba sobre la idea de liberar a los judíos mediante el pago de un rescate. Me ha dado plenos poderes para aprobar operaciones de este tipo (129). Estas relaciones económicas y estos intercamblos tenían una razón política más profunda que el propio Bauer reconoce: utilizar las gestiones judías para ponerse en contacto con las potencias occidentales (130). Esta preocupación predominaba sobre las demás, los nazis conocían el peso de los lobbies sionistas acerca de los dirigentes occidentales.
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Los nazis sabían que, al contrario que los rusos, el Gobierno de Su Majestad y el de los Estados Unidos tienen la debilidad política de sufrir las presiones que los judíos ejercen sobre ellos (131).
Estos dirigentes hitlerianos hacían pasar con facilidad su antisemitismo a un segundo plano: Era evidente que a finales de 1944 la voluntad de Himmler era la de establecer contacto con el Oeste, sirviéndose para este fin, entre otros, de los judíos (132). Los dirigentes sionistas desempeñaban muy bien este papel de intermediarios.
En abril de 1944, Eichmann propuso al delegado sionista Brand, intercambiar un millón de judíos por 10.000 camiones (133) que se utilizarían exclusivamente en el Frente ruso.
Ben Gurión y Moshé Sharett (Shertok) apoyaron esta oferta, Ben Gurión haciendo un llamamiento personal a Roosevelt para que no permitiera dejar pasar esta oportunidad única y quizá la última de salvar a los últimos judíos de Europa (134). La finalidad estaba clara: Cambiar judíos por equipos estratégicos o incluso aún más establecer contactos diplomáticos con el Oeste, contactos que podrían conducir a una paz separada, o hasta tal era la esperanza a una guerra que asociara a los alemanes y a los occidentales contra los soviéticos (135). Este era el objetivo de Himmler, y los dirigentes sionistas aceptaron servirle de intermediarios. El complot fracasó cuando los americanos y los ingleses informaron a los soviéticos de que estos tratos llevarían a una verdadera traición, con respecto a los propios judíos, a todos los resistentes y a todas las víctimas del nazismo, pues el propio Bauer está obligado a reconocer: El papel esencial de la URSS en la lucha contra la Alemania nazi fue el principal apoyo de la firmeza aliada. La Wehrmacht fue derrotada en Rusia por el ejército rojo: la invasión de Francia, el 6 de junio de 1944, contribuyó ciertamente, a esta victoria final, pero no fue el factor decisivo. Sin los soviéticos, sin sus terribles sufrimientos y su heroísmo indescriptible, la guerra hubiese durado aún varios años, y quizá no se hubiera en verdad ganado (136).
¿Que pensar entonces de los que, por su egoísmo colectivo, como dice Bauer, aprovisionarían a Hitler de material estratégico basado en la promesa de que sólo se utilizaría en el Frente ruso? Si este mercadeo entre los dirigentes sionistas y los nazis se hubiera logrado, el sistema del que Auschwitz es el símbolo habría podido continuar sus crímenes. Además, y ésta es una idea que impregna todo el libro, se trataba sin duda de un egoísmo colectivo. Para ceñirnos al período tratado por Bauer diremos que entre 1933 y 1945, todas las negociaciones de los dirigentes sionistas con los nazis gozan del beneplácito de Bauer. Desde la Haavara que rompía el boycot contra Hitler, hasta el asunto de los camiones que iban a dirigirse contra los que en Stalingrado habían herido mortalmente a la bestia nazi y soportaban, en 1944, el peso de 236 divisiones de los nazis y sus satélites, al tiempo que tan sólo 19 divisiones alemanas se oponían en Italia a las tropas americanas, y 64 estaban repartidas desde Francia hasta Noruega.
[48]
Resultó que, desde el principio hasta el final, los dirigentes sionistas no pensaban más que en construir un Estado fuerte en Palestina, trayendo para ello un material humano utilizable y, subsidiariamente, a judíos menos eficaces, pero en ningún momento pensaron en las responsabilidades que incumbía a toda la comunidad de los resistentes a Hitler, como si los nazis no hubieran tenido más enemigos ni más víctimas que los judíos, y que se tratara de socorrer únicamente a los judíos. También los ingleses terminaron por indignarse por esta voluntad de ignorar el sufrimiento de los 50 millones de víctimas del hitlerismo y de pedir socorro en favor de los judíos exclusivamente y ni siquiera de todos sino de aquéllos que podían ayudar a la creación de un Estado fuerte en Palestina.
La delegación londinense del Congreso Judío Mundial al sugerir la idea de una declaración común del Papa y de las Potencias occidentales, un miembro del Foreign Office apuntó: ¿seremos los instrumentos de estas personas? ¿Por qué el Papa debería condenar la exterminación de los judíos de Hungría, antes que la utilización de bombas incendiarias contra nuestro país? (137)
[49]
2. El mito de la justicia de Nuremberg
Este Tribunal
representa una continuación
de los esfuerzos de la guerrade las naciones aliadas.
Robert H. Jackson, Procurador General de los Estados Unidos
(Nuremberg, sesión del 26 de julio de 1946)
El 8 de agosto de 1945, los dirigentes
americanos, ingleses, franceses y rusos se reunieron en Londres para
ultimar: la persecución y los
castigos a los grandes criminales de guerra de las potencias europeas
del Eje, creando para ello un
Tribunal militar
internacional (artículo I,
a).de los esfuerzos de la guerrade las naciones aliadas.
Robert H. Jackson, Procurador General de los Estados Unidos
(Nuremberg, sesión del 26 de julio de 1946)
Los crímenes quedaban definidos en el Título II, artículo ó.
1- Crímenes contra la paz que concernían a los responsables del desencadenamiento de la guerra.
2- Crímenes de guerra por la violación de las leyes y costumbres de la guerra.
3- Crímenes contra la humanidad, es decir esencialmente contra las poblaciones civiles.
La constitución de una jurisdicción semejante requiere algunas precisiones:
1·.- No era un Tribunal internacional puesto que no estaba formado más que por los vencedores y en consecuencia, sólo se tendrán en cuenta los crímenes cometidos por los vencidos (138). Como reconoció, con razón, el Procurador General de los Estados Unidos, Robert H. Jackson, que presidía la audiencia del 26 de julio de 1946: Los aliados se encuentran todavía técnicamente en estado de guerra contra Alemania Como Tribunal militar, este Tribunal representa una continuación el esfuerzo de guerra de las naciones aliadas.
2·.- Se trataba de un tribunal de excepción que constituía el último acto de guerra y que excluía, por principio, cualquier responsabilidad de los vencedores, entre ellas la iniciación de la guerra.
Se excluía, de antemano, cualquier recuerdo de lo que fue la causa del conflicto. En Nuremberg no se cuestionó si el Tratado de Versalles, con todas sus consecuencias, en particular la multiplicación de las quiebras y sobre todo el desempleo, no había propiciado la ascensión de alguien como Hitler al poder con el asentimiento de la mayoría del pueblo alemán (139). Tampoco se habló del pago impuesto a la vencida Alemania de 1918 (la única ley del más fuerte que quedó ya como figura del derecho), a título de reparación, de 132billones de marcos-oro (equivalentes a 165billones de francos-oro) cuando en aquella época la riqueza nacional de Alemania se evaluaba en 260billones de marcos-oro.
La economía alemana se encontró arruinada y el pueblo alemán reducido a la desesperación por la quiebra, la devaluación de la moneda y sobre todo el paro. Todo ello logró la ascensión de Hitler y le facilitó los argumentos a la hora de mantener su palabra en el compromiso más importante que propuso; anular el
[50]
Tratado de Versalles con su cortejo de miseria y de humillación.
La mejor prueba es el aumento en paralelo del desempleo y del éxito del Partido nacionalsocialista en las diferentes elecciones:
1 918
000
|
320
711
| |||
908
000
|
282
645
| |||
810
000
|
269
443
|
6 407
000
|
1 061
570
| |||
13 779
000
|
5 392
248
| |||
11 737
000
|
5 355
428
| |||
17 265
800
|
5 598
855
|
Tal fué el caso del Consorcio químico americano Dupont de Nemours y del trust inglés Imperial Chemicals Industry, que subvencionaron a la I. G. Farben con la que se repartían el mercado mundial de la pólvora y el de la Banca Dillon de Nueva York que subvencionaba al Vereinigte Stahlwerke, trust alemán del acero. Otros estaban subvencionados por Morgan o Rockefeller, etc.
De esta manera la Libra y el Dólar participaron en el complot que llevó a Hitler al poder.
En Francia, a la pregunta dirigida al Ministro de Economía nacional, por el senador Paul Laffont, sobre las cantidades de mineral de hierro exportadas a Alemania desde 1934, la respuesta fue la siguiente:
Las cantidades de mineral de hierro (N· 204 de la tarifa de aduanas) exportadas con destino a Alemania en el transcurso de los años 1934, 1935, 1936 y 1937 se consignan en el cuadro adjunto:
del 26 de marzo de 1938).
Se invoca con frecuencia a las imprecaciones de Hitler y de los principales dirigentes nazis contra los comunistas y los judíos. En el capítulo XV del segundo volumen del Mein Kampf donde Hitler evoca el pasado al hablar de la guerra de gases iniciada por los ingleses durante la Primera Guerra Mundial, capítulo que se titula: El derecho de legitima defensa dice:
Si al principio y en el transcurso de la guerra se hubiera sometido, de una sola vez, a 12 o 15.000 de esos hebreos a esos gases tóxicos, que centenares de miles de nuestros mejores trabajadores alemanes de todo origen y toda condición debieron sufrir en el frente, el sacrificio de millones de hombres no hubiera sido en vano. Muy al contrario, si nos hubiéramos librado a tiempo de esos 12.000 granujas, habríamos tal vez salvado las vidas de un millón de buenos y valientes alemanes de prometedor futuro.
En un discurso ante el Reichstag, el 30 de enero de 1939, dijo también:
Si los medios judíos internacionales de las finanzas en el interior y en el exterior de Europa hubieran logrado despertar una nueva fe de los pueblos en una guerra mundial, el resultado no sería la bolchevicación de la tierra con el corolario de la victoria del judaísmo, sino el aniquilamiento (Vernichtung) de la raza judía de Europa Pues la época en la que los pueblos no judíos no eran libres y estaban indefensos ante la propaganda se ha terminado. La Alemania nacionalsocialista y la Italia fascista están dotadas de las instituciones que les permitirán, cada vez que sea necesario, ilustrar al mundo sobre los pormenores de una cuestión que numerosos pueblos persiguen instintivamente, sin poder explicarlo científicamente.
Los judíos pueden proseguir su campaña de hostigamiento en algunos Estados, protegidos como lo están por el monopolio que ejercen sobre la prensa, el cine, la propaganda radiofónica, los teatros, la literatura y me quedo corto. Sin embargo, si este pueblo consigue una vez más precipitar a millones de personas en un conflicto totalmente absurdo para ellas, aún cuando pudiera ser provechoso para los intereses judíos entonces
[52]
se pondría de manifiesto la eficacia de un trabajo didáctico que ha permitido en unos pocos años, tan sólo en Alemania, abatir completamente (restlos erlegen) al judaísmo (141)
El 30 de enero de 1941, Hitler dijo al conjunto de los judíos de Europa que ellos habrían terminado dedesempeñar su papel, en caso de una guerra generalizada. Posteriormente en un discurso del 30 de enero de 1942, declararía que la guerra vería el aniquilamiento del judaísmo en Europa. El testamento político de Hitler publicado por el Tribunal Militar Internacional de Nuremberg abunda en este sentido. Se puede leer concretamente:
No he dejado albergar ninguna duda sobre este particular. Si estos conspiradores internacionales del mundo del dinero y de las finanzas vuelven a tratar a los pueblos de Europa como paquetes de acciones, ese pueblo, que es el verdadero responsable de este conflicto homicida, tendrá que rendir cuentas.
No he dejado a nadie en la incertidumbre de la suerte que le espera a aquel pueblo por el que millones de niños de los pueblos arios de Europa deben morir de hambre, millones de adultos deben perecer y cientos de miles de mujeres y de niños son quemados y sucumben en los bombardeos de sus ciudades. Aunque se haga con los medios más humanos, el culpable deberá expiar su pecado.
Hitler habla de destruir una influencia; Himmler habla más directamente de aniquilar a las personas.
He aquí, por ejemplo, lo que decía Himmler en un discurso dirigido a los comandantes de las fuerzas navales en Weimar, el 16 de diciembre de 1943:
Cuando, en cualquier lugar, me he visto obligado a dar, en un pueblo, la orden de ir contra los partisanos y contra los comisarios judíos, sistemáticamente doy la orden de matar a sus mujeres y a sus hijos.
Este salvajismo no era desgraciadamente atributo de un solo campo.
El 4 de septiembre de 1940, Hitler declara en el Sportpalast:
Si la aviación inglesa arroja tres o cuatro mil kilos de bombas, nosotros les arrojaremos cien, ciento cincuenta, doscientas, trescientos, cuatrocientos mil kilos y aún más en una sola noche.
Esto constituye una loca exageración de las posibilidades de bombardeos estratégicos de la Luftwaffe, pero demuestra el grado de odio que se suscitaba contra los pueblos en los dos bandos.
En respuesta, Clifton Fadiman, editor de la revista semanal New Yorker y figura de proa de los Writers War Board, agencia literaria oficiosa del Gobierno, sollcitaba en 1942 a los escritores: suscitar un odio ardiente contra todos los alemanes y no sólo contra los dirigentes nazis.
Estas palabras provocaron controversia, Fadinan prosiguió: la única forma de hacer razonar a los alemanes es matándolos. Y aún así pienso que seguirán sin comprender.
En abril de 1942, haciendo el elogio de un libro de De Sales
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The making of tomorrow (Preparar el mañana) desarrolla su concepción racista y escribe: la actual agresión nazi no es la obra de un grupo de gángsters, sino más bien la expresión final de los más hondos instintos del pueblo alemán. Hitler es la encarnación de fuerzas mayores que él. La herejía que predica tiene una antiguedad de 2.000 años. ¿Cuál es esta herejía? Ni más ni menos que la rebelión contra la civilización occidental que comenzó con Arminius Las dimensiones de esta guerra se ven desde este punto de vista con una claridad meridiana
El aprobaba la sugerencia de Hemingway: la única solución final (The only ultimate settlement) sería esterilizar a los nazis, en el sentido quirúrgico del término.
Ridiculizaba a Dorothy Thomson que establecía una distinción entre los nazis y el resto de los alemanes. Esta no era una opinión aislada. Después del discurso de Hitler en el Sportpalast el Daily Herald de Londres publicaba un artículo del reverendo C. W. Wipp en el que decía:
La consigna debe ser: barrerles, y para ello, concentrar nuestra ciencia en el descubrimiento de nuevos y más terroríficos explosivos Un Ministro del Evangelio quizá no debería dejarse llevar por tales sentimientos, pero francamente digo, si pudiera, borraría a Alemania del mapa. Es una raza diabólica que ha sido la maldición de Europa durante siglos.
Felizmente se alzarán protestas contra tales aberraciones en Inglaterra donde el pueblo, al igual que el pueblo alemán y su alta cultura, podía ser confundido por estos dirigentes sanguinarios y charlatanes del odio y de la muerte.
En el mes de enero de 1934, el dirigente sionista WladimirJabotinsky declaraba al periódico judío Natscha Retsch: Nuestros intereses judíos exigen el aniquilamiento definitivo de Alemania, el pueblo alemán en su totalidad representa para nosotros un peligro.
Churchill, por su parte, decía a Paul Reynaud, el 16 de mayo de 1940: Haremos padecer hambre a Alemania. Destruiremos sus ciudades. Incendiaremos sus cosechas y sus bosques (142).
En 1942, el Ministro británico Lord Vansittart, verdadero apóstol del odio, para justificar el terror de los bombardeos británicos declaraba: Los únicos alemanes buenos son los alemanes muertos así pues, ¡que las bombas les lluevan!
En julio de 1944, Winston Churchill dirigía a su Jefe de Estado Mayor, el General Hastings Imay, un memorándum de cuatro páginas donde le proponía el siguiente proyecto:
Quiero que Vd. reflexione muy seriamente sobre la cuestión de los gases asfixiantes
Es absurdo tomar en consideración la moralidad en este asunto cuando todo el mundo los ha puesto en práctica durante la última guerra sin que haya habido protestas por parte de los moralistas o de la Iglesia. Por otra parte, en aquella época, el bombardeo de ciudades abiertas estaba considerado prohibido, y hoy todo el mundo lo practica como una cosa que es evidente. Se trata simplemente de una moda, comparable a la evolución del largo de las faldas de las mujeres Quiero que se examine fríamente cuanto
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costaría el utilizar los gases asfixiantes No debemos dejar que nos aten las manos por principios bobos
Podriámos inundar las ciudades del Ruhr y otras ciudades de Alemania de tal forma que la mayoría de sus poblaciones tuvieran necesidad de asistencia médica constante Será necesario esperar quizá algunas semanas o incluso algunos meses antes de que os pida inundar Alemania de gas asfixiante. Desearía que esta cuestión fuese examinada fríamente por personas sensatas y no por un equipo en uniforme de cantantes de salmos aguafiestas con los que uno se cruza por doquier (143).
Ni Churchill, ni Stalin, ni Truman se sentaron en el banquillo de los criminales de guerra.
Además no se incluyeron en la causa a los autores de los más innobles llamamientos al crimen. Por no citar más que dos ejemplos entre los más delirantes: el llamamiento a un genocidio, en esta ocasión en el verdadero sentido de la palabra lanzado en 1942, en el libro del judío americano Theodor Kaufman: Germany must perish (Alemania debe morir) cuya tesis maestra es la siguiente: Los alemanes (cualesquiera que sean: antinazis, comunistas, o incluso filosemitas) no merecen vivir. En consecuencia, al término de la guerra se movilizará a 20.000 médicos para que cada uno esterilice a 25 alemanes o alemanas por día, de tal manera que en tres meses no quede un solo alemán capaz de reproducirse, y en sesenta años la raza alemana sea totalmente eliminada.
Esto fue una ganga para alimentar el antisemitismo: Hitler recomendó leer párrafos de este libro en todas las cadenas de radio. O también el Llamamiento al Ejército Rojo, publicado por el escritor soviético Ilya Ehrenbourg, en octubre de 1944:
¡Matad, matad! ¡Entre los alemanes no hay inocentes, ni entre los vivos, ni entre los que están a punto de nacer! Ejecutad las instrucciones del camarada Stalin para aplastar para siempre a la bestia fascista en su cueva. Destrozad, por la violencia, el orgullo de las mujeres germánicas. Tomadlas como botín legítimo. Matad, matad, valientes soldados del Ejército Rojo en vuestro asalto irresistible (144).
Estos no se encontraban entre los acusados de Nuremberg, ni tampoco los Jefes de Estado que les protegían.
Ni los responsables anglo-americanos del bombardeo de Dresde, que causó 200.000 víctimas civiles, y sin ningún interés militar, puesto que el Ejército soviético había ya cumplido sus objetivos.
Ni siquiera el presidente americano Truman, responsable del apocalipsis atómico de Hiroshima y Nagasaki que causó 30.000 víctimas civiles, en este caso también sin necesidad militar puesto que la rendición del Japón había sido ya tomada por el Emperador.
Ni Beria y Stalin, por ejemplo, que achacaron a los alemanes la matanza de los miles de oficiales polacos cometida por ellos en Katyn.
Los métodos del procedimiento pusieron de manifiesto los mismos principios (o mejor dicho, la misma ausencia de principios): se eligió a los acusados únicamente entre los vencidos.
El Estatuto de este Tribunal lo definía así:
* Artículo 19: El Tribunal no estará vinculado por las reglas técnicas relativas a la administración de las pruebas. Adoptará y aplicará dentro de lo posible un procedimiento rápido (la versión inglesa dice expeditive) y no formalista, y admitirá cualquier medio que considere que tenga un valor probatorio.
* Artículo 21: El Tribunal no exigirá que se aporten pruebas de los hechos de pública notoriedad, sino que los tendrá por probados. Considera igualmente como pruebas auténticas los documentos e informes oficiales de los Gobiernos Aliados.
Tal fue el monstruo jurídico, cuyas decisiones fueron canonizadas y tenidas por criterios de una intocable verdad histórica, según la ley Gayssot-Fabius del 13 de julio de 1990.
Este texto inserta en la ley sobre la libertad de prensa de 1981, un artículo 24 bis que dice:
Serán castigados con las penas establecidas en el párrafo sexto del artículo 24 (con prisión de un mes a un año y multa de 2.000 a 300.000 Francos o una de ambas penas solamente), a los que cuestionen, por cualquiera de los medios enunciados en el artículo 23, la existencia de uno o varios crimenes contra la humanidad tal como fueron definidos en el artículo 6 del Estatuto del Tribunal militar internacional anexo al acuerdo de Londres del 8 de agosto de 1945 y que haya sido cometido por los miembros de una organización declarada criminal en aplicación del artículo 9 del referido Estatuto, o lo sea por una persona reconocida culpable de tales crimenes por una jurisdicción francesa o internacional.
El Tribunal podrá además ordenar:
1· La publicidad de su decisión en las condiciones previstas por el artículo 51 del Código Penal;
2· La publicación o la inserción de un comunicado en las condiciones previstas por el artículo 51-1 del Código Penal, sin que los gastos de la publicación o de inserción puedan exceder del máximo de la multa puesta.
Comenzando por el Juez Jackson que fue su Presidente. El historiador inglés David Irving, quien reconocía haberle juzgado mal en un principio, aporta el siguiente testimonio:
Los juristas de renombre, en el mundo entero, sintieron verguenza por el proceso de Nuremberg. Ciertamente, el Juez Robert H. Jackson, Presidente americano de los acusadores se avergonzaba de tales procedimientos; esto se evidencia en su
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diario personal que he leído personalmente.
Tuve el privilegio de haber tenido acceso a las Memorias del Juez Jackson en la Biblioteca del Congreso Poco tiempo después de que Robert H. Jackson recibiera como encargo del Presidente Truman la tarea de dirigir a los jueces americanos en el proceso de Nuremberg (mayo de 1945), tuvo conocimiento de los planes americanos sobre el bombardeo con bombas atómicas. No se encontró a gusto en la tarea que se le había confiado: perseguir, en nombre de una nación, actos que ella misma también había cometido, pues era consciente de que los Estados Unidos había cometido un crimen aún mayor (33.9392 y 9394) (145).
Al referirse al libro de Alpheus Thomas Mason sobre Harlan Kiske Stone, Pilier de la loi (Harlan Kiske Stone era Jefe del Tribunal Supremo de los Estados Unidos) el abogado Christie cita la página715 de este libro, cuando Stone escribe al Director de la revista Fortune que, no sólo él desaprueba tal proceso, sino que considera que se trata de un Linchamiento a gran escala (146).
El Juez Wennerstrum, del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Presidente de uno de los Tribunales, estuvo tan asqueado por aquella atmósfera y el comportamiento de los abogados, procuradores que rehusó su nombramiento y abandonó súbitamente Alemania para regresar a los Estados Unidos. Expuso al Chicago Daily Tribune el 23 de febrero de 1948 sus objeciones con respecto a la organización y al proceso. Menciona especialmente el clima de odio y parcialidad de los extranjeros que acababan de obtener la nacionalidad americana (147).
En cuanto a los principales acusados: Höss, Streicher, Pohl, fueron torturados (23.5919).
En virtud de los Estatutos de Nuremberg según los cuales los informes de las comisiones de encuestas aliadas tenían el valor de prueba, el informe soviético sobre Katyn, acusando a los alemanes de la matanza de 11.000 oficiales polacos fue aceptado por los vencedores como prueba auténtica, indiscutible, el 8 de agosto de 1945 (148).
El Procurador General soviético, el General Rudenko, pudo decir que, según el artículo 21 del Estatuto del Tribunal de Nuremberg, él no podía ser objeto de una acusación (149).
El 13 de abril de 1990 la prensa internacional anunciaba que el crimen de Katyn tenía por autor a Beria y las autoridades soviéticas. El profesor Naville, de la Universidad de Ginebra, había procedido a examinar los cadáveres, y había encontrado en sus bolsillos los documentos de 1940 que probaban que la ejecución se había cometido en esta fecha. En 1940 la región de Smolensk estaba ocupada por los soviéticos.
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de casi medio siglo : el mito de los 6millones de judíos exterminados convertido en dogma justificando y sacralizando (como implica la propia palabra: Holocausto) todas las exacciones del Estado de Israel en Palestina, en todo el Próximo Oriente, en los Estados Unidos y, por su mediación, en toda la política mundial, colocándolo por encima de cualquier Ley Internacional.
El Tribunal de Nuremberg oficializó la cifra, que no ha cesado, desde entonces, de servir para manipular a la opinión pública, en la prensa, hablada o escrita, en la literatura y el cine, e incluso en los manuales escolares.
Ahora bien, esta cifra no se apoya más que en dos testimonios: en el del Obersturmbannführer Dr. Wilhelm Hoettl, jefe de la Oficina Adjunta de la Sección IV de la Oficina Central de Seguridad del Reich, y el de Wisliceny.
He aquí lo que declaró el primero:
En abril de 1944, dijo a los jueces de Nuremberg, el S.S. Obersturmbannführer Adolf Eichmann a quien conocía desde 1938 tuvo una conversación conmigo en mi apartamento de Budapest Sabía que estaba considerado como criminal de guerra por las naciones Aliadas porque tenía miles de vidas judías sobre su conciencia. Le pregunté cuántas y me respondió que, aunque el número era un alto secreto, me lo diría. Según diversas informaciones que le habían llegado, la conclusión era que en los diferentes campos de exterminio debían haber muerto alrededor de 4millones de judíos mientras que 2millones debían haber encontrado la muerte de cualquier otra forma (150).
Y el segundo:
Eichmann decía que saltaría de risa en la tumba, pues la impresión de tener 5millones de personas sobre la conciencia sería para él motivo de una extraordinaria satisfacción.
De estos dos testimonios, el mismo Poliakov dice:
Se podría objetar que una cifra tan imperfectamente establecida deba ser considerada como sospechosa (151).
El periódico hebreo de Nueva York Der Aufbau del 30 de junio de 1965 señalaba que hasta esa fecha 3.375.000 personas habían realizado solicitudes de reparación a título de los daños sufridos en el período de la dominación de Hitler.
Añadamos que el principal testimonio, el más completo y el más preciso, fue el de Hoettl, agente del Intelligence Service (152).
Confirmando las objeciones de los grandes juristas del Tribunal Supremo de los Estados Unidos y de tantos otros, sobre las anomalías jurídicas del Tribunal de Nuremberg, citaremos solamente, a título de ejemplo, las violaciones de las reglas constantes en el procedimiento de cualquier verdadero proceso:
1- El establecimiento y la verificación de la autenticidad de los Textos producidos.
2- El análisis del valor de los Testigos y de las condiciones en que fueron obtenidos sus testimonios.
3- El examen científico del arma del crimen para establecer su funcionamiento y sus efectos.
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A) Los textos
Los textos fundamentales, decisivos para establecer lo que pudo ser la solución final son, en primer lugar, las órdenes de exterminio atribuidas a los más altos responsables: Hitler, Goering, Heydrich, Himler, y las órdenes cursadas para su ejecución.
En primer término la directiva de Hitler sobre el exterminio.
A pesar de los esfuerzos de los teóricos del genocidio y del Holocausto, jamás se ha encontrado ningún indicio. La Sra. Olga Wormser-Migot escribió en 1968:
No existe en absoluto orden escrita de exterminación por Gas en Auschwitz, tampoco existe orden de cesar en noviembre de 1944. Ella misma matiza: Ni en el proceso de Nuremberg ni en el transcurso de los procesos locales, ni en el proceso de Höss en Cracovia, o de Eichmann en Israel, ni en los procesos de los comandantes de campos, ni en los de noviembre de 1966 a agosto de 1975 en el proceso de Francfort (acusados de Auschwitz de segunda fila) se ha presentado la famosa orden firmada porHimmler, del 22 de noviembre de 1944, poniendo fin al exterminio de los judíos por el sistema del gas, la orden que pondría fin a la solución final (153).
El Dr. Kubovy, del Centro de Documentación de Tel Aviv, reconocía en 1960 que: no existe ningún documento firmado por Hitler, Himmler o Heydrich que hable de exterminar a los judíos Ia palabra exterminio no aparece en la carta de Goering a Heydrich relativa a la solución final de la cuestión judía (154).
Después del coloquio celebrado en la Sorbona, en París, en febrero de 1982, para tratar de rebatir los trabajos críticos de los revisionistas, Raymond Aron y François Furet declararon, en el transcurso de la conferencia de prensa que siguió al encuentro: A pesar de las investigaciones de los más eruditos no se ha podido jamás encontrar una orden de Hitler mandando exterminar a los judíos.
En 1981, es la confesión de Laqueur: Hasta la fecha no se ha encontrado ninguna orden escrita de Hitler tendente a destruir a la comunidad judía europea, y, con toda seguridad, esta orden no fue dada jamás. (155).
A pesar de todo esto se ha encontrado, a instancia de Vidal Naquet y de León Poliakov, a otros historiadores que firman la declaración siguiente:
() no es preciso preguntarse como técnicamente tal muerte en masa ha sido posible. Ha sido posible técnicamente porque ha tenido lugar. Este es el punto de partida obligado de cualquier investigación histórica sobre el particular. Esta verdad es la que nos corresponde recordar simplemente: No hay, no puede debatirse la existencia de las cámaras de gas.
- No es preciso preguntarse
- El punto de partida obligado
- No puede debatirse
Tres prohibiciones, tres tabúes, tres limitaciones definitivas para la investigación.
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Un texto de tal naturaleza marca un hito efectivamente histórico en la historia de la Historia: El hecho que se trata de establecer es admitido, ante cualquier investigación y cualquier crítica, como verdad absoluta e intangible prohibiendo, por tres imperativos rescisorios, cualquier búsqueda y cualquier crítica a lo que una vez fue, al día siguiente de la victoria, juzgado por los vencedores.
La Historia debe por tanto, si desea respetar su status científico, ser una perpetua búsqueda, poniendo en duda incluso lo que se creía definitivamente establecido como el principio de Eurípides o las leyes de Newton.
He aquí un ejemplo significativo:
El Comité Internacional de Auschwitz decidió, en noviembre de 1990, reemplazar la placa conmemorativa de Auschwitz, que indicaba 4millones de muertos por otra que portara la mención más de un millón de muertos. El doctor Maurice Goldstein, Presidente de este Comité, se opuso (156).
Según, el doctor Goldstein no había necesidad de cambiar las antiguas placas, pero deseaba que en la nueva placa no se indicaran cifras puesto que conocía que probablemente sería preciso en breve revisar de nuevo a la baja la cifra que actualmente se podía leer.
La placa, en la entrada del campo de Birkenau, contenía la siguiente inscripción hasta 1994:
Aquí, de 1940 a 1945, 4millones de hombres, mujeres y niños fueron torturados y asesinados por los genocidas hitlerianos.
Gracias a la intervención del Comité Internacional del Museo del Estado que preside el historiador Wladislaw Bartoszewski, y que está formado por veintiséis miembros de todas las nacionalidades, el texto fue modificado en un sentido menos alejado de la verdad:
Que este lugar donde los nazis asesinaron a un millón y medio de hombres, mujeres y niños, en su mayor parte judíos de diversos países de Europa, sea para siempre para la humanidad un grito de desesperación y una advertencia (157).
Este ejemplo demuestra que la Historia, para escapar al terrorismo intelectual de los predicadores del odio, exige una perpetua revisión. La Historia o es revisionista o se convierte en una propaganda disimulada.
Volvamos a la historia propiamente dicha, crítica, revisionista, es decir fundada en el análisis de los textos, la verificación de los testimonios, los dictámenes periciales sobre el arma del crimen.
He aquí lo que, en el programa del Partido Nacionalsocialista, se dice concerniente a los judíos.
El problema judío se aborda en el punto 4 del Programa del Partido Nacionalsocialista.
Nadie, fuera de los miembros de la Nación, podrá ser ciudadano del Estado. Nadie, fuera de aquellos por cuyas venas circule la sangre alemana, sea cual fuere su credo religioso, podrá ser miembro de la Nación. Por consiguiente, ningún
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judío será miembro de la Nación.
Staatsbürger designaba al ciudadano y Volksgenosse al ciudadano completo, como miembro de una comunidad homogénea.
Más adelante, leemos en el punto 5·:
Quien no sea ciudadano del Estado, sólo residirá en Alemania como huésped (Gast) y será considerado como sujeto a leyes extranjeras.
Después, el punto 7·, trata de la prohibición de permanecer en el Reich, en determinadas condiciones, a aquellos que no posean la nacionalidad alemana; en el punto 8 se exige el cese de toda nueva emigración de no alemanes así como la expulsión inmediata de los no alemanes que hubieran entrado en Alemania con posterioridad al 2 de agosto de 1914. Este último punto está dirigido visiblemente contra los Judíos del Este que en gran número llegaron a Alemania durante y tras la Primera Guerra Mundial.
El punto 23 aborda igualmente este problema: estipula que los judíos no tendrán derecho a trabajar en la prensa, y el punto 24 afirma que el Partido luchará contra el espíritu materialista judío.
A- Las órdenes de Hilter sobre el exterminio de los judíos
En su libro La Destruction des juifs d'Europe Raul Hilberg, en 1961 en su primera edición, escribe que hubo dos órdenes de exterminio dadas por Hitler: una en la primavera de 1941 (cuando la invasión de Rusia) y la otra algunos meses más tarde.
Pero en 1985 en la segunda edición, revisada, todas las referencias a las órdenes o a las decisiones de Hitler referidas a la solución final han sido sistemáticamente suprimidas (158).
La edición de 1961 indicaba, en la página171: ¿Cómo apareció la frase decretando la muerte? Esencialmente por dos decisiones de Hitler. Una orden la dio en la primavera de 1941.
¿En qué términos fueron dadas estas órdenes?
Hilberg: Según el General Jodl, que escribió el documento que cito, los términos eran los siguientes: Adolfo Hitler dijo que quería que los comisarios bolcheviques judíos fueran liquidados. Este es el primer punto Tal era el contenido de la orden descrita por el General Jodl (159).
Hilberg: La orden fue verbal.
De esta manera: ¡Hilberg ha dicho que el General Jodl había dicho que Hitler había dicho!
Desde sus primeras diatribas antisemitas y en el Mein Kampf, Hitler proclamó su voluntad de expulsar a los judíos de Alemania. No poseemos sin embargo textos alemanes en los que se utilice la expresión solución final a fin de obtener una definición precisa.
El 24 de junio de 1940, tras la victoria sobre Francia, Heydrich evoca en una
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carta a Ribbentrop, Ministro de Asuntos Exteriores, una solución final territorial (Eine territoriale Endlösung) (160).
Crear, fuera de Europa, una reserva judía y Ribbentrop sugiere entonces el plan Madagascar.
En julio de 1940, el responsable de los asuntos judíos, Franz Rademacher, resume así esta directiva: ¡Todos los judíos fuera de Europa! (161).
Esta solución final territorial respondía en efecto a la situación nueva de Alemania que dominaría en lo sucesivo a Europa: no era bastante con expulsar sólo de Alemania a los judíos.
El responsable de este proyecto de solución final para la deportación de todos los judíos de Europa a Madagascar, Rademacher, hacía observar que su realización llevaría cuatro años y, en el capítulo financiero, indicaba que: La realización de la solución final (Endlösung) propuesta exige medios cuantiosos (162).
B- La carta de Goering a Heydrich del 31 de julio de 1941
Heydrich pregunta a Goering: En 1939, me dio la orden de adoptar medidas concernientes a la cuestión judía. ¿Debo ahora extender la misión que me confió entonces a los nuevos territorios conquistados en Rusia?
Hasta aquí, nada sobre el asesinato de judíos. Se trataba solamente de su traslado geográfico, teniendo simplemente en cuenta las nuevas condiciones (163).
La única solución final consistía pues en vaciar Europa de sus judíos alejándolos cada vez más hasta que la guerra (suponiendo que se ganase) permitiera ponerlos a todos en un ghetto fuera de Europa (como el plan de Madagascar que fue la primera sugerencia).
La hipótesis del lenguaje codificado y secreto es insostenible (164) pues, para otros crímenes, los documentos están claros: la eutanasia, la orden de matar a los comandos británicos, de linchar a los aviadores americanos, de exterminar a la población masculina de Stalingrado si se llegaba a ocupar. Para todos estos crimenes los documentos están ahí. Mientras que en este único caso no hay nada, ni originales, ni copias, ni, añadimos, las instrucciones o las órdenes necesarias para la ejecución de tan vastas directrices. (33.9375-9376).
En enero de 1942 Reinhard Heydrich, Jefe de la Gestapo, informaba a los dirigentes de Berlin que el Führer había decidido la evacuación de todos los judíos hacia los territorios del Este, sustituyendo de esta forma la deportación allende los mares proyectada con anterioridad (34-9544).
En una nota que circuló en marzo de 1942, en la Oficina de Heydrich los Ministros fueron informados de que los judíos de Europa deberían ser concentrados en el Este, en espera de que después de la guerra puedan ser enviados a un territorio alejado, tal como Madagascar, que sería su hogar nacional (34-9545-9546).
Poliakov apunta: Hasta su abandono, el plan Madagascar fue algunas veces designado por los dirigentes alemanes con el nombre de solución final de la cuestión judía (165).
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Para mantener a toda costa la tesis del exterminio físico, era necesario pues encontrar un subterfugio: Solución final del problema judío fue una de las frases convencionales para designar al plan hitleriano del exterminio de los judíos europeos (166).
Por otra parte no se ha dado ninguna justificación a esta hipótesis de un lenguaje codificado, que permita hacer decir esto que se imputa a cualquier documento. He aquí dos ejemplos:
El primero, la carta de Goering del 31 de julio de 1941(un mes más tarde de la carta de Heydrich citada más arriba, ¡en la que el significado había cambiado bruscamente!).
En esta carta Goering completa sus instrucciones a Heydrich: En cumplimiento de la tarea que le fue encomendada por Decreto del 24-1-1939, a saber, obtener para la cuestión judía por la vía de la emigración y de la evacuación la solución más ventajosa posible teniendo en cuenta las circunstancias, os encargo por la presente proceder a todos los preparativos necesarios para llegar a un resultado global (Gesamtlösung) de la cuestión judía en la zona de influencia alemana en Europa Os encargo elaborar rápidamente un plan global (Gesamtentwurf) que contenga las medidas de organización y las disposiciones concretas y materiales para realizar la solución final a la que aspiramos sobre la cuestión judía (167).
Es significativo que, al citar este documento (en la página108 de su libro), Reitlinger corta el comienzo que se refiere a la emigración y a la evacuación mientras que esta carta establece una nueva ampliación de las medidas de evacuación tomadas teniendo en cuenta las circunstancias en el momento en que Hitler no dominaba más que Polonia en enero de 1940 e incluso ni siquiera Francia, mientras que en julio de 1941 dominaba toda Europa.
El significado de la carta de Goering está por consiguiente perfectamente claro desde el primer párrafo: la política de emigración o de evacuación de los judíos, practicada hasta ese momento por Alemania, debería extenderse en adelante, en razón de las nuevas conquistas, a todas las zonas bajo dominación alemana en Europa. La solución conjunta tiene en cuenta la nueva situación. No se convertirá en una solución final hasta después de la guerra, donde, en el supuesto de una victoria total en Europa, incluida Rusia, una evacuación final, a Africa o a otro lugar, permitiría, de acuerdo con los objetivos permanentes de Hitler, vaciar a Europa de judíos.
En resumen, el mandato de Goering a Heydrich, a menos que se quiera interpretar arbitrariamente en función de un esquema preconcebido, no hace más que aplicar a Europa lo que, hasta entonces, no podía ser aplicado más que en Alemania. Objetivo sin duda alguna inhumano y criminal, pero que no comporta en ningún momento la idea de exterminio que le añade el Procurador de Nuremberg, Robert M. W. Kempner al declarar: Por estas líneas, Heydrich y sus colaboradores estaban oficialmente encargados del asesinato legal (de los judíos).
Habiendo protestado Goering contra la traducción inglesa de la palabra alemana
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Gesamtlösung (solución de conjunto) por solución final (Endlösung), el procuradorJackson se vió obligado a reconocer la falsificación y a restablecer el significado verdadero (168).
Desde el 24 de junio de 1940 Heydrich había venido informando a Ribbentrop de su deseo de realizar lo antes posible la solución final. Escribía:
El problema global planteado por la presencia actual de casi tres millones y cuarto de judíos en los territorios que están hoy bajo la soberanía alemana no puede ser resuelto por la emigración: una solución final territorial se hace necesaria (169).
Por aquella época Himmler había dirigido a Hitler una memoria cuya conclusión era: Espero ver la cuestión judía definitivamente resuelta gracias a la emigración de todos los judíos hacia Africa o hacia alguna colonia (170).
Hitler se adhirió a esta sugerencia puesto que el 10 de febrero de 1942, el responsable de la DeutschlandIII en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Rademacher, escribía en una carta oficial:
Entretanto, la guerra contra la Unión Soviética nos ha permitido disponer de nuevos territorios para la solución final. En consecuencia, el Führer ha decidido desplazar a los judíos no hacia Madagascar, sino hacia el Este. De esta manera, ya no hay necesidad de considerar Madagascar para la solución final (171).
La expresión original es en realidad die Gesamtlösung der Judenfrage o la solución de conjunto total sobre la que no hace falta insistir. Pero es Goering quien la emplea por vez primera en el primer párrafo de una carta de fecha 31-7-41 por la que daba a Heydrich la orden de prepararla (172) y utilizó en el primer párrafo la expresión die Endlösung der Judenfrage, y usualmente, éste fue el que prevaleció, pero con el mismo sentido y no en el de liquidación del problema. Cogido en flagrante delito de traducción tendenciosa por el mismo Goering, en Nuremberg el 20 de marzo de 1946, el juez Jackson fue obligado a rectificar (173). Pero, de este incidente, que destruye toda una teoría, la prensa no dice ni pío.
El segundo ejemplo de este cambio arbitrario del sentido de las palabras para justificar una tesis es el de la Conferencia del Grand Wannsee, celebrada en Berlín el 20 de enero de 1942.
Desde el principio de la Conferencia Heydrich recuerda que acaba de ser nombrado responsable encargado de la preparación de la solución final de la cuestión judía en Europa (Endlösung der europäischen Judenfrage) Será en adelante responsable del conjunto de medidas necesarias para la solución final de la cuestión judía sin tener en cuenta los limites geográficos.
Heydrich resume a continuación la política antijudía llevada hasta entonces:
- a - La exclusión de los judíos fuera de las esferas vitales del pueblo alemán.
- b - La exclusión de los judíos fuera del espacio vital del pueblo alemán.
De hecho tras el avance fulminante del ejército alemán en el Frente del Este (Unión Soviética) Heydrich actúa, pues, en función de esta nueva situación:
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Con la autorización previa del Führer, la emigración ha dado paso a otra posibilidad de solución: la evacuación de los judíos hacia el Este.
No se podrían sin embargo considerar estas acciones más que como paliativos, pero las experiencias prácticas ya recogidas en este sentido son de una importancia significativa para la futura solución final de la cuestión judía (174).
Esta solución definitiva sólo podía, en efecto, ser realizada tras la guerra y esta solución había sido siempre considerada de la misma forma: la expulsión de todos los judíos de Europa. Eso fue lo que dijo expresamente Hitler al Embajador en París, Abetz: el Führer le dijo que tenía la intención de evacuar a todos los judíos de Europa después de la guerra (175).
El texto de Wannsee (20 de enero de 1942)
Durante la solución final los judíos serán encaminados bajo una dirección apropiada hacia el Este para aprovechar su trabajo. Serán separados por sexos. Los judíos aptos para el trabajo serán conducidos en gruesas columnas hacia las regiones donde se están realizando grandes obras para construir carreteras, y por consiguiente, un gran número de ellos sucumbirá por selección natural.
Los que finalmente queden, que sin ninguna duda constituirán el elemento más robusto, deberán ser tratados en consecuencia pues representan una selección natural cuya liberación debe ser considerada como la célula germinal de un nuevo desarrollo judío (como lo demuestra la experiencia de la Historia ) (176).
Irving: He leído las actas del proceso de la WilhelmStrasse, el segundo, después del de Nuremberg. Se levantaron doce actas. Alguna no aporta más que el testimonio según el cual se había discutido, en la Conferencia de Wannsee, la liquidación de los judíos (177).
El Protocolo de Wannsee es el informe de una Conferencia que tuvo lugar el 20 de enero de 1942 y en la que participaron los Secretarios de Estado administrativamente interesados en la solución de la cuestión judía y los Jefes de Servicios encargados de su ejecución. Se trata de un texto donde no se nombran ni las cámaras de gas ni el exterminio, sino únicamente el traslado de los judíos al Este de Europa.
Este informe tiene todas las trazas de un documento apócrifo, si tenemos en cuenta la fotocopia que de él se publicó en el libro de Robert N. W. Kempner, Eichmann und komplizen, página132 y siguientes (178), no hay matasellos, ni fecha, ni firma, los carácteres de la máquina de escribir son normales en un papel de tamaño reducido, etc.
De cualquier forma, no se discutió de cámaras de gas.
En las traducciones francesas que se han hecho, se ha traducido por ejemplo die Zurückdrängung der Juden aus dem Lebensraum des deutschen Volkes por la eliminación de los Judíos del espacio vital del pueblo alemán, dando en el comentario a la palabra eliminación el sentido de exterminio, mientras que se trata de la expulsión de los judíos fuera del espacio vital del pueblo alemán. De la misma forma se ha
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procedido en las traducciones inglesa y rusa.
Sin embargo, para expresar su decisión de expulsar a los judíos de lo que ellos denominaban espacio vital, los alemanes emplearon de forma natural otras expresiones con el mismo significado, como Ausschaltung (exclusión, desalojo, eliminación) o sobre todo Ausrottung (extirpación, desarraigo). Es esta última palabra la que ha sido traducida por exterminio que en alemán se dice Vernichtung. Ejemplo: en su discurso de Posen ante los Obergruppenführer (generales de división de las Waffen SS) el 4 de octubre de 1943, Hitler dijo: Ich meine jetzt die Judenevakuierung, die Ausrottung des jüdischen Volkes Das jüdische Volk wird ausgerotten, etc. Matizando su idea en la frase siguiente, emplea la palabra Ausschaltung (179). Es decir: Ahora pienso en la evacuación de los judíos, en la extirpación del pueblo judío, etc. Pero en el Dossier Eichmann, M. Buillig traduce: Entiendo por la evacuación de los judíos, el exterminio del pueblo judío (180) y evacuación de los judíos, es decir exterminio (181).
Otro ejemplo: En una nota del 16 de diciembre de 1941, relativa a una de sus entrevistas con Hitler (182), Rosenberg emplea la expresión Ausrottung des Judentums. En la audiencia del 17 de abril de 1946, el Abogado General americano Dodd tradujo Exterminio de Judíos (183). Rosenberg protestó en vano. Pero en los discursos de los nazis, la expresión Ausrottung des Christentums, que se utiliza con frecuencla, se traduce siempre por extirpación del Cristianismo de la cultura alemana (184). Es solamente cuando se trata del judaísmo (Judentum) o del pueblo judío (das jüdische Volk) cuando la palabra Ausrottung significa exterminio y se aplica, no a la propia entidad, sino a todos los individuos que la componen
La Conferencia de Wannsee, del 20 de enero de 1942, en la que se ha pretendido, durante más de un tercio de siglo, que fue en ella donde se tomó la decisión de exterminar a los judíos europeos, desaparece, a partir de 1984, de la propia literatura de los más feroces enemigos de los revisionistas. Sobre este punto han debido, también, revisar su historia: fue en el Congreso de Stuttgart de mayo de 1984, donde esta interpretación fue explícitamente abandonada (185).
En 1992, Yehuda Bauer escribe en The Canadian Jewish News del 30 de enero que esta interpretación de Wannsee era estúpida (silly).
Finalmente el más reciente portavoz de los historiadores ortodoxos antirevisionistas, el farmacéutico Jean-Claude Pressac, confirma esta nueva revisión de la ortodoxia. Escribe, en la página35 de su libro: Les Crématoires d'Auschwitz, CNRS Ediciones, París,1993:
El 20 de enero, se celebró en Berlin la Conferencia llamada Wannsee. Si una acción de expulsión de los judíos hacia el Este fue considerada como la evocación de una eliminación natural por el trabajo, nadie habló entonces de liquidación industrial. En los días y las semanas que siguieron, la Bauleitung de Auschwitz no recibió ni una llamada, ni un telegrama, ni una carta solicitando el estudio de una instalación adaptada para tal fin.
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Incluso, en su Cronología recapitulativa indica, en la fecha del 20 de enero de 1942: Conferencia de Wannsee sobre la expulsión de los Judíos hacia el Este (186).
El exterminio ha sido revisado: se trata tan sólo de expulsión.
Es igualmente extraordinario que en todo este libro que tiene por objetivo probar la tesis del exterminio no se haga alusión al documento que, tras el de Wannsee, era, se decía, el más decisivo: la carta de Goering a Heydrich del 30 de julio de 1941 en la que se afirmaba que la solución final significaba exterminio, y no traslado fuera de Europa.
Hilberg reconoce que no era una orden de Himmler (188): Becher la presentó probablemente de memoria en su testimonio. No era pues necesario utilizar el lenguaje exacto empleado por Himmler.
Una vez más Hilberg dice que Becher ha dicho que Himmler había dicho (189).
Que la solución final del problema judío no encontraría su solución más que después de la guerra, se encuentra también en el testimonio del Dossier pardo (Braun Mappe) del verano del 41. El párrafo titulado Directivas para la solución de la cuestión judía precisa: Todas las medidas concernientes a la cuestión judía en los territorios ocupados del Este no deben adoptarse más que después de la guerra, la cuestión judía encontrará en Europa una solución general (190).
Esta puesta a punto no comporta ninguna atenuación de los crímenes de Hitler, sino simplemente el aviso de una evidencia que no ha escapado ni siquiera a los encarnizados partidarios de la tesis del exterminio. Hitler, en los dos últimos años de guerra después de la batalla de Stalingrado, está acorralado, los aliados destruyen con sus bombardeos, sus centros de producción de guerra y desorganizan sus transportes.
Está obligado a movilizar nuevos efectivos desguarneciendo sus fábricas, y no se le hubiera ocurrido en esta obsesión fatal para el esfuerzo de la guerra, exterminar a los prisioneros y los judíos, en lugar de utilizarlos, aunque fuera en condiciones infrahumanas, poniéndolos a trabajar en sus fábricas. El propio Poliakov, en su Bréviaire de la haine (Breviario del odio) en la página3 subraya esta contradicción absurda: Es más económico destinarles a los trabajos más duros, que encerrarlos en una reserva.
Hannah Arendt demuestra también lo que había de demencial en una operación de este tipo: Los nazis llevaron ciertamente lo inútil hasta lo dañino cuando, en plena guerra, y a pesar de la penuria de materiales de construcción y de material móvil, acometieron enormes y costosas empresas de exterminio y organizaron el transporte de
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millones de personas la contradicción manifiesta entre esta manera de actuar y los imperativos militares dan a toda la empresa un aire loco y quimérico (191).
Lo que resulta todavía más extraño, es que espíritus tan sutiles como los de Poliakov o de Hanna Arendt hayan estado hasta tal punto obnubilados por sus a priori, que no hayan puesto en duda sus surrealistas hipótesis y recurrido a los documentos que podían aclarar estos puntos.
En Auschwitz-Birkenau, se hallaban las poderosas instalaciones químicas (Farben-industrie), de transportes (Siemens) y de construcción (Portland). En Monovitz (uno de los campos anexos de Auschwitz) trabajaban 10.000 presos, 100.000 obreros civiles, y 1.000 prisioneros de guerra británicos (192).
De 1942 a 1944, de los 39 campos satélites de Auschwitz, 31 utilizaban a los internos como mano de obra y 19 de ellos empleaban a una mayoría de judíos.
El 25 de enero de 1942, Himmler dirigía la siguiente orden al Inspector General de los campos de concentración: Prepárese a acoger a 100.000 judíos Importantes tareas económicas les serán confiadas a los campos de concentración en las próximas semanas (193).
En mayo del 44 Hitler ordenó utilizar a 200.000 judíos como obreros en el programa de construcción Jager y en la organización Todt.
Una orden del S.S. W. V. H. A. del 18 de noviembre de 1943 atribuía una prima a los detenidos incluidos los judíos que se hubieran distinguido en el trabajo (194).
No se trata pues aquí de nada loco o quimérico, sino, por el contrario, de un realismo implacable. Pero, sobre todo, esto constituye una refutación suplementaria de las tesis exterminacionistas.
B) Los testimonios
Durante el proceso de Auschwitz, que se celebró en Francfort, del 20 de diciembre de 1963 al 20 de agosto de 1965, en un monumental teatro, como requería una operación política con gran folklore, la formidable puesta en escena judicial no pudo evitar que en la exposición de motivos de su veredicto, el Tribunal de Casación reconociera que contenía elementos irrisorios para sostener su juicio.
Le faltan al Tribunal casi todos los medios de información de los que se disponen en un juicio criminal ordinario para recomponer una imagen fidedigna de los hechos, tal y como realmente se produjeron en el momento del asesinato. Faltaban los cadáveres de las víctimas, los informes de las autopsias, las conclusiones de los peritos sobre las causas de los fallecimientos; faltaban las pistas dejadas por los culpables, las armas del crimen, etc. La verificación de los testimonios sólo fue posible en contados casos (195).
El arma del crimen era, según la acusación, la cámara de gas. ¡Y he aquí que los jueces no encontraban pistas!
Bastaba sin duda que el hecho fuera de notoriedad pública. Como en los tiempos de los juicios contra las brujas, nadie podía poner en duda su comercio carnal
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con el diablo sin correr el riesgo de ir también él mismo a la hoguera.
Hasta 1757 era de notoriedad pública que el sol giraba alrededor de la tierra. Era un hecho evidente.
El historiador Seignobos subraya que la verdad de un hecho debe consagrarse por el número de testigos que la corroboran, la existencia del diablo en la Edad Media estaría mejor fundada que la de cualquier personaje histórico.
Uno de los juristas enviados por los Estados Unidos a Dachau convertido en campo americano y centro de procesos contra los crímenes de guerra, Stephen S. Pinter escribe:
Viví en Dachau durante 17 meses después de la guerra como juez militar de los Estados Unidos y puedo testimoniar que no existieron cámaras de gas en Dachau. Lo que se enseña a los visitantes se presenta de manera errónea como una cámara de gas, cuando en realidad es un horno crematorio. No existieron tampoco cámaras de gas en los campos de concentración de Alemania. Se nos ha dicho que había una cámara de gas en Auschwitz, pero como Auschwitz estaba en la zona rusa, no obtuvimos, por parte de los rusos, autorización para visitarla Puedo afirmar, tras seis años pasados después de la guerra en Alemania y Austria, que hubo muchos judíos muertos, pero que la cifra de 1millón no se alcanzó jamás, y me considero más cualificado que nadie en este respecto (196).
A falta de pruebas escritas o de documentos irrecusables, el Tribunal de Nuremberg debió fundarse en testimonios.
Los supervivientes, llamados como testigos y que han autentificado la existencia de cámaras de gas, lo han hecho no según lo que ellos habían visto, sino según lo que habían oído decir.
Un ejemplo típico e ilustrativo es el del Dr. Benedict Kautzsky, que sucedió a su padre en la dirección del Partido Social-democrata austríaco.
Después de haber declarado que en Auschwitz el tiempo máximo de supervivencia era de tres meses (aunque él permaneciera internado allí durante tres años), escribió un libro titulado: Teufel und Verdammt (El diablo y el condenado) publicado en Suiza en 1946, a propósito de las cámaras de gas: No las vi con mis propios ojos, pero su existencia me fue confirmada por varias personas dignas de crédito.
Algunos testimonios fueron tenidos por fundamentales, concretamente los de Rudolf Höss, de Saukel y el de Nyiszli, médico de Auschwitz.
El testigo clave fue Rudolf Höss, antiguo Comandante del campo de Auschwitz.
El resumen que dio, desde su detención, y que recoge la sinopsis de sus declaraciones de Nuremberg, respondía a todo lo que el Tribunal esperaba de él.
He aquí su declaración, hecha bajo juramento y firmada el 5 de abril de 1946.
Dirigí Auschwitz hasta el primero de diciembre de 1943 y estimo, que al menos 2.500.000 prisioneros fueron ejecutados y exterminados por gaseamiento y cremación, y que al menos otro medio millón sucumbieron allí de hambre y enfermedad, lo que hace un total de 3.000.000 de muertos aproximadamente. La solución final de la cuestión judía consistía en el exterminio de todos los judíos de Europa.
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Yo recibí la orden de preparar el exterminio en Auschwitz en junio de 1941. En aquel tiempo existían ya otros tres campos de exterminio en el Gobierno General: Belzec, Treblinka, Wolzek.
No se podría imaginar una confirmación más perfecta de las tesis que se iban a divulgar durante medio siglo.
Y, sin embargo, en este mismo texto se encuentran ya tres falsedades evidentes:
1 - La cifra de 4millones de muertos en Auschwitz, cifra oficial proclamada en Nuremberg, debe ser reducida al menos en dos terceras partes como lo prueba la nueva placa conmemorativa de Auschwitz-Birkenau que ha reemplazado la cifra de 4millones por la de: algo más de un millón.
2 - Los campos de Belzec y de Treblinka no existían en 1941. No se abrieron hasta 1942.
3 - No se ha podido probar la existencia del campo de Wolzek, jamás ha existido en ningún mapa.
¿Cómo se pudo admitir, sin verificación previa, este testimonio básico?
El propio Höss explicó más tarde que estas primeras declaraciones fueron escritas bajo el control de las autoridades polacas que fueron las que le arrestaron.
Desde mi primer interrogatorio, las confesiones las obtuvieron golpeándome. Ignoraba el contenido de los relatos aunque los hubiera firmado (197).
(Una nota a pie de página: un documento dactilografiado de ocho páginas firmado por Höss a las 2 horas 30 minutos de la madrugada del 14 de marzo de 1946. No difiere esencialmente de lo que él desde entonces dijo y escribió en Nuremberg o en Cracovia.)
El propio Höss describió, en sus notas manuscritas de Cracovia, las circunstancias del primer interrogatorio al que le sometió la policía militar británica.
Fui detenido el 11 de marzo de 1946 a las 23 horas La Field Security Police me infringió malos tratos. Se me arrastró hasta Heide, justamente el cuartel donde ocho meses antes había sido liberado por los ingleses. Es aquí donde se produjo mi primer interrogatorio, para el que se utilizaron argumentos contundentes. Ignoraba el contenido del atestado aunque lo firmara. Tanto el alcohol que me hicieron ingerir como los latigazos, fueron demasiado incluso para mí Algunos días después fui conducido a Minden-sur-Weswe, principal centro de interrogatorios de la zona británica. Allí, se me trató aun peor, ante un fiscal, un comandante (198).
No fue hasta 1983 cuando se tuvo la confirmación de las torturas inflingidas a Rudolf Höss para arrancarle las pruebas de los dos millones y medio de judíos exterminados por él, antes de 1943, en Auschwitz.
El libro fue escrito por Ruppert Butler con el título: Legions of Death (Las legiones de la muerte) (199). En él se aporta el testimonio de Bernard Clarke, que fue quien arrestó a Rudolf Höss después de haber obtenido de su esposa, bajo la amenaza de matarla a ella y a sus hijos, la dirección de la granja donde se escondía, y donde se le detuvo el 11 de marzo de 1946. Butler narra que fueron necesarios
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tres días de torturas para sacarle una declaración coherente (la que acabamos de citar, firmada el 14 de marzo de 1946 a las 2 de la madrugada).
Desde su detención fue golpeado hasta el punto de que al final el oficial de sanidad intervino con insistencia ante el capitán: mándeles parar o devolverán un cadaver.
La Comisión de Investigación americana compuesta por los jueces Van Roden y Simson, que fue enviada a Alemania en 1948 para investigar sobre las irregularidades cometidas por el Tribunal Militar americano en Dachau que había juzgado a 1.500 prisioneros alemanes, y condenado a muerte a 420 dictaminó que los acusados habían sido sometidos a torturas físicas y psíquicas de toda clase para forzarles a prestar las confesiones deseadas.
De esta forma, de 137 casos sobre los 139 examinados, los prisioneros alemanes habían recibido, en el curso de los interrogatorios, patadas en los testículos que les habían dejado heridas incurables (200).
El juicio de Auschwitz
La suerte del principal acusado, el último Comandante de Auschwitz Richard Baer, que moriría antes del inicio del juicio, es particularmente digna de interés. Fue detenido en diciembre de 1960 en los alrededores de Hamburgo donde vivía como un trabajador forestal. En junio de 1963, murió en prisión en misteriosas circunstancias.
Según varias fuentes, que tienen por origen los informes de la prensa francesa, Baer, durante su prisión preventiva, había rehusado de forma obstinada confirmar la existencia de las cámaras de gas en el sector que antaño tuvo bajo su responsabilidad (201).
El informe de la autopsia del Instituto médico-forense de la Universidad de Francfort dice que la ingestión de un veneno inodoro y no corrosivo no se puede excluir.
El abogado de Nuremberg, Eberhard Engelhardt, cita este pasaje del informe de la autopsia en una carta dirigida al Ministerio Fiscal de Francfort el 12 de noviembre de 1973 y afirma que Baer fue envenenado durante la investigación.
El informe Garstein, oficial de las Waffen SS, es tan visiblemente aberrante que fue rehusado como prueba por el Tribunal Militar de Nuremberg el 30 de enero de 1946, aunque posteriormente fuera utilizado parcialmente por el Fiscal francés Dubost, por las facturas del Zyklon B que en el se adjuntaban, en el proceso de Eichmann en Jerusalén en 1961.
Según este testigo el número de víctimas (60.000 al día en tres campos: Belzec, Treblinka y Sobibor) ¡ascendería a 25millones de víctimas! (202).
Vió además a 700 u 800 personas apiladas, dentro de una estancia de 25 metros cuadrados (¡más de 28 por metro cuadrado!).
Henri Roques escribió una tesis que demuestra la inconsistencia del informe
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Gerstein, y que obtuvo la mención de cum laude. Alain Decaux, en Le Matin de Paris del 13 de septiembre de 1986, escribía que todos los investigadores deberían en adelante tomar en cuenta estos trabajos añadiendo que el profesor Roques era el hombre mejor informado en la actualidad sobre el asunto Gerstein.
Pero se buscaron motivos administrativos para que su tesis no fuera tomada en consideración. Roques preparó su tesis en París bajo la dirección del Profesor Rougeot y trasladó el expediente para la defensa de la tesis a Nantes donde tuvo lugar, bajo la dirección del profesor Rivière, pero no abonó los derechos de matrícula en la Facultad de Letras de Nantes y por ese motivo se le retiró el título de Doctor.
Otro de los testigos más célebres fue el Dr. Miklos Nyiszli, médico húngaro deportado que escribió el libro Médecin à Auschwitz (203).
Su primera afirmación es que, cuando llegó al campo (a finales de mayo de 1944) los exterminios por gas se practicaban desde hacía cuatro años. Ahora bien, el documento de Nuremberg (204) indica que la puesta en marcha de los crematorios no se realizó hasta agosto de 1942 y el documento 4.463 dice que no estuvieron listos hasta el 20 de febrero de 1943.
En agosto de 1960, el Instituto de Historia Contemporánea (Institut für Zeitgeschichte) daba el siguiente comunicado de prensa:
Las cámaras de gas de Dachau no fueron nunca acabadas ni puestas en servicio Los exterminios masivos de los judíos por gas comenzaron en 1941-42 y sólo en pocos lugares de la Polonia ocupada, por medio de instalaciones técnicas preparadas para tal fin, pero en ningún caso en territorio alemán (205).
El testimonio de Sauckel, uno de los principales acusados, en la sesión del 30 de mayo de 1946 del Tribunal de Nuremberg también puede generar dudas.
Confirmo que mi firma aparece en este documento. Solicito al Tribunal permiso para explicar cómo fue obtenida esta firma.
Este documento se me presentó concluido. Pedí permiso para leerlo y estudiarlo, para decidir si debía firmarlo. Este me fue denegado Después un policía polaco o ruso entró y preguntó: ¿Donde está la familia de Sauckel? Nos llevaremos a Sauckel con nosotros pero su familia se quedará en territorio soviético. Soy padre de diez hijos y, pensando en mi familia, firmé este documento.
El testimonio del General Ohlendorf durante su segundo juicio (208) fue
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completamente diferente. En primer lugar se retractó de sus declaraciones al I.M.T. en lo concerniente a la orden verbal de exterminio de los judíos: reconoció haber matado a judíos y gitanos pero en el contexto de la lucha contra los partisanos pero en absoluto siguiendo un plan específico de exterminio de judíos y gitanos. Reconoció también haber matado a 40.000 personas y no a 90.000 como había dicho en el I.M.T. (209).
Mientras subsista esta represión y esta conspiración del silencio respecto a las investigaciones críticas y siga por el contrario un financiamiento pletórico persistirán en mí las dudas e incluso el escepticismo, que la experiencia de una parcialidad semejante y una discriminación tal no hacen más que reforzar.
De esta discriminación y de esta parcialidad tengo experiencia desde hace 14 años. Desde el juicio de 1982 instado por la L.I.C.R.A. porque situé la guerra del Líbano en la lógica del sionismo político, y aunque las pretensiones de la L.I.C.R.A. fueran invariablemente desestimadas e incluso condenada en costas, en primera instancia, en apelación y en casación.
Mi libro L'Affaire Israel, ediciones Papyrus, París, 1983, ha llevado a su editor a la quiebra más inmediata.
Otro libro mío, Palestine, terre des messages divins, ediciones Albatros, París, 1986, no pudo ser distribuido normalmente. Los libreros que se atrevían a exponerlo eran sistemáticamente amenazados con la rotura de sus escaparates. La mayor parte de los ejemplares fueron devueltos al editor y fue prácticamente retirado de la circulación. Al igual que el presente libro sobre el que se ensaña la prensa, desde el Canard Enchaîné a Le Monde, pasando por Le Parisien, La Croix y L'Humanité, sin darme la menor posibilidad de respuesta, con la única excepción de Le Figaro, que aceptó publicar mi respuesta, en una versión, sin embargo, mutilada.
Estos silencios, estas persecuciones, estas represiones contra una Historia crítica de los crímenes hitlerianos se apoyan en pretextos completamente difamatorios y mentirosos. Para mostrar los inmensos crímenes de Hitler, tanto los que infrigió a los judíos como a todos sus enemigos, comunistas alemanes, o eslavos que le acabarían derrotando, no había necesidad de mentira alguna.
Ignorar que los crímenes nazis no se redujeron únicamente contra los judíos sino que originaron decenas de millones de muertos en la lucha contra el fascismo es otra clase de racismo que puede incitar a la discriminación y al odio racial.
Es contra esa orquestación de odio contra los investigadores críticos contra la que tenemos hoy que luchar y aportar los datos de la información, con la
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esperanza de que sirvan para suscitar una discusión verdadera sobre las realidades objetivas de aquel pasado, sin tildar a tal o cual investigador de prejuicios políticos ocultos; sin condenarle por anticipado a la represión o al silencio. No se forja el porvenir perpetuando los odios y alimentándolos con la mentira.
La crítica verificada de los testimonios históricos y los estudios científicos permitirán ofrecer a la opinión pública la posibilidad de reflexionar sobre los crímenes de ayer para prevenir los de mañana. Es una obligación moral a la par que científica.
No han salido verdaderas obras maestras, como por ejemplo, la novela de Robert Merle: La mort est mon métier, que reconstruye, en primera persona, el itinerario de Höss, Comandante de Auschwitz. Incluso citando las cifras arbitrarias de los falsos testigos, Robert Merle alcanza a veces un estilo digno de Stendhal:
...el Fiscal gritó: ¡ Vd. ha matado a tres millones y medio de personas!
- Tomé la palabra y dije: os pido perdón ¡no he matado más que dos millones y medio!
Se escucharon entonces murmullos en la sala No podía hacer otra cosa sin embargo, que rectificar una cifra inexacta (210).
En el ámbito cinematográfico la película de Alain Resnais Noche y niebla ofrece una imagen emocionante, inolvidable, de la barbarie y el martirio, aunque se encuentra desfigurada la evocación de la cifra de 9millones de víctimas judías solamente en Auschwitz.
Toda una literatura, y sobretodo un maremoto cinematográfico y televisivo, se ha consagrado a esta tergiversación del sentido del crimen hitleriano. ¿Cuántas veces por ejemplo se ha proyectado, tras la Liberación y cuando toda una generación podía conocer y juzgar las hazañas de quienes más eficazmente lucharon contra los nazis, la película: La batalla del agua pesada, que evoca la gesta decisiva de Joliot-Curie y de su equipo para ocultar, en Noruega, los depósitos de agua pesada que hubieran permitido a Hitler construir y utilizar el primero la bomba atómica?
La misma pregunta podíamos formular, para La batalla del rail que revive cómo los ferroviarios sabotearon los transportes alemanes para paralizar las concentraciones de tropas. ¿Cuántas películas, como ¿Arde París? muestran, a pesar de la exageración del papel desempeñado por los Estados Mayores exteriores, la sublevación del pueblo de París liberando por sí solo su ciudad y capturando al Gobernador alemán Von Choltitz, para obligarle a la capitulación?
Por el contrario, ¿cuántas veces nos han pasado Exodo, Holocausto, Shoah y tantas y tantas cintas noveladas? Como si el sufrimiento de unos no pudiera compararse con el sufrimiento de todos los demás y con sus heroicas luchas.
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Para este Shoah-business los comanditarios son generosos. En primer lugar el Estado de Israel. Menahem Beghin manda subvencionar al film Shoah con 850.000 dólares para, decía él, este proyecto de interés nacional (211).
Una de las películas que más ha contribuido a manipul ar la opinión mundial fue la serie televisiva Holocausto. El telefilm Holocausto es un crimen contra la verdad histórica. El objetivo principal era que un acontecimiento tan masivo, el exterminio de 6millones de judíos, no podía pasar desapercibido para el pueblo alemán en su conjunto. Si los alemanes no se enteraban, es porque no habían querido enterarse y, por tanto, eran culpables (212).
Y he aquí los frutos venenosos que acarrean estos breviarios del odio.
A todos estos agentes del enemigo se les debería expulsar del territorio metropolitano. Hace dos años que nos preguntamos la posibilidad de hacerlo. Lo que nos falta es muy simple y muy claro: la autorización y suficientes barcos. El problema que consistiría en hundir esos barcos no depende, por desgracia, del Consejo Municipal de París (213)
Se trataba de un propósito muy meditado. El Sr. Moscovich lo confirmaría el 15 de enero de 1963 con motivo de un juicio por difamación instado por él mismo: Efectivamente siento que los enemigos de Francia no sean exterminados ¡y aún lo lamento! (214)
Tras una primera obra digna y sobria, escrita justamente a la salida del campo de Buchenwald: L'Univers concentrationnaire, Ediciones de Minuit, París, 1946, David Rousset ha suministrado bajo una forma literaria y sutil, en Les Jours de notre mort la mayoría de los tópicos que constituirán el molde de la literatura concentracionaria.
Hasta Martin Gray, en Au nom de tous les miens, utiliza los servicios de un gran escritor francés para describir un campo en el que jamás había puesto los pies. Desde los falsos archivos del Ministerio de Antiguos combatientes descubiertos por Serge Klarsfeld, hasta las falsedades apocalípticas de Elie Wiesel (Premio Nobel) que vió también con sus propios ojos llamas gigantescas salir de una fosa al aire libre a donde se arrojaban niños pequeños (en las llamas no repararon ninguno de los aviones americanos que no cesaron de sobrevolar el campo). En un crescendo de la atrocidad y del delirio, añade: más tarde he sabido por un testigo que durante meses y meses el suelo no había dejado de temblar; y que de cuando en cuando, los geysers de sangre habían salpicado (en esta ocasión se trata de un testimonio sobre Babiyar) (215).
La apoteosis de esta literatura novelesca lo constituye el best-seller mundial del Diario de Ana Frank. La novela, maravillosamente conmovedora, suplanta lo real, y una vez más el mito se transforma en Historia.
El historiador inglés David Irving, que participó en el juicio de Toronto los días 25 y 26 de abril de 1988 (216) aportó sobre el Diario de Ana Frank, el siguiente testimonio:
El padre de Ana Frank, con quien mantuve correspondencia durante varios años, ha
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aceptado por fin dar su permiso para que se someta el manuscrito del Diario a un examen de laboratorio, lo que se exige siempre que hay discrepancia sobre un documento.
El laboratorio que se encargó de esta peritación fue el laboratorio de la policía criminal alemana de Wiesbaden. La conclusión fue que una parte del Diario de Ana Frank había sido escrito con un bolígrafo (este tipo de bolígrafos no fue comercializado hasta 1951 mientras que Ana Frank murió en 1945).
David Irving continua: Mi propia conclusión sobre el Diario de Ana Frank es que fue en gran parte auténticamente escrito por una judía de unos diez años. Los textos han sido recogidos por su padre, Otto Frank, tras la muerte trágica a causa del tifus de su joven hija en un campo de concentración: su padre y otras personas a las que no conozco, corrigieron este Diario para darle una forma vendible que enriqueciera a la vez al padre y a la Fundación Ana Frank. Pero, como documento histórico, la obra no tiene ningún valor puesto que el texto ha sido alterado.
Existen testimonios que evocan las diversas formas de gasear a las víctimas, aunque nunca se nos haya enseñado el funcionamiento de una sola cámara de gas (de las que el ingeniero Leuchter demostró su imposibilidad física y química). Tampoco se ha podido encontrar rastro de los innumerables camiones que sirvieron, para las emanaciones del Diesel, de cámaras de gas ambulantes, ni las toneladas de cenizas de cadáveres enterrados tras la cremación.
No existe ninguna fotografía de las cámaras de gas y los cadáveres se han esfumado. Sólo quedan los testigos (217).
El interminable rollo de Claude Lanzman se explica así en palabras del propio autor: era necesario hacer este film con nada, sin documentos de archivos, todo inventado (218).
C) El arma homicida
Si uno pretende captar el punto de vista objetivo en un proceso criminal, es de la máxima importancia escuchar a los expertos pronunciarse sobre un gran número de cuestiones aunque no sea más que para hacerse una idea de la credibilidad tanto de los testigos como de la de algunos documentos. Es esto lo que nos permite formular aquí algunas preguntas.
¿Cuánto tiempo era preciso para que actuara el Zyklon B y como se manifestaban sus efectos?
¿Durante cuánto tiempo el gas permanecía activo en un local cerrado (es decir sin aeración, o con una ventilación inmediatamente consecutiva a su utilización)?
¿Era posible, como se ha afirmado, penetrar sin máscara de gas, en los locales inundados del Zyklon B, sólo media hora después de la utilización de este gas?
¿Era posible incinerar completamente los cadáveres en 20 minutos en el horno crematorio?.
¿Los hornos crematorios podían funcionar día y noche sin interrupción?
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¿Es posible quemar cadáveres humanos en fosas profundas de varios metros de profundidad y en caso afirmativo, en cuánto tiempo?
Pues bien, hasta ahora no se ha presentado ningún cuerpo del delito.
No daremos más que dos ejemplos:
-- de las cámaras de gas itinerantes mediante camiones;
-- el del jabón hecho con la grasa humana (patraña utilizada ya durante la guerra de 1914-18). De igual modo que el gaseamiento es una versión reciclada de los gaseamientos de los Servios por los Búlgaros en 1916 (219).
La historia de los exterminios por verdaderas cámaras de gas móviles compuestas por camiones en los cuales habrían sido exterminados millares de personas al dar una orientación del tubo de escape del Diesel hacia el interior, fue divulgada por primera vez a la opinión occidental en el New York Times del 16 de julio de 1943, página7 (hasta entonces el tema no había sido desarrollado más que en la prensa soviética).
Incluso aquí, el arma del crimen (los cientos o los miles de camiones acondicionados para estos asesinatos) ha desaparecido. Ni uno sólo de ellos ha podido ser aportado, en ningún juicio, como prueba de convicción.
Se puede tener en cuenta también que si el plan de exterminio debía mantenerse en el secreto más absoluto del que nos habla Höss, parece extraño que fuera notificado a miles de conductores de camiones y a los macabros asistentes que se hacían cargo de las víctimas (sin orden para tal misión) y luego hacían desaparecer mágicamente a estos miles de cadáveres, siendo depositarios del terrible secreto.
Wiesenthal ha asegurado la propagación de la leyenda del jabón humano en los artículos publicados en 1946 en el periódico de la comunidad judía austríaca, Der Neue Weg (La nueva vía). En un artículo titulado RJF, escribía:
Las terribles palabras Transporte para jabón fueron escuchadas por vez primera a finales de 1942. Fue en el Gobierno General (de Polonia) y la fábrica se encontraba en Galicia, en Belzec. De abril de 1942 a mayo de 1943, 900.000 judíos fueron utilizados como materia prima de esta fábrica.
Después de la transformación de los cadáveres en diversas materias primas, escribe Wiesenthal, el resto, los desechos grasos residuales, era empleado para la producción de jabón. Continúa:
Después de 1942, las personas del Gobierno General sabían muy bien lo que significaba el jabón RJF. El mundo civilizado no puede imaginar la alegría que este jabón proporcionaba a los nazis del Gobierno General y a sus mujeres. En cada pastilla de jabón, veían a un judío que había sido mágicamente puesto allí e impedido así que llegara a ser un segundo Freud, Ehrlich o Einstein.
El Memorial de Yad Vashem contesta de forma oficial que los nazis no fabricaron jabón con los cadáveres de los judíos. Durante la guerra, Alemania sufrió una escasez de materia grasa y la producción de jabón estaba bajo la supervisión del Gobierno. Las pastillas de jabón fueron marcadas con las iniciales RIF, siglas
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alemanas que indicaban Oficina del Reich para el aprovisionamiento de materias grasas. Algunos leyeron por error RJF, e interpretaron pura grasa judía. El rumor se extendió rápidamente.
El Zyklon B, a base de ácido cianhídrico, se señala como el producto que habría gaseado a las masas de detenidos. Normalmente este producto se utiliza para la desinfección de ropa interior o de instrumentos que conllevan el riesgo de propagar epidemias, en concreto el tifus, desde antes de la Primera Guerra Mundial. Sin embargo el ácido cianhídrico fue utilizado por vez primera, para la ejecución de un condenado, en Arizona, en 1920. Otros Estados norteamericanos lo han utilizado para la ejecución de sus condenados, y en concreto California, Colorado, Maryland, Mississipi, Missouri, Nevada, Nuevo Méjico y Carolina del Norte (220).
El ingeniero Leuchter ha sido asesor para los Estados de Missouri, California y Carolina del Norte. Hoy varios de estos Estados han renunciado a esta modalidad de ejecución por razones de su excesivo coste, no sólo del gas HCN, sino del material de fabricación y mantenimiento que, por razón de las medidas de seguridad que exige su uso, lo sitúan como la forma más costosa de ejecución.
Además, la ventilación necesaria tras la fumigación con Zyklon B exige un mínimum de 10 horas dependiendo de las dimensiones del edificio (221). La hermeticidad de la sala exige un revestimiento de epoxia o de acero inoxidable y las puertas deben estar dotadas de juntas de amianto, de neopreno o de teflón (222).
Tras haber visitado y peritado las muestras, las pretendidas cámaras de gas de Auschwitz-Birkenau y de otros campos del Este, Leuchter llega a las siguientes conclusiones: (12.001 a propósito de los crematorios 1 y 2 de Auschwitz): La inspección sobre el terreno de estas construcciones indica que la concepción de tales instalaciones fue de muy mala calidad y peligrosa si hubieran servido como cámaras de ejecución. Nada se había previsto en las mismas
El KremaI está junto al hospital de las SS de Auschwitz y está dotado de tuberías de desagüe con canalizaciones que vertían en la principal alcantarilla del campo, lo que habría permitido al gas infiltrarse en todos los edificios del campo (223). En relación a Majdanek: el edificio no pudo ser utilizado para el fin que se le atribuye y no responde tampoco a las necesidades mínimas de la construcción de una cámara de gas.
Leuchter ha llegado a la conclusión de que no se cumplieron ninguna de las
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condiciones que serían neces arias pa ra el establecimiento de cámaras de gas homicidas. Cualquiera que trabajara allí hubiera puesto en peligro su propia vida y la de quienes se encontraran a su alrededor (224). No había ningún medio de ventilación ni de distribución del aire, ningún medio de verificar el material exigido para el Zyklon B (225).
Después de haber pasado revista a todo el material documentado e inspeccionado todos los emplazamientos de Auschwitz, Birkenau y Majdanek, el autor encuentra que las pruebas son concluyentes: en ninguno de estos lugares hubo cámaras de gas para ejecuciones (226).
En el juicio de Toronto el abogado Christie demostró cómo los testimonios estaban en contradicción con la realidad de las posibilidades químicas y técnicas. He aquí tres ejemplos:
A) Rudolf Höss, en Commandant d'Auschwitz página 198, escribe:
La puerta se abría una media hora después de la aducción del gas una vez que la ventilación se había renovado. El trabajo de la retirada de los cadáveres comenzaba pronto.
Se realizaba esta tarea con indiferencia como si formara parte de un trabajo cotidiano. Cuando enterraban los cadáveres estaban comiendo o fumando.
¿No llevaban ni siquiera máscaras?, pregunta el abogado Christie (227).
No es posible manipular cadáveres que acaban de estar en contacto con el Zyklon B en la media hora siguiente y mucho menos comer, beber o fumar Son necesarias al menos 10 horas de ventilación para que no exista peligro.
B) El abogado Christie aportó el documento PS 1553 de Nuremberg, con su anexo de varias facturas. Hilberg debió admitir que la cantidad de Zyklon B que se envió a Oranienbourg fue la misma que a Auschwitz, y en el mismo día.
Ahora bien Hilberg indicó que Oranienbourg era un campo de concentración y un centro administrativo donde nadie, según su conocimiento, fue gaseado.
Las pruebas y la peritación de Leuchter evidenciaron incluso que los restos de ácido cianhídrico del Zyklon B son mucho más importantes en las salas donde se sabe con seguridad que estaban destinadas a la desinfección, que en las presuntas cámaras de gas.
Se han podido detectar indices más elevados de cianuro en las muestras tomadas en las primeras cámaras de gas (en razón de una mayor cantidad de gas utilizado, según las fuentes en estos lugares) que en la muestra de control. Como lo contrario es lo que es cierto, nos lleva a concluir () que estas instalaciones no eran cámaras de gas para ejecuciones (228).
Esta conclusión está parcialmente confirmada por la peritación contradictoria de Cracovia realizada por el Instituto de peritos médico-forenses de Cracovia del 20 de febrero al 18 de julio de 1990, cuyos resultados fueron comunicados al Museo mediante escrito del 24 de septiembre de 1990 (229).
Es cierto, sin embargo, que se enseña a los turistas, si no el funcionamiento, si
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al menos la reconstrucción más o menos bien maquetada de las cámaras de gas, incluso allí donde existe la certidumbre de que nunca funcionaron como en Dachau
C) Leuchter examinó los lugares que según los mapas oficiales de Birkenau, habían sido utilizados como fosas crematorias por los nazis para deshacerse de los cadáveres. La mayor parte de los textos de la literatura del holocausto las describen como fosas de alrededor de seis pies de profundidad Lo más destacable a este respecto es que el nivel de agua estaba a un pie o a un pie y medio de la superficie. Leuchter ha subrayado que era imposible quemar cuerpos bajo el agua. No existe ninguna razón para pensar que las cosas habían cambiado después de la guerra pues la literatura del holocausto describe a Auschwitz y a Birkenau como construidas sobre un pantano (230).
Por lo que respecta a los crematorios al aire libre, en las fosas de cremación: Birkenau fue construido sobre una zona pantanosa. Todos estos emplazamientos tenían el agua alrededor de 60 centímetros de la superficie. La opinión del autor de este informe es que no hubo jamás fosas de cremación en Birkenau (231).
Un documento precioso para el estudio objetivo a partir de documentos incuestionables del complejo de Auschwitz-Birkenau, y en concreto para esas famosas incineraciones al aire libre en las que la humareda obscurecía todo el cielo después de tan numerosos testimonios, habría sido la serie de fotografías aéreas de Auschwitz y de Birkenau tomadas por la aviación americana y publicadas por los americanos Dino A. Brugioni y Robert C. Poirier (232).
A pesar del comentario, que pretende ser ortodoxo, de los analistas de la C. I. A. no se ha encontrado en estas fotografías nada que corresponda a este infierno de fuego, se nos ha llegado a decir que se quemarón hasta 25.000 cadáveres diarios, entre mayo y agosto de 1944, en razón sobre todo de la deportación de judíos húngaros. Las fotos aéreas (el 26 de junio y el 25 de agosto de 1944) no revelan la menor señal de humo. Ni tampoco concentración de masas, o de alguna actividad en especial.
L'Album d'Auschwitz, que reúne 189 fotografías tomadas en el propio campo de Birkenau durante ese mismo período, publicado con una introducción de Serge Klarsfeld y un comentario de J.C. Pressac, muestra 189 escenas de la vida concentracionaria durante la llegada de un convoy de deportados procedentes de Hungría. Allí tampoco hay nada, absolutamente nada, que confirme un exterminio masivo y sistemático.
Por el contrario, de muchas fotografías, que permiten tener una visión de conjunto del lugar, no solamente no muestran nada que confirme el exterminio, sino que excluyen además que un exterminio semejante hubiese podido tener lugar en el mismo instante en algún lugar secreto del campo. El comentarista J.C. Pressac, por las extrapolaciones manifiestas a las que se entrega, deja por el contrario visible y palpable el mecanismo de la fabricación (233).
Pero es el canadiense John C. Ball, especialista en interpretación de fotos
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aéreas, quien parece haber reunido la mayoría de los documentos fotográficos originales y llevado con profesionalidad un análisis riguroso. Sus conclusiones están en total contradicción con la historia oficial (234).
Un conjunto de preguntas técnicas fueron formuladas durante el juicio de Ernst Zurdel en Toronto, donde las dos partes se pudieron expresar libre y exhaustivamente. El acta de este juicio es por tanto una fuente excepcional para todo historiador honesto puesto que permite tener conocimiento de las tesis con la presencia de todos los elementos de la controversia. Las declaraciones de unos y otros son también preciosas y significativas dado que cada cual hablaba bajo el control de la réplica inmediata de la otra parte.
Un detalle que tiene una importancia decisiva: el 5 y el 6 de abril de 1988, el Director del Crematorio de Calgary (Canadá), Yvan Lagacé, cuyos crematorios son de un tipo y de una concepción análoga a los de Birkenau, por consiguiente construidos en 1943, pudo exponer el conjunto de características técnicas y de necesidades de mantenimiento de este tipo de recipientes de incineración. Habló de la necesidad de pausas de enfriamiento entre las cremaciones, mientras se introducen los cuerpos, debido a la falta de los revestimientos ignífugos de los hornos.
Se pidió a Lagacé que diera su punto de vista sobre el hecho de que Raul Hilberg, en su libro, La Destruction des juifs d'Europe (235) evalúa el rendimiento de 46 hornos en los cuatro crematorios de Birkenau.
Hilberg pretende:
El rendimiento teórico diario de los 4 hornos de Birkenau era de más de 4.400, pero con las paradas y las disminuciones de velocidad, en la práctica el límite era inferior.
Legacé declaró que esta afirmación era absurda e irreal. Pretender que 46 hornos pudieran quemar más de 4.400 cuerpos en un día es grotesco. Basándose en su propia experiencia, Lagacé afirmó que sólo hubiera sido posible incinerar a 184 cuerpos diarios en Birkenau (236).
No puede ser que un libro como el de Pressac: Les Crématoires d'Auschwitz. La machinerie du meurtre de masse (París, 1993), no dedique nada más que un capítulo de 20 páginas (de las 147) a las cámaras de gas y que no cite ni siquiera el Informe Leuchter al que dedicó, en 1990 (financiado por la Fundación Klarsfeld), una refutación de los análisis de Leuchter.
Mientras no se lleve a cabo, entre especialistas de igual competencia, un debate científico y público sobre el informe del ingeniero Fred Leuchter, y sobre la pericial contradictoria de Cracovia, efectuada en 1990 a petición de las autoridades del Museo de Auschwitz, y mientras el conjunto de los documentos de los debates sobre las cámaras de gas no sean objeto de una discusión libre, continuarán las dudas e incluso el escepticismo.
Hasta ahora, los únicos argumentos esgrimidos contra los contestarios de la historia oficial han sido la negativa a discutir, el atentado, la censura y la represión.
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3. El mito de los seis millones (El Holocausto)
Genocidio:
destrucción metódica de un grupo étnico
por exterminio de sus individuos.(Diccionario Larousse)
por exterminio de sus individuos.(Diccionario Larousse)
A semejanza de la
promesa divina contenida en la Biblia,
el Genocidio es un elemento de justificación ideológica
para la creación del Estado de Israel.
(Tom Segev, Le Septième Million, Ed. Liana Levi, 1993. p. 588)
Tres términos se emplean
frecuentemente para definir el trato que fue infligido a los
judíos, por el nazismo: Genocidio, Holocausto, Shoah.
el Genocidio es un elemento de justificación ideológica
para la creación del Estado de Israel.
(Tom Segev, Le Septième Million, Ed. Liana Levi, 1993. p. 588)
El término Genocidio, en un sentido preciso, por su propia etimología, significa exterminio de una raza. ¿Hubo, durante la guerra, un genocidio de judíos? El término genocidio, en todos los diccionarios, tiene un sentido concreto. La definición del Larousse por ejemplo (citada más arriba) no puede aplicarse al pie de la letra más que en el caso de la conquista de Canaán por Josué, donde se nos ha dicho que en cada ciudad conquistada: no quedó ningún superviviente (237).
La palabra fue empleada en Nuremberg de forma completamente errónea puesto que no se trataba del aniquilamiento de todo un pueblo, como fue el caso de los exterminios sagrados de los Amalecitas, de los Cananeos y de otros pueblos cuando el libro de Josué dice por ejemplo que en Eglón y en Hebrón: no quedó ningún superviviente (238) o en Hagor: se pasaron a todos los seres humanos a cuchillo no dejaron vivo a ningún ser animado (239).
Por el contrario el judaísmo (su definición como raza pertenece al vocabulario hitleriano) ha conocido una expansión considerable en el mundo desde 1945.
Sin duda alguna los judíos fueron uno de los blancos preferidos de Hitler en razón de su teoría racista de la superioridad de la raza aria, y por la asimilación sistemática que hizo entre los judíos y el comunismo que era su principal enemigo (de ello dan testimonio las ejecuciones de millares de comunistas alemanes, y luego durante la guerra, su encarnizamiento contra los prisioneros eslavos). Creó el término judeo-bolchevique para definirlos a todos juntos.
Desde la creación de su partido nacionalsocialista resolvió en primer lugar extirpar el comunismo y expulsar a todos los judíos de Alemania y después de toda Europa cuando llegara a ser su amo. Y esto de la forma más inhumana: primero por la emigración, después por la expulsión, y, durante la Guerra, por el encarcelamiento en campos de concentración en la propia Alemania al principio. Después seguiría con la deportación, inicialmente a Madagascar, donde se constituiría un vasto ghetto de judíos europeos, y después hacia el Este a los territorios ocupados, sobre todo a Polonia, donde los eslavos, judíos y gitanos fueron diezmados, en primer lugar por los trabajos forzados al servicio de la producción de guerra, y después por las terribles epidemias de tifus de cuya
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magnitud dan testimonio la multiplicidad de hornos crematorios.
¿Cuál fue el balance atroz del ensañamiento hitleriano contra sus víctimas políticas o racistas?
La Segunda Guerra Mundial causó 50 millones de muertos de los que 17 millones eran soviéticos y 9 millones alemanes. Polonia, los demás países ocupados de Europa, y los millones de soldados de Africa o de Asia movilizados para esta Guerra que, como la Primera, había nacido por rivalidades occidentales, pagaron un pesado tributo de muertos.
La dominación hitleriana fue algo distinto de un vasto progrom en el que los judíos fueron, si no los únicos, al menos las principales víctimas, como una cierta propaganda quiera hacernos creer. Fue una catástrofe humana que, desgraciadamente, no tiene precedentes pues Hitler aplicó a los blancos lo que los colonialistas europeos, desde hacía cinco siglos, aplicaban a los hombres de color (20 millones de africanos fueron deportados a las Américas porque los negreros obtenían un esclavo por cada 10 muertos en la lucha por la captura. Esta trata costó a Africa de 100 a 200 millones de muertos), o lo que se hizo a los Indios de América, de los que 60 millones sobre 80 fueron aniquilados (también por trabajos forzados y por epidemias más que por las armas).
El mito era ventajoso para todos: hablar del mayor genocidio de la historia era para los colonialistas occidentales intentar olvidar sus propios crímenes, la diezma de los Indios de América y la trata de esclavos africanos, para Stalin, borrar sus represiones salvajes.
Para los dirigentes anglo-americanos era diluir la matanza de Dresde del 13 de febrero de 1945, que hizo perecer en las llamas causadas por las bombas de fósforo, en pocas horas, a 200.000 civiles y sin justificación militar, puesto que el ejército alemán se batía en retirada en todo el Frente del Este ante la ofensiva terrorífica de los soviéticos que en enero se encontraban ya en el Oder.
Más aún para los Estados Unidos, que lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki bombas atómicas causando más de 200.000 muertos y cerca de 150.000 heridos condenados a un problema mayor o menor de larga duración (240).
Los objetivos no eran militares sino políticos. Churchill escribía, en 1948, en su libro La Deuxième Guerre mondiale: sería falso suponer que la suerte de Japón se decidió por la bomba atómica (241).
El almirante americano William A. Leahy en su libro I was there (Yo estuve allí) confirma: En mi opinión el empleo de esta brutal arma en Hiroshima y Nagasaki no fue de gran ayuda en la guerra contra Japón.
En efecto, el Emperador de Japón Hirohito ya había iniciado la negociación para la rendición de su país, desde el 21 de mayo de 1945 a través de la Unión Soviética (que aún no se encontraba en guerra contra Japón), por mediación de su Ministro de Asuntos Exteriores y el Embajador soviético Malik. El Príncipe Konoye fue invitado a desplazarse a Moscú para negociar directamente con Molotov (242).
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En Washington se conocían perfectamente las intenciones japonesas: Malik informaba de la correspondencia entre el Ministro de Asuntos Exteriores y su corresponsal en Moscú (243).
El objetivo perseguido no era por tanto militar sino político, como lo reconoce el Ministro americano del Aire, Finletter, al explicar que el empleo de las bombas atómicas tenía por finalidad poner a Japón Knock-out antes de la entrada de Rusia en guerra (244).
El almirante americano Leahy concluye (op. cit.): Al emplear las primeras bombas atómicas, nos pusimos al nivel moral de los bárbaros de la Edad Media esta arma nueva y terrorífica, que se utilizó en una guerra no civilizada, es una barbarie moderna, indigna de cristianos.
De esta forma todos estos dirigentes, a los que un verdadero Tribunal Internacional formado por países neutrales hubiera colocado en el banquillo de los criminales de guerra junto a Goering y su banda, descubrieron en las cámaras de gas, los genocidios y los holocaustos, una coartada inesperada para justificar, sino para borrar, sus propios crímenes contra la humanidad.
El historiador americano W. F. Albright, que fue Director de la American School of Oriental Research escribió en su mayor libro de síntesis De l'âge de pierre à la chrétienté. Le monothéisme et son évolution (245), tras justificar los exterminios sagrados de Josué en su invasión de Canaán, escribe: Nosotros, americanos no tenemos quizá derecho a juzgar a los Israelitas puesto que hemos exterminado a millares de indios en todos los rincones de nuestro gran país y hemos reunido a los que quedaron en grandes campos de concentración (246).
El término holocausto, aplicado al mismo drama desde los años setenta a partir del libro de Elie Wiesel: La Nuit (1958) y popularizado por el título de la película Holocausto, señala aún mejor la voluntad de hacer del crimen cometido contra los judíos un acontecimiento excepcional sin comparación posible con las matanzas de otras víctimas del nazismo, ni incluso con ningún otro crimen de la Historia, pues sus sufrimientos y sus muertes tenían de esta forma un carácter sagrado. El Larousse Universel (247) define así el holocausto: sacrificio utilizado por los judíos, y en el cual la víctima era completamente consumida por el fuego.
El martirio de los judíos se convirtió así en algo no comparable a cualquier otro sacrificio y lo más cercano a la Crucifixión de Jesús en la teología cristiana, inaugurando así una nueva época. Lo que permitió decir a un rabino: La creación del Estado de Israel fue la respuesta de Dios al Holocausto.
Para justificar el carácter sacral del Holocausto era necesario que hubiera habido un exterminio total, era necesario para ello que se contemplara una solución final del problema judío que fue el exterminio.
Ahora bien no se ha encontrado ningun texto que atestigue que la solución final del problema judío era, para los nazis, el exterminio.
El antisemitismo de Hitler esta vinculado, desde sus primeros discursos a la
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lucha contra el bolchevismo (emplea constantemente la expresión judeo-bolchevismo); los primeros campos de concentración que mandó construir estuvieron destinados a los comunistas alemanes y en ellos perecieron algunos miles, incluido su jefe Thaelman.
En cuanto a los judíos fueron imputados por él con las acusaciones más contradictorias: primeramente, eran decía los actores más activos de la revolución bolchevique (Trotski, Zinoviev, Kamenev, etc.); simultáneamente eran, según él, los capitalistas más explotadores del pueblo alemán.
Así pues era importante, después de haber liquidado al movimiento comunista, y preparado la expansión de Alemania hacia el Este, a la manera de los caballeros teutónicos, aplastar a la Unión Soviética, lo que fue, desde el principio hasta el final de su carrera, su preocupación central, obsesiva, y que se manifestó durante el período de su poder, en la ferocidad con los prisioneros eslavos (polacos y rusos). Creó también, durante la guerra contra la URSS, los Einsatzgruppen, es decir unidades encargadas de luchar especialmente contra la guerra de los partisanos soviéticos y eliminar a sus comisarios políticos, incluso cuando habían sido hechos prisioneros. Entre estos muchos judíos, heroicos, como sus camaradas eslavos, fueron masacrados.
Lo que demuestra las limitaciones de la propaganda sobre el antisemitismo soviético. No se puede pretender a la vez que los soviéticos separaran a los judíos de puestos importantes y afirmar al mismo tiempo que los judíos constituían la mayor parte de los comisarios políticos de los partisanos a quienes los Einsatzgruppen tenían la misión de abatir. Es difícil imaginarse una realidad semejante: que la dirección de los partisanos tras las líneas enemigas (donde la deserción y la colaboración eran lo más fácil) fuera confiada a los judíos si hubiera existido alguna desconfianza.
Cuando Hitler fuera el amo del continente, quería llevar a cabo una de las ideas más monstruosas de los nazis respecto a los judíos, vaciar Alemania y después Europa de ellos (judenrein).
Hitler procedió por etapas:
* la primera fue organizar su emigración en condiciones que le permitieran expoliar a los más ricos (ya vimos como los dirigentes sionistas de la Haavara colaboraron con eficacia en esta empresa, prometiendo, a cambio, romper el boycot de la Alemania hitleriana y no participar en el movimiento antifascista).
* la segunda etapa fue la expulsión pura y simple, cumpliendo el propósito de enviarles a todos a un ghetto mundial. Concretamente y tras la capitulación de Francia, a la isla de Madagascar, que pasaría a estar bajo control alemán, después que Francia indemnizara a los antiguos residentes franceses. El proyecto fue abandonado, no tanto por el hecho de las reticencias francesas, como en razón de la importancia del tonelaje de barcos necesario para llevar a cabo la operación que, en tiempo de guerra, Alemania no podía dedicar a esta tarea.
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* la ocupación hitleriana del Este de Europa, y en especial Polonia, hizo posible lograr la solución final: vaciar Europa de judíos deportándoles en masa a estos campos exteriores. Fue aquí donde sufrieron los peores padecimientos, no sólo como todas las poblaciones civiles en tiempos de guerra, los bombardeos aéreos, el hambre y las privaciones de toda clase, las marchas forzadas, mortales para los más débiles, al evacuar los centros, sino también los trabajos forzados en las condiciones más inhumanas para contribuir al esfuerzo de guerra alemán. Auschwitz-Birkenau era, por ejemplo, el centro más activo de las industrias químicas de la I. G. Farben. Finalmente las epidemias, y en concreto el tifus, hicieron espantosos estragos en una población subalimentada y reducida al agotamiento.
¿Es necesario acudir a otros métodos para explicar la terrible mortalidad que sacudió a las víctimas de tales tratos, y a exagerar desmesuradamente las cifras, con el riesgo de verse posteriormente forazados a revisarlos a la baja? con ejemplos tan embarazosos como los citados en páginas anteriores o la del velódromo de Invierno de París que indicaba que el número de judíos que allí fueron encerrados era de 8.160 y no de 30.000 como indicaba la placa inicial, que ha sido ya retirada (248).
No se trata de establecer una contabilidad macabra.
El asesinato de un solo inocente, sea judío o no lo sea, constituye ya un crimen contra la humanidad. Pero si el número de víctimas no tiene, a este respecto, ninguna importancia, ¿por qué aumentarla, desde hace más de medio siglo hasta la cifra fatídica de los 6 millones? Por el contrario no tiene el mismo trato de intocable el número de víctimas no judías de Katyn, de Dresde o de Hiroshima y de Nagasaki, para las que nunca ha existido un número aúreo, contrariamente a lo sucedido con la cifra de los 6 millones que ha sido sacralizada, aunque haya sido preciso constantemente revisar a la baja este número de víctimas de una sola categoría, cuyos injustos padecimientos no se cuestionan.
Unicamente tomando como referencia el campo de Auschwitz-Birkenau:
8 millones según los Documents pour servir l'histoire de la guerre. Camps de concentration (249).
4 millones después del informe soviético al que el Tribunal de Nuremberg otorgó valor de prueba auténtica en virtud del artículo 21 de sus Estatutos que estipulaban que: los documentos e informes oficiales de las comisiones de investigación de los Gobiernos aliados tienen el valor de pruebas auténticas. Este mismo artículo 21 proclama: Este Tribunal no exigirá prueba alguna en hechos de notoriedad pública. Se les tendrá por acaecidos.
2 millones según el historiador León Poliakov en su Bréviaire de la haine, Calmann Lévy, 1974, p. 498.
1.250.000 , según el historiador Raul Hilberg en La Destruction des juifs d'Europe (250).
Ahora bien he aquí que en el transcurso de las profundas investigaciones
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históricas, hechas por sabios de todas las procedencias bajo la presión de los críticos revisionistas, el Director de Instituto de historia del tiempo presente en el CNRS, el Sr. François Bédarida, resume sus trabajos en un artículo aparecido en LeMonde y titulado: La evaluación de las víctimas de Auschwitz:
La memoria colectiva ha tomado la cifra de cuatro millones -la misma que figura en el informe soviético; la que hasta ahora figuraba en Auschwitz en el monumento erigido a la memoria de las víctimas del nazismo sin embargo en Jerusalén en el museo de Yad Vashem se indica un total muy por encima de la realidad.
Por consiguiente, desde el final de la Guerra, la memoria sabia se puso a trabajar. De estas investigaciones pacientes y minuciosas, resulta que la cifra de los cuatro millones no se basa en ninguna base seria, ni puede ser mantenida.
El Tribunal, en resumidas cuentas, se apoyó en una afirmación de Eichmann, que sostenía que la política de exterminio había causado la muerte a seis millones de judíos, de los que cuatro millones lo fueron en los campos de concentración. Si ahora tenemos en cuenta trabajos más recientes de investigación y estadísticas más fiables como es el caso de la obra de Raul Hilberg, La Destruction des juifs d'Europe (251), se llega a la conclusión de que la cifra aproximada es de un millón de muertos en Auschwitz. Un total corroborado por el conjunto de especialistas, que hoy se han puesto ya de acuerdo en que el número de victimas oscila entre las 950.000 como mínimo y 1.200.000 como máximo (252).
No se puede continuar, tras haber reducido oficialmente el número de víctimas de Auschwitz-Birkenau, de 4 millones a 1, seguir repitiendo la cifra global: 6 millones (253) de judíos exterminados, según esta extraña aritmética: 6 3 = 6.
Esta importante rebaja afecta sólo al campo de Auschwitz. Una demostración del mismo género se podría efectuar para los demás campos.
Por ejemplo, ¿Cuántos muertos hubo en Majdanek?:
1.500.000 según Lucy Dawidowicz (254).
300.000 según Lea Rosch y Eberhard Jaeckel (255).
50.000 según Raul Hilberg (256).
Modificando los datos se sirve a la propaganda de los neo-nazis alemanes (o en Francia a un determinado partido de extrema derecha) que utilizan estos argumentos para decir cosas como éstas: Si habéis mentido sobre este problema del número de victimas ¿por qué no habíais de exagerar sobre los crímenes de Hitler?
No se combate la minimización criminal del horror nazi mediante mentiras piadosas, sino por la verdad que es la mejor acusadora de la barbarie.
Las mismas tergiversaciones inquietantes sobre los medios del asesinato de los judíos pueden engendrar igualmente la duda:
El New York Times del 3 de junio de 1942 habla de un edificio de ejecución donde se fusilaba a 1.000 judíos diarios.
El 7 de febrero de 1943, el mismo periódico habla de estaciones de envenenamiento de sangre en la Polonia ocupada.
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En diciembre de 1945, en su libro Der letze Jude aus Polen, Europa-Verlag, Zurich, Nueva York, p. 290 y siguientes, Stefan Szende hace entrar a los judíos en una inmensa piscina por la que pasaba corriente de alta tensión para ejecutarlos. Concluye: El problema de la ejecución de millones de hombres estaba resuelto.
El documento de Nuremberg del 14 de diciembre de 1945 (257) indica, en el atestado, que las víctimas eran escaldadas en cámaras de vapor hirviendo.
* Dos meses y medio más tarde (en febrero de 1946) el mismo Tribunal sustituye las cámaras de vapor de agua hirviendo por las cámaras de gas. En 1946 Simon Wiesenthal añade una variante a las cámaras de ejecución: tenían canalizaciones para recoger la grasa de los judíos asesinados para hacer con ella jabón. Cada pastilla de jabón llevaba la inscripción RJF (pura grasa judía). En 1958, en su libro La Nuit, no hace alusión alguna a las cámaras de gas, pero, en la traducción alemana (ediciones Ullstein)la palabra crematorio no fue traducida por krematorium, sino por cámara de gas.
Existieron otras versiones: como la de la muerte por la cal viva esparcida por los vagones, debida al polaco Jan Karski, autor del libro, Story of a secret State, Ed. The Riverside Press, Cambridge (258).
Pero las dos versiones más difundidas por la televisión, la prensa, los manuales escolares son la ejecución por el Zyklon B, y por otra parte, los camiones que mataban por una manipulación del gas que salía del tubo de escape de sus motores Diesel.
Lo menos que se puede decir en este caso para no dar pie a la propaganda de los admiradores de Hitler, es que es, al menos, sospechoso que no se haya ordenado ninguna prueba pericial, ni por el Tribunal de Nuremberg, ni por ningún otro Tribunal de los que hayan juzgado a los criminales de guerra, a fin de fijar definitivamente cuál fue el arma del crimen.
Al visitante o al peregrino se le indica que los gaseamientos tuvieron lugar en el Este, fuera del territorio que pertenecía a Alemania antes de la guerra.
Un comunicado de Martin Broszat, miembro del Instituto de Historia Contemporánea de Munich, publicado el 19 de agosto de 1960 en Die Zeit, reconocía en efecto: Ni en Dachau, ni en Bergen-Belsen, ni en Buchenwald los judíos u otros internos fueron gaseados (259) el aniquilamiento masivo de judíos por gas comenzó en 1941-42 sobretodo en el territorio polaco ocupado (pero en ninguna parte del Antiguo Reich): en Auschwitz-Birkenau, en Sobibor, en Treblinka, Chelmno y Belzec.
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Ahora bien hubo tantos testigos oculares de los gaseamientos en estos campos del Oeste como en los campos del Este.
Con ello no se dan más que argumentos a todos los que están deseando rehabilitar a Hitler y que se preguntan, por ejemplo, por qué se deben rechazar los relatos de los testigos oculares de los campos del Oeste y tenerse por ciertos los de los supervivientes de los campos del Este.
Es facilitarles argumentos para poner en duda la realidad indudable de las persecuciones, de los sufrimientos y de las muertes tanto de los judíos como de otros opositores al régimen nazi, como por ejemplo los comunistas alemanes que fueron las primeras víctimas, desde 1933, y para quienes fueron creados los primeros campos de concentración.
Además de los bombardeos que golpeaban indiscriminadamente a las poblaciones de los países en conflicto, los trabajos forzados, como el de los esclavos, las deportaciones constantes en condiciones inhumanas que dejaban a miles de cadáveres sobre las carreteras, la subalimentación más bárbara, las devastadoras epidemias de tifus, entre tanta tragedia ¿Es necesario, pues, para mantener a toda costa el carácter de excepcionalidad del Holocausto agitar los espectros de las cámaras de gas?
En 1980, por vez primera, el carácter excepcional de la matanza de los judíos fue puesto en tela de juicio por un célebre periodista, Boaz Evron:
Como si fuera la cosa más lógica, a cada huésped de honor se le lleva en una visita obligada a Yad Vashem () para hacerle comprender los sentimientos y la culpabilidad que de él se esperan.
Considerando que el mundo nos odia y nos persigue, nos creemos exentos de la necesidad de ser responsables de nuestros actos según su punto de vista. El aislamiento paranoico para informar al mundo de que sus leyes podían empujar a ciertos judíos a considerar a los no-judíos como sub-hombres, rivaliza de esta manera con el racismo de los nazis. Evron pone en guardia contra la tendencia a confundir la hostilidad de los árabes con el antisemitismo nazi : No se puede separar a la clase dirigente de un país de su propaganda política, pues ésta se presenta como una parte de su realidad. De esta forma, los gobiernos actúan en un mundo poblado de mitos y de monstruos que ellos mismos han creado (260).
Aunque existe en la creencia de millones de personas cuya buena fe es indiscutible, la confusión entre horno crematorio y cámara de gas, la existencia, en los campos de concentración hitlerianos de un número importante de hornos crematorios para intentar erradicar el contagio de las epidemias de tifus, no es un argumento suficiente. Existen hornos crematorios en todas las grandes ciudades, en París (en el cementerio del Père-Lachaise), en Londres y en todas las capitales importantes, y estas incineraciones no significan evidentemente una voluntad de exterminar a las poblaciones.
La puesta en escena del Museo de Dachau permitió engañar, no sólo a miles de
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niños a los que llevaron allí para enseñarles el dogma del holocausto, sino también a los adultos, como es el caso del Padre Morelli, dominico, que escribió en Terre de détresse (261): fijé mis ojos llenos de emoción sobre la siniestra ventanilla donde los verdugos nazis podían de forma similar ver retorcerse a los miserables gaseados.
No sólo fueron los antiguos deportados de Buchenwald o de Dachau los que se dejaron sugestionar por la leyenda tan cuidadosamente urdida. Un gran historiador francés, Michel de Boüard, Decano honorario de la Facultad de Caen, miembro del Instituto y antiguo deportado de Mauthausen, declaraba en 1986:
En la monografía sobre Mauthausen que realicé () en el 54, en dos ocasiones hablo de las cámaras de gas. El tiempo de reflexión transcurrido, me hacía repetir: ¿dónde he adquirido la convicción de que funcionaban cámaras de gas en Mauthausen? No fue durante mi estancia en el campo, puesto que ni yo ni nadie suponía que podía haberlas; es por tanto un bagaje que recibí después de la guerra, como algo admitido. Después señalé que en mi texto entonces basaba la mayor parte de mis afirmaciones en referencias no había nada relativo a las cámaras de gas (262).
Jean Gabriel Cohn-Bendit escribía: Luchemos pa ra que se destruyan las cámaras de gas que se enseñan a los turistas en los campos de concentración donde ahora se ha sabido que no las había en absoluto, bajo pena de que se nos vuelva a hacer creer más de lo que nosotros estamos seguros (263).
En la película que se proyectó en Nuremberg al Tribunal y a todos los acusados, la única cámara de gas que se presentó fue la de Dachau.
El 26 de agosto de 1960, el Sr. Broszat, en nombre del Instituto de Historia Contemporánea de Munich, de obediencia sionista, escribía en el Die Zeit (264): La cámara de gas de Dachau nunca fue terminada y jamás funcionó.
Desde el verano de 1973, un cartel, frente a las duchas, explica que: esta cámara de gas, camuflada como cuarto de duchas, no fue nunca puesta en servicio, añadiendo que los prisioneros condenados al gaseamiento fueron transportados al Este.
Pero la cámara de gas de Dachau fue la única que se presentó en fotografía a los acusados de Nuremberg, como uno de los lugares de exterminio masivo, y los acusados se lo creyeron, con excepción de Goering y de Streicher.
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4. El mito de una Tierra sin Pueblo para un Pueblo sin Tierra
No existe el pueblo
palestino Esto no es como si
nosotros hubiéramos venido a ponerles en la puerta de la calle
y apoderarnos de su país. Ellos no existen.
(Golda Meir. Declaración al Sunday Times el día 15 de junio de l969)
La ideología sionista descansa en un
postulado muy sencillo: está escrito en el Génesis (XV,
18): En aquel día hizo
Jehová un pacto con Abraham diciendo: a tu descendencia
daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el
río grande, el río Eúfrates.nosotros hubiéramos venido a ponerles en la puerta de la calle
y apoderarnos de su país. Ellos no existen.
(Golda Meir. Declaración al Sunday Times el día 15 de junio de l969)
A raíz de aquí, sin preguntarse en qué consiste la Alianza, a quién fue hecha la Promesa, o si la Elección era incondicional, los dirigentes sionistas, incluso los que son agnósticos o ateos, proclaman: Palestina nos ha sido dada porDios.
Las estadísticas, incluso las del gobierno israelí, ponen de manifiesto que sólo el 15 % de los israelíes son religiosos. Lo que no es óbice para que el 90 % del total afirme que esta tierra les ha sido dada por un Dios en quien no creen
La inmensa mayoría de los israelíes actuales no participa ni en la práctica ni la fe religiosas, y los diferentes partidos religiosos que juegan un papel decisivo en el Estado de Israel no representan más que a una ínfima minoría de ciudadanos.
Esta aparente paradoja la explica Nathan Weinstock en su libro: Le Sionisme contre Israë:
Si el oscurantismo rabÍnico triunfa en Israel, es porque la mÍstica sionista no tiene de coherente más que la referencia a la religión mosaica. Suprimid los conceptos de Pueblo elegido o de Tierra prometida y el fundamento del sionismo se hunde. Es así como los partidos religiosos fundamentan paradójicamente su fuerza en la complicidad de los sionistas agnósticos. La coherencia interna de la estructura sionista de Israel ha impuesto a sus dirigentes el refuerzo de la autoridad del clero. Es el partido Social-demócrata Mapai bajo los auspicios de Ben Gurión, quien ha inscrito la asignatura de religión obligatoria en el programa de las escuelas y no los partidos confesionales (265).
Este país existe como realización de una proesa hecha por el propio Dios. Sería ridículo pedirle cuentas sobre su legitimidad. Tal es el axioma de base formulado por la Sra. Golda Meir (266).
Esta tierra nos fue prometida y nosotros tenemos el derecho sobre ella, repite Beghin (267).
Si un pueblo posee la Biblia, si se considera perteneciente a ese pueblo de la Biblia, debe poseer igualmente las tierras bíblicas, las de los Jueces y de los Patriarcas, de Jerusalén, de Hebrón, de Jericó y aún de otros lugares (268).
Muy significativamente, Ben Gurión evoca el precedente americano donde, en efecto, durante un siglo, la frontera permaneció cambiante hasta llegar al Pacífico, en donde se proclamó el cierre de la frontera en función de los éxitos de la caza de indios para echarles y apoderarse de sus tierras.
Ben Gurión dice muy claramente: No se trata de mantener el statu-quo. Tenemos
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que crear un Estado dinámico, orientado hacia la expansión.
La práctica política responde a esta singular teoría: apoderarse de la tierra y expulsar a los habitantes, como lo hizo Josué, el sucesor de Moisés.
Menahem Beghin, el más profundamente imbuido de la tradición bíblica, proclamaba:
Eretz Israel será devuelta al pueblo de Israel. Toda entera y para siempre (269).
Así de entrada, el Estado de Israel se coloca por encima de cualquier Derecho Internacional.
Impuesto a la O.N.U. el 11 de mayo de 1949 por la voluntad de los Estados Unidos, el Estado de Israel fue admitido, pero con tres condiciones:
1- No tocar el Estatuto de Jerusalén.
2- Permitir a los Arabes palestinos regresar con ellos
3- Respetar las fronteras fijadas por la resolución de la partición.
Al hablar de esta Resolución de las Naciones Unidas sobre la partición, adoptada antes de su admisión, Ben Gurión declara:
El Estado de Israel considera que la Resolución de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947, es nula y sin valor (270).
Haciéndose eco de la tesis citada anteriormente del americano Albright, sobre el paralelismo entre las expansiones americana y sionista, el general Moshé Dayan escribe:
Coged la Declaración de Independencia americana. No contiene ninguna mención a los limites territoriales. Nosotros tampoco estamos obligados a fijar los limites del Estado (271).
La política se corresponde muy rigurosamente a esta ley de la selva: la partición de Palestina que se deriva de la resolución de las Naciones Unidas no fue respetada jamás.
Ya, la resolución de la división de Palestina, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas (formada en aquel entonces por una aplastante mayoría de Estados Occidentales) el 29 de noviembre de 1947, marca el propósito de Occidente sobre su bastión avanzado: en esta fecha los judíos constituían el 32 % de la población y poseían el 5,6 % del suelo: ellos recibieron el 56 % del territorio, con las tierras más fértiles. Estas decisiones se obtuvieron bajo la presión ejercida por los Estados Unidos.
El Presidente Truman ejerció una presión sin precedente sobre el Departamento de Estado. El Subsecretario de Estado Sumner Welles escribió: Por orden directa de la Casa Blanca los funcionarios americanos debían emplear las presiones directas o indirectas para asegurar la mayoría necesaria en la votación final (272).
El Ministro de Defensa de entonces, James Forrestal, confirma: Los métodos utilizados para ejercer presión, y para obligar a las demás naciones en el seno de las Naciones Unidas, rozaban el escándalo (273).
El poder de los monopolios privados fue movilizado:
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Dex Pearson, en el Chicago-Daily del 9 de febrero de 1948, precisa algunas matizaciones, entre otras que: Harvey Firestone, propietario de las plantaciones de caucho en Liberia, actuó cerca del Gobierno liberiano
Desde 1948, incluso las decisiones parciales han sido violadas.
Los árabes protestan contra tamaña injusticia y la rechazan, los dirigentes israelíes se aprovechan para apoderarse de nuevos territorios, en concreto de Jaffa y San Juan de Acre, pero en 1949 los sionistas controlan el 80 % del país y 770.000 palestinos habían sido expulsados de sus tierras.
El método empleado fue el del terror.
El ejemplo más clamoroso fue el de Deir Yassin: el 9 de abril de 1948, por un método idéntico al de los nazis en Oradour, los 254 habitantes de este pueblo (hombres, mujeres, niños, ancianos) fueron masacrados por las tropas del Irgún, cuyo jefe era Menahem Beghin.
En su libro, La Révolte : histoire de l'Irgoun, Beghin escribe que no hubiera sido posible el Estado de Israel sin la Victoria de Deir Yassin (274).
La Hagana realizaba ataques victoriosos en otros frentes Llenos de pánico, los árabes huían gritando: Deir Yassin (275).
Se consideraba como ausente a todo palestino que había abandonado su domicilio con anterioridad al 1· de agosto de 1948.
Fue así como los 2/3 de las tierras propiedad de los árabes (70.000 ha. sobre 110.000) fueron confiscadas. Cuando en 1953 se promulgó la ley de la propiedad de bienes raíces, la indemnización se fijó sobre el valor que tenía la tierra en 1950 pero, entre tanto, la libra israelí había perdido cinco veces su valor.
Además, desde el inicio de la inmigración judía, y dentro del peor estilo colonialista, las tierras se compraban a los propietarios feudales (los effendi) no residentes; pero los campesinos pobres, los fellahs, eran expulsados de la tierra que cultivaban, merced a estos arreglos, hechos sin contar con ellos entre sus amos antiguos y los nuevos ocupantes. Privados de sus tierras, no tenían otro remedio que huir.
Las Naciones Unidas habían designado a un mediador, el conde Folke Bernadotte. En su primer informe el conde Bernadotte escribe: Sería ofender a los principios elementales impedir a estas víctimas inocentes del conflicto volver a sus hogares, mientras que los inmigrantes judíos afluyen a Palestina y, además, amenazan, de forma constante, reemplazar a los refugiados árabes enraizados en esta tierra desde hace siglos. Describe el pillaje sionista a gran escala y la destrucción de aldeas sin intervención militar aparente.
Este informe (276) fue entregado el 16 de septiembre de 1948. El 17 de septiembre de 1948 el conde Bernardotte y su asistente francés, el coronel Serot, eran asesinados en la parte de Jerusalén ocupada por los sionistas (277).
Este no era el primer crimen sionista contra cualquiera que denunciara su impostura.
Lord Moyne, Secretario de Estado británico en el Cairo, declara, el 9 de junio de 1942,
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en la Cámara de los Lores, que los judíos no eran los descendientes de los antiguos Hebreos y que no tenían la reivindicación legítima sobre Tierra Santa. Partidario de moderar la inmigración en Palestina fue acusado entonces de ser un enemigo implacable de la independencia hebrea (278).
El 6 de noviembre de 1944, Lord Moyne caía abatido en El Cairo por dos miembros del grupo Stern (de Itzac Shamir).
Algunos años más tarde, el 2 de julio de 1975, el Evening Star de Auckland revelaba que los cuerpos de los dos asesinos ejecutados habían sido canjeados por 20 prisioneros árabes, para enterrarles en el Monumento de los Héroes en Jerusalén. El Gobierno británico deploró que Israel honrase a los asesinos y les considerase como héroes.
El 22 de julio de 1946, el ala del hotel Rey David, de Jerusalén, donde se hallaba instalado el Estado Mayor militar del Gobierno británico, explotaba, causando la muerte de alrededor de 100 personas: ingleses, árabes y judíos. Fue obra del Irgún, de Menahem Beghin, quien reivindicó el atentado.
El Estado de Israel vino a sustituir a los antiguos colonialistas y con sus mismos métodos: por ejemplo, la ayuda agrícola que permitía el riego fue distribuida de una forma discriminatoria, de tal suerte que los ocupantes judíos fueron sistemáticamente favorecidos: entre 1948 y 1969, la superficie de tierras de regadío pasó, para el sector judío, de 20.000 a 164.000 ha. y para el sector árabe de 800 a 4.100 ha. El sistema colonial fue así perpetuado e incluso agravado. El Dr. Rosenfeld, en su libro: Les Travailleurs arabes migrants, publicado por la Universidad Hebraica de Jerusalén en 1970, reconocía que la agricultura árabe era más próspera en el tiempo del mandato británico de lo que lo es hoy.
La segregación se manifiesta también en la política de vivienda. El Presidente de la Liga Israelí de los Derechos Humanos, el Dr. Israel Hahak, profesor en la Universidad Hebraica de Jerusalén, en su libro Le Racisme de l'Etat d'Israël (279) nos enseña que existen en Israel ciudades enteras (Carmel, Nazareth, Illith, Hatzor, Arad, Mitzphen-Ramen, y otras) donde la ley prohibe residir formalmente a los no judíos.
En el aspecto cultural reina el mismo espíritu colonialista.
El Ministro de Educación nacional, en 1970, propuso a los Institutos dos versiones diferentes de la oración al Yizkar. Una declara que los campos de la muerte habían sido construidos por el Goblerno diabólico nazi y la nación alemana de asesinos. La segunda evoca más globalmente a la nación alemana de asesinos A mbas contienen un párrafo pidiendo a Dios vengar ante nuestros ojos la sangre de las víctimas (280).
Esta cultura del odio racial ha dado sus frutos:
Después de Kahana, algunos soldados, cada vez más numerosos, imbuidos de la historia del Genocidio, imaginaron toda clase de escenarios para exterminar a los árabes, recuerda el oficial Ehud Praver, responsable del cuerpo de profesores del ejército. Es muy preocupante que el genocidio pueda de esta forma legitimar un racismo judío.
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Debemos en lo sucesivo saber que no es sólo indispensable tratar de la cuestión del genocidio, sino también de la ascensión del fascismo, de explicar la naturaleza y los peligros que entraña para la democracia. Según Praver demasiados soldados creen que el genocidio puede justificar cualquier acción deshonrosa (281)
El problema fue expuesto muy claramente con anterioridad incluso a la existencia del Estado de Israel. El Director del Fonds National Juif, Yossef Weitz, escribe ya en 1940:
Debe quedar claro para nosotros que no hay lugar para dos pueblos en este país. Si los árabes lo abandonan, nos bastará () No existe otro medio que el de desplazarles a todos; es necesario no dejar una sola aldea, una sola tribu Es preciso explicar a Roosevelt, y a todos los Jefes de Estado amigos, que la tierra de Israel no es demasiado pequeña si todos los árabes se marchan, y si las fronteras se ensanchan un poco hacia el norte, a lo largo del Litani, y hacia el este sobre los altos del Golán (282).
En el gran rotativo israelí Yediot Aharonoth del 14 de julio de 1972, Yoram Ben Porath recordaba con fuerza el objetivo a alcanzar: Es el deber de los dirigentes israelíes explicar clara y valientemente a la opinión un cierto número de hechos, que el tiempo hace olvidar. El primero de ellos es el hecho de que no hay sionismo, colonización, Estado Judío, sin la expulsión de los árabes y la expropiación de sus tierras.
Nos encontramos, aquí y ahora, en la lógica más rigurosa del sistema sionista: ¿cómo crear una mayoría judía en un país poblado por una comunidad árabe palestina autóctona?
El sionismo político ha aportado la única solución que deriva de su programa colonialista: crear una colonia de población expulsando a los palestinos y sustituyéndolos por la inmigración judía.
Arrojar a los palestinos y apropiarse de sus tierras ha sido una empresa deliberada y sistemática.
En la época de la Declaración Balfour, en 1917, los sionistas no poseían más que el 2,5 % de las tierras y en el momento de la decisión de la partición de Palestina, el 6,5 %. En 1982 tenían el 93 %.
Los procedimientos utilizados para despojar al nativo de su tierra son los del colonialismo más implacable, con un tinte racista aún más marcado en el caso del sionismo.
La primera etapa tuvo los caracteres de un colonialismo clásico: se trataba de explotar la mano de obra local. Era el método del barón Eduardo de Rothschild. Igual que en Argelia, aquel explotaba, en sus viñedos, la mano de obra barata de los fellahs, éste había extendido simplemente su campo de actuación a Palestina, explotando en sus viñedos a otros árabes igual que a los argelinos.
Un cambio se produjo, alrededor de 1905, cuando llegó, procedente de Rusia, una nueva ola de inmigrantes tras la masacre de la Revolución de 1905. En lugar de continuar la lucha en su sitio, al lado de los demás revolucionarios rusos, los desertores de la Revolución vencida importaron a Palestina un extraño socialismo sionista.
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Crearon cooperativas artesanales y Kibbutzs campesinos eliminando a los fellahs palestinos para crear una economía que se apoyaba en una clase obrera y agrícola judía. Del colonialismo clásico (del tipo inglés o francés) se pasó, de esta manera, a una colonia de población, en la lógica del sionismo político, que abarcaba a ese flujo de inmigrantes en favor de los cuales y contra nadie (como dice el profesor Klein) deberían ser reservadas la tierra y los empleos. Se trataba de reemplazar al pueblo palestino por otro pueblo, y, naturalmente, apoderarse de su tierra.
El punto de partida de la gran operación fue la creación, en 1901, del Fondo Nacional Judío que presentaba este original carácter con relación a los otros colonialismos: la tierra adquirida no puede ser revendida, ni tampoco arrendada, a los no judíos.
Otras dos leyes conciernen al Kéren Kayémet (283) y al Kéren Hayesod (284). Estas dos leyes, escribe el profesor Klein, han posibilitado la transformación de estas sociedades, a quienes se querían atribuir un cierto número de privilegios. Sin enumerar estos privilegios, introduce, como una simple observación el hecho de que las tierras propiedad del Fondo Nacional Judío son declaradas Tierras de Israel, y una ley fundamental ha venido a proclamar la inalienabilidad de estas tierras. Es una de las cuatro leyes fundamentales (elementos de una futura Constitución que no existe todavía, 50 años después de la creación de Israel) adoptadas en 1960. Es molesto que el sabio jurista, con su habitual cuidado de la precisión, no realice ningún comentario sobre la inalienabilidad. No da ni siquiera la definición: una tierra salvada (redención de la tierra) por el Fondo Nacional Judío , es una tierra que se convierte en judía: y no podrá jamás ser vendida a un no-judío, ni arrendada a un no-judío, ni siquiera trabajada por un no-judío.
¿Se puede negar el carácter de discriminación racista de esta Ley fundamental?
La política agraria de los dirigentes israelíes es la de un espolio metódico a los campesinos árabes. La Ordenanza de bienes raíces de 1943 sobre la expropiación por razones de interés público es una herencia del período del mandato británico. Esta Ley ha desviado su sentido al aplicarse de forma discriminatoria, por ejemplo cuando en 1962 expropiaron 500 ha. en Deir El-Arad, Nabel y Be'neh, el interés publico consistía en crear la ciudad de Carmel reservada en exclusiva para los judíos.
Otro procedimiento: la utilización de las Leyes de urgencia decretadas en 1945 por los ingleses contra los judíos y los árabes. La ley 124 otorga al Gobernador Militar, so pretexto, esta vez de seguridad, la posibilidad de suspender todos los derechos de los ciudadanos, incluidos sus desplazamientos: basta con que el ejército declare una zona prohibida por razones de seguridad del Estado, para que un árabe no pueda ir a sus tierras sin una autorización del Gobernador Militar. Si este permiso no se concede, la tierra se declara entonces baldía y es cuando el Ministerio de Agricultura puede tomar posesión de las tierras no cultivadas para garantizar su cultivo.
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Cuando los ingleses promulgaron en 1945 esta legislación ferozmente colonialista para luchar contra el terrorismo judío, el jurista Bernard (Dov) Joseph, protestando contra este sistema de carta cerrada con el sello real que exigía el encarcelamiento o el destierro de una persona lettre de cachet declaró: ¿Seremos todos sometidos al terror oficial? Ningún ciudadano está protegido contra una prisión perpetua sin juicio los poderes de la Administración de exilar a quien les plazca son ilimitados No hay necesidad de cometer ninguna infracción, una decisión tomada en una oficina bastará
El propio Bernard (Dov) Joseph, que llegó a ser Ministro de Justicia de Israel, aplicará estas Leyes contra los árabes.
J. Shapira, con respecto a estas mismas Leyes, en el mismo mitin de protesta del 7 de febrero de 1946, en Tel-Aviv (285) declaraba con más firmeza aún: El orden establecido por esta legislación no tiene precedentes en el mundo civilizado. Ni siquiera en la Alemania nazi existían leyes semejantes. El propio J. Shapira llegó a ser Procurador General del Estado de Israel, posteriormente Ministro de Justicia, y aplicó aquellas leyes contra los árabes. Pues para justificar el mantenimiento de estas Leyes de terror, el estado de urgencia jamás ha sido derogado, desde 1948, en el Estado de Israel.
Simón Peres escribía, en el periódico Davar el 25 de enero de 1972:
La utilización de la ley 125, sobre la que se basa el gobierno militar, es la continuación directa de la lucha por la implantación judía y de la inmigración judía.
La Ordenanza sobre el cultivo de las tierras yermas, de 1948 modificada en 1949, va en el mismo sentido, pero por una vía más directa: sin, tan siquiera, buscar el pretexto de utilidad pública o de la seguridad militar, el Ministro de Agricultura puede requisar cualquier tierra abandonada. Ahora bien el éxodo masivo de las poblaciones árabes bajo el terror, del genero de Deir Yassin en 1948, de Kafr Kassem el 29 de octubre de 1956, o de los progroms de la unidad 101 creada por Moshé Dayan, y durante mucho tiempo mandada por Ariel Sharon, ha liberado, con estos métodos, grandes territorios, abandonados por sus propietarios o trabajadores árabes y entregados a los ocupantes judíos.
El mecanismo para la desposesión de los fellahs se completa por la Ordenanza del 30 de junio de 1948, el Decreto-ley del 15 de noviembre de 1948 sobre las propiedades de los ausentes, la Ley relativa a las tierras de los ausentes (de 14 de marzo de 1950), la Ley sobre adquisición de tierras (de 13 de marzo de 1953) y toda una batería de medidas que tienden a legalizar el robo que obligaba a los árabes a abandonar sus tierras para instalarse en las colonias judías, como lo demuestra Nathan Weinstock en su libro Le Sionisme contre Israël.
Para borrar hasta el recuerdo de la existencia de una población agrícola palestina, y acreditar el mito del país desierto, las aldeas árabes fueron destruidas, con sus casas, sus cercados e incluso sus cementerios y sus tumbas. El profesor Israel Shahak facilitó, en 1975, distrito por distrito, la lista de 385 aldeas árabes destruidas,
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por las que pasaron los bulldozer, de las 475 existentes en 1948. Para convencer de que antes de Israel, Palestina era un desierto, cientos de aldeas han sido arrasadas por los bulldozer con sus casas, sus cercados, sus cementerios y sus tumbas (286).
Las colonias israelíes continúan implantándose, con un mayor impulso desde 1979 en Cisjordania, siguiendo siempre la más clásica tradición colonialista, es decir, con los colonos armados.
El resultado global es el siguiente: después de haber expulsado a un millón y medio de palestinos, la tierra judía como la llaman los del Fondo Nacional Judío, el 6,5 % en 1947, hoy representa más del 93 % de Palestina (de la que el 75 % es del Estado y el 14 % del Fondo Nacional).
El balance de esta operación fue anticipadamente señalado y (significativamente) resumido en el periódico de los Afrikaners del Africa del Sur, Die Transvaler, experto en materia de discriminación racial (apartheid): ¿Cuál es la diferencia entre la manera por la cual el pueblo israelí se esfuerza por quedarse entre la población no judía, y la de los Afrikaners para intentar quedarse donde están? (287)
El mismo sistema de segregación se manifiesta en el status personal tanto como en la apropiación de las tierras. La autonomía que quieren conceder a los palestinos los israelíes es el equivalente de las bantoustans para los negros en Africa del Sur.
Analizando las consecuencias de la Ley del retorno, Klein expone la siguiente cuestión: Si bien el pueblo judío supera ampliamente la población del Estado de Israel, se puede decir también que toda la población del Estado de Israel no es judía, puesto que el país cuenta con una importante minoría no judía esencialmente árabe y drusa. La cuestión que se suscita entonces es conocer en qué medida la existencia de una Ley del Retorno, que favorece a la inmigración de una parte de aquella población (definida por su pertenencia religiosa y étnica) no se puede considerar como discriminatoria (288).
El autor se pregunta en concreto si la Convención internacional sobre la eliminación de cualquier forma de discriminación racial (adoptada el 21 de diciembre de 1965 por la Asamblea General de las Naciones Unidas) no es de aplicación a la Ley del Retorno. Con una dialéctica que dejamos que el lector juzgue, el eminente jurista concluye con esta distinción sutil: En materia de no-discriminación una medida no debe estar dirigida contra un grupo concreto. La Ley del Retorno esta hecha en favor de los judíos que quieren establecerse en Israel, no está dirigida contra ningún grupo o nacionalidad. No veo en qué medida esta Ley sea discriminatoria (289).
Al lector que pudiera quedar desconcertado por este razonamiento audaz, que equivale a decir, según aquella célebre ocurrencia de que todos los ciudadanos son iguales pero unos son más iguales que otros, le ilustra perfectamente la situación creada por esta Ley del Retorno. Para los que de ella no se benefician se prevé una Ley de Nacionalidad (290); que concierne (artículo 3) a toda persona que, inmediatamente antes de la fundación del Estado, era un sujeto palestino, y que no puede llegar a ser considerado israelí en virtud del articulo 2· (el que se refiere a los judíos).
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A quienes se refiere este párrafo (y que son considerados como que no habían tenido nacionalidad con anterioridad, es decir como si fueran apátridas por herencia) deben probar (prueba documental, muy frecuentemente imposible porque los papeles han desaparecido en la guerra y el terror que acompañaron a la instauración del Estado sionista) que ellos habitaban en esta tierra de tal a tal fecha. Sin que sea posible, para convertirse en ciudadanos, la vía de la naturalización, exigiendo por ejemplo, un cierto conocimiento de la lengua hebrea. Después, si lo juzga útil, el Ministro del Interior concede (o deniega) la nacionalidad israelí. En resumen, en virtud de la Ley israelí, un judío de la Patagonia puede ser considerado ciudadano israelí desde el instante mismo en que ponga los pies en el aeropuerto de Tel-Aviv; un palestino, nacido en Palestina, de padres palestinos, puede ser considerado como un apátrida. ¡No existe en ella ninguna discriminación racial contra los palestinos; simplemente una medida a favor de los judíos!
Parece difícil rebatir la Resolución de la Asamblea General de la O.N.U., del 10 de noviembre de 1975 (291) que define al sionismo como una forma de racismo y de discriminación racial.
De hecho, los que se instalan en Israel son, en una ínfima minoría los que acuden para cumplir la promesa. La Ley del retorno ha influido poco. Es bueno que ello sea así pues, en todos los países del mundo los judíos han desempeñado un papel eminente en todos los campos de la cultura y las artes, y sería desconsolador que el sionismo lograra el objetivo que se han fijado los antisemitas: sacar a los judíos de sus respectivas Patrias para encerrarlos en un ghetto mundial. El ejemplo de los judíos franceses es significativo; tras los acuerdos de Evian de 1962 y la liberación de Argelia, de los 130.000 judíos que salieron de Argelia, tan sólo 20.000 fueron a Israel y 110.000 se quedaron en Francia. Este movimiento no era la consecuencia de una persecución antisemita pues la proporción de colonos franceses de Argelia que no eran judíos y tuvieron que abandonar Argelia fue la misma. Esta marcha tuvo por causa no el antisemitismo sino el colonialismo francés anterior y los judíos franceses de Argelia corrieron la misma suerte que los demás franceses argelinos.
En resumidas cuentas, la casi totalidad de los inmigrantes judíos en Israel han venido para escapar de las persecuciones antisemitas.
En 1880 había 25.000 judíos en Palestina en una población de 500.000 habitantes.
A partir de 1882 comenzaron las inmigraciones masivas a continuación de los grandes progroms de la Rusia zarista.
De 1882 a 1917 llegaron de esta forma 50.000 judíos a Palestina. Después vinieron, durante el período de entre guerras, los emigrantes polacos y los del Magreb para huir de las persecuciones.
Pero la masa más importante llegó de Alemania en razón del innoble antisemitismo de Hitler; cerca de 400.000 judíos llegaron así a Palestina antes de 1945.
En 1947, en la víspera de la creación del Estado de Israel, había 600.000 judíos
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en Palestina sobre una población total de 1.250.000 habitantes
Fue entonces cuando se inició el desarraigo metódico de los Palestinos. Antes de la Guerra de 1948, alrededor de 650.000 árabes habitaban en los territorios que iban a llegar a ser del Estado de Israel. En 1949 sólo quedaban de aquellos 160.000. Por causa de una alta tasa de natalidad sus descendientes eran 450.000 a finales de 1970. La liga de los Derechos Humanos de Israel revela que del 11 de junio de 1967 al 15 de noviembre de 1969, más de 20.000 casas árabes fueron dinamitadas en Israel y en Cisjordania.
Existían, en el censo británico del 31 de diciembre de 1922, 757.000 habitantes en Palestina, de los que 663.000 eran árabes (590.000 árabes musulmanes y 73.000 árabes cristianos) y 83.000 judíos (es decir: el 88 % de árabes y el 11 % de judíos). Es necesario recordar que este pretendido desierto era una zona exportadora de cereales y legumbres.
Ya en 1891, un sionista de primera hora, Asher Guinsberg, que escribía bajo el seudónimo de Ahad Ha 'am (Uno del pueblo) al visitar Palestina aportó el siguiente testimonio:
En el extranjero, estamos acostumbrados a pensar que Eretz-lsrael es hoy casi un desierto, un desierto sin cultivos, y que cualquiera que desee comprar tierras puede venir aquí y hacerse con las que le venga en gana. Pero en verdad no hay nada de eso. Es difícil encontrar campos no cultivados en toda la extensión del territorio. Los únicos campos no cultivados son los terrenos arenosos o de montañas pedregosas donde no crecen más que los árboles frutales, y esto, tras una dura labor y un gran trabajo de limpieza y recuperación (292).
En realidad, antes que los sionistas, los beduinos (de hecho los cerealistas) exportaban 30.000 toneladas de trigo al año; la superficie de huertos árabes se triplicó de 1921 a 1942, la de naranjales y otros agrios se multiplicaron por 7 entre 1922 y 1947, la producción se incrementó por 10 entre 1922 y 1938.
Para no detenernos más que en el ejemplo de los agrios, el InformePeel, presentado al Parlamento británico, por el Secretario de Estado de las Colonias, en julio de 1937, fundándose en el rápido incremento de los naranjales en Palestina, estimaba que, alrededor de 30 millones de cajas de naranjas de invierno era la cifra prevista en la que aumentaría el consumo mundial en los próximos diez años; los países productores y exportadores serían los siguientes:
Palestina: 15 millones
Estados Unidos: 7 millones
España: 5 millones
Otros países(Chipre, Egipto, Argelia, etc. ): 3 millones (293).
Según un estudio del Departamento de Estado Americano remitido el 20 de marzo a una Comisión del Congreso más de 200.000 israelíes están ahora instalados en los territorios ocupados (Golán y Jerusalén-Este incluidos). Constituyen aproximadamente el 13 % de la población total en estos territorios.
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Unos 90.000 de ellos residen en los 150 asentamientos de Cisjordania donde las autoridades israelíes disponen poco más o menos de la mitad de las tierras.
En Jerusalén-Este y en los arrabales árabes que dependen del municipio, prosigue el Departamento de Estado, casi 120.000 israelíes se han instalado en unos doce barrios En la franja de Gaza, donde el Estado hebreo ha confiscado el 30 % de un territorio ya de por sí superpoblado, 3.000 israelíes residen en una quincena de asentamientos. Sobre los Altos del Golán, hay 12.000 distribuidos en una treintena de localidades (294).
El diario Yedioth Aharonoth, el de mayor tirada de la prensa israelí, escribe:
Desde los años setenta, no ha existido nunca una aceleración semejante de la edificación en los territorios. Ariel Sharon (el Ministro de la Vivienda y de la Construcción), continúa Yedioth, está ocupado febrilmente en establecer nuevos asentamientos, desarrollar los ya existentes y preparar nuevos terrenos para edificar (295).
Recordemos que Ariel Sharon fue el General Comandante de la invasión del Líbano, el que armó a las milicias falangistas que ejecutaron los progroms en los campos de refugiados palestinos de Sabra y Chatila. Sharon cerró los ojos ante estas degollinas y fue cómplice, como lo reveló la propia comisión israelí encargada de investigar sobre las matanzas.
El mantenimiento de estas colonias judías en los territorios ocupados, su protección por el ejército israelí, y el armamento a los colonos (como antaño a los aventureros del Far West en América), hace ilusoria cualquier autonomía verdadera de los palestinos y hace imposible la paz mientras subsista la ocupación de hecho.
El esfuerzo principal de la implantación colonial se lleva a cabo en Jerusalén con el fin premeditado de hacer irreversible la decisión de anexión de la totalidad de Jerusalén, hecho que ha sido unánimemente condenado por las Naciones Unidas (¡incluidos los Estados Unidos!).
Las implantaciones coloniales en los territorios ocupados son una flagrante violación de las Leyes Internacionales y en concreto de la Convención de Ginebra del 12 de agosto de 1949, que en su artículo 49 dispone: la potencia ocupante no podrá proceder a transferir una parte de su propia población civil a los territorios ocupados por ella.
Ni el propio Hitler infringió este Ley Internacional: jamás instaló colonos civiles alemanes en tierras donde hubieran sido expulsados campesinos franceses.
El pretexto de la seguridad, como el del terrorismo de la Intifada, son de risa. Las cifras son, a este respecto, elocuentes:
1.116 palestinos han muerto desde el comienzo de la Intifada (la revuelta de las piedras), hasta el 9 de diciembre de 1987, por los disparos de los militares, de los policias o de los colonos. Fueron 626 en 1988 y 1989, 134 en 1990, 93 en 1991, 108 en 1992 y 155 desde el primero de enero al 11 de septiembre de 1993. Entre las víctimas figuran 233 niños menores de 17 años según un estudio realizado por Betselem, la Asociación Israelí de los Derechos Humanos.
Las fuentes militares cifran en casi 20.000 el número de palestinos heridos por
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las balas y la Oficina de las Naciones Unidas de Ayuda a los Refugiados de Palestina (U. N. R. W. A. ) en 90.000.
Treinta y tres soldados israelíes han muerto desde el 9 de diciembre de 1987, 4 en 1988, 4 en 1989, 1 en 1990, 2 en 1991, 11 en 1992 y 11 en 1993.
Cuarenta civiles, la mayor parte colonos, han muerto en los territorios ocupados, según una cifra facilitada por el ejército.
Según las organizaciones humanitarias, en 1993, 15.000 palestinos, estaban presos en las cárceles de la Administración penitenciaria y en los centros de detención del ejército.
Doce palestinos han muerto en las prisiones israelíes desde el comienzo de la Intifada, algunos de ellos en circunstancias que aún no han sido aclaradas, asegura Betselem. Esta organización humanitaria indica también que al menos 20.000 detenidos han sido torturados, cada año, en los centros de detención militar, en el curso de los interrogatorios (296).
Además de las violaciones del Derecho Internacional considerado como papel mojado; más aún, como escribe el profesor Israel Shahak: porque estas colonias, por su propia naturaleza, se inscriben en el sistema de expoliación, de discriminación y de apartheid (297).
He aquí el testimonio del profesor Shahak sobre la idolatría que representa reemplazar al Dios de Israel por el Estado de Israel.
Soy un judío que vivo en Israel. Me considero un ciudadano respetuoso con las leyes. He cumplido mi servicio militar cada año, aunque ya tenga más de cuarenta. ¡Pero no estoy consagrado al Estado de Israel o a ningún otro Estado u organización! Estoy apegado a mis ideales. Creo que es necesario decir la verdad, y hacer lo que sea preciso para salvaguardar la Justicia y la igualdad para todos. Estoy vinculado a la lengua y a la poesía hebreas y me gusta pensar que respeto modestamente algunos de los valores de nuestros antiguos Profetas.
Pero ¿profesar un culto al Estado? ¡me imagino a Amós o a Isaías si se les hubiera exigido consagrar un culto al Reino de Israel o de Judea!
Los judíos creen y repiten tres veces al día que un judío debe consagrarse a Dios y sólo a Dios: Amarás a Yavéh, tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas (Deuterononio VI, 5). Una pequeña minoría cree aún en ello. Pero me parece que la mayoría del pueblo ha perdido a su Dios, y le ha sustituido por un ídolo, exactamente como cuando adoraban tanto al becerro de oro en el desierto, al que ofrecieron todo su oro para erigirle una estatua. El nombre de su ídolo moderno es el Estado de Israel (298).
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III.- LA UTILIZACIÓN POLÍTICA DEL MITO
1. El Lobby en los Estados Unidos
El Primer Ministro de
Israel tiene mucha más influencia
sobre la política exterior de los Estados Unidos en el Oriente Medio
que la que tiene en su propio país.
(Paul Findley, The dare to speak out, p. 92)
sobre la política exterior de los Estados Unidos en el Oriente Medio
que la que tiene en su propio país.
(Paul Findley, The dare to speak out, p. 92)
¿Cómo mitos semejantes han podido suscitar creencias de tan difícil desarraigo entre millones de personas de buena fe?
Por la creación de todopoderosos lobbies capaces de influir en la actuación de las políticas y de condicionar a la opinión pública. Los modos de actuación se adecuan a los respectivos países.
En los Estados Unidos, donde viven 6 millones de judíos, el voto judío puede ser decisivo, pues la mayoría electoral (por causa del elevado número de abstenciones y la ausencia de proyectos globales diferentes entre los dos partidos) depende, a veces, de cosas baladíes y la victoria puede ser alcanzada con un pequeño margen.
Además, la volubilidad de la opinión que depende en gran medida del carisma del candidato o de la habilidad de sus intervenciones televisadas, está en función de los presupuestos de sus comités y de las posibilidades de su marketing político. En 1988, las elecciones americanas a los escaños del senado exigían un presupuesto publicitario de 500 millones de dólares (299).
El lobby más poderoso oficialmente acreditado en el Capitolio es el A. I. P. A. C. (American Israelí Affairs Commitee).
El poder de los sionistas en los Estados Unidos era tal ya en 1942 que en el Hotel Baltmore, de Nueva York, una Convención maximalista decidió que era necesario pasar del Hogar judío en Palestina (prometido por Balfour: la colonización lenta por adquisición de terrenos, bajo protectorado británico o americano) a la creación de un Estado judío soberano.
La hipocresía que caracteriza toda la historia del sionismo se expresa en las interpretaciones de lo que fue el resultado de los esfuerzos de Herzl: la Declaration Balfour
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(en 1917). La fórmula del hogar nacional judío está sacada del Congreso de Basilea. Lord Rothschild había preparado un proyecto de declaración que preconizaba el principio nacional del pueblo judío. La declaración final de Balfour no habla para nada de toda Palestina, sino solamente del establecimiento en Palestina de un Hogar nacional para el pueblo judío. De hecho todo el mundo decía hogar como si se tratara de un centro espiritual y cultural, y pensaba, en realidad en: Estado. Como el propio Herzl, Lloyd George escribió en su libro: The Truth about the Peace treaties: No debería existir ninguna duda sobre lo que los miembros del Gabinete tenían en aquella época en su cabeza Palestina llegaría a ser un Estado independiente. Es significativo que el General Smuts, miembro del Gabinete de guerra, declaraba en Johannesburg, el 3 de noviemhre de 1915: En el transcurso de las generaciones venideras, veréis levantarse allí (en Palestina) una vez más un gran Estado judío (300).
Ya el 26 de enero de 1919 Lord Curzon escribe: Mientras que Weizmann os decía algo, y vosotros pensabais en un hogar nacional judío, el tenía proyectaba algo completamente diferente. El contemplaba un Estado judío, y una población árabe sometida, gobernada por los judíos. Buscaba para realizar esto último la pantalla y la protección de la garantía británica.
Weizmann había explicado con toda claridad al Gobierno británico que el objetivo del sionismo era crear un Estado judío (con cuatro o cinco millones de judíos). Lloyd George y Balfour le aseguraron que utilizando el término hogar nacional, en la Declaración Balfour, entendíamos por ello un Estado judío.
El 14 de mayo de 1948, Ben Gurión proclamó en Tel-Aviv la independencia: El Estado judío en Palestina se llamará: Israel.
A pesar de la divergencia entre los que, como Ben Gurión, consideraban como un deber para cada judío en el mundo venir a vivir a este Estado y los que pensaban que la actuación de los judíos en los Estados Unidos era más importante, para el propio interés de Israel, esta última tendencia prevaleció: de los 35.000 americanos o canadienses que inmigraron a Israel, sólo se quedaron allí 5.400 (301).
El Estado de Israel fue admitido en las Naciones Unidas gracias a las presiones vergonzosas del lobby.
Eisenhower no quería enemistarse con los países petrolíferos árabes: una poderosa fuente de poderío estratégico y una de las mayores riquezas de la Historia del mundo, decía (302).
Truman acalló sus escrúpulos por razones electorales, lo mismo que sus sucesores.
Sobre el poder del lobby sionista y del voto judío, el Presidente Truman en persona había declarado en 1946, ante un grupo de diplomáticos: Lo siento, señores, pero debo ayudar a centenares de miles de personas que esperan el éxito del sionismo. No tengo a miles de árabes entre mis electores (303).
El antiguo Primer Ministro británico Clement Atlee aporta el siguiente testimonio: La política de los Estados Unidos en Palestina estaba modelada por el voto judío y por las subvenciones de varias grandes firmas judías (304).
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Eisenhover, de acuerdo con los soviéticos, había detenido la agresión israelí en 1956 (apoyada por los dirigentes ingleses y franceses) contra el Canal de Suez.
El Senador J. F. Kennedy no había mostrado ningún entusiasmo en este asunto.
En 1958, la Conferencia de Presidentes de Asociaciones Judías encargó a su Presidente Klutznik, contactar con Kennedy, posible candidato. Le dijo crudamente: Si dice lo que debe decir, puede contar conmigo. De lo contrario no seré yo el único que le vuelva la espalda.
Lo que debía decir, lo resume así Klutznik: la actitud de Eisenhower en el asunto de Suez era mala mientras que en el 48 Truman estaba en el buen camino Kennedy siguió este consejo en 1960, cuando fue designado por la convención demócrata como candidato. Después de sus declaraciones en Nueva York, ante las personalidades judías, recibió 500.000 dólares para su campaña, nombró a Klutznik como consejero, y contó con el 80 % del voto judío (305).
Durante su primer encuentro con Ben Gurión, en el hotel Waldorf Astoria de Nueva York, en la primavera de 1961, John F. Kennedy le dijo: Sé que he sido elegido gracias a los votos de los judíos americanos. Les debo mi elección. Dígame que debo hacer por el pueblo judío (306).
Tras Kennedy, Lyndon Johnson irá más lejos todavía. Un diplomático israelí escribe: Hemos perdido un gran amigo. Pero hemos encontrado a uno mejor Johnson es el mejor de los amigos que el Estado judío haya tenido en la Casa Blanca (307).
Johnson apoyó, en efecto, poderosamente la Guerra de los Seis Días en 1967. A continuación el 99 % de los judíos americanos defendieron al sionismo israelí. Ser judío hoy significa: estar unido a Israel (308).
La resolución 242 de las Naciones Unidas, en noviembre de 1967, exigió la evacuación de los territorios ocupados durante la Guerra. De Gaulle, después de esta agresión, solicitó el embargo de armamento con destino a Israel. El Parlamento americano lo aceptó. Pero Johnson, en diciembre, lo levantó y, por las presiones de la A. I. P. A. C., envió aviones Phantom hacia Israel (309).
Como consecuencia de aquello, Israel no criticó la guerra de Vietnam (310).
Cuando en 1979, Golda Meir visitó los Estados Unidos, Nixon la comparó con la Debora bíblica y la llenó de elogios sobre la prosperidad (el boom) de Israel (311).
El Plan Rogers que contenía lo esencial de la Resolución 262 de la O.N.U. fue rechazado por Golda Meir (312).
Nixon envió a Israel 45 Phantom de más y añadió de propina 80 bombarderos Skayhawk.
Nasser murió el 8 de septiembre de 1970 y Sadat ofreció firmar la paz con Israel. Moshé Dayan, Ministro de Defensa, la rechazó, a pesar del criterio del Ministro de Asuntos Exteriores Abba Eban.
Sadat, el 6 de octubre de 1973, lanzó entonces la ofensiva que recibió el nombre de Yom Kippur y destruyó la reputación de la Sra. Golda Meir que tuvo que dimitir el 10 de abril de 1974, igual que Moshé Dayan.
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Entretanto, el lobby judío del Capitolio obtuvo de Washington un gran éxito por el rearme acelerado de Israel: 2 billones de dólares, con el pretexto de combatir a un lobby árabe de la competencia (313).
El dinero de los bancos judíos de Wall Street se sumó a la ayuda gubernamental (314).
De las 21 personas que entregaron más de 100.000 dólares al Senador Hubert Humphrey,15 eran judías, al frente de ellos los jefes de la mafia judía de Hollywood como Lew Wasserman. En conjunto aportaron más del 30 % de los fondos electorales del Partido demócrata (315).
La A. I. P. A. C. se movilizó de nuevo y obtuvo en tres semanas, el 21 de mayo de 1975, la firma de 76 senadores pidiendo al Presidente Ford apoyar igual que ellos a Israel (316).
La senda de Jimmy Carter estaba trazada: en la Sinagoga de Elisabeth, en New Jersey, investido con la toga de terciopelo azul, proclamó:
Yo honro al mismo Dios que Uds. Nosotros (los baptistas) estudiamos la misma Biblia que Vds. Y concluyó: La supervivencia de Israel no depende de la política. Es un deber moral (317).
Era la época en la que Beghin y los partidos religiosos habían aupado en el poder a los laboristas en Israel: Beghin se consideraba más judío que israelí, escribe su biógrafo (318).
En noviembre de 1976, Nahum Goldman, Presidente del Congreso Mundial Judío, vino a Washington para ver al Presidente y a sus consejeros, Vance y Brzezinki. Dio a la Administración Carter el siguiente consejo, que no fue atendido: romper el lobby sionista en los Estados Unidos (319).
Goldman había dedicado su vida al sionismo y desempeñado un papel de primer orden en el lobby en la época de Truman, y hoy dice, que su propia creación, la Conferencia de Presidentes, era una fuerza destructiva y un gran obstáculo para la paz en Oriente Medio.
Beghin estaba en el poder y Goldman estaba decidido a minar su política, aunque fuera destruyendo su propio grupo de presión.
Seis años más tarde, Cyrus Vance, uno de los interlocutores de este encuentro, confirmó las palabras de Goldman: Goldman nos ha sugerido romper el lobby, pero el Presidente y el Secretario de Estado respondieron que no tenían poder para ello, y que por otra parte hubiera podido abrir la puerta al antisemitismo (320).
Beghin, compartiendo el poder con los laboristas, nombró a Moshé Dayán Ministro de Asuntos Exteriores en el lugar de Simon Peres. El Presidente de la Conferencia de los Presidentes Judíos de los Estados Unidos, Schindler, hizo aceptar este cambio en favor de los extremistas y subrayó el pragmatismo de Dayán. Beghin, durante un tiempo, no se preocupó apenas de los sionistas americanos, a quienes consideraba como los protectores de los laboristas.
Pero los hombres de negocios norteamericanos, constatando la influencia de los
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rabinos sobre Beghin y sobre todo la vinculación de aquel a la libre empresa (contrariamente a las intervenciones estatales de los laboristas), saludaron los acuerdos de Camp David (de septiembre de 1978). Sadat, firmando una paz separada con Israel, no tocaba a Cisjordania (Judea y Samaria, tierras bíblicas según Beghin) y no se quedaba más que con el Sinaí que, para Beghin, no era tierra bíblica (321).
En 1976, Carter había recogido el 68 % del voto judío; en 1980 no obtuvo más que el 45 %, ya que en el intervalo, vendió aviones F-15 a Egipto y los Awacs a Arabia Saudita, asegurándose de que jamás se utilizarían contra Israel puesto que el ejército americano los controlaba y los derribaría en ese caso.
Fue sin embargo vencido por Reagan en 1980, quien por el contrario, concedió 600 millones de dólares en créditos militares a Israel para los siguientes dos años.
Asegurado Beghin, después de Camp David, de no ser atacado por la espalda por Egipto, y confiando en el hecho de que los Awacs vendidos a Arabia Saudita estaban completamente bajo control norteamericano, pudo mostrar a los Americanos su poder para una guerra preventiva procediendo (como los japoneses en Pearl Harbour y los israelíes contra la aviación egipcia durante la Guerra de los Seis Días) a la destrucción, sin declaración de guerra, de la Central Nuclear iraquí de Ozirak, construida por los franceses. Beghin invocaba siempre el mismo mito sagrado:
No habrá jamás otro Holocausto (322).
Envalentonado por la debilidad de la protesta americana y temiendo un agravamiento de la situación en el Oriente Medio, Beghin, un mes más tarde, el 17 de julio de 1981, bombardeaba el Oeste de Beirut para destruir, según él, las bases de la O. L. P.
Reagan anunció entonces el proyecto de venta, por un importe de 8 billones y medio, de Awacs a Arabia Saudita, y otros misiles, siempre bajo la condición de que no amenazaran a Israel en absoluto pues el control americano sobre ellos era total.
Una mayoría en el Senado aceptó este buen negocio económico y el refuerzo de la presencia americana en el Golfo (los Saudíes se habían comprometido a no sobrevolar ni Siria, ni Jordania, y tampoco Israel) (323).
Beghin, obsesionado siempre por la visión del Gran Israel de la leyenda bíblica, continuó con la implantación de las colonias israelíes en Cisjordania (comenzada por los laboristas) que Carter había declarado como ilegales y contrarias a las Resoluciones 242 y 338 de las Naciones Unidas. Pero Reagan veía en Israel un medio para bloquear las intenciones de la Unión Soviética sobre el petróleo del golfo. En noviembre de 1981, Ariel Sharon, Ministro de la Guerra de Beghin, se entrevistó con su homólogo norteamericano Caspar Weinberger, y elaboró con él conjuntamente un plan de cooperación estratégica para disuadir cualquier amenaza soviética en la región (324).
El 14 de diciembre, Beghin se anexionó el Golán. Reagan protestó contra esta nueva violación de la resolución 242. Beghin se subleva: ¿Somos una república bananera? ¿un Estado vasallo del vuestro? (325).
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Al año siguiente Beghin invadió el Líbano. El General Haig, responsable del Departamento de Guerra, da luz verde a esta invasión, destinada a imponer un Gobierno cristiano en Beirut (326).
Pocos americanos criticaron esta invasión como pocos israelíes habían criticado la de Vietnam. Sin embargo las matanzas de Sabra y Chatila, ante los ojos de Sharon y de Eytan, y con su complicidad, y las imágenes que de ellas se dieron por la televisión, obligaron al lobby judío a romper el silencio.
El Vice-presidente del Congreso Judío Mundial, Hertzberg, y un buen número de rabinos, criticaron a Beghin, en octubre de 1982. Beghin reprochó al rabino Schindler, que había hecho esta crítica en televisión, de ser más americano que judío, y uno de sus adjuntos le denunció como traidor (327).
Un portavoz del A. I. P. A. C. explicó la estrategia de los que, como él, aprobaban la invasión:
Queremos reforzar nuestro apoyo a Israel hacia la derecha con las personas que no se preocupan de lo que pasa en la West Bank pero que miran a la Unión Soviética (328).
En esta ocasión los cristianos sionistas apoyaron la agresión israelí y su jefe Jerry Falwell, a quien Beghin denominaba el hombre que representa a 60 millones de cristianos americanos en un país donde no hay más que 6 millones de judíos recibió la más alta condecoración sionista: el premio Jabotinski por los servicios prestados a Israel, más de 100 millones de dólares del Estado de Israel y 140 millones de dólares de la Fundación Swaggert (329).
El poder financiero y, en consecuencia, político en un mundo donde todo se compra y se vende, resultó cada vez más determinante.
Desde 1948 los Estados Unidos han proporcionado a Israel 28 billones de dólares en ayuda económica y militar (330).
Los dirigentes israelíes podían concebir, en política exterior, las miras más ambiciosas de un Gran Israel. Un testimonio preciso nos lo proporciona un artículo de la revista Kivounim (Orientaciones) publicada en Jerusalén por la Organización Sionista Mundial sobre los planes estratégicos de Israel para la década de los 80:
Como cuerpo de poder centralizado, Egipto es ya un cadáver, sobre todo si se tiene en cuenta el enfrentamiento cada vez más duro entre musulmanes y cristianos. Su división en provincias geográficas distintas debe ser nuestro objetivo político para los años 80, en el Frente Occidental.
Una vez que Egipto se halle de esta manera desmembrado y privado de poder central, países como Libia, Sudán y otros más apartados, conocerán la misma disolución.
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La formación de un Estado copto en el Alto Egipto y la de pequeñas entidades regionales de mínima importancia, es la clave de un desarrollo histórico actualmente retrasado por el acuerdo de paz, pero ineluctable a largo plazo.
A pesar de las apariencias, el Frente Oeste presenta menos problemas que el del Este. La división del Libano en cinco provincias prefigura lo que ocurrirá en el conjunto del mundo árabe. El estallido de Siria e Irak en regiones concretas sobre la base de criterios étnicos o religiosos debe ser, a largo plazo, un objetivo prioritario para Israel, siendo la primera etapa la destrucción de la potencia militar de estos Estados.
Las estructuras étnicas de Siria la exponen a un desmantelamiento que podría acabar en la creación de un Estado Chiita a lo largo de la costa, de un Estado Sunita en la región de Alepo, de otro en Damasco, y de una entidad drusa que podría aspirar a constituir su propio Estado quizá sobre nuestro Golán en todo caso con el Houran y el norte de Jordania Un Estado así sería, a la larga, una garantía de paz y seguridad para la región. Este es un objetivo que está ya a nuestro alcance.
Rico en petróleo, y presa de luchas intestinas, Irak está en el punto de mira israelí. Su disolución sería para nosotros más importante que la de Siria, pues aquel representa, a corto plazo, la más seria amenaza para Israel (331).
Para la realización de este vasto programa, los dirigentes israelíes disponen de una ayuda americana sin restricciones. De los 507 aviones que tenían en la víspera de la invasión del Líbano, 457 procedían de los Estados Unidos gracias a las donaciones y préstamos concedidos por Washington. El lobby americano se encargaba de obtener los medios necesarios, aunque esto fuera bajo la presión del lobby sionista, contra los intereses nacionales.
Aún cuando los objetivos del plan Kivounim estaban demasiado alejados y el enfrentamiento era demasiado arriesgado, el lobby israelí lograba realizar la operación por los Estados Unidos. La Guerra contra Irak es un ejemplo elocuente.
Dos poderosos grupos de presión empujan a los Estados Unidos al desencadenamiento del conflicto.
1- El lobby judío porque la eliminación de Sadam Hussein apartaría la amenaza del país árabe más poderoso Los judíos americanos desempeñan en el sistema mediático del otro lado del Atlántico un papel esencial. El compromiso permanente entre el Presidente y el Congreso conduce a la Casa Blanca a tener en cuenta sus peticiones.
2- El lobby de los negocios que piensa que la guerra podría relanzar la economía. La Segunda Guerra Mundial, y los enormes pedidos que supuso para los Estados Unidos, ¿no fue la que puso fin a la crisis de 1929 de la cual no había realmente salido? la Guerra de Corea ¿no ha provocado un nuevo boom?
Bienvenida la guerra que trae la prosperidad a América (332).
Es difícil subestimar la influencia política de la American Israelí Public Affairs Committee (A. I. P. A. C.) Disponen de un presupuesto que se ha cuadruplicado desde 1982 a 1988(1.600.000 dólares en 1982; 6.900.000 dólares en 1988)(333).
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Los dirigentes sionistas no ocultan este papel de su lobby. Ben Gurión declaraba claramente: Cuando un judío, en A mérica o en Africa del Sur, habla a sus compañeros judíos de nuestro Gobierno, se refiere al Gobierno de Israel (334).
En el XXIII Congreso de la Organización Sionista Mundial precisó respecto a los deberes de un judío en el extranjero, que: la obligación colectiva de todas las organizaciones sionistas de las diversas naciones era la de ayudar al Estado judío en cualquier circunstancia de forma incondicional, incluso si una actitud semejante entra en contradicción con las autoridades de sus respectivas naciones (335).
Esta confusión del judaísmo como religión (tan respetable como cualquiera) con el sionismo político que comporta la fidelidad incondicional al Estado de Israel, sustituyéndolo por el Dios de Israel, no hace más que alimentar el antisemitismo.
El Departamento de Estado fue obligado a reaccionar. En una carta dirigida al Consejo Americano para el Judaísmo hecha pública por éste el 7 de mayo de 1864, el Secretario de Estado Talbot, refiriéndose a los principios mismos de la Constitución americana, con relación a los cuales las exigencias de los dirigentes sionistas constituían un desafío, recordaba que su país reconoce al Estado de Israel como Estado soberano, y la ciudadanía del Estado de Israel. No reconoce ninguna otra soberanía o ciudadanía a este respecto. No reconoce las relaciones político legales que se basen en una identificación religiosa de los ciudadanos americanos. No existe ninguna discriminación entre los ciudadanos americanos en lo que concierne a su religión. Por consiguiente, debería quedar claro que el Departamento de Estado no considera el concepto de pueblo judío como un concepto de Derecho Internacional (336).
Declaración puramente platónica por otra parte puesto que es evidente que el recordatorio jurídico no fue seguido en medida alguna contra el lobby.
El asunto Pollard nos proporciona un ejemplo.
En noviembre de 1985, un militante sionista americano Jonathan Pollard, analista del Estado Mayor de la Marina, fue detenido cuando se llevaba a su casa algunos documentos secretos. Interrogado por el F. B. I. reconoció haber recibido 50.000 dólares desde el comienzo de 1984 por enviar estos documentos a Israel.
El asunto Pollard no ha surgido de improviso, ex novo. Se inscribe en el sistema actual cada vez más malsano de las relaciones americano-israelíes caracterizadas por una excesiva dependencia, lo que favorece las actitudes imprudentes.
Esta situación se creó en 1981, cuando la Administración Reagan dio a Israel lo que fue interpretado como carta blanca a su aventurismo militar, bajo el pretexto de la autodefensa El primer resultado fue la invasión del Líbano.
Era previsible que semejante complacencia de Washington envalentonase la arrogancia de Jerusalén Es bien sabido que los lazos de estrecha dependencia segregan resentimiento y agresividad Por parte de Israel, este resentimiento adopta formas desconsideradas. El bombardeo de Túnez es una de ellas, y se podría decir que el asunto Pollard fue otra (337).
Desde hace decenios los judíos americanos se esfuerzan por convencer a la opinión
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pública americana que su apoyo incondicional a Israel no conlleva perjuicios a su lealtad con respecto a los Estados Unidos. Parece que ahora será difícil dar credibilidad a este respecto, y los que hablan de doble fidelidad no van a encontrar oídos complacientes (338).
No faltan los ejemplos en los que el lobby israelí-sionista pretende imponer a los Estados Unidos una actitud contraria a los intereses americanos pero útil para la política de Israel.
He aquí algunos de ellos:
El Presidente de la Comisión de Asuntos Exteriores del Senado, el senador Fullbright, decidió hacer comparecer a los principales dirigentes sionistas ante un Comité que sacara a la luz sus actividades subterráneas. Resumió los resultados de su investigación en una entrevista cara a la nación en la C. B. S. del 7 de octubre de 1973: Los israelíes controlan la política del Congreso y del Senado, y añadía: Nuestros compañeros del Senado, alrededor del 70 % de ellos, se pronuncian más bajo la presión de un lobby que sobre su propia visión de lo que consideran como principios de libertad y de Derecho.
En las siguientes elecciones Fullbright perdió su escaño de Senador.
Desde la investigación del Senador Fullbright, el lobby sionista no ha dejado de incrementar su influencia sobre la política americana. En su libro: They dare to speak out (Han osado hablar) publicado en 1985 por Lawrence Hill and Company, Paul Findley, que fue durante veintidós años Diputado en el Congreso de los Estados Unidos, describió el funcionamiento actual del lobby sionista y su poder. Esta verdadera sucursal del Gobierno israelí controla el Congreso y el Senado, la Presidencia de la República, el Departamento de Estado y el Pentágono, al igual que los medias, y ejerce su influencia tanto en las Universidades como en las Iglesias.
Las abundantes pruebas y ejemplos muestran como las exigencias de los israelíes se anteponen a los intereses de los Estados Unidos: el 3 de octubre de 1984, la Cámara de los Representantes, por una mayoría de más del 98 %, deroga cualquier limitación en los intercambios entre Israel y los Estados Unidos, a pesar del informe desfavorable del Ministerio de Comercio y de todos los sindicatos (339). Cada año sean cuales fueren las restricciones a todos los demás capítulos del presupuesto, los creditos para Israel se incrementan. El espionaje es tal que los dossiers más secretos están en manos del Gobierno de Israel. Adlaï Stevenson (antiguo candidato a la Presidencia de los Estados Unidos) escribió en el número de invierno 75-76 del Foreign Affairs: Prácticamente ninguna decisión que se refiera a Israel puede ser tomada o ni siquiera discutida, a nivel del Ejecutivo, sin que sea inmediatamente conocida por el Gobierno israelí (340). A pesar del rechazo del Secretario de Estado para la Defensa basado en la ley americana, de enviar a Israel, en plena agresión al Líbano, bombas rompedoras, arma dirigida contra los civiles, los israelíes las consiguieron de Reagan y se sirvieron de ellas en dos ocasiones para masacrar a la población de Beirut (341).
En 1973, el Almirante americano Thomas Moorer (Jefe del Estado Mayor del Ejército)
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atestigua: el Agregado Militar israelí en Washington, Mordecaï Gur (futuro Comandante en Jefe de las Fuerzas Israelíes) solicitó a los Estados Unidos aviones armados con un misil muy sofisticado (llamado: Maverick). El almirante Moorer recuerda que dijo a Gur: No puedo entregaros estos aviones. Tan sólo tenemos una escuadrilla. Hemos jurado ante el Congreso que tenemos necesidad de esos aviones. Gur me respondió: entregadnos los aviones. En cuanto al Congreso yo me encargo de eso. Fue así, añade el Almirante, como la única escuadrilla equipada con Mavericks se fue a Israel (342).
El 8 de junio de 1967, la Aviación y la Marina de guerra israelíes bombardearon el navío americano Liberty, equipado con detectores muy sofisticados, para impedir que descubriera sus planes de invasión del Golán. Treinta y cuatro marines murieron y ciento setenta y uno resultaron heridos. El navío fue sobrevolado durante 6 horas y bombardeado durante 70 minutos. El Gobierno israelí se excusó por este error y el asunto se archivó. Fue en 1980 cuando uno de los testigos presenciales, Ennes, Oficial de Puente en el Liberty, pudo restablecer la verdad, desmintiendo la versión oficial del error, confirmada por la Comisión de investigación de aquella época, presidida por el Almirante Isaac Kid. Ennes probó que el ataque fue deliberado y que se trató de un asesinato. El Almirante Thomas L. Moorer, mientras el libro de Ennes era silenciado por los esfuerzos del lobby sionista, explicó por qué este crimen había sido guardado en silencio: El Presidente Johnson temía las reacciones del electorado judío El Almirante añade: El pueblo americano se volvería loco si supiera lo que pasó (343).
En 1980, Adlaï Stevenson que había propuesto una enmienda solicitando una reducción del 10 % de la ayuda militar que se daba a Israel para exigir que no continuase instalando colonias en los territorios ocupados, recordaba que el 43 % de la ayuda americana iba destinada a Israel (con 3 millones de habitantes) para su rearme, en detrimento de los 3.000 millones de habitantes que pasan hambre en el mundo.
Adlaï Stevenson concluía: El Primer Ministro de Israel tiene mucha más influencia sobre la política extranjera de los Estados Unidos en el Oriente Medio de la que tiene en su propio país (344).
Los ejemplos abundan:
M. Rabin, que ha abandonado desde hace mucho tiempo la táctica de anexión de tierra querida por el partido laborista israelí desde 1967(duna tras duna, cabra tras cabra ) ha creído llegado el momento de acelerar la colonización y la judaización de la Ciudad, confiscando 53 hectáreas más en el sector de Jerusalén-Este (del que los judíos ya se han apropiado un tercio desde 1967, para su uso exclusivo) el objetivo era crear una situación tal que cuando tengan lugar las negociaciones previstas para 1996, no haya nada que negociar.
Esta nueva provocación suscitó encendidas protestas de los países árabes molestos entre otras cosas por la proposición del Senador Dole (el mismo que en 1990, llamaba a Israel niño mimado) de trasladar la Embajada de los Estados Unidos a Jerusalén.
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La Liga Arabe solicitó una reunión urgente del Consejo de Seguridad, al igual que lo hiciera Francia el 2 de mayo. A la salida de esta reunión, 14 de los 15 Estados miembros votaron una Resolución solicitando a Rabin retractarse de este proyecto de confiscación, y los EEUU decidieron entonces, por 30a vez desde 1972, hacer uso de su derecho de veto, para apoyar a Israel
Este aislamiento americano inquietó a algunos representantes del lobby en los Estados Unidos como al Sr. Thomas Friedman: La cuestión crucial no es la del Estatuto de Jerusalén que será de cualquier manera la capital de Israel es la de la credibilidad de los Estados Unidos como único mediador en el conflicto árabe-israelí y de la marcha de las negociaciones con los palestinos (345).
Después de la reunión anual de la A. I. P. A. C., a la cual había sido invitado, el Presidente Clinton ha subrayado el incremento de la ayuda militar de los Estados Unidos a Israel:
Los Estados Unidos han mantenido sus promesas: la potencia militar de Israel es hoy más eficaz que nunca. Hemos dado nuestra conformidad a la venta de los F-15 si, el mejor aparato del mundo de largo radio de acción. Hemos continuado la entrega, comenzada tras la Guerra del Golfo, de 200 aviones y helicópteros de combate. Nos hemos comprometido a participar, con una aportación de 350 millones de dólares en la fabricación del Arrow, que debe proteger a Israel de cualquier nuevo ataque con misiles. Le hemos entregado un sistema ultramoderno de lanzador múltiple de cohetes
Para aumentar su capacidad de alta tecnología le hemos provisto de super-ordenadores y les hemos dado acceso, algo sin precedente por parte de los Estados Unidos, al mercado americano de lanzamiento de artefactos al espacio.
Nuestra cooperación en materia de estrategia y de información no había sido nunca tan estrecha. Tenemos incluso, este año, maniobras conjuntas de gran envergadura, y tenemos prevista una expansión de nuestras instalaciones de depósito de material militar en Israel. El Pentágono ha suscrito contratos por más de3 millones de dólares para comprar material de alta tecnología por parte de compañías israelíes (346).
Cualquier medio es bueno para el lobby sionista: desde la presión financiera hasta el chantaje moral, pasando por el boycot de los medios de comunicación y de los editores, e incluso por las amenazas de muerte.
Paul Findley concluye: Cualquier crítica a la política de Israel debe atenerse a dolorosas e incesantes represalias e incluso a la pérdida de los medios de existencia por las presiones del lobby israelí. El Presidente le tiene miedo. El Congreso cede a todas sus exigencias. Las más prestigiosas Universidades vigilan en sus programas para eliminar todo lo que se le oponga: los gigantes de los medias y los jefes militares ceden a sus presiones (347).
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2. El Lobby en Francia
Existe en Francia un
poderoso lobby pro-israelí que ejerce
su influencia notable en los medios de información.
General de Gaulle
En Francia, el General de Gaulle ha sido el
único que se ha atrevido a declarar que existía en
Francia un poderoso lobby
pro-israelí que ejerce su notable influencia en los medios de
información. Esta afirmación causó
escándalo en aquel momento. Contiene sin embargo una parte de
verdad que es de actualidad permanente (348).su influencia notable en los medios de información.
General de Gaulle
Desde entonces no ha habido ningún candidato a la Presidencia de la República Francesa, sea cual fuere el partido al que pertenezca, desde Michel Rocard a Jacques Chirac, pasando por Mitterrand, que no haya ido a Israel para obtener la investidura mediática.
La potencia mediática del lobby, cuyo centro dirigente, hoy está constituido por la L. I. C.R.A. (Liga Internacional Contra el Racismo y el Antisemitismo) es tal que puede manipular a la opinión pública a su antojo: mientras que la población judía de Francia constituye alrededor de un 2 % del pueblo francés, el sionismo reina sobre la mayoría de los dirigentes políticos de los medias, en la televisión y en la radio, en la prensa escrita, tanto si se trata de diarios o semanarios, el cine, sobre todo con la invasión de Hollywood, e incluso las editoriales (a través de los comités de lectura donde pueden imponer el veto) están en sus manos, igual que la publicidad, que mantiene la financiación de los medias.
La prueba está en el alineamiento casi general de los medias, cuando se trata de invertir, a favor de Israel, el sentido de los acontecimientos: se llama terrorismo la violencia de los débiles y lucha contra el terrorismo la violencia de los fuertes.
Un judío inválido es arrojado por la borda del Achille Lauro por un renegado de la O.L.P. Esto es incuestionablemente un acto de terrorismo. Pero cuando, por represalia, un bombardeo israelí sobre Túnez causa 50 muertos, entre los cuales se encuentran muchos niños, esto se denomina: lucha contra el terrorismo y defensa de la ley y el orden.
Como bajo la batuta de un director de orquesta clandestino se escucha la misma música en todos los medias, tanto si se trata de atentados contra la Sinagoga de la calle Copérnico, o de las profanaciones del cementerio de Carpentras; de la invasión del Líbano o de la destrucción del Irak.
Puedo aportar mi testimonio personal: hasta 1982, tenía yo libre acceso a las mayores casas editoriales, a la televisión, a la radio, y la gran prensa.
Durante la invasión y las matanzas del Líbano, en el periódico Le Monde del 17 de junio de 1982, conseguí del Director Jacques Fauvet la publicación de una página entera, pagada, donde, con el Padre Michel Lelong y el Pastor Matthiot, poníamos en evidencia tras las matanzas del Líbano, el sentido de la agresión israelí.
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Demostrábamos que no se trataba de una bravuconada, sino de la lógica interna del sionismo político, sobre el cual se ha fundado el Estado de Israel.
Recibí, mediante cartas anónimas y por teléfono, nueve amenazas de muerte.
La L.I.C.R.A. procedió a incoar contra nosotros un proceso por antisemitismo y provocación a la discriminación racial
El abogado de Jacques Fauvet recuerda que no se puede confundir a la comunidad judía, y mucho menos aún su fe, con el Estado de Israel, cuyas violencias han sido denunciadas incluso por altas personalidades judías tales como Mendes France y Nahum Goldman.
Nuestra defensa, la del Padre Lelong, del Pastor Matthiot y la mía, se basaba en el propio texto publicado: recordamos que nuestras vidas se deben a la fe de los profetas judíos.
Pero el sionismo político ha reemplazado al Dios de Israel por el Estado de Israel.
Su comportamiento, en el Líbano y en Palestina, creando odiosas amalgamas, deshonra al judaísmo ante los ojos del mundo. Nuestra lucha contra el sionismo político es, pues, inseparable de nuestra lucha contra el antisemitismo.
Por mi parte, aporté, ante el Tribunal, los análisis de mi estudio La Palestine, terre des messages divins: el sionismo político, fundado por Théodor Herzl (y que fue condenado entonces por todos los rabinos del mundo como traición de la fe judía). Surge, no de la fe judía, sino del nacionalismo y del colonialismo europeo del siglo XIX.
Los últimos vestigios del colonialismo de población, tanto en Palestina como en Sudáfrica, tropiezan, por su racismo (oficialmente denunciado por la O.N.U.) con la resistencla de los nativos a la ocupación colonial.
Como en todo colonialismo y todo régimen de ocupación (nosotros lo vivimos en Francia bajo Hitler), la represión se llama mantenimiento del orden, y la resistencia terrorismo.
Al escuchar al abogado de la L. I. C.R.A. que intentaba describirme como un antisemita, me imaginaba, en Jerusalén, acompañado, en el Muro de las Lamentaciones, por el Ministro israelí Barzilaï, en 1967, y después en la casa de Nahum Goldman, en aquel entonces Presidente del Congreso Judío Mundial.
Yo me volvía a ver, en el campo de concentración, con mi amigo Bernard Lecache, fundador de la L. I. C. A. (que se transformaría posteriormente en L.I.C.R.A.), quien me ayudaba a preparar mis cursos para nuestros camaradas deportados como nosotros, sobre Los Profetas de Israel.
Veía de nuevo a aquel viejo militante comunista y ateo del Tarn, diciéndonos, después de una lectura de Amós por Bernard y mía: ¡Esto refuerza el valor!
El dominio casi pleno de los medias de América y de Francia por el sionismo israelí impone al mundo esta subversión del sentido: un diplomático israelí es agredido en Londres (la Sra. Thatcher en persona prueba en la Cámara de los Comunes
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que el autor del atentado no pertenece a la O.L.P.) es un acto de terrorismo. El Ejército israelí invade el Líbano y causa allí millares de muertos: la operación se llama ¡Paz en Galilea!
El primer día del año de 1989, escuchaba por la Televisión el balance de la revuelta de las piedras: 327 muertos entre los palestinos (la mayor parte de éllos niños lanzando guijarros) y 8 del lado israelita (la mayor parte soldados disparando sus balas). Ese mismo día un Ministro israelí declaró: la negociación sólo será posible cuando los palestinos renuncien a la violencia. ¿Estoy soñando? o más bien ¿esta anestesia del espíritu crítico es una pesadilla colectiva? ¡el triunfo de la sinrazón!
Ya, en 1969, el General de Gaulle denunciaba la excesiva influencia del lobby sionista en todos los medias: de la prensa a la televisión, del cine a las editoriales. Hoy esta excesiva influencia ha conseguido efectuar una inversión total del sentido común, llamando terrorismo a la resistencia artesanal de los débiles y lucha contra el terrorismo a la violencia infinitamente más mortífera de los fuertes.
Nosotros estábamos equivocados, el Padre Lelong, el pastor Matthiot y yo mismo, al denunciar la mentira de esta subversión del sentido común. El Tribunal Superior de Justicia de París por Sentencia del 24 de marzo de 1983 fallaba que considerando que se trata de la crítica lícita de la política de un Estado y de la ideología que le inspira y no de provocación racial desestima todas las demandas de la L.I.CR.A. y la condena en costas.
La L.I.C.R.A. se obstina y apela. El día 11 de enero de 1984, el Tribunal Superior de la Audiencia de París pronuncia su veredicto.
El Tribunal cita un párrafo de nuestro artículo donde acusábamos al Estado de Israel de racismo.
El Tribunal, considerando que la opinión emitida por los firmantes no concierne más que a la definición restrictiva de la judaicidad sostenida por la legislación israelí confirma el juicio atribuido en lo que concierne a la desestimación de las peticiones de la L.I.CR.A. e imponiendo a esta última expresa condena en costas.
La L.I.C.R.A. presenta recurso de casación. La Sentencia del Tribunal Supremo de 4 de noviembre de 1987 quita toda esperanza a los sionistas de deshonrarnos legalmente: el Tribunal rechaza el recurso y condena en costas a la parte recurrente.
La operación de asfixia continúa más allá de lo jurídico. El lobby sionista tiene recursos para ello. Si hubiéramos sido condenados hubiéramos aparecido en las primeras páginas de todos los periódicos para ponernos en la picota como antisemitas. Por el contrario, la condena de la L.I.C.R.A. por los Tribunales ha sido sistemáticamente silenciada: incluso por Le Monde, cuyo antiguo Director, Fauvet, estaba implicado con nosotros en éste combate, se ha contentado con un breve artículo descafeinado.
En cambio el bloqueo de mi esperanza se ha realizado magistralmente.
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Cuando apareció inserta la página de Le Monde sobre la lógica del colonialismo sionista había añadido dos líneas haciendo un llamamiento a los lectores a una suscripción popular para hacer frente a los gastos de la inserción. El anuncio costó cinco millones de centimos. Recibí siete, en centenares de pequeños cheques. Entre los donantes, casi un tercio eran de judíos, entre los cuales había dos rabinos.
Pero, a partir de entonces, comenzó la asfixia mediática: cortándome el acceso a la televisión y rehusando mis artículos. Hasta entonces había publicado cuarenta libros en todas las grandes casas editoriales, desde Gallimard a Seuil desde Plon a Grasset y Laffont. Habían sido traducidos a veintisiete idiomas. A partir de ese momento se me cerraron todas las puertas: a uno de mis mayores editores le dijeron en su Consejo de Administración: Si publicais un libro de Garaudy no volvereis a tener los derechos de traducción de obras americanas. Aceptarme hubiera supuesto hacer reventar su casa editorial. Otro de los grandes, para una obra diferente, dijo a su directora literaria que, apasionada por el libro, había trabajado durante tres meses para ponerlo a punto: No quiero a Garaudy en esta casa.
Esta es la historia del emparedamiento de un hombre.
Nuestras redes de resistencia a la sinrazón condenadas a la clandestinidad. Y yo mismo a la muerte literaria. Por el delito de la esperanza.
Este no es más que un ejemplo que puedo testimoniar personalmente sobre la inversión del sentido común por los sionistas.
Podríamos multiplicar los ejemplos, pero todos somos testigos cada día de ello: es el sentido mismo del crimen hitleriano contra la humanidad entera el que ha sido pervertido por la propaganda sionista, que reduce este crimen contra la humanidad a un vasto progrom en el que los judíos son sus únicas víctimas.
Consiste en intercalar en la Ley de Libertad de Prensa de 1881, un artículo 24 bis que dice:
Serán castigados con las penas previstas en el párrafo 6· del artículo 24, los que hubieran puesto en duda Ia existencia de uno o varios crimenes contra la humanidad tal como fueron definidos por el artículo 6 del Estatuto del Tribunal Militar Internacional incorporado al acuerdo de Londres del 8 de agosto de 1945 (349).
El informe del Sr. Asensi (diputado) precisaba (350): se os solicita crear una nueva incriminación referente al revisionismo.
Además, preconizaba ampliar las posibilidades dadas a las Asociaciones para ser parte civil en caso de infracción (351).
Desde su introducción, el relator definía el fin perseguido para: completar el
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arsenal represivo existente, tender a que la Ley penal desempeñe plenamente su papel de intimidación y represión (352).
El Tribunal de Nuremberg, ya lo hemos demostrado, merece, menos que ningún otro, poder sentar jurisprudencia.
Un año después, fue propuesta una enmienda, en vano, a la Ley, por el Sr. Toubon:
Se deroga el artículo 24 bis de la Ley de 29 de julio de 1881, sobre la Libertad de Prensa. Lo que anularía la represión propuesta por el Sr. Gayssot contra los historiadores revisionistas, y rehusaba poner la crítica histórica al mismo nivel que el racismo o la apología de Hitler.
He aquí cual era su argumento:
Cuando discutimos en 1990, sobre la base de una proposición de ley del grupo comunista, cuyo primer firmante era el Sr. Gayssot, rechacé y no era yo sólo el principio de aquel texto que consiste en fijar la verdad histórica por Ley en lugar de dejar que sea por la Historia.
Algunos objetan que si es la Historia la que hace la verdad no puede imponérsela la Ley. Algunas propuestas van demasiado lejos y no se puede permitir expresarlas. Pero esto es deslizarse insensiblemente hacia el delito político y hacia el delito de opinión.
El artículo 24 bis representa, desde mi punto de vista, un error muy grave político y jurídico. Constituye en realidad una Ley de circunstancias, y lo lamento mucho. Ha pasado un año. No hace ni un mes de los acontecimientos de Carpentras. No vamos a examinar un texto que la Conferencia de Presidentes había, lo recuerdo, inscrito en el orden del día, a toda prisa, cuarenta y ocho horas después de su entrada en la Cámara, y que fue discutido inmediatamente porque el Presidente de la Asamblea el Sr. Fabius había decidido personalmente su inclusión. Un año después, en frío, podemos, como lo acabo de hacer, examinar la validez de esta Ley, la validez de este delito de revisionismo previsto por el artículo 24 bis y concluir, con Simone Veil, que este delito es inoportuno (353).
Estará ciertamente, en adelante, prohibido a cualquier historiador poner en tela de juicio las conclusiones del Tribunal de Nuremberg cuyo Presidente americano había reconocido lealmente que se trataba del último acto de la Guerra y que no se atenía a las reglas jurídicas de los Tribunales ordinarios en materia de prueba ni de condena.
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* En primer lugar al referirse a Vichy como a un Estado francés, reconociéndole de esta forma una legitimidad.
* a continuación envileciendo al pueblo francés confundiéndole con los dirigentes claudicantes que servían al ocupante.
De esta manera se oficializaba la concepción sionista defendida por BernardHenri Lévy, en su libro: L'Idéologie française, donde escribe: Es toda la cultura francesa son nuestras más queridas tradiciones francesas las que, una por una, testimonian nuestra ancianidad en la abyección (354).
El corolario del asunto es que la ceremonia estaba presidida por el Gran Rabino de Francia, Sitruk, quien el día 8 de julio de 1990 declaraba en Israel, a Itzac Shamir: cada judío francés es un representante de Israel Estad seguro de que cada judío, en Francia es un defensor de lo que Vd. defiende (355).
Con tales propósitos, respecto a Shamir, que proponía su alianza con Hitler, tendría asignada mejor su plaza entre los penitentes que entre los presidentes.
Fue evidente que este envilecimiento del pueblo francés fuera saludado con entusiasmo por los dirigentes del C.R.I.F. (Consejo Representativo de las Instituciones judías en Francia) expresando su profunda satisfacción al ver reconocido finalmente, por la más alta Autoridad francesa, la continuidad del Estado francés entre 1940 y 1944.
La verguenza es que los dirigentes de todos los partidos franceses, en los órganos públicos, desde Le Figaro hasta L'Humanité hayan aprobado esta negación de Chirac. Es la negación de la tradición de unidad francesa y de la resistencia de todo un pueblo.
De Gaulle no consideró jamás a Vichy como un Estado. Hitler, decía, ha creado Vichy (356) y hablaba de los figurantes de Vichy (357).
He proclamado la ilegitimidad de un régimen que estaba a la entera discreción del enemigo (358). No existió un Gobierno propiamente francés (359).
Refiriéndose al acuerdo del 28 de marzo de 1940 con Inglaterra, por el que se excluía toda suspensión de Ejércitos separados (360), decía claramente: el organismo sito en Vichy, y que pretende llevar este nombre (Estado), es inconstitucional y sometido al invasor Este organismo no puede ser y no es en efecto más que un instrumento utilizado por los enemigos de Francia (361)
De Gaulle mantuvo esta actitud durante toda la Guerra. El 23 de septiembre de 1941, mediante el Decreto por el que creaba el Comité Nacional francés, proclamaba:
Vistos nuestros Decretos de 27 de octubre y 12 de noviembre de 1940, junto con nuestra Declaración Orgánica del 16 de noviembre de 1940;
Considerando que la situación resultante del estado de guerra continúa impidiendo toda reunión y cualquier expresión libre de la representación nacional;
Considerando que la Constitución y las Leyes de la República Francesa han sido y continúan siendo violadas sobre todo el territorio metropolitano y en el
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Imperio, tanto por la acción del enemigo como por la usurpación de las autoridades que colaboran con él;
Considerando que múltiples pruebas demuestran que la inmensa mayoría de la Nación francesa, lejos de aceptar un régimen impuesto por la violencia y la traición, ve en la Autoridad de la Francia Libre la expresión de sus sentimientos y su voluntad (362).
Desolidarizaba de esta forma al pueblo francés de la servidumbre de sus dirigentes.
La condena de Vichy, en la condena de sus dirigentes, desolidariza a Francia de una política que era de la renuncia nacional (363).
Al evocar el levantamiento del pueblo de París, escribe:
Nadie ignora, ni nuestros enemigos, ni nuestros amigos, que cuatro años de opresión no pudieron reducir el alma de la capital. Que la traición no era más que una escoria innoble en la superficie de un cuerpo que había permanecido sano, que las calles, las casas, las fábricas, los talleres, las oficinas, los obreros de París habían visto realizarse, al precio de fusilamientos, de torturas, de encarcelaciones los actos heroicos de la Resistencia (364).
Ni siquiera en los peores momentos, nuestro pueblo renunció jamás a sí mismo (365).
He aquí lo que Chirac, con unas pocas palabras, renegó para no perder el poder mediático de los dirigentes sionistas, y por ello mismo, el vasallaje con respecto a los Estados Unidos, presa del lobby sionista, que le hizo ya abandonar su oposición a Maastricht, ruina de Francia, y confirmar su sumisión a los dictados americanos del G.A.T.T. (rebautizado como Acuerdos lnternacionales sobre el Comercio) que destruirán las posibilidades de independencia y de renovación de Francia para el cambio radical de sus relaciones con el Tercer Mundo.
Hay coincidencias que, a fuerza de repetirse, acaban por llegar a tener un realce mayor. Ahora se sabe para que sirve un atentado antisemita en Europa y a quién beneficia el crimen: sirve para encubrir una masacre deliberada de poblaciones civiles palestinas o libanesas. Se puede constatar que estos atentados han precedido, seguido o coincidido con un baño de sangre en Beirut. Estas operaciones terroristas son montadas de tal manera y ejecutadas con tal perfección que han alcanzado directa o indirectamente el objetivo político perseguido: desviar la atención cada vez que la cuestión palestina adquiere un poco más de comprensión, incluso de simpatía. ¿No se trata de invertir sistemáticamente la situación para hacer de las víctimas verdugos y terroristas? Considerando a los palestinos como terroristas, se
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les expulsa de la Historia, y en consecuencia del derecho.
La matanza de la calle Rosiers, el 9 de agosto, ¿no precedió en algunas horas al diluvio de bombas que de todas clases se arrojaron sobre Beirut?
El asesinato de Bechir Gemayel ¿no fue seguido, dos horas más tarde, por la entrada en Beirut-oeste del Ejército israelí (lo que, al mismo tiempo, eclipsó la histórica visita de Yasser Arafat al Papa)?
La explosión del vehículo-bomba de la calle Cardinet, y el ametrallamiento, al día siguiente, delante de la sinagoga de Bruselas ¿no coincidieron con la matanza sin precedentes de los campos palestinos de Sabra y Chatila? (366).
Son precedentes históricos de los que deberíamos sacar lecciones: un esfuerzo sistemático para modelar a la opinión saturándola con una información de inspiración etnocéntrica, alimenta el antisemitismo.
En Berlín, el teatro, el periodismo, etc. era un asunto judío. El Berliner Tageblatt era el diario alemán más importante, y, tras él, el Vosiche Zeitung. El primero pertenecía a Mossé, el segundo a Ulstein, ambos judíos. El Director del Vorwartz, principal per1ódico social-demócrata, era judío. Cuando los alemanes acusaban a la prensa de ser judía, Judenpresse, era la pura verdad (367).
El más reciente ejemplo de este tipo de maniobras y su explotación mediática es el de Carpentras.
En mayo de 1990, en el cementerio judío de Carpentras, algunas tumbas fueron profanadas. El cadáver de uno de los muertos había sido empalado y llevado a otra tumba.
El Ministro del Interior, Pierre Joxe, declaraba de inmediato: No hay necesidad de investigación policial para saber quienes son los criminales, culpables de esta abominac1ón racista. Ahora bien, cinco años después, y a pesar del envío de decenas de investigadores, magistrados o policías, nadie puede hoy decir con certidumbre quienes son los culpables de esta infamia.
Todo lo que se sabe es que hubo una profanación del cementerio judío, que tuvo lugar un montaje, pues el cadáver del Sr. Germon, no había sido empalado como reconocieron los investigadores algunos días más tarde. Puede preguntarse ¿por qué?, ¿por quiénes?, ¿quién podía tener interés en este montaje para incrementar el horror del suceso y excitar con ello el odio de la opinión pública?
El método fue utilizado en Timisoara donde se sacaron de la morgue cadáveres para que las fotografías divulgadas por el mundo entero desencadenaran más indignación y odio contra las pretendidas matanzas masivas.
Jean Marie Domenach (antiguo Director de la revista Esprit) escribe en LeMonde el miércoles 31 de octubre de 1990 con el título Silencio sobre Carpentras: Hace ya casi seis meses que tuvo lugar la profanación del cementerio judío de Carpentras Seis meses más tarde no se sabe nada acerca de quienes son los criminales. Algo aún más inquietante: los medias escritos y visuales, que habían hecho de este abominable suceso un escándalo que lanzó a las calles a cientos de miles de manifestantes y empañó
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en el extranjero la reputación de Francia, no han intentado retomar el relevo de la investigación y se han callado. Ningún Parlamentario, ninguna autoridad moral o intelectual se atreve a interpelar al Gobierno. Carpentras parece haber entrado definitivamente en la leyenda negra de la Nación sin que se conozca a los culpables y sin que se sepa exactamente lo que ha pasado. Nadie puede, o no se atreve, decir todavía la verdad sobre Carpentras.
El extraño silencio sobre Carpentras, denunciado por Jean Marie Domenach, contrasta con el estrépito mediático de los primeros días. Durante la manifestación organizada el 24 de mayo de 1990, 80.000 personas según la policía, 200.000 según los organizadores, desfilaron por París. Las campanas de Notre Dame tañeron en su honor. En realidad, nadie sabía quienes eran los autores de la infamia de Carpentras. Entonces ¿Contra quién se manifestaban? Sólo la investigación habría podido decirlo y no lo había dicho.
Pero ¿a quién benefició ?
La cosa era evidente: la bandera de Israel se desplegaba en la cabeza de la manifestación.
Esta extraña Unión Nacional, en el curso de esta manifestación en la que Georges Marchais estrechaba ostensiblemente la mano de François Léotard, permitió lanzar un ataque global contra cualquiera que pusiera en duda los dogmas que colocan a Israel por encima de cualquier Ley Internacional. El gran rabino Sitruk, que pronunció la alocución definiendo el sentido de la manifestación, pudo gritar: No les dejaremos decir lo que quieran. Ni a los profesores "revisionistas" ni a los políticos irresponsables. Les daremos una lección (368).
La verdad sobre la profanación de Carpentras no ha sido aún establecida porque de todas las pistas sugeridas a los investigadores, una sola ha sido excluida, que no obstante parece la más verosímil.
¿Por qué guardaron silencio los que habrían podido ser los testigos más imprescindibles?
El portero de la sinagoga de Carpentras y tenedor de las llaves del cementerio, el Sr. Kouhana, que fue uno de los primeros en descubrir el cuerpo de Felix Germon, rehusó hablarnos: Incluso si Vd. hubiera sido el Comisario, he recibido la consigna de no decir nada. El Presidente del Consistorio le había prohibido manifestarse pues hubiera dicho cualquier cosa en la televisión justifica el doctor Freddy Haddad, también muy reticente a evocar la profanación, igual que el rabino Amar (369).
¿Por qué el rabino de Carpentras, a quien se le preguntaba si no se santificaría el lugar contestaba: ¡Esto, no es de mi incumbencia!, el Presidente del Consistorio: ¡Esto no tiene ninguna razón de ser! y el Alcalde: No me han preguntado nada (370).
¿Por qué ningún periódico francés ha recordado el precedente exactamente igual de una similar profanación que se había producido en el cementerio israelíta de Rishon Letzion, cerca de Tel-Aviv, durante la noche del 2 de marzo de 1984? El cuerpo de una mujer había sido desenterrado y arrojado fuera del cementerio judío.
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Acto bárbaro de antisemitismo proclamaron también las comunidades judías del mundo entero. Algunos días más tarde la policía israelí, tras las investigaciones, revelaba el verdadero sentido de esta abyección: el cadáver tan vergonzosamente tratado era el de la Sra. Teresa Engelowicz, esposa de un judío, pero de origen cristiano. Los integristas judíos consideraban su presencia en el cementerio judío como que mancillaba la pureza del lugar y el rabino de Rishon Letzion había reclamado ya su exhumación.
¿Por qué ningún periódico francés ha evocado este paralelismo? El Sr. Germon, cuyo cadáver fue también exhumado durante la noche y fue objeto del siniestro montaje del empalamiento, era, el también, culpable de haber contraído matrimonio con una cristiana y su cadáver fue llevado a una sepultura contigua, la de la Sra. Emma Ullma, culpable, a su vez, de haberse casado con un católico.
¿Por qué nadie ha recordado que Israel, para convencer que antes de Israel, Palestina era un desierto, cientos de aldeas han sido arrasadas con las máquinas bulldozer con sus casas, sus cercados, sus cementerios y sus tumbas? (371)
Al día siguiente de la Jornada de la democracia en la Universidad Hebrea de Jerusalén algunos estudiantes judíos formularon la verdadera cuestión:
¿Por qué no protestar cuando vosotros sabéis que la calle Agron de Jerusalén y el Hotel Hilton de Tel-Aviv fueron construidos sobre cementerios musulmanes destruidos? (372)
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3. El mito del milagro israelí: la financiación exterior de Israel
La fuerza del
puño judío proviene del guante de acero americano
que le recubre, y de los dólares que le acolchan.
(Yeshayahou Leibowitz, Judaïsme et Israël, p. 253)
En lo que respecta a las sumas entregadas
por Alemania al Estado de Israel, dejo la palabra a quien fue el
principal negociador del importe de las reparaciones, al Sr. Nahum
Goldman, quien ha relatado el detalle en su Autobiografía que
tan amigablemente me dedicó el 23 de abril de 1971, para
agradecerme las misiones que había cumplido, dos años
antes, acerca de Nasser, después de la Guerra de los Seis
Días.que le recubre, y de los dólares que le acolchan.
(Yeshayahou Leibowitz, Judaïsme et Israël, p. 253)
Al comienzo del año 1951, Israel entró por primera vez en escena dirigiendo a los cuatro Aliados dos notas en las que las reivindicaciones judías concernientes a las indemnizaciones por la nueva Alemania ascendían a la suma de un billón y medio de dólares de los cuales una mitad debería ser abonada por Alemania del Oeste y la otra por la Alemania del Este. Este total se basaba en el siguiente cálculo:
Israel había acogido a 500.000 judíos aproximadamente, y la reintegración económica de un fugitivo costaba alrededor de 3.000 dólares. Tras haber salvado a estas víctimas del nazismo, y tras haber asumido personalmente una enorme carga financiera, Israel se atribuía el derecho de imponer sus exigencias en nombre del pueblo judío aunque sin base legal, puesto que el Estado judío no existía durante el régimen nazi (373).
Fue en estas circunstancias cuando el Ministro israelí de Asuntos Exteriores se dirigió a mien el transcurso del verano de 1951 en mi condición de Presidente de la Jewish Agency para Palestina y me solicitó convocar una Conferencia a las grandes Organizaciones Judías de los Estados Unidos, de los países de la Commonwealth británica y de Francia, a fin de apoyar las reivindicaciones israelíes y encontrar un medio para hacerlas admitir (374).
Las negociaciones que contemplábamos deberían ser de una naturaleza muy particular. No tenían ningún fundamento jurídico (375).
Con mucho coraje y generosidad, el Canciller Federal había aceptado como base de discusión la suma de un billón de dólares pero yo sabía que un partido hostil a una suma tan gigantesca se había ya formado en el seno del Gobierno, entre los jefes de los partidos políticos en el mundo de la banca y de la industria. Me fue repetido desde diferentes lados que era inútil contar con sumas ni siquiera aproximadas.
En la primera fase de las negociaciones entre los alemanes y la delegación de la Claims Conference, se llegó a un acuerdo general respecto a las indemnizaciones y a la legislación que reglamentaría las perjuicios. Se remitió para una ulterior fase el problema de la reivindicación global que ascendía a la suma de 500 millones de marcos
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Tras largas conversaciones, esta parte de las entrevistas concluyó con el acuerdo de la delegación alemana que se comprometió a recomendarante el Gobierno una reivindicación israelí de 3 millones de marcos (un 25 % menos de lo que nosotros habíamos solicitado) (376).
Debí regresar de nuevo a Bonn el 3 de julio donde hice las siguientes concesiones el 10 % de 500 millones serían destinados a las víctimas no judías del nazismo y repartido por el propio Gobierno alemán (377).
los tratados deberían ser firmados el 10 de septiembre de 1952 en Luxemburgo, el Canciller representaría a Alemania, el Ministro de Asuntos Exteriores Moshé Sharett a Israel, y yo mismo a la Claims Conference (378).
Ias remesas alemanas han sido un factor decisivo en el desarrollo económico de Israel durante estos últimos años. No sé cual hubiera sido la suerte de Israel en algunos momentos críticos de su economía, si Alemania no hubiera cumplido sus compromisos Las vías férreas, los teléfonos, las instalaciones portuarias, los sistemas de riego, las ramas completas de la industria y de la agricultura no estarían en su estado actual sin las reparaciones alemanas. En fin, centenares de miles de víctimas judías del nazismo han recibido estos últimos años sumas importantes en base a la Ley de indemnización (379).
Cuando la mañana de mi llegada fui a la casa del Primer Ministro israelí David Ben Gurión, éste vino hacia mí con un aire solemne: tú y yo hemos tenido la suerte de vivir dos milagros, la creación del Estado de Israel y la firma del acuerdo con Alemania. Yo he sido responsable del primero y tu del segundo (380).
En otro de sus libros: The Jewish Paradox, Nahum Goldman no relata sólo sus negociaciones con Alemania, sino la manera con la que obtuvo también las reparaciones de Austria y del Canciller Raab. Le dijo al Canciller: ¡Ud. debe pagar las reparaciones a los judíos!
- -¡Pero si nosotros hemos sido víctimas de Alemania! dijo Raab.
A lo que respondió Goldman: En ese caso voy a alquilar la mayor sala cinematográfica de Viena, y, cada día, pasaré la película mostrando la entrada de las tropas alemanas y de Hitler, en Viena, en marzo de 1938.
Raab dijo entonces: ¡De acuerdo, tendréis vuestro dinero!
Era una suma por un importe de unos 30 millones de dólares. Un poco más tarde Goldman insistió: ¡Son necesarios 30 millones más!
- -Pero, dijo Raab, si estábamos de acuerdo en 30 millones.
-- ¡Ahora, debe dar más! dijo Goldman y los obtuvo. Volvió por tercera vez y obtuvo la misma suma.
Hubo otras dos fuentes de financiación de lo que algunos llamaron el milagro israelí en el plano económico, y también del gigantesco armamento (comprendido el nuclear) del Estado de Israel, que hace risible la imagen tan a menudo utilizada de un pequeño David con su honda enfrente del gigante Goliat. En las guerras actuales, la fuerza no se mide por la cantidad de soldados movilizados, sino por el equipamiento técnico del Ejército: el de Israel, gracias a los flujos financieros que
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han convergido para el país, dispone de una potencia infinitamente superior a la de todos los Estados árabes juntos.
Además de las reparaciones, Israel dispone de un aprovisionamiento prácticamente ilimitado, en armas y en dinero, procedente, esencialmente, de Estados Unidos, donde su lobby se ha mostrado particularmente eficaz; y también de las donaciones procedentes de la diáspora.
Pinhas Sapir, entonces Ministro de Hacienda de Israel, en Jerusalén, reveló, en 1967, en la Conferencia de los Multimillonarios Judíos (sic), que de 1949 a 1966, el Estado de Israel recibió 7 billones de dólares (381).
El Doctor Yaakov Herzog, Director General del Gabinete del Primer Ministro israelí, definió, de esta manera, el fin de estas reuniones: Examinar cómo atraer las más importantes inversiones a Israel, y vincular estrechamente la economia israelí con los poseedores de capitales judíos residentes en el extranjero, de tal suerte que tengan un sentimiento inmediato de responsabilidad y de participación... Ahora planificamos otra cosa: una especie de diálogo grandioso sobre la identificación de la Diáspora con Israel, en el marco de la lucha contra la asimilación por el extranjero.
La operación se ha revelado rentable, puesto que las Organizaciones judías americanas envían cada año, de media, un billón de dólares a Israel. (Estas contribuciones, consideradas como caritativas, son deducibles de la hoja de impuestos del donante, es decir que repercuten sobre el contribuyente americano, aunque ellas sirvan para respaldar el esfuerzo de guerra de Israel. Pero lo esencial llega, sin embargo, directamente del propio Estado americano, cuya ayuda se eleva a más de 3 billones de dólares al año.)
Casi la mitad de esta ayuda oficial consiste en donaciones y en préstamos que se olvidan muy deprisa El resto va añadirse a la deuda externa israelí, que tiene un crecimiento rápido, y actualmente se acerca a 20 billones de dólares es decir una media, sin precedente, de 5.000 dólares por cada habitante.
Lo esencial de esta ayuda anual lo constituyen las entregas de armamento, con las que el Congreso, cuidadoso en disimular el carácter espectacular y de evitar las críticas del público, ha previsto un modo especial de financiación en su Arm Export Control Act, de 1976.
Para medir el significado de estas cifras de financiación exterior, es necesario recordar que la ayuda del Plan Marshall, acordada de 1948 a 1954 para Europa Occidental, ascendió a 13 billones de dólares, es decir que el Estado de Israel ha recibido, para menos de 2 millones de habitantes, más de la mitad de lo que recibieron 200 millones de europeos. Es decir cien veces más, por cabeza, que los europeos.
Segundo elemento de comparación: la media de ayuda anual recibida por los países subdesarrollados durante el período 1951-1959 no ha superado los 3.164 billones de dólares mientras que Israel (en este periodo) con 1,7 millones de habitantes, recibía 400 millones, es decir que con menos de una milésima de la
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población subdesarrollada del globo, Israel recibió una décima parte del total. Dos millones de israelíes recibieron, por cabeza, cien veces más que 2 billones de habitantes del Tercer Mundo.
Siempre para hacer comparaciones claras: los 7 billones de dólares recibidos, en dieciocho años, como donativos, por Israel, representan más que el total de la renta nacional anual del trabajo del conjunto de países árabes vecinos (Egipto, Siria, Líbano, Jordania) que era, en 1965, de 6 billones.
Si sólo se tiene en cuenta la contribución americana uno se da cuenta que, de 1948 a 1967, los Estados Unidos han dado 435 dólares a cada israelí, y 36 dólares a cada árabe, o, en otras palabras, que se le ha atribuido al 2,5 % de la población el 30 % de la ayuda atribuida a los 97,5 % restantes (382).
Pero los métodos de financiación del Estado de Israel son todavía más ambiciosos: tienden a crear, a favor de este Estado, una red financiera mundial, por la que orientarían las inversiones (con ocasión, en 1967, de la primera Conferencia de Multimillonarios Judíos).
Una reciente tesis doctoral, presentada en la Universidad de París II, por Jacques Bendélac, y publicada bajo el título: Les Fonds extérieurs d'lsraël facilita sobre estos diferentes aspectos de las finanzas israelíes cifras precisas, tomadas de fuentes de toda solvencia (383).
El autor se refiere esencialmente al estudio de las relaciones entre las contribuciones de la Diáspora y la ayuda directa del Gobierno norteamericano.
Caracteriza de esta forma la evolución de estas relaciones: Si la Diáspora era hasta una fecha reciente (los años 70), el principal proveedor de capitales de Israel, la tendencia actual indica que la ayuda gubernamental americana (2 billones de dólares al año aproximadamente), rebasa ampliamente las contribuciones financieras de la Diáspora (alrededor de 900 millones de dólares por año).
Fue así como, para el ejercicio fiscal de 1980, fue autorizada la venta de un billón de dólares en armamento a beneficio de Israel. Pero, inmediatamente después de estas entregas, la mitad de dicha suma 500 millones, autorizados bajo la modalidad de préstamos era borrada y el resto iría a engrosar la deuda de Israel bilateral con el Gobierno norteamericano Una deuda para cuya amortización se beneficia de la demora de gracia para las de más de diez años. Además teniendo en cuenta la agravación constante de la situación económica de Israel desde 1973, estos reembolsos son ficticios, en la medida en que los reintegros son también compensados por una nueva ayuda anual creciente por parte de los Estados Unidos (384).
Ya, durante la agresión israelí de 1956 contra Egipto, la ayuda norteamericana en armamento era gigantesca; el sionista Michel Bar Zohar escribe: A partir del mes de junio, cantidades ingentes de armamento comenzaron a llegar a Israel, de conformidad con los términos de un pacto ultra-secreto, y estas entregas no eran conocidas ni por Washington ni por el Organismo anglo-franco-americano encargado de vigilar el
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equilibrio de fuerzas en el Oriente Medio, ni por el Quai d'Orsay, celosamente opuesto a una aproximación demasiado arriesgada con Israel, que comprometería lo que queda de los vínculos entre Francia y su clientela árabe (385).
Una segunda fuente de financiación está constituida por los Bonos del Estado de Israel, títulos en dólares, vendidos en el extranjero, pero cuyo reembolso e intereses son pagados en moneda israelí.
Estos bonos (cuyo 99,8 %, en 1951, fueron vendidos en los Estados Unidos, y todavía en 1978 un 80 %) han puesto a disposición de la economía israelí más de 5 billones de dólares (386).
Entre las donaciones y los bonos, el Estado sionista ha recibido, desde 1948 a 1982, casi 11 billones y medio de dólares (387).
Una eficacia semejante implica lo que el Sr. Bendélac llama la colusión entre el poder y el mundo de las finanzas en el movimiento sionista. Da de ello, en Francia, una ilustración sorprendente, el hecho de que en 1982:
Guy de Rothschild es Presidente del Fondo Social Judío Unificado y de la A. U.J.F.;
David es el Tesorero del F. S. J. U. y miembro francés del Consejo de Administración de la Agencia judía;
Alain ha sido Presidente del Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia y del Consistorio Israelíta Central.
Elie es Presidente del Comité ejecutivo del A.U.J.F.;
Edmond es el Presidente de la Organización Europea de los Bonos de Israel;
Finalmente Alix de Rothschild era Presidenta mundial de la Aliya de los Jóvenes (388).
Pero la dependencia es mayor aún con respecto al Gobierno norteamericano, sobre todo desde los años 70.
En el momento de la Guerra de los Seis Días, el déficit exterior alcanzaba los 700 millones de dólares, y rebasaba el billón de dólares al comienzo de los años setenta. El aporte financiero del judaísmo mundial no era suficiente para satisfacer las necesidades de capital de la economia israelí: fue preciso entonces hacer una llamada a la ayuda del Gobierno norteamericano, que otorgó en primer lugar créditos militares, antes de ampliar su ayuda al sector económico, tras la Guerra del Kippur. Este aporte de capitales del Gobierno norteamericano se tradujo en un incremento espectacular del endeudamiento exterior de Israel, que superaba los 20 billones de dólares en 1982. De esta forma, el deterioro de la ayuda financiera de la Diáspora, desde el comienzo de los años setenta, puede analizarse en relación con dos aspectos de la dependencia económica de Israel: la ayuda gubernamental americana y el peso de la deuda exterior (389).
Desde 1948, la ayuda del Gobierno norteamericano a Israel ha alcanzado casi los 18 billones de dólares, distribuidos, a partes iguales, entre préstamos y donaciones, siendo destinadas sus dos terceras partes a fines militares (390).
La aceleración de esta ayuda ha sido vertiginosa: en general inferior a 100 millones [129] de dólares hasta 1975, y de 2 billones de dólares hasta 1981. En enero de 1985 el Estado de Israel reclamó todavía 12 billones de dólares durante ocho años más.
Por lo que respecta a la deuda externa, pasó de 6 billones de dólares en 1973, a 10 billones en 1976, a 17 billones de dólares en enero de 1981, ¡lo que arroja una cita récord de 4 350 dólares por habitante!
La ayuda se incrementa con los contratos de mantenimiento, especialmente para la aviación (por ejemplo la Israel Aircraft Industries recibió contratos de fabricación de piezas para los F-4 y F-15).
Finalmente la ayuda económica conlleva facilidades concedidas a las exportaciones israelíes a los Estados Unidos, que se beneficia de tarifas preferenciales de país en vías de desarrollo mediante lo cual el 96 % de sus exportaciones (un billón de dólares) entran en los Estados Unidos libres de impuestos.
En resumen, una sola cifra es suficiente para definir el carácter del Estado sionista de Israel: el total de la ayuda oficial norteamericana que recibe, corresponde a más de 1000 dólares por habitante, es decir, como propina anadida a su renta nacional, más de tres veces la renta nacional bruta, por habitante, de Egipto y de la mayor parte de los países africanos.
El profesor Yeshayahou Leibowitz, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, que escribió un gran tratado sobre La Loi de Maïmonide (391) y que dirigió, durante veinte años, la composición de la Encyclopédie hébraique, en su libro: Israël et Judaïsme. Publicado en hebreo, en Jerusalén, en 1987(y traducido al francés, por las Editions Desclée de Brouwer en 1993, poco antes de su muerte), resume así, desde el punto de vista de un judío rabioso de su fe de sionista religioso que había vivido en Palestina desde 1934, su opinión sobre el sionismo político:
Nuestro sistema está podrido desde la base (392). Y ello por dos razones:
1·- La desgracia proviene de que todo se reduce al problema de la Nación y del Estado (393). Si el Estado y la Nación son considerados como un fin en sí mismos, entonces el judaísmo es rechazable puesto que lo más importante es el Estado de Israel (394).
El nacionalismo es la destrucción de la esencia del hombre (395). El Estado de Israel no es un Estado que posea un Ejército, sino un Ejército que posee un Estado (396).
2·- La dependencia de este Estado con relación a los Estados Unidos: Entre nosotros el hundimiento total se puede producir en una noche: como consecuencia de la estupidez total que hace depender toda nuestra existencia de la ayuda económica norteamericana (397).
Los americanos no están interesados más que por la idea de mantener aquí un Ejército de mercenarios americanos con el uniforme de Tsahal (398). La fuerza del puño judío proviene del guante de acero americano que le recubre, y de los dólares que lo acolchan (399).
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CONCLUSIÓN
A- Del buen uso de los mitos como etapas de la humanización del hombre
Todos los pueblos, incluso antes del descubrimiento de la escritura, han elaborado tradiciones orales, que descansan a veces en acontecimientos reales, pero que tienen el denominador común de dar una justificación a menudo poética de sus orígenes, de su organización social, de sus prácticas culturales, de las fuentes del poder de sus jefes o de los futuros proyectos de la comunidad.
Estos grandes mitos jalonan la epopeya de la humanización del hombre, expresando, por el relato de las proezas de un dios o de un ancestro legendario. Los grandes momentos del levantamiento del hombre que toma conciencia de sus poderes y de sus deberes, de su vocación a la superación de su condición presente, a través de imágenes concretas, nacidas de su experiencia o de sus esperanzas; proyecta un estado último de futuro donde se cumplirían todos sus sueños de felicidad y de salud.
Para no citar más que algunos ejemplos tomados de los diversos continentes, el Ramayana de la India nos da, a través del relato de las pruebas y las victorias de su héroe Rama y de su esposa Sita, la más elevada imagen del hombre y de la mujer, su sentido del honor, de la fidelidad a las exigencias de una vida sin tacha. El nombre mismo del héroe Rama es parecido al del Dios: Ram. La potencia del mito es tal, más allá del relato, que ha inspirado durante milenios la vida de los pueblos elevando una imagen grandiosa del hombre en el horizonte de su vida. Siglos después la versión de Valmiki, reuniendo por escrito las más bellas tradiciones orales, el poeta Tulsidas, en el siglo XV, volvió a escribir el Ramayana en función de una visión mística más profunda, el poema siempre inacabado de la ascensión humana, y cuando, al morir, Gandhi bendijo a su asesino, fue el nombre de Ram el último que salió de sus labios.
Se puede decir lo mismo del Mahabaratha, que culmina en el Bhagavad Gita, donde el príncipe Arjuna se plantea, en plena batalla de Kurukshetra, la cuestión última del sentido de la vida y de sus combates.
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En otra civilización, es decir en otra concepción de las relaciones del hombre con la naturaleza, con los otros hombres y con Dios, encontramos La Ilíada, cuyas tradiciones orales populares se atribuyen a un autor que les dio forma escrita: Homero (como Valmiki para el Ramayana). Este proyecta la imagen más elevada que se puede concebir del hombre, a través, por ejemplo, del personaje de Héctor al marchar predestinado hacia la muerte como un paso inexorable para la salud de su pueblo.
De igual forma el Prometeo de Esquilo llegará a ser, más de dos milenios después, en el siglo XX, con el Prometeo Desencadenado de Shelley, el símbolo eterno de la grandeza de las luchas liberadoras, como la llamada de Antígona a las leyes no escritas cuyo eco no ha cesado de retener en la cabeza y en el corazón de todos los que pretenden vivir por encima, más alto que las escrituras, los poderes y las leyes.
Desde las grandes epopeyas iniciáticas de Africa como las del Kaydara, con las que, al hacerlas pasar de la tradición oral a la obra escrita, Hampate Ba se ha convertido en el Homero o el Valmiki de Africa, hasta los autores anónimos del éxodo de las tribus Aztecas, o como Goethe en quien maduró, durante su vida entera, Fausto, el mito de todos los deseos del siglo XIX europeo, o como Dostoievski al describir, con su novela El idiota, bajo los rasgos del príncipe Muichkine, una nueva versión de la vida de Jesús, rompedor de todos los ídolos de la vida moderna, semejante a esta otra vida de Jesús a través de las aventuras de Don Quijote, el caballero Profeta, topando sin debilitarse con todas las Instituciones de un siglo que veía nacer el reino nuevo del dinero, donde una generosidad sin temor y sin reproche no podía conducir más que a la irrisión y al fracaso.
Estos no son más que algunos ejemplos de esta Leyenda de los siglos con los que sueña una vez más la utopía de los hombres.
Su conjunto constituye la verdadera historia santa de la humanidad, la Historia de la grandeza del hombre, afirmándose, incluso a través de sus tentativas frustradas, para superar las costumbres y los poderes.
Lo que se llama La Historia, está escrita por los vencedores, los amos de los imperios, los generales devastadores de la tierra de los hombres, los saqueadores financieros de las riquezas del mundo sometiendo el genio de los grandes inventores de la ciencia y de la técnica a su obra de dominación económica o militar.
De éstos, sus vestigios nos han quedado inscritos en los monumentos de piedra, en fortalezas, en los arcos de triunfo, en los palacios, en los escritos panegíricos, en sus imágenes cinceladas en la piedra, como en Karnak, franja dibujada de las ferocidades de Ramsés, o en las memorias apologéticas de los cronistas como Guibert de Nogent, cantor de las Cruzadas, o en las memorias de los rapaces de la dominación, como la Guerra de las Galias de Julio Cesar, o el Memorial de Santa Elena donde Napoleón se vanagloria, con la pluma complaciente de Las Cases, de las hazañas por las que dejó una Francia
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más pequeña que la que él había encontrado.
Esta Historia no desdeña, de paso, poner a su servicio los mitos, encadenándolos a su carro victorioso.
B- El mito disfrazado de historia y su utilización política
La lectura de este libro, Los mitos fundacionales del Estado de Israel no debe crear ninguna confusión, ni religiosa ni política.
La crítica de la interpretación sionista de la Thora, y de los libros histó ricos (especialmente los de Josué, Samuel y los Reyes) no implica, en absoluto una infravaloración de la Biblia y lo que ella ha revelado, incluso, sobre la epopeya de la humanización y la divinización del hombre. El sacrificio de Abraham es un modelo eterno de la superación por el hombre de sus morales provisorias y de sus frágiles lógicas en el nombre de valores incondicionales que los relativizan. Lo mismo que el Exodo ha quedado como el símbolo del desarraigo de todas las servidumbres, de la llamada irresistible de Dios a la libertad.
Lo que nosotros rechazamos, es la lectura sionista, tribal y nacionalista, de estos textos, reduciendo la idea gigante de la Alianza de Dios con el hombre, con todos los hombres, y su presencia en todos, y sacando de ello la idea más maléfica de la Historia de la humanidad: la del pueblo elegido por un Dios parcial y partidista (y en consecuencia un ídolo) que justifica por adelantado todas las dominaciones, las colonizaciones y las matanzas. Como si, en el mundo, no hubiera existido más Historia Sagrada que la de los Hebreos.
De mi demostración, de la que ningún eslabón ha sido aportado sin precisar la fuente, no se desprende para nada la idea de la destrucción del Estado de Israel sino simplemente su desacralización: esta tierra, más que ninguna otra, no fue nunca prometida sino conquistada, igual que Francia, Alemania o los Estados Unidos en función de las correlaciones de fuerzas históricas de cada siglo.
No se trata de rehacer indefinidamente la Historia a canonazos, sino simplemente exigir, para todos, la aplicación de una Ley Internacional que ponga fin a las relaciones de la ley de la selva.
En el caso particular del Oriente Próximo, se trataría simplemente de aplicar las decisiones de reparto adoptadas por la O.N.U. después de la Segunda Guerra Mundial y la resolución 242, que excluye a la vez la destrucción paulatina de las fronteras de los países vecinos y la captación de sus aguas, y la evacuación de los territorios ocupados. La implantación, en las zonas ilegalmente ocupadas, de colonias protegidas por el Ejercito israelí y el armamiento de los colonos. Es la perpetuación, de hecho, de una ocupación que hace imposible una verdadera paz y una cohabitación pacífica y duradera de dos pueblos iguales e independientes, paz que estaría simbolizada por el respeto mutuo, sin pretensión a una posesión exclusiva de Jerusalén, lugar de reencuentro de las tres religiones abrahámicas.
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Pero la explotación política, por una nación que ni siquiera existía cuando fueron cometidos los crímenes, las cifras arbitrariamente exageradas para intentar demostrar que el sufrimiento de unos no tenía parangón con el de todos los demás, y la sacralización (por el propio léxico religioso, el de holocausto) tiende a tratar de hacer olvidar genocidios más feroces.
Los mayores beneficiarios han sido los sionistas, teniéndose por las víctimas exclusivas; creando, a pasos agigantados, un Estado de Israel, y, a pesar de los 50 millones de muertos de esa guerra, haciéndose las víctimas casi únicas del hitlerismo, y colocándose, a partir de aquí, por encima de cualquier Ley para legalizar todas sus exacciones exteriores o interiores.
Mi propia abuela vio, con sus propios ojos, como miles de personas de buena fe, elevarse una Cruz de sangre hacia el cielo en la noche del 2 de agosto de 1914. Lo creyó hasta su muerte.
El presente libro no tiene más objeto que proporcionar a todos, los elementos que les permitan juzgar los daños de una mitología sionista que, sostenida incondicionalmente por los Estados Unidos, ha engendrado ya cinco guerras y constituye, por la influencia que ejerce su lobby sobre la potencia norteamericana y por ello, sobre la opinión mundial, una amenaza permanente para la unidad del mundo y de la paz.
C - Los falsarios y la historia crítica
Finalmente, he tratado de aportar, hasta la más mínima información, la fuente y la prueba de mis afirmaciones para separarme radicalmente de todos los falsarios destinados a arrojar descrédito sobre una religión o una comunidad, y de concitar contra ella el odio y la persecución.
El modelo de este género de infamia son Los Protocolos de los Sabios de Sión, de los que, en mi libro: Palestine, terre des messages divins, he demostrado
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ampliamente (400) los métodos policiales de fabricación basándome para ello en la irrefutable demostración que hizo Henri Rollin, en 1939, en L `Apocalypse de notre temps (401) que Hitler mandó destruir en 1940 porque aniquilaba uno de los instrumentos favoritos de la propaganda antijudía de los nazis (402).
Henri Rollin desenterró los dos plagios a partir de los cuales fueron fabricados los libelos por la policía del Ministro ruso del Interior, Von Plehve, a comienzos del siglo.
1·- Un panfleto escrito en Francia, en 1864, por Maurice Joly contra Napoleón III: Dialogue aux enfers entre Montesquieu et Machiavel, del que reproduce, párrafo por párrafo, todas las críticas dirigidas contra la dictadura del Emperador y que pueden ser aplicadas a cualquier política de dominación.
2·- Un ensayo dirigido, por un emigrado ruso, Ilya Tsion, contra el Ministro de Hacienda ruso, el conde de Witte, titulado: Où la dictadure de M. Witte conduit la Russie (1985) que, a su vez, era un plagio de los libelos dirigidos anteriormente, en 1789, contra el Sr. de Calonne, y que puede aplicarse a todas las vinculaciones de los Ministros de Hacienda con las Bancas Internacionales. En este caso concreto, era un ajuste de cuentas de Von Plehve contra Witte, a quien odiaba.
Daba así pie, a los sionistas y a los israelíes, para denunciar cualquier crítica de su política en el Oriente Próximo y de sus grupos de presión en el mundo, por asimilarles a este trabajo de falsificadores.
Es por lo que, con riesgo de sobrecargar y fatigar a un lector con demasiadas prisas para llegar a las conclusiones sin pasar por el trabajo, a menudo fastidioso de las pruebas, no hemos avanzado ninguna tesis sin dar sus fuentes.
A partir de su ideología racista, Hitler, desde sus primeras manifestaciones políticas, tomó a los judíos como blanco así como a los comunistas. Sus primeros pretextos, en la lucha contra los judíos, eran por otra parte contradictorios: de una parte pretendía que la Revolución comunista de Octubre era la obra de los judíos que amenazaba a Europa con instaurar en ella el comunismo, con la complicidad judía, y desarrollaba el tema del judeo-bolchevismo, como la encarnación del comunismo mundial y, al mismo tiempo, denunciaba a los judíos como la encarnación del capitalismo mundial.
El programa del Partido Nacionalsocialista proclamaba ya: un judío no puede ser un compatriota (403).
Excluyendo con ello de la Nación alemana a algunos de sus hijos más gloriosos en todos los campos de la cultura, de la música a la ciencia, con el pretexto de que eran de religión judía, y confundiendo adrede la religión y la raza.
A partir de esta monstruosa exclusión, que reniega del poeta Heine, y expulsaba
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al gigante Einstein, definía, desde 1919, en una carta del 16 de septiembre a su amigo Gemlich, lo que el llamaba ya su fin último (letzter Ziel) el alejamiento de los judíos. Este fin último permanecerá con él hasta su muerte, como la lucha contra el bolchevismo, en la que se estrellará.
Este alejamiento de los judíos, una de las constantes de su política, adoptará diversas formas según las vicisitudes de su carrera.
Desde su llegada al poder, el Ministro de Economía firmó con la Agencia Judía (sionista) el Acuerdo del 28 de agosto de 1933. Acuerdo que favorecía el traslado (Haavara en hebreo) de los judíos alemanes a Palestina (404).
Dos años más tarde, las Leyes de Nuremberg del 15 de septiembre de 1935, dieron valor legislativo a los artículos 4 y 5 del Programa del Partido, formulado en Munich el 24 de febrero de 1920, sobre la ciudadanía del Reich y la defensa de la sangre (igual que los Reyes Católicos de España lo habían hecho en el siglo XVI, bajo el pretexto de la limpieza de sangre contra los judíos y los moros), inspirándose el uno y los otros en el ejemplo de Esdrás y de Noemí en la Biblia. Estas Leyes permitían excluir a los judíos de los puestos administrativos del Estado y de los puestos rectores de la sociedad civil. Estas Leyes prohibían los matrimonios mixtos y otorgaban a los judíos el estatuto de extranjeros.
La discriminación iba pronto a llegar a ser más salvaje en 1938, con la Noche de los cristales rotos, a raíz de un pretexto.
El 7 de noviembre de 1938, el Consejero de la Embajada alemana en París Von Rath, era asesinado por un joven judío llamado Grynspan.
El suceso, orquestado por la prensa nazi, desencadenó, en la noche del 9 al 10 de noviembre, una verdadera caza al judío, el pillaje y el saqueo de sus comercios, la rotura de sus escaparates (de donde le viene el nombre de la noche de cristal)
El balance fue siniestro:
Pillaje y destrucción de 815 tiendas, 171 casas y 276 sinagogas, más otros 14 monumentos de la comunidad judía, detención de 20.000 judíos, 7 arios, 3 extranjeros, con 36 muertos y 36 heridos (405).
No se trataba de una reacción pasional del pueblo alemán, sino de un progrom organizado por el Partido nazi. Como testimonio el informe del Juez Supremo del Partido Nacionalsocialista, Walkter Buch, encargado de la investigación (406) que debía juzgar a los 174 miembros del Partido arrestados desde el 11 de noviembre por orden de Heydrich por haber organizado este progrom y haber participado en él.
Pero, entre los 174, no figuraban más que cuadros subalternos del Partido.
El Gobierno (con la excepción de Goebbels que aprobaba el crimen) y el propio Führer lo desaprobaron. Pero esto no excluye la hipótesis de directrices venidas desde lo alto. Tanto más cuanto que Goering promulgó pronto tres Decretos agravando la discriminación.
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- el primero afectaría a los judíos alemanes a los que se imponía una sanción colectiva de un billón de marcos (407).
- el segundo excluía a los judíos de la vida económica alemana (408).
- el último decidía que las compañías de seguros pagarían al Estado, no al interesado judío, el reembolso de los daños causados a aquel durante la Noche de Cristal (409).
La comparación de los pretextos y los métodos para acabar con los judíos en Alemania y con los árabes en Palestina es elocuente: en 1982 un atentado se cometía en Londres contra un diplomático israelí. Los dirigentes israelíes lo atribuyeron inmediatamente a la O.L.P. e invadieron el Líbano para destruir las bases de la O.L.P., causando 20.000 muertos. Beghin y Ariel Sharon, como en otros tiempos Goebbels, tuvieron su Noche de Cristal con un número muy superior de víctimas inocentes.
La diferencia está en el pretexto del desencadenante de la invasión del Líbano proyectada por los dirigentes israelíes desde hacía mucho tiempo. El 21 de mayo de 1948 Ben Gurión escribe en su Diario:
El talón de Aquiles de la coalición en su Diario árabe, es el Líbano. La supremacía musulmana en este país es artificial y puede fácilmente ser invertida; un Estado cristiano debe ser instaurado en este país. Su frontera sur sería el río Litani (410).
El 16 de junio, el General Moshé Dayan precisó el método:
Todo lo que nos falta por encontrar, es un oficial, aunque fuera un simple capitán. Sería preciso ganarle para nuestra causa, comprarle, para que aceptase declararse como el salvador de la población maronita. Entonces, el Ejército israelí entraría en el Líbano, ocuparía los territorios donde aquel establecería un régimen cristiano aliado de Israel, y todo marcharía sobre ruedas. El territorio del sur del Líbano sería totalmente anexionado a Israel (411).
Lo que hace aún más odioso el crimen del Líbano, desde su principio mismo (dejando aparte las matanzas perpetradas ante los ojos de Sharon, y preparadas gracias a él) es el pretexto mismo que no pudo ser imputado a la O.L.P.
La Sra. Thatcher aportó ante la Cámara de los Comunes la prueba de que este crimen fue obra de un enemigo declarado de la O.L.P. Poco después de la detención de los criminales y en vista de la investigación policial, declaró: Sobre la lista de personalidades a abatir, encontrada a los autores del atentado, figuraba el nombre del responsable de la O.L.P. en Londres Esto prueba que los asesinos no tenían, como lo ha pretendido Israel, el apoyo de la O.L.P No creo que el ataque israelí sobre el Líbano sea una acción de represalia derivada de este atentado: los israelíes han encontrado en él un pretexto para reabrir las hostilidades (412).
La situación de los judíos, tras la Noche de Cristal, era cada vez más dramática. Las democracias occidentales reunieron la Conferencia de Evian en 1938, a la que acudieron 33 países (la U.R.S.S. y Checoslovaquia no estuvieron representadas; Hungría, Rumania, Polonia no enviaron más que observadores para preguntar como se podrían deshacer de sus propios judíos).
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El Presidente Roosevelt dio un ejemplo de egoísmo diciendo, en la Conferencia de prensa de Warm Springs que no estaba prevista ninguna revisión ni aumento de las quotas de inmigración a los Estados Unidos (413).
En Evian ninguno se preocupó más que de tomar a su cargo a los perseguidos, ni siquiera de preocuparse seriamente por su suerte (414).
En marzo de 1943, Goebbels, podía aun ironizar:
¿Cuál será la solución de la cuestión judía? ¿Se creará un día un Estado Judío en un territorio cualquiera? Lo sabremos más adelante. Pero es curioso constatar que los países cuya opinión pública se decanta a favor de los judíos rehusan siempre el acogerles (415).
Tras la derrota de Polonia, se intentó otra solución provisional de la cuestión judía: el 21 de septiembre, Heydrich, haciendo alusión al objetivo final (Endziel) ordenó a los Jefes de Seguridad crear, en la nueva frontera de la URSS, una especia de reserva judía (416).
La derrota de Francia abrió a los nazis nuevas perspectivas. Podrían utilizar el imperio colonial francés, y de este modo desde el armisticio de junio de 1940 se lanzó la idea de una expulsión de todos los judíos a Madagascar.
A partir del mes de mayo de 1940, Himmler, en una nota denominada: Algunas reflexiones sobre el tratamiento de las personas extranjeras en el Este escribe: Espero que la noción de judío quede definitivamente borrada mediante la evacuación de todos los judíos hacia Africa o hacia una colonia (417).
El 24 de junio de 1940 Heydrich escribía al Ministro de Asuntos Exteriores, Ribbentrop, en el que le dejaba entrever una solución final territorial (eine territoriale Endlösung) del problema judío (418).
Desde entonces se elaboró técnicamente el proyecto de Madagascar: el 3 de julio de 1940, Franz Rademacher, responsable de los Asuntos Judíos en el Ministerio de Asuntos Exteriores, elaboró un informe diciendo:
La inminente victoria proporciona a Alemania la posibilidad y, desde mi punto de vista, el deber igualmente, de resolver la cuestión judía en Europa. La solución deseable es: Todos los judíos fuera de Europa (Alle Juden aus Europa).
El Referat D III propone como solución de la cuestión judía: en el tratado de paz, Francia debe dejar la Isla de Madagascar disponible para solucionar la cuestión judía y debe transferir e indemnizar a los 25.000 franceses que allí residen. La Isla pasará a estar bajo mandato alemán (419).
El 25 de julio de 1940, Hans Frank, Gobernador de Polonia, confirmó que el Führer estaba de acuerdo con esta evacuación pero que los transportes por mar de esta envergadura no eran realizables mientras la marina británica tuviese las llaves del mar (420).
Era necesario encontrar una solución provisional de alojamiento.
Así se dice en el atestado:
Fue el Reichsführer de las SS y Jefe de la Policia alemana, quien sería el responsable
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del conjunto de medidas necesarias para la solución final (Endlösung der Judensfrage) sin tener en cuenta los límites geográficos (421).
La cuestión judía se colocaba desde entonces en la Escala de Europa, ocupada por los nazis.
El proyecto de Madagascar quedó provisionalmente aplazado, la guerra contra la Unión Soviética nos ha permitido disponer de nuevos territorios para la solución final (für die Endlösung). En consecuencia el Führer ha decidido expulsar a los judíos no a Madagascar sino hacia el Este (422).
El Führer había declarado el 2 de enero de 1942: El judío debe abandonar Europa. Lo mejor es que ellos se vayan a Rusia (423).
Con el repliegue de los Ejércitos alemanes bajo la presión del Ejército soviético, la solución de la cuestión judía reclamó un despiadado rigor (424).
En mayo de 1944, Hitler ordenó utilizar a 200.000 judíos vigilados por 10.000 guardianes de las SS para trabajar en las fábricas de armamento o en los campos de concentración en condiciones tan horribles que las epidemias de tifus hicieron decenas de miles de víctimas, exigiendo la multiplicación de los hornos crematorios.
Después, los deportados, fueron enviados por caminos que ellos mismos debían construir en condiciones de agotamiento y de hambre de tal suerte que la mayoría de ellos, por docenas de miles, sucumbieron.
Así fue el martirio de los deportados judíos y eslavos y la ferocidad de los amos hitlerianos tratándoles como esclavos a quienes no tenían la validez humana de trabajadores útiles.
Estos crímenes no pueden ser subestimados, como tampoco los sufrimientos inefables de las víctimas. Es por lo que no es en absoluto necesario añadir a este horrible cuadro los fulgores de incendios tomados del Infierno de Dante, ni tampoco aportar la caución teológica y sacral del Holocausto, para darse cuenta de esta inhumanidad.
La Historia menos enfática es, por sí misma, más acusadora que el mito.
Y sobre todo no reduce la magnitud de un verdadero crimen contra la humanidad, que costó 50 millones de muertos, a la simple dimensión de un progrom con respecto a una sola categoría de víctimas inocentes, mientras que millones morían con las armas en la mano para hacer frente a esta barbarie.
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Un gran trabajo queda por hacer con la condición de que no se confunda el mito con la Historia, y de no pretender sacar las conclusiones antes de la investigación, como un cierto terrorismo intelectual ha pretendido imponer hasta el momento presente: la canonización de los textos de Nuremberg se ha revelado muy frágil.
La Historia, aún más que las ciencias, no puede partir de un a priori intocable.
Nuremberg había proclamado cifras de las que las más importantes se han revelado falsas: los 4 millones de muertos de Auschwitz han sido reducidos a algo más de un millón, e incluso las autoridades han debido aceptar esta revisión y cambiar las placas conmemorativas del crimen.
El dogma de los 6 millones, que ya había sido puesto en tela de juicio por los defensores más intransigentes del genocidio como Reitlinger, que apuntaba en su libro: La Solution finale, a 4 millones y medio, ha sido desechado por toda la comunidad científica, aunque pueda quedar un tema de propaganda mediática con respecto a la opinión y a los escolares.
No se trata, mostrando la vanidad de estos a priori aritméticos, de entregarse a una verificación contable que sería macabra. Se trata de demostrar más bien que la voluntad deliberada de perpetuar una mentira conduce a una falsificación sistemática y arbitraria de la Historia.
Fue preciso, para hacer el martirio real de los judíos, bajo el pretexto de no banalizarlo, no sólo pasar a un segundo plano a todos los demás, tales como la muerte de los 17 millones de ciudadanos soviéticos y de los 9 millones de Alemanes, sino incluso conferir a estos sufrimientos reales un carácter sacral (bajo el nombre de Holocausto) que era rehusado por todos los demás.
Ha sido necesario, para alcanzar este objetivo, violar todas las reglas elementales de justicia y del establecimiento de la verdad.
Era imprescindible, por ejemplo, que la solución final significara exterminio, genocidio, mientras que no existe ningún documento que permita esta interpretación, tratándose siempre de la expulsión de todos los judíos de Europa, al Este en una primera fase y posteriormente a una reserva africana cualquiera. Lo que ya es suficientemente monstruoso.
Fue necesario, para ello, falsificar todos los documentos: traducir traslado por exterminio. Este método interpretativo permite hacer cualquier cosa a cualquier texto. Lo que fue una horrible matanza llegaría a ser genocidio.
Para no citar más que un ejemplo de esta manipulación tendenciosa de los textos: en su libro sobre Les Crématoires d'Auschwitz (1993), Jean-Claude Pressac está de tal manera preocupado en añadir horrores suplementarios a esta horrorosa mortandad que cada vez que encuentra la palabra alemana Leichenkeller (depósito de cadáveres), es decir morgue, él la traduce como cámara de gas (425) allí introduce aun la noción del lenguaje codificado diciendo que el verdugo (de nombre Messing) no tuvo el arrojo de escribir que el depósito de cadáveres era un túnel para gaseamientos (426).
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Ahora bien, la hipótesis del lenguaje codificado, utilizada constantemente para hacer decir a los textos lo que hubiera gustado que dijeran, no tiene ningún fundamento, en primer lugar porque Hitler y sus cómplices, como lo hemos demostrado (427) no han tratado nunca disimular los demás crímenes y los han proclamado cínicamente en lenguaje claro, además de que los ingleses habían llegado muy lejos en las técnicas y las maquinarias para descifrar los códigos y poner en claro los mensajes, que tendrían que haber sido numerosos para realizar una empresa técnica tan gigantesca como el exterminio industrial de millones de hombres.
El rechazo sistemático de tomar en consideración que la expresión que se utiliza a menudo en los textos hitlerianos de solución final territorial es igualmente revelador de esta voluntad de rehusar todo análisis que no justifique las conclusiones a priori: los 6 millones y el genocidio.
Fue preciso, con la misma arbitrariedad, incluso cuando fue comprobado que a pesar de un número considerable de declaraciones de testigos oculares sobre la existencia de las cámaras de gas, éstas jamás existieron en territorio alemán, continuando en mantener por incuestionables los testimonios idénticos sobre su existencia en los campos del Este.
Finalmente, el rechazo a discutir de una manera a la vez científica y pública los peritajes técnicos y, por el contrario, no responder más que con la represión y el silencio, no pueden más que sustentar la duda.
No existe más eficaz requisitoria contra el hitlerismo que el restablecimiento de la verdad histórica. Es a esto a lo que, con este texto, hemos querido contribuir.
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El profesor Zimmerman, dice el periodista en su presentación, es especialista en Alemania, los judíos alemanes, el Tercer Reich y el Holocausto. Sus análisis históricos y las conclusiones a las que llega... Io han colocado, en el curso de los últimos años en el centro de numerosas controversias públicas... Los paralelismos que establece entre el pasado y el presente son difíciles de digerir. Por ejemplo cuando compara a los soldados judíos voluntarios para servir en los territorios ocupados por Israel con los alemanes voluntarios para servir en las SS o cuando declara que los hijos de los colonos judíos de Hebrón se forman como los de las juventudes hitlerianas... o cuando denuncia la utilización del Holocausto por Israel.
ZIMMERMAN: En una conferencia que he pronunciado sobre la utilización del Holocausto, he recordado que es frecuente y, que está bien visto decir, que el Holocausto es la principal justificación de la instauración de Israel. Si ello fuera así nosotros deberíamos estar agradecidos a Hitler... por esta contribución tan eminente al sionismo.. Uno de los oyentes escribió en el diario Haaretz que yo había dicho que era necesario agradecer a Hitler mientras que lo que dije fue todo lo contrario.
PERIODISTA: Los judíos en el Mein Kampf son designados como un virus a destruir. Este libro ha sido considerado como un plan operativo de Hitler, que expresa su intención de destruir a los judíos.
Z: ¿Entonces por qué se tuvo que esperar dos años y medio para legislar las Leyes de Nuremberg?
¿Si tenía la intención premeditada de destruir a los judíos habrían sido necesarias las leyes?
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Tomemos el ejemplo de la Noche de Cristal.
Durante la conmemoración del putsch de 1923, el tema era la expulsión de los judíos polacos fuera de Alemania. En su discurso Hitler no habla nada de asesinarles. Pero, tomando como pretexto el asesinato en París de un diplomático alemán a manos de un joven judío, Goebbels, para hacerse valer, organizó el progrom.
P:¿Considera que todos los alemanes son culpables?
Z: Las investigaciones desde hace 20 años demuestran que los que no han tenido otro vínculo con el nazismo que el de haber votado por Hitler en 1933, bajo pretexto del desorden imperante en Alemania, tienen una parte de responsabilidad, aunque digan que no imaginaban que el régimen iría hacia tales extremismos. Pero yo no incrimino a cada individuo... El nazismo ilustra una situación en la que la mayoría de un pueblo elige o ignorar o colaborar con los primeros horrores. He estudiado este fenómeno, y es con esta vara con la que mido la situación de Israel: No escucho apenas protestas públicas contra la inmoralidad de la ocupación de territorios. Votar por un partido que aprueba la ocupación no está considerado como un gran crimen. Los soldados que parten como voluntarios para servir en los territorios ocupados por Israel están considerados como héroes, mientras que en verdad este voluntariado puede ser comparado al de los alemanes voluntarios para servir en las SS.
P: ¿En qué medida se puede establecer un paralelismo entre nuestra ocupación, y el hecho de imponer nuestra ley a los palestinos, con los horrores perpetrados por el nazismo?
Z: Nosotros tenemos mejores pretextos para actuar como lo hacemos. Pero hay un monstruo en cada uno de nosotros y si continuamos afirmando que siempre estamos justificados este monstruo puede agrandarse... Hoy ya pienso en un fenómeno que toma proporciones cada vez mayores: existe un sector entero de la población judía que defino, sin vacilación, como una copia de los nazis alemanes. Mire a los hijos de los colonos judíos de Hebrón, recuerdan exactamente a la juventud hitleriana. Desde su infancia se les ha imbuido la idea de que todo árabe es malo y que todos los no judíos están contra nosotros. Es una cosa de paranoícos: se consideran como una raza superior, exactamente como la juventud hitleriana. Rehevan Ze'evi (Ministro de 1990 a 1992 en el Gabinete de Shamir) solicitaba la expulsión (el traslado) de todos los Palestinos de los territorios. Este era el Programa oficial del Partido nazi: la expulsión de todos los judíos de Alemania.
P: Los judíos que no viven en Hebrón, que no votan por el Partido Kahane y que no son voluntarios para servir en las unidades especiales en los Territorios ¿Qué son según su criterio?
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Z: Establezco una diferencia entre los voluntarios de las unidades especiales, y los soldados llamados al servicio militar... Pero incluso aquí, establezco un paralelismo con el Ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial... nosotros los judíos deberíamos acordarnos de que en el curso de aquella Guerra más de 100.000 soldados alemanes fueron ejecutados porque rehusaron participar en los crimenes contra la humanidad. A veces porque rechazaban matar a los judíos.
Se cita con frecuencia la frase de Heine: Cuando los libros se queman, el pueblo acabará también por ser quemado. Esto comienza incluso antes: cuando el Derecho legal a la libre expresión está amenazado los libros acabaran por ser quemados...
Me pregunto que si los que me quieren expulsar de la Universidad por causa de mis ideas van a recomendar quemar mis libros. Cada año miles de estudiantes los leen. ¿También ellos serán conducidos a la hoguera?
¿Son tan terribles mis opiniones respecto a los niños de Hebrón convocados a celebrar el primer aniversario de la muerte de Baruch Goldstein cuando comparo esta ceremonia con las manifestaciones de los nazis?
Lo que yo digo no tiene nada que ver con las tesis de los que quieren minimizar los crímenes hitlerianos... Como conocedor a fondo de la Historia del nazismo quiero poder advertir a la opinión del peligro potencial presente con toda verdad... Algunos piensan que estoy manipulado por el Gobierno alemán, aunque es necesario recordar, que cuando los revisionistas quisieron celebrar el 7 de mayo de 1995, un mitín para conmemorar que el 8 de mayo de 1945 (día de la capitulación nazi) no era sólo el día de la liberación sino también el primer día en el que los alemanes fueron expulsados del Este, la reunión fue prohibida por la presión de los oficiales.
Sería mejor que los que, en Israel, piensan que ellos defienden la verdad y la honestidad, la libertad de expresión y la investigación crítica, eviten colaborar con los enemigos de estos valores.
Siguiendo con la misma polémica en el Yediot Aaronot del 15 de mayo de 1995, el historiador Baruch Kimmerling, defendió también la libertad de expresión y la investigación crítica. Acusaba a los autores de la petición solicitando la expulsión del profesor Zimmerman: Se colocan en el terreno de la violencia y de la ideología, para tratar de imponer un régimen de terrorismo intelectual, politico e ideológico en la Universidad Hebraica... Sin libertad de pensamiento, como lo demuestran los ejemplos de las Academias nazis y bolcheviques, no es posible desarrollar una ciencia digna de este nombre...
Si el profesor Zimmerman fuera excluido, el espíritu del Senador McCarthy planearía sobre el campus de la Universidad Hebraica.
Una nota del periódico añade que la respuesta de estas personas es lenta y difícil por razones de financiación de las publicaciones: El judeo-nazismo, dice él, es muy popular entre los judíos de los países anglófonos, más incluso que en Israel: una simple llamada telefónica o un fax proporciona el dinero necesario para ayudar a cualquier texto judeo-nazi. Por el contrario los opositores al judeo-nazismo deben publicar a sus expensas.
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