domingo, 17 de enero de 2016

Los Mitos Fundacionales del Estato de Israel


Extracto del libro de  Roger Garaudy
 Los Mitos Fundacionales del Estato de Israel

¿Qué es el sionismo al que denuncio en mi libro (y no a la fe judía)?
Se define frecuentemente por sí mismo:
1· Es una doctrina política (Desde 1896, sionismo se refiere al movimiento político fundado por Théodore Herzl (6).
2· Es una doctrina nacionalista que no ha nacido del judaísmo sino del nacionalismo europeo del siglo XIX. El fundador del sionismo político, Herzl, no apelaba a la religión: No obedezco a un impulso religioso (7), Soy un agnóstico.
Lo que le interesa, no es particularmente la tierra santa; acepta de buen grado, para sus objetivos nacionalistas, Uganda o Libia, Chipre o Argentina, Mozambique o el Congo (8). Pero ante la oposición de sus amigos de fe judía, toma conciencia de la importancia de la poderosa leyenda (mighty legend) como él dice (9) que constituye una llamada de reunión de una irresistible fuerza (10).
Es un slogan movilizador que este eminente político realista no podía ignorar. De esta manera proclama, transformando la poderosa leyenda del retorno en realidad histórica: Palestina es nuestra inolvidable patria histórica este solo nombre sería un grito de reunión poderoso para nuestro pueblo (11). La cuestión judía no es para mí ni una cuestión social, ni una cuestión religiosa , es una cuestión nacional.
3· Es una doctrina colonial. A este respecto el lúcido Théodore Herzl no oculta sus objetivos: como primera etapa, realizar una Compañía a la carta, bajo la
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protección de Inglaterra o de cualquier otra potencia, a la espera de hacer el Estado judío.
Por ello se dirige a quien se había revelado como el maestro en este tipo de operaciones: el traficante colonial Cecil Rhodes, que, de su Compañía a la carta, supo hacer una Africa del Sur, dando a una de las tierras integrantes su propio nombre: Rhodesia. Herzl le escribió, el 11 de enero de 1902: Le ruego que me envíe un texto en el que diga que ha examinado mi plan y que lo aprueba. Si se pregunta por qué me dirijo a Vd., Sr. Rhodes, le diré que es porque mi programa es un plan colonial (12). Doctrina política, nacionalista y colonial, tales son las tres características que definen al sionismo político tal y como triunfó en el Congreso de Basilea, en agosto de 1897. Théodore Herzl, su genial fundador, pudo decir, con justa razón al término de este Congreso: He fundado el Estado judío (13).
Medio siglo más tarde es en efecto esta política la que aplicarán escrupulosamente sus discípulos al crear, según sus métodos y siguiendo su línea política, el Estado de Israel (inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial). Pero esta empresa política, nacionalista y colonial, no tenía nada de la proyección de la fe y la espiritualidad judías. Al tiempo del Congreso de Basilea que no pudo celebrarse en Munich (como lo había previsto Herzl) por la oposición de la comunidad judía alemana, se celebraba en América la Conferencia de Montreal (1897) donde, a propuesta del Rabino Isaac Meyer Wise, la personalidad judía más representativa de la América de entonces, se votó una moción que se oponía radicalmente a dos lecturas de la Biblia, la lectura política y tribal del sionismo y la lectura espiritual y universalista de los Profetas. Desaprobamos completamente cualquier iniciativa tendente a la creación de un Estado judío. Tentativas de este género ponen en evidencia una concepción errónea de la misión de Israel que los Profetas judíos fueron los primeros en proclamar Afirmamos que el objetivo del judaísmo no es ni político, ni nacional, sino espiritual Apunta hacia una época mesiánica en la que todos los hombres reconocerán pertenecer a una sola gran comunidad para el establecimiento del Reino de Dios sobre la tierra (14).
Esta fue la primera reacción de las organizaciones judías desde La Asociación de los rabinos de Alemania, hasta la Alianza Israelita Universal de Francia, la Israelitische Allianz de Austria, al igual que las Asociaciones judías de Londres.
Esta oposición al sionismo político, inspirado por el vínculo a la espiritualidad de la fe judía, no ha cesado de expresarse. A continuación de la Segunda Guerra Mundial, se aprovechó en la ONU, la rivalidad entre las naciones, y sobre todo el apoyo incondicional de los Estados Unidos, para que el sionismo israelí se impusiera como fuerza dominante y, gracias a sus lobbies, invirtió la tendencia e hizo triunfar la política israelí-sionista de poder, contra la admirable tradición profética. Sin embargo no logró acallar la crítica de los grandes místicos. Martin Buber, una de las más grandes voces judías de este siglo, no cesó, hasta su muerte en Israel, de denunciar la degeneración e incluso la conversión del sionismo religioso en sionismo político.
Martin Buber declaraba en Nueva York: El sentimiento que me embargaba, hace
[17] sesenta años, cuando entré en el movimiento sionista, es esencialmente el que siento hoy Esperaba que este nacionalismo no siguiera el camino de otros que comienzan por una gran esperanza y se degradan posteriormente hasta convertirse en un egoismo sagrado, que osan incluso, como el de Mussolini, proclamarse como sacro egoísmo, como si el egoísmo colectivo pudiera ser más sagrado que el egoísmo individual. Cuando regresamos a Palestina, la cuestión era:¿Quiere Vd. venir aquí como un amigo, un hermano, un miembro de la comunidad de pueblos de Oriente Próximo, o como el representante del colonialismo y del imperialismo? La contradicción entre el fin y los medios a alcanzar ha dividido a los sionistas: unos querían recibir de las Grandes Potencias privilegios políticos particulares, otros, sobre todo los jóvenes querían solamente que se les permitiera trabajar en Palestina con sus vecinos,para Palestina y para el porvenir
No siempre fueron perfectas nuestras relaciones con los árabes, pero existía, en términos generales, una buena vecindad entre el pueblo judío y el pueblo árabe. Esta fase orgánica del establecimiento en Palestina perduró hasta la época de Hitler.
Fue Hitler quien empujó a las masas de judíos a venir a Palestina. De esta forma, a un desarrollo orgánico selectivo se sucedió una inmigración de masas con la necesidad de encontrar una fuerza política para su seguridad La mayoría de los judíos prefirió aprender de Hitler que de nosotros Hitler ha enseñado que la historia no sigue el camino del espíritu, sino el del poder, y que cuando un pueblo es lo suficientemente fuerte, puede matar con impunidad Esta es la situación que nosotros teníamos que combatir En el Ihud propusimos que judíos y árabes no se contentaran con coexistir sino en cooperar Ello haría posible un desarrollo económico de Oriente Próximo, gracias al cual Oriente Medio podría aportar una gran y esencial contribución al futuro de la humanidad (15).
Dirigiéndose al XII Congreso Sionista celebrado en Karlsbad, el 5 de septiembre de 1921, decía: Nosotros hablamos del espíritu de Israel y creemos que no es parecido al de las demás naciones Pero si el espíritu de Israel no es más que la síntesis de nuestra identidad nacional, nada más que una bella justificación de nuestro egoísmo colectivo transformado en idolo, nosotros, que hemos rehusado aceptar cualquier otro príncipe que no sea el Señor del Universo, entonces somos como el resto de las naciones y bebemos con ellos en la copa que les embriaga. La nación no es el valor supremo Los judíos son más que una nación: son los miembros de una comunidad de fe. La religión judía ha sido desarraigada, y ésta es la esencia de la enfermedad cuyo síntoma fue el nacimiento del nacionalismo judío a mediados del siglo XIX. Esta forma nueva del deseo de la tierra es el trasfondo que marca lo que el judaísmo nacional moderno ha tomado en préstamo del nacionalismo moderno de Occidente ¿Qué tiene que ver en todo esto la idea de la elección de Israel? La elección no designa un sentimiento de superioridad sino un sentido de destino. Este sentimiento no nace de una comparación con los demás, sino de una vocación y de una responsabilidad de cumplir la tarea que los Profetas no han cesado de recordarnos: si os vanagloriáis de ser los escogidos en lugar de vivir en la obediencia a Dios, cometeis una felonía.

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Evocando esta crisis nacionalista del sionismo político que es una perversión de la espiritualidad del judaísmo, concluía:
Esperamos salvar al nacionalismo judío del error de hacer de un pueblo un ídolo. Si no lo logramos habremos fracasado (16).
El profesor Judas Magner, Presidente de la Universidad Hebraica de Jerusalén desde 1926, consideraba que el Programa de Biltmore de 1942, que exigía la creación de un Estado Judío en Palestina conduciría a la guerra contra los árabes (17). Al pronunciar, en la reapertura de 1946, el discurso inaugural de esta Universidad Hebraica de Jerusalén que presidía desde hacía veinte años, decía: La nueva voz judía habla por la boca de los fusiles Así es la nueva Thora de la tierra de Israel. El mundo ha sido encadenado a la locura de la fuerza física. El cielo nos proteja de encadenar ahora al judaísmo y al pueblo de Israel a esta locura. Es un judaísmo pagano el que ha conquistado una gran parte de la poderosa Diáspora. Nosotros habíamos pensado, en los tiempos del sionismo romántico, que Sión debía ser redimido por la rectitud. Todos los judíos de América llevan consigo la responsabilidad de esta falta, de esta mutación incluso aquellos que no están de acuerdo con las artimañas de la dirección pagana, pero que permanecen sentados, con los brazos cruzados. La anestesia del sentido moral conduce a su atrofia (18).
En América desde la Declaración de Biltmore, los dirigentes sionistas tendrán en lo sucesivo a Estados Unidos como su más poderoso protector. La Organización sionista mundial barrió la oposición de los judíos fieles a las tradiciones espirituales de los Profetas de Israel, y exigió la creación, no ya de un hogar nacional judío en Palestina, según los términos de la Declaración Balfour de la guerra precedente, sino la creación de un Estado judío de Palestina.
En 1938 Albert Einstein condenó esta orientación: Sería más razonable alcanzar un acuerdo con los árabes sobre la base de una vida común pacífica que crear un Estado judío La conciencia que tengo de la naturaleza esencial del judaísmo tropieza con la idea de un Estado judío dotado de fronteras, con un ejército, y con un proyecto de poder temporal, por modesto que sea. Temo los perjuicios internos que el judaísmo sufrirá en razón del desarrollo en nuestras filas, de un nacionalismo estrecho Nosotros no somos ya los judíos de la época de los Macabeos. Volver a ser una nación, en el sentido político del término, equivaldría a apartarse de la espiritualidad de nuestra comunidad que hemos recibido del genio de nuestros Profetas (19).
En cada violación del Derecho Internacional por Israel, no han dejado de oirse las protestas. Citaremos dos ejemplos en donde se dijo en voz alta lo que millones de judíos piensan (aunque sin poder decirlo públicamente por estar bajo la inquisición intelectual de los lobbies israelí-sionistas). En 1960, durante el juicio de Eichmann en Jerusalén el American Council for Judaism declaraba: El Consejo americano del Judaísmo dirigió ayer lunes una carta a M. Christian Herter para denegar al Gobierno de Israel el derecho de hablar en nombre de todos los judíos. El Consejo
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declara que el Judaísmo es una cuestión de religión y no de nacionalidad (20).
El 8 de junio de 19S2, el Profesor Benjamín Cohen, de la Universidad de TelAviv, durante la sangrienta invasión de los Israelíes al Líbano, escribió a P. Vidal-Naquet: Le escribo escuchando el transistor de radio que acaba de anunciar que nosotros estamos a punto de alcanzar nuestro objetivo en el Líbano: asegurar la paz a los habitantes de Galilea. Estas mentiras dignas de Goebbels me vuelven loco. Está claro que esta guerra salvaje, más bárbara que todas las precedentes, no tiene nada que ver, ni con el atentado de Londres, ni con la seguridad en Galilea A quellos judíos, hijos de Abraham. Aquellos judíos víctimas de tantas atrocidades, ¿han podido volverse crueles hasta tal extremo? El mayor éxito del sionismo es, así pues, éste: la desjudeización de los judíos. Haced, queridos amigos, todo lo que esté en vuestras manos para que los Beghin y los Sharon no logren su doble objetivo: la liquidación final (expresión de moda aquí estos días) de los Palestinos como pueblo y de los israelíes como seres humanos (21)
Esto es lo que está en juego en la lucha entre la fe profética judía y el nacionalismo sionista, fundado, como todo nacionalismo, en el rechazo del otro y la sacralización del yo.
Todo nacionalismo tiene necesidad de sacralizar sus pretensiones, tras la dispersión de la cristiandad, los Estados-nación han tenido la pretensión de recoger el legado de lo sagrado y de haber recibido la investidura de Dios:
Francia, es la Hija mayor de la Iglesia, por medio de la cual se cumple la acción de Dios (Gesta Dei per Francos). Alemania está por encima de todos porque Dios está con ella (Gott mit uns). Eva Perón proclamaba que la Misión de Argentina es la de anunciar a Dios al mundo, y en 1972, el Primer Ministro de Africa del Sur, Vorster, célebre por el racismo salvaje del apartheid, vaticina a su vez: no debemos olvidar que somos el pueblo de Dios, investido de una misión El nacionalismo sionista comparte esta embriaguez de todos los nacionalismos. Incluso los más preclaros se dejan tentar por esta borrachera.
Hasta un hombre como el Profesor André Neher, en su magnífico libro: L 'Essence du prophétisme (22) tras haber evocado el sentido universal de la Alianza: alianza de Dios con el hombre, llega a escribir que Israel es: el signo, por excelencia, de la historia divina en el mundo. Israel es el eje del mundo y en él está el nervio, el centro, el corazón (23).
Tales frases evocan desagradablemente el mito ario en cuya ideología se basó el pangermanismo y el hitlerismo. En esta vía se está en las antípodas de las enseñanzas de los Profetas y del admirable Je et Tu de Martin Buber. El exclusivismo no permite el diálogo: no se puede dialogar ni con Hitler, ni con Beghin, puesto que su superioridad racial y su alianza exclusiva con lo divino no les permite en absoluto escuchar al prójimo.
Tenemos conciencia de que en nuestra época no existe más alternativa que el diálogo o la guerra, y que el diálogo exige, como no nos cansaremos de repetir,
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que cada cual sea consciente de lo que le falta a su propia fe, y que tiene necesidad de los demás para cubrir ese vacío. Nuestro libro se sitúa en la prolongación de los esfuerzos de aquellos judíos que han intentado defender un judaísmo profético contra un sionismo tribal. Lo que alimenta el antisemitismo, no es la crítica de la política de agresión, es el mantenimiento incondicional de esta política que no proviene de las grandes tradiciones del judaísmo, que podían justificarse por una interpretación literal, es la política que eleva por encima de cualquier ley internacional la sacralización de los mitos de ayer y hoy.
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I.- LOS MITOS TEOLÓGICOS
1. El mito de la promesa: ¿Tierra prometida o Tierra conquistada?
A tu simiente daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eúfrates
Génesis (XV, 18)

La lectura integrista del sionismo político:
Quien tiene la Biblia, y se considera perteneciente a su pueblo, debería poseer todas las tierras bíblicas (24).
El 25 de febrero de 1994, el Dr. Baruch Goldstein masacra a los árabes mientras oraban en la Mezquita de la Tumba de los Patriarcas.
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El 4 de noviembre de 1995, Ygal Amir asesina a Ytzhak Rabin, por mandato de Dios, y de su grupo de guerreros de Israel, que ordena ejecutar a todo aquel que ceda a los árabes la tierra prometida deJudea y de Samaria (la actual Cisjordania).
A) En la exégesis cristiana.
Albert de Pury, profesor de Antiguo Testamento en la Facultad de Teología protestante de Ginebra, resumió así su tesis doctoral Promesa divina y leyenda cultural en el ciclo de Jacob (25) en la que integra, discute y prolonga las investigaciones de los mayores historiadores y exégetas contemporáneos Albrecht Alt y Martin Noth (26):
El tema bíblico de la donación del país tiene su origen en la promesa patriarcal, es decir en aquella promesa divina dirigida, según la tradición del Génesis, al Patriarca Abraham. Los versículos del Génesis nos recuerdan en diferentes ocasiones, y bajo diversas formas, que Dios prometió a los Patriarcas y a sus descendientes la posesión de la tierra en la que estaban a punto de establecerse. Pronunciada en Sichem (27), en Béthel (28) y en Manré cerca de Hebrón (29), es decir en los principales santuarios de Samaria y de Judea, esta promesa parece aplicarse sobre todo a las regiones de la actual Cisjordania.
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Los narradores bíblicos nos presentan la historia de los orígenes de Israel como una continuación de épocas bien definidas. Todos los recuerdos, historias, leyendas, cuentos o poemas que les llegaron, trasmitidos por la tradición oral, se insertan en un cuadro genealógico y cronológico preciso. Como convienen casi todos los exégetas modernos, este esquema histórico es ampliamente ficticio.
Los trabajos de Albrecht Alt y Martin Noth han demostrado en concreto que la división en épocas sucesivas (Patriarcas-esclavitud en Egipto-conquista de Canaán) es artificial (30). De acuerdo con esta tesis de Albert de Pury y los trabajos de exégesis contemporánea, la Sra. Françoise Smyth, Decana de la Facultad de Teología protestante de París, escribe:
La investigación histórica reciente ha reducido al estado de ficción las representaciones clásicas del éxodo de la salida de Egipto, de la conquista de Canaán, de la unidad nacional israelita antes del exilio y de las fronteras precisas. La historiografía bíblica no informa sobre lo que cuenta sino sobre los que la elaboraron (31). Realizó además una rigurosa puesta a punto sobre el mito de la promesa en su libro Les Mythes illégitimes. Essai sur la terre promise (32).
Albert de Pury prosigue: La mayoría de los exégetas han tomado y toman la promesa patriarcal en su expresión clásica (33) como una legitimación post eventum de la conquista israelita de Palestina o, más concretamente todavía, de la extensión de la soberanía israelita bajo el reinado de David. En otras palabras, la palabra promesa habría sido introducida en los relatos patriarcales para hacer de esta epopeya ancestral un preludio y un anuncio de la edad de oro davidica y salomónica.
Podemos ahora circunscribirnos, sumariamente, a los orígenes de la promesa patriarcal:
1. La promesa de la tierra, entendida como una promesa de sedentarización, fue dirigida primeramente a los grupos nómadas que estaban sometidos al régimen de transhumancia y que aspiraban a asentarse en algún lugar de las regiones habitables. Bajo este aspecto, la promesa pudo formar parte del patrimonio religioso y narrativo de varios grupos tribales diferentes (34).
2. La promesa nómada tenía por objeto, no la conquista política y militar de una región o de todo un país, sino la sedentarización en un territorio limitado.
3. Al principio, la promesa patriarcal de la que nos habla el Génesis, no fue otorgada por Yahvé (el dios que entró en Palestina con el grupo del Exodo), sino por el dios cananeo EL en una de sus hipóstasis locales. Solo el dios local, poseedor del territorio, podía ofrecer a los nómadas la sedentarización en sus tierras.
4. Más tarde, cuando los clanes nómadas sedentarizados se reagruparon con otras tribus para formar el pueblo de Israel, las antiguas promesas tomaron una nueva dimensión. La sedentarización era un objetivo alcanzado y la promesa tomaba en lo sucesivo un alcance político, militar y nacional. Reinterpretada de esta manera, la promesa fue entendida como la prefiguración de la conquista definitiva de Palestina, como el anuncio y la legitimación del imperio davídico.
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El contenido de la promesa patriarcal
Así como la promesa nómada, tendente a la sedentarización de un clan gregario, se remonta, sin duda, a un origen ante eventum, no ocurre lo mismo con la promesa ampliada a las dimensiones nacionales. Ha sido probado que las tribus israelitas no se unieron más que después de su instalación en Palestina, la reinterpretación de la promesa nómada en una promesa de soberanía política debe haber sido efectuada post eventum. De esta forma, la promesa del Gen 15/18-21, que contempla la soberanía del pueblo elegido sobre todas las regiones situadas entre el Torrente de Egipto (=el wadi 'Arish) y el Gran Río, (el río Eúfrates) y sobre todos los pueblos que allí habitan es manifiestamente un vaticinium ex eventum que se inspira en las conquistas davídicas.
Las investigaciones exégeticas han permitido establecer que la extensión de la promesa nómada en una promesa nacional debió hacerse antes de la primera puesta por escrito de los relatos patriarcales.
El Yahvista, que puede ser considerado como el primer gran narrador (o más bien, el editor de los relatos) del Antiguo Testamento, vivió en la época de Salomón. Fue él por consiguiente, contemporáneo y el testigo de algunos de estos decenios en los que la promesa patriarcal, reinterpretada a la luz de David, parecía haberse realizado más allá de todas las esperanzas.
El pasaje del Gen 12/3b es uno de los textos claves para la comprensión de la obra del Yahvista. Según este texto, la bendición de Israel debe tener por corolario la bendición de todos los clanes de la tierra ('adámâh). Los clanes de la tierra son, en primer lugar, todas las poblaciones que compartían con Israel, Palestina y TransJordania.
De esta forma no estamos en condiciones de poder afirmar que en tal o cual momento de la historia, Dios se presentara ante un personaje histórico llamado Abraham y que le confiriera los títulos legales para la posesión del país de Canaán. Desde el punto de vista jurídico, no tenemos en nuestras manos tampoco ninguna escritura de donación firmada por Dios, ni tampoco nos asisten buenas razones para pensar que la escena del Gen 12/1-8; 13/14-18, por ejemplo, no sea el reflejo de un acontecimiento histórico.
Si tenemos en cuenta todo esto, ¿es posible actualizar la promesa patriarcal? Si actualizar la promesa significa servirse de ella como un título de propiedad o ponerla al servicio de una reivindicación política, entonces evidentemente no.
Ninguna política tiene el derecho de reivindicar para sí la caución de la promesa.
Uno entonces no sabría si vincular también de alguna manera a aquellos cristianos que consideran las promesas del Antiguo Testamento como una legitimación de las reivindicaciones territoriales actuales del Estado de Israel (35).
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B) En la exégesis profética judía
(Conferencia del rabino Elmer Berger, antiguo Presidente de la Liga para el judaísmo en los Estados Unidos)
Es inadmisible para nadie pretender que la implantación actual del Estado de Israel es el cumplimento de una profecía bíblica y, en consecuencia, que todas las acciones acometidas por los israelíes para instaurar su Estado y para mantenerlo están previamente ratificadas por Dios. La política actual de Israel ha destruido o, al menos, oscurecido la significación espiritual de Israel. Me propongo examinar dos elementos fundamentales de la tradición profética.
a - En primer lugar, cuando los Profetas evocaron la restauración de Sión, no era la tierra la que tenía por sí misma un carácter sagrado. El criterio absoluto e indiscutible de la concepción profética de la Redención era la restauración de la Alianza con Dios, cuando esta Alianza fue rota por el Rey y por su pueblo. Michée lo dice con toda claridad: Escuchad, jefes de la casa de Jacob, y dirigentes de la Casa de Israel, vosotros que aborrecéis el bien y amáis el mal, que habéis erigido a Sión en la Sangre y Jerusalén en el crimen (Michée III, 1-12). Sión será labrado como un campo, Jerusalén llegará a ser un montón de ruinas, y la montaña del Templo un elevado lugar de idolatría. Sión no es santa más que si la ley de Dios reina sobre él. Y esto no significa que toda Ley promulgada en Jerusalén sea una Ley santa.
b- No es sólo la tierra de la que depende la observancia y la fidelidad a la Alianza: el pueblo reinstalado en Sión tiene las mismas exigencias de justicia, de rectitud y de fidelidad a la Alianza de Dios. Sión no podría alcanzar una restauración de un pueblo apoyándose en tratados, en alianzas, en informes militares de fuerza, o en una jerarquía militar que pretenda establecer su superioridad sobre los vecinos de Israel La tradición profética muestra claramente que la santidad de la tierra no depende de su suelo, ni de su pueblo por su sola presencia sobre aquel territorio. Sólo es sagrada, y digna de Sión, la Alianza divina que se expresa a través del comportamiento de su pueblo.
Ahora bien el actual Estado de Israel no tiene ningún derecho a reclamar para sí el cumplimiento de un proyecto divino para una era mesiánica. Ni el pueblo ni la tierra son sagrados ni merecen ningún privilegio espiritual del mundo. El totalitarismo sionista que pretende integrar a todo el pueblo judío, por medio de la fuerza y la violencia, lo convierte en un hecho entre los demás y como los demás (36).
Ygal Amir, el asesino de Ytzhak Rabin, no es ni un granuja ni un loco, sino el producto puro de la educación sionista. Hijo de rabino y excelente estudiante de la Universidad rabínica de Bar Ilan cerca de Tel-Aviv, alimentado por las enseñanzas de las escuelas talmúdicas, fue soldado de élite en el Golán, y contaba en su biblioteca con un ejemplar de la biografía de Baruch Goldstein. Recordemos que Goldstein fue aquel que asesinó, en Hebrón, a 27 árabes que se encontraban
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orando en la Mezquita de la Tumba de los Patriarcas. Amir vió en la televisión pública de Israel, el gran reportaje sobre el grupo Eyal (Los guerreros de Israel) jurando, sobre la tumba del fundador del sionismo político Théodore Herzl, ejecutar a cualquiera que ceda a los árabes la tierra prometida de Judea y de Samaria (la actual Cisjordania).
El asesinato del Presidente Rabin, como el de Goldstein, se inscribe en la estricta lógica de la mitología de los integristas sionistas. La orden de matar, dice Ygal Amir, viene de Dios, como en los tiempos de Josué (37). Amir no era un caso marginal en la sociedad israelí: el día de la muerte de Ytzhak Rabin, los colonos de Kiryat Arba y de Hebrón bailaban de alegría recitando Salmos de David alrededor del mausoleo levantado a la memoria de Baruch Goldstein (38).
Ytzhak Rabin fue un blanco simbólico, pero no como Bill Clinton lo ensalzó en sus exequias, diciendo que combatió toda su vida por la paz sino que comprendió (como los americanos en Viet-Nam o los franceses en Argelia) que ninguna solución militar definitiva es posible mientras un ejército se enfrente, no a otro cuerpo de ejército, sino a todo un pueblo. Hay que recordar que el que combatió toda su vida por la paz cuando comandaba las tropas de ocupación al principio de la Intifada, dio la orden de romper los huesos de los brazos a los niños de la tierra palestina que no tenían más que piedras para defender la tierra de sus antepasados.
Se había empeñado, junto a Yasser Arafat, en la vía de un compromiso. Concedieron autonomía administrativa a una parte de los territorios cuya ocupación por Israel había sido condenada por las Naciones Unidas. Viviendo bajo la protección militar israelí las colonias robadas a los autóctonos y convertidas, como Hebrón, se convirtieron en seminarios de odio.
Esto ya era demasiado para los integristas beneficiarios de este colonialismo: crearon, contra Rabin, a quien consideraban como un traidor, el clima que llevó a la infamia de su asesinato.
Ytzhak Rabin ha sido víctima, junto a millones de Palestinos, del mito de la tierra prometida, pretexto milenario de los sangrientos colonialismos.
Este asesinato fanático demuestra, una vez más, que una paz verdadera entre un Estado de Israel en seguridad en las fronteras fijadas por la partición de 1947 y un Estado Palestino totalmente independiente, requiere la eliminación radical del colonialismo actual, es decir, de todas las colonias que constituyen, en el interior del futuro Estado Palestino, incesantes focos de provocación a la vez que detonantes para las guerras futuras.
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2. El mito del pueblo elegido
El Señor ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.
Exodo IV, 22
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La lectura integrista del sionismo político
Los habitantes del mundo pueden ser repartidos entre Israel
y las demás naciones consideradas en bloque.
Israel es el pueblo elegido: dogma capital
(Rabbin Cohen, en
su libro, El Talmud, Ed. Payot, París 1986, p. 104).
Este mito es la creencia, sin fundamento histórico, según la cual el monoteísmo habría nacido con el Antiguo Testamento. Resulta ser lo contrario de la propia Biblia, puesto que sus dos principales redactores, el Yahvista y el Elohista, no eran, ni el uno ni el otro, monoteístas. Ellos proclamaban solamente la superioridad del Dios hebreo sobre los demás dioses. El Dios de Moab: Kamosh, es reconocido (39) como uno de los otros dioses (40). La Traducción Ecuménica de la Biblia (T. E. B.) subraya en una nota: Durante mucho tiempo en Israel se creyó en la existencia y en el poder de los dioses extranjeros (41).
No es sino después del exilio, y especialmente entre los Profetas, cuando el monoteísmo se afirmará. Se reclamará la obediencia a Yahvé No andaréis en pos de dioses ajenos (42) y se proclamará Yo soy Dios y no hay más (43). Esta afirmación indiscutible del monoteísmo data de la segunda mitad del siglo VI (entre el año 550 y el 539).
El monoteísmo es el fruto de una larga maduración de las grandes culturas de Oriente Medio, Mesopotamia y Egipto. Desde el siglo XIII, el Faraón Akhenatón había ordenado borrar de todos los templos el plural de la palabra Dios. Su Himno al sol se parafrasea casi literalmente en el Salmo 104. La religión babilónica se encamina hacia el monoteísmo, al evocar al Dios Marduk, el historiador Albright marca las etapas de esta transformación: Cuando se reconoció que las numerosas divinidades no eran más que las manifestaciones de un solo Dios No quedaba más que un paso para alcanzar un cierto monoteísmo (44). El Poema babilónico de la Creación (que data del siglo XI antes de nuestra era) aporta el testimonio de estos últimos pasos:
Los humanos se dividen en cuanto a los dioses, nosotros, aunque le designemos con muchos nombres sabemos que Él, es nuestro Dios.
Esta religión alcanzó un grado de interioridad en el que aparece ya la imagen del Justo doliente:
Quiero alabar al Señor de la sabiduría Mi Dios me ba abandonado
Presumiré como un Señor y demoleré las murallas
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Cada día gimo como una paloma y las lágrimas queman mis mejillas.
Y por consiguiente la plegaria era para mí sabiduría, y el sacrificio mi ley.
Creo estar al servicio de Dios, pero los designios divinos, en el fondo de los abismos ¿quién puede comprenderlos?
¿Quién si no Marduk, es el maestro de la resurrección? El es quien modeló la arcilla original.
Cantad la gloria de Marduk (45).
Esta imagen de Job le precede en varios siglos. Una imagen parecida del justo sacrificado, la de Daniel (no el de la Biblia hebrea) castigado por Dios y devuelto por Él de nuevo a la tierra, la encontramos en los textos agáricos de Ras Shamra, en la que se ha dado llamar la Biblia cananea anterior a la de los hebreos puesto que Ezequiel cita a Daniel al lado de Job (46). Se encuentran aquí palabras cuya significación espiritual no depende para nada de la verificación histórica. Es el caso, por ejemplo, de aquella maravillosa parábola de la resistencia a la opresión y de la liberación que se encuentra en el relato del Exodo.
Poco importa que el paso del mar Rojo no pueda ser considerado como un acontecimiento histórico, escribía Mircea Eliade (47) y no concierna al conjunto de los Hebreos sino a algunos grupos de fugitivos. Es por el contrario significativo que la salida de Egipto, en esta grandiosa versión, haya sido relacionada con la celebración de las Pascuas revalorizada e integrada en la historia santa del Yahvismo (48).
A partir del 621 antes de J. C. la celebración del Exodo toma, en efecto, el lugar de un rito agrario cananeo de la Pascua en primavera: la fiesta de la resurrección de Adonis. El Exodo se convierte, de esta manera, en el acto fundacional del renacimiento de un pueblo liberado de la esclavitud por su dios.
La experiencia divina de este desarraigo del hombre de sus antiguas servidumbres se encuentra entre los más diversos pueblos. La hallamos en la larga deambulación, en el siglo XIII, de la tribu azteca mexica que tras más de un siglo de pruebas llega al valle guiada por su dios que les abre un paso allí donde ninguna ruta existía previamente trazada hasta entonces. El mismo significado tienen los viajes iniciáticos hacia la libertad del Kadaïra africano. La fijación a la tierra de las tribus nómadas está unida en todos los pueblos -en particular en Oriente Medio a la donación de la tierra prometida por un dios. Los mitos jalonan el camino de la humanización y de la divinización del hombre. El del Diluvio, por el cual Dios castiga los pecados de los hombres y reinicia su creación, se encuentra en todas las civilizaciones desde el Gilgamesh mesopotámico hasta el Popol Vuh de los Mayas. Los himnos de alabanza a Dios nacen en todas las religiones como los salmos en honor de Pachamama, la diosa madre o del Dios de los Incas.
Wiraqocha, raíz del ser,
Dios siempre cercano
quien crea diciendo:
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¡hágase el hombre!
¡hágase la mujer!
Wiraqocha, Señor luminoso,
Dios que da la vida y la muerte
Tu que renuevas la creación
Protege a tu criatura
por largos días
para que pueda perfeccionarse
marchando por la recta vía.
Ya hemos hablado aquí de las religiones del Oriente Próximo, en el seno de las cuales ha germinado el monoteísmo y en ellas se han formado los hebreos. En otras culturas, no occidentales, la marcha hacia el monoteísmo es todavía más antigua. Por ejemplo en la India entre los Vedas.
Los sabios dan al Ser Unico más de un nombre (49)
Vrihaspati: Es nuestro Padre, quien cont1ene a todos los dioses (50). Aquel que es nuestro Padre, ha engendrado y contiene a todos los seres. Dios único, El crea a los otros dioses. Todo lo que existe le reconoce por Maestro Conoced a quien todo lo ha creado; es el mismo que está entre vosotros (51).
Sus nombres son múltiples pero El es Uno.
Estos textos sagrados se escalonan entre los siglos XVI y el VI antes de Jesucristo y el Padre Monchanin (S. J.) en su esfuerzo intuitivo para situarse en el interior de los Vedas lo designaba como El poema litúrgico absoluto (52).
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3. El mito de Josué: la limpieza étnica
De Lachis pasó Josué y todo Israel con él a Eglón;
y pusieron sitio contra ella, y combatiéronla.
Y la tomaron el mismo día, y pasáronla
a cuchillo y aquel día mató a todo lo que en ella había vivo,
como había hecho en Lachis.
Subió luego Josué, y todo Israel con él,
de Eglón a Hebrón, y combatiéronla.
(
Libro de Josué X, 34)

La lectura integrista del sionismo político
El 9 de abril de 1948, Menahem Beghin, con sus tropas del Irgún; masacró a los 254 habitantes del pueblo de Deir Yassin, a hombres, mujeres y niños.
No estudiaremos este pasaje de la fosilización del mito en historia y de las pretensiones de este bricolage histórico en la justificación de una política que en este caso particular ha instrumentalizado sus relatos bíblicos. Estos no han dejado de desempeñar un papel determinante en el futuro de Occidente cubriendo sus acciones más sangrientas y convirtiendo al pueblo judío en uno de los más perseguidos de la historia. Fueron perseguidos por los Romanos, después por los cretienses, por las Cruzadas, por la Inquisición, por las Santas Alianzas, por las dominaciones coloniales ejercidas por los pueblos elegidos y hasta por las exacciones del Estado de Israel no sólo por su política de expansión en Oriente Medio sino por las presiones de sus lobbies en el que el más importante, Estados Unidos, ha jugado un papel de primer orden en la política de dominación y agresión mundial.
La Biblia narra, junto al relato de las matanzas ordenadas por un Dios de los ejércitos; el gran profetismo de Amós, el de Ezequiel, de Isaías y de Job, y la Anunciación de una nueva alianza con Daniel. Esta nueva alianza (este nuevo Testamento) marcará, a la vez, la mayor mutación en la historia de los hombres y los dioses, con la elevación de Jesús, en la cual, como dicen los Padres de la Iglesia Oriental: Dios creó al hombre para que este pudiese llegar a ser Dios. Después vino el regreso con San Pablo, a la visión tradicional del Dios soberano y todopoderoso, dirigiendo desde fuera y desde lo alto, la vida de los hombres y de las comunidades, no ya por la ley judía, sino por una gracia cristiana.
No trataremos de la Biblia en general, sino sólo de la parte en la que pretende inspirarse hoy el régimen teocrático israelí y el movimiento sionista: La Thora (que los cristianos denominan el Pentateuco, es decir los cinco primeros libros: Génesis, Exodo, Levítico, Números y Deuteronomio) y sus anexos llamados históricos, los libros de Josué, los Jueces, los Reyes y Samuel. De la Thora judía no forma parte la grandiosa crítica profética recordando constantemente que la alianza de Dios con los hombres es universal y unida a la observancia de la ley divina y abierta a todos los pueblos y a todos los hombres.
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La Thora (el Pentateuco) y los libros histór1cos (como desde hace más de un siglo han demostrado los exégetas) son una compilación escrita de tradiciones orales que fueron hechas por cronistas del siglo IX y por los escribas de Salomón que tenían, como preocupación central, la de legitimar, magnificándolas, las conquistas de David y de su imperio, del que no existe por otra parte ninguna posibilidad de comprobación histórica, ni por vestigios arqueológicos, ni por otros documentos que no sean los relatos bíblicos. El primer acontecimiento confirmado por la historia externa concierne a Salomón, del cual se encuentran vestigios en los archivos asirios. Hasta el presente, no existe ninguna fuente exterior a los relatos de la Biblia para controlar su historicidad. Por ejemplo, los restos arqueológicos de Ur, en Irak, no nos proporcionan más información sobre Abraham, que la que nos puedan aportar las excavaciones de las ruinas de Troya sobre Héctor o Príamo.
En el libro de los Números (53) se nos relatan las proezas de los hijos de Israel que, vencedores de los Medianitas, como Jehová lo mandó a Moisés, mataron a todo varón, hicieron prisioneras a las mujeres e incendiaron todas las ciudades. Cuando se volvieron hacia Moisés, Moisés se enojó. ¡Quién os ha dicho que dejarais con vida a las mujeres! Pues bien, matad ahora a todos los varones entre los niños y matad también a toda mujer que haya conocido varón carnalmente y a todas las niñas, entre las mujeres que no hayan conocido carnalmente a varón, os las quedáis para vosotros (54). El sucesor de Moisés, Josué, prosiguió después de la conquista de Canaán, de forma sistemática, esta política de limpieza étnica mandada por el Dios de los ejércitos.
En aquel mismo día se apoderó Josué de Maqqeda y la pasó a cuchillo, mató a su rey; y a todo lo que en ella tenía vida, sin quedar nada: más con rey de Maqqeda hizo como había hecho con el rey de Jericó.
Y de Maqqeda pasó Josué y todo Israel con él, a Libna; y peleó contra Libna. Y Jehová entregó también a ella y a su rey, a manos de Israel; y pasó por el filo de la espada a todo lo que en ella había vivo, sin quedar nada; más con su rey hizo lo mismo que había hecho con el rey de Jericó.
Y Josué, y todo Israel con él, paso de Libna a Lachis, y puso sitio contra ella, y combatióla. Jehová entregó a Lachis en manos de Israel, y tomóla al día siguiente, y la pasó a cuchillo, con todo lo que en all había vivo, como había hecho en Libna. Entonces Horan, rey de Gezer, subió en ayuda de Lachis; más a él y a su pueblo hirió Josué, hasta no quedar ninguno de ellos.
De Lachis pasó Josué, y todo Israel con él, a Egión; y pusieron sitio contra ella, y combatiéronla: Y la tomaron el mismo día y la pasaron a cuchillo; y aquel día mató a todo lo que en ella había vivo, como había hecho en Lachis.
Subió luego Josué, y todo Israel con él, de Eglón a Hebrón, y combatiéronla (55)
La letanía continua enumerando los exterminios sagrados perpetrados en Cisjordania. Debemos, ante estos relatos, plantearnos dos cuestiones [31]
fundamentales: la de su verdad histórica y la de las consecuencias de una imitación literal de esta exaltación de una política de exterminio.
A) Sobre el primer punto
Topamos aquí con la arqueología ya que las excavaciones parecen haber demostrado que los israelitas, llegado el final del siglo XIII antes de J.&nbspC., no pudieron tomar Jericó porque en esa fecha Jericó ya estaba deshabitada. La ciudad, en la Edad del Bronce Medio, fue destruida hacia el 1550 e inmediatamente después abandonada. Durante el siglo XIV volvió a poblarse pobremente: se han encontrado vasijas de este período en tumbas de la Epoca del Bronce Medio que fueron reutilizadas, y una casa donde se hallaron restos de loza de mediados del siglo XIV. Nada hay que se pueda atribuir al siglo XIII, no quedan restos de fortificaciones de la Nueva Edad de Bronce. La conclusión de la Sra. K. M. Kenyon es que resulta imposible asociar la destrucción de Jericó con una entrada de los israelitas a finales del siglo XIII antes de J.&nbspC. (56).
Lo mismo se puede decir sobre la toma de 'Ay:
De todos los relatos de la conquista, éste que es el más detallado y que no aporta ningún elemento milagroso y aparece como el más verosímil, ha sido desgraciadamente desmentido por la arqueología.
El lugar ha sido excavado por dos expediciones diferentes. Los resultados son concordantes: Et-Tell era en la antigua Edad del Bronce una gran ciudad de la que no sabemos su nombre y que fue destruida en el curso del Tercer Periodo de la Edad antigua del Bronce, hacia el 2400 antes de J.&nbspC. Quedó desierta hasta después del 1200 cuando una mínima población, no fortificada, se instaló sobre parte de las ruinas. Esta no subsistió más que hasta los inicios del siglo X antes de Cristo a más tardar; después el lugar fue definitivamente abandonado. En el momento de la llegada de los israelitas no existía ya ciudad alguna en 'Ay, ni había rey de 'Ay. No quedaban allí más que unas viejas ruinas del año 1200 (57).
B) Sobre el segundo punto
En consecuencia, ¿por qué, un judío piadoso e integrista (es decir que tome la Biblia al pie de la letra) no puede seguir el ejemplo de personajes tan prestigiosos como Moisés o Josué? ¿No se dice en Números, cuando se inicia la conquista de Palestina (Canaán): Y Jehová escuchó la voz de Israel y entregó al cananeo, destruyendo a ellos y a sus ciudades (58), y más adelante refiriéndose a los Amoritas y a su rey: E hirieron a él y a su gente, sin que quedara uno, y poseyeron su tierra ? (59).
El Deuteronomio repite, no exigiendo solamente la expoliación de la tierra y la expulsión de los autóctonos, sino incluso su matanza: Cuando Jehová tu Dios te hubiera introducido en la Tierra en la cual tú has de entrar para poseerla y los hubiera arrojado delante de ti, y los derrotes Ios destruirás del todo (60) los arrasarás (61).
Desde Sharon al Rabino Meïr Kahane, ésta es la prefiguración en que
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los sionistas se comportan al respecto con los palestinos.
¿No fue la senda de Josué la que siguió Menahem Beghin cuando, el 9 de abril de 1948, los 254 habitantes del pueblo de Deir Yassin, hombres, mujeres y niños, fueron masacrados por sus tropas del Irgún, para tratar de que huyeran, aterrorizados los árabes? (62) Invitaba a los Judíos no sólo a repeler a los árabes sino a aduenarse de toda Palestina. ¿No fue la senda de Josué la que trazaba Moshé Dayan cuando de cía : Si tenemos la Biblia y nos consideramos como el pueblo de la Biblia, deberíamos también poseer las tierras bíblicas (63). ¿No era la senda de Josué la que marcaba Yoram Ben Porath en el gran rotativo israelí Yediot Aharonoth, el 14 de julio de 1972 al escribir: No hay sionismo y colonización del estado judío sin el despojo a los árabes y la expropiación de sus tierras?
En cuanto a los medios para la desposesión de estas tierras fueron fijados por Rabin cuando era General en jefe de los territorios ocupados: romper los huesos a los que lanzan las piedras de la Intifada. ¿Cuál ha sido la reacción de las escuelas talmúdicas de Israel? Colocar en el poder a uno de los responsables más directos de Sabra y Chatila: al general Rafael Eytan que exige el refuerzo de las colonias judías existentes.
Animado por las mismas convicciones, el Dr. Baruch Goldstein, colono de origen americano, de Kiryat Arba (Cisjordania), causó 27 muertos y más de 50 heridos víctimas del ametrallamiento de Palestinos cuando se encontraban rezando en la Mezquita de la Tumba de los Patriarcas. Miembro de un grupo integrista fundado bajo el patrocinio de Ariel Sharon (bajo cuya protección fueron perpetradas las matanzas de Sabra y Chatila), más tarde fue recompensado por sus crímenes con una promoción. Se le nombró Ministro de la Vivienda encargado de desarrollar la implantación de las colonias en los territorios ocupados. Baruch Goldstein es hoy objeto de un verdadero culto por parte de los integristas que acuden a llevar flores y besar su sepultura, pues fue rigurosamente fiel a la tradición de Josué exterminando a todos los pueblos de Canaán para apropiarse de sus tierras.
Esta limpieza étnica que ha llegado a ser sistemática en el Estado de Israel de hoy, deriva del principio de la pureza étnica que prohibe la mezcla de sangre judía con la sangre impura de todos los demás. En las líneas siguientes la orden de Dios de exterminar a las poblaciones que Él les entrega, se amplía cuando el Señor recomienda a Moisés que su pueblo no se mezcle con las mujeres de esos pueblos (64). En el Deuteronomio, el pueblo elegido (65) no debe mezclarse con los demás: no emparentarás con ellos: no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo (66). Este apartheid es la única forma de impedir la mácula de la raza escogida por Dios, la fe que le une a Él. Esta separación del prójimo ha permanecido como ley: en su libro sobre el Talmud (67) el rabino Cohen escribe: Los habitantes que pueblan la tierra se dividen en: Israel y las demás naciones consideradas en bloque. Israel es el pueblo elegido: dogma capital. A su regreso del Exilio, Esdrás y Nehemías se preocupan por el restablecimiento de este apartheid. Esdrás llora porque la simiente santa (sic) ha sido mezclada [33]
con las gentes de estas tierras (68) Pinhas es empalado por haber contraído un matrimonio mixto Esdrás ordena la selección racial y la exclusión de: todos aquellos que habían tomado mujeres extranjeras y cuyas mujeres hubieran parido hijos (69). Nehemías dice de los judíos: Les limpié de todo elemento extranjero (70).
Esta mixofobia y este rechazo al prójimo exceden de la dimensión racial. Si se rehusa la sangre del otro para el matrimonio mixto, se rehusa también su religión, su cultura y su manera de ser. De esta forma Yahvé fulmina a los que se apartan de su verdad, cualquiera que sea. Sofonías lucha contra las formas de vestir extranjeras; Nehemías contra las lenguas extranjeras: Vi asimismo en aquellos días a Judíos que habían tomado mujeres de Azoto, Ammonitas y Moabitas y sus hijos la mitad hablaban azoteo o la lengua de éste o el otro pueblo; y no sabían hablar judaico. Y reñí con ellos, y les maldije, y herí a alguno de ellos y les arranque los cabellos (71) Los infractores son juzgados duramente. Rebeca, mujer de Isaac y madre de Jacob, afirma: Fastidio tengo de mi vida, a causa de las hijas de Heth. Si Jacob toma mujer de las hijas de Heth, de las hijas de esta tierra ¿para qué quiero la vida? (72) Los padres de Sanson que, crispados por el matrimonio de su hijo con una Filistea, exclaman: ¿No hay mujer entre las hijas de tus hermanos, ni en todo mi pueblo, para que vayas tú a tomar mujer de los Filisteos incircuncisos? (73)
Haïm Cohen, que fue juzgado por el Tribunal Supremo de Israel, constata: La amarga ironía del destino ha querido que las mismas tesis biológicas y racistas propagadas por los nazis y que inspiraron las infamantes leyes de Nuremberg, sirvan de base para la definición de la judaicidad en el seno del Estado de Israel (74). Durante el proceso contra los criminales de guerra de Nuremberg, en el curso del interrogatorio al teórico de la raza, Julius Streicher, le formularon la siguiente pregunta: En 1935 en el Congreso del Partido en Nuremberg fueron promulgadas las leyes raciales. Durante la preparación de este proyecto de ley ¿fue llamado a consultas y participó de alguna manera en la elaboración de estas leyes?
Acusado Streicher: - Si, creo haber participado en el sentido de, que desde hacía años, venía escribiendo que sería necesario impedir en el futuro toda mezcla de sangre alemana y de sangre judía. Escribí artículos en este sentido y siempre repetí que debíamos tomar a la raza judía o al pueblo judío, como modelo. He repetido siempre en mis artículos que los judíos debían estar considerados como un modelo para las otras razas, pues ellos se dieron una ley racial, la ley de Moisés que dice:
Si vais a un país extranjero, no debéis tomar mujeres extranjeras. Y esto, Señores, es de una importancia extraordinaria para juzgar las Leyes de Nuremberg. Fueron estas leyes judías las que se tomaron como modelo. Cuando siglos más tarde el legislador judío Esdrás constata que, a pesar de ello, muchos judíos se habían casado con mujeres no judías, estas uniones fueron deshechas. Este fue el origen de la judería que, gracias a sus leyes raciales, ha subsistido durante siglos, mientras que las demás razas, y todas las otras civilizaciones, han sido aniquiladas (75).
Fue así como los juristas, consejeros del Ministerio del Interior nazi,
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elaboraron las Leyes de Nuremberg, del derecho de la población del Reich y de la protección de la sangre alemana y del honor alemán. Estos juristas consejeros, Bernard Losener y Friedrich Knost, comentan así el texto, en el libro Las Leyes de Nuremberg:
Conforme a la voluntad del Führer, las Leyes de Nuremberg no implican verdaderamente medidas tendentes a acentuar el odio racial o a perpetuarlo; por el contrario, tales medidas significan el principio de una pacificación en las relaciones entre el pueblo judío y el pueblo alemán.
Si los judíos tuvieran ya su propio Estado, en el que se sintieran en su casa, la cuestión judía podría ser considerada resuelta, tanto para los judíos como para los alemanes. Es por esta razón por la que los sionistas más conspicuos no han manifestado la menor oposición contra el espiritu de las leyes de Nuremberg. Este racismo, modelo de todos los demás racismos, es una ideología que sirve para justificar el dominio de diferentes pueblos. La literalidad conduce a la perpetración de las mismas matanzas que las cometidas por Josué.
Los colonos puritanos de América, en su caza al indio para apoderarse de sus tierras, invocaban a Josué y los exterminios sagrados de los Amalecitas y de los Filisteos (76).
Intermediaria entre la shoah cananea y la mixofobia existe en la actualidad la ideología de la deportación de poblaciones, que apoyan la mayor parte de los rabinos de Judea-Samaria. Esta política se funda en una lectura integrista de los textos sagrados. La letra del Levítico prescribe a los judíos no practicar la mezcla de especies (77) y les ordena diferenciar al puro del impuro (78) como se distingue a Israel de los demás pueblos (79), para operar una discriminación racial. Estableceré distinción entre mi pueblo y tu pueblo (80). De esta manera, en 1993, el gran Rabino Sitruk pudo decir sin temor de ser llamado al orden por cualquier instancia:
Quisiera que los jóvenes judíos no se casasen nunca más que con muchachas judías.
Así Israel que será santo (81) no se debe mancillar (82) por el contacto con las demás naciones a las que Dios ha tomado asco (83). La prohibición fue millones de veces repetida. No emparentarás con ellos (las naciones cananeas); no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo (84). Porque si os apartáis de Él y os ligáis con los restos de estas gentes que han quedado entre vosotros, y concertáis con ellos matrimonios, y os mezcláis con ellas, y ellas con vosotros sabed que Jehová vuestro Dios no arrojará más a estas gentes delante de vosotros; sino que serán un lazo, y una trampa, azote en vuestros costados, y espinas para vuestros ojos, hasta tanto que desaparezcáis de esta buena tierra que Jehová vuestro Dios os ha dado (85).
El 10 de noviembre de 1975, en sesión plenaria, la ONU consideró que el sionismo era una forma de racismo y de discriminación racial. Después de la fragmentación de la URSS, los Estados Unidos han actuado bajo cuerda en la ONU y obtuvieron el 16 de diciembre de 1991 la abolición de la justa resolución de 1975. En lo que respecta a los hechos, nada ha cambiado desde 1975, o mejor dicho: la represión, el genocidio lento del pueblo palestino y la colonización han tomado una amplitud sin precedente.
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II. LOS MITOS DEL SIGLO XX
1. El mito del antifascismo sionista
En 1941, Itzac Shamir cometió un crimen imperdonable desde el punto de vista moral: recomendar una alianza con Hitler, con la Alemania nazi contra La Gran Bretaña (Bar Zohar, Ben Gurión, El Profeta armado, Paris, 1966, p. 99)
Cuando comenzó la guerra contra Hitler, la casi totalidad de las organizaciones judías se pusieron al lado de los aliados e incluso algunos de sus más destacados dirigentes, como Weizmann, tomaron posición en favor de los aliados, pero el grupo sionista alemán, que en aquella época era muy minoritario, adoptó una actitud inversa y de 1933 a 1941 estuvo vinculado a una política de compromiso e incluso de colaboración con Hitler. Las autoridades nazis al principio, al mismo tiempo que perseguían a los judíos, arrojándoles, por ejemplo, de la función pública, dialogaban con los dirigentes sionistas alemanes y establecían un trato de favor distinguiéndoles de los judíos integracionistas a quienes se perseguía. La acusación de colusión con las autoridades hitlerianas no se dirigía a la inmensa mayoría de los judíos, algunos de los cuales ni siquiera esperó a la guerra para luchar contra el fascismo. Lo hicieron en las Brigadas Internacionales en la guerra civil española entre 1936 y 1939 (86). Otros, hasta en el ghetto de Varsovia, crearían un Comité judío de lucha y supieron morir combatiendo. Pero esta acusación es aplicable a la minoría fuertemente organizada de los dirigentes sionistas cuya única preocupación era la de crear un Estado judío poderoso. Su preocupación exclusiva de crear un Estado judío poderoso e incluso su visión racista del mundo, les hacían mucho más anti-ingleses que anti-nazis. Tras la guerra Menahem Beghin o Itzac Shamir llegaron a ser dirigentes de primer rango en el Estado de Israel.
Con fecha de 5 de septiembre de 1939 -dos días después de la declaración de guerra de Inglaterra y Francia contra Alemania- Chaim Weizmannn, Presidente de la Agencia Judía, escribía a M. Chamberlain, Primer Ministro de su majestad el Rey de Inglaterra, una carta en la que le informaba de que nosotros los judíos,
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estamos al lado de Gran Bretaña y combatiremos por la Democracia, precisando que los mandatarios judíos estaban dispuestos a firmar inmediatamente un acuerdo para permitir la utilización de todas sus fuerzas en hombres, de sus técnicas, de su ayuda material y de todas sus capacidades. Reproducida en el Jewish Chronicle del 8 de septiembre de 1939, esta carta constituía una auténtica declaración de guerra del mundo judío contra Alemania. Exponía el problema del internamiento de todos los judíos alemanes en campos de concentración como súbditos de un pueblo en estado de guerra con Alemania, al igual que lo hicieran los americanos con sus propios súbditos de origen japonés a los que internaron mientras duró la guerra contra Japón.
Los dirigentes sionistas dieron pruebas, en la época del fascismo hitleriano y mussoliniano, de un comportamiento equívoco que iba del sabotaje de la lucha antifascista a la tentativa de colaboración. El objetivo esencial de los sionistas no era el de salvar vidas judías sino el de crear un Estado judío en Palestina. El primer dirigente del Estado de Israel, Ben Gurión, proclamaba sin ambages, el 7 de diciembre de 1938, ante los dirigentes sionistas del Labour: Si supiera que era posible salvara todos los niños de Alemania trayéndoles a Inglaterra, y solamente la mitad de ellos transportarlos a Eretz Israel, escogería la segunda solución. Ya que debemos tener en cuenta no sólo la vida de estos niños, sino también la historia del pueblo de Israel (87). El salvamento de los judíos en Europa no figuraba alprincipio de la lista de las prioridades de la clase dirigente. Era la fundación del Estado lo que era primordial ante sus ojos (88).
()¿Debemos ayudar a todos los que tengan necesidad sin tener en cuenta las características de cada cual? ¿No deberíamos dar a esta acción un carácter nacional sionista e intentar salvar prioritariamente a los que puedan ser útiles a la Tierra de Israel y al judaísmo? Sé que puede parecer cruel exponer la cuestión de esta manera, pero desgraciadamente debemos establecer claramente si somos capaces de salvar a 10.000 personas entre las 50.000 que pudieran contribuir a la construcción del país y al renacimiento nacional o bien a un millón de judíos que pudieran llegar a ser para nosotros un fardo o mejor dicho un peso muerto. En este caso nos limitaríamos a salvar a los 10.000 que pudieran ser salvados a pesar de las acusaciones y los llamamientos del millón abandonados a su suerte (89).
Este fanatismo inspira, por ejemplo, la actitud de la delegación sionista en la Conferencia de Evian, en julio de 1938, en la que 31 naciones se reunieron para discutir la absorción de los refugiados de la Alemania nazi. La delegación sionista exigió, como única solución posible, la de admitir a 200.000 judíos en Palestina. El Estado judío era más importante para ellos que la vida de los judíos. El enemigo principal, para los dirigentes sionistas era la asimilación. Centraban en esto la preocupación fundamental de todo racismo, incluido el hitleriano: la pureza de la sangre. Es por ello por lo que, en función misma del antisemitismo sistemático que les animaba hasta perseguir el propósito monstruoso de dar caza a
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todos los judíos de Alemania y después a los de Europa cuando llegara la hora, los nazis consideraban a los sionistas como interlocutores válidos puesto que también ellos servían a este propósito
De esta colusión existen pruebas evidentes. La Federación Sionista de Alemania dirigía al Partido nazi el 21 de junio de 1933 un memorándum en el que expresamente se declaraba:
En la fundación del Nuevo Estado, que ha proclamado el principio de la raza, deseamos adaptar nuestra comunidad a las nuevas estructuras nuestro reconocimiento de la nacionalidad judía nos permite establecer relaciones claras y sinceras con el pueblo alemán y sus realidades nacionales y raciales. Precisamente porque nosotros no queremos subestimar estos principios fundamentales, es por lo que también nos pronunciamos contra los matrimonios mixtos y en favor del mantenimiento de la pureza del grupo judío Los judíos conscientes de su identidad, en el nombre de los cuales hablamos, pueden encontrar sitio en la estructura del Estado alemán, pues están libres del resentimiento que los judíos asimilados deben experimentar; creemos en la posibilidad de relaciones leales entre los judíos conscientes de su comunidad y el Estado alemán. Para alcanzar sus objetivos prácticos, el sionismo espera ser capaz de colaborar incluso con un gobierno fundamentalmente hostil a los judíos La realización del sionismo no está molesta más que por el resentimiento de los judíos en el exterior, contra la orientación alemana actual. La propaganda para el boycot -- actualmente dirigida contra Alemania- - es por definición, no sionista (90). El Memorándum añadía: en el caso de que los alemanes aceptaran esta cooperación, los sionistas se esforzarían en convencer a los judíos del extranjero a que renunciaran a participar en el boycot contra Alemania (91). Los dirigentes hitlerianos acogieron favorablemente la orientación de los mandatarios sionistas que, por su preocupación exclusiva por constituir su Estado en Palestina, aunaban sus esfuerzos para desentenderse de los judíos. El principal teórico nazi, Alfred Rosenberg, escribe: el sionismo debe ser vigorosamente sostenido a fin de que un contingente anual de judíos alemanes sean llevados a Palestina (92).
Reinhardt Heydrich, que fue más tarde el Protector en Checoslovaquia, escribía en 1935, durante el tiempo en que era jefe de los Servicios de Seguridad de las S.&nbspS. en el Das Schwarze Korps, órgano oficial de las S.S., un artículo sobre El enemigo visible en el que se establecían distinciones entre los judíos: Nosotros debemos dividir a los judíos en dos categorías: los sionistas y los partidarios de la asimilación. Los sionistas profesan una concepción estrictamente racial, y, para la emigración en Palestina, ayudan a edificar su propio Estado judío nuestros mejores votos y nuestra buena voluntad oficial para ellos (93).
El Betar alemán recibió un nuevo nombre: Herzlia. Las actividades del movimiento en Alemania debían obtener a buen seguro la aprobación de la Gestapo; en realidad, Herzlia actuaba bajo la protección de esta última. Un día, un grupo de las S.S. atacó un campamento de verano del Betar. El jefe del movimiento se quejó entonces a la Gestapo y, algunos días más tarde, la policía secreta le comunicó que los S. S. en cuestión habían sido castigados.



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Gestapo y, algunos días más tarde, la policía secreta le comunicó que los S. S. en cuestión habían sido castigados. La Gestapo preguntó al Betar que compensación le parecía la más adecuada. El movimiento solicitó que la reciente prohibición que se les había impuesto de no poder llevar camisas pardas les fuera levantada; la solicitud fue atendida (94).
Una circular de la Wilhelmstrasse indica: los objetivos propuestos por esta categoría (la de los judíos que se oponen a la asimilación y que son favorables a un reagrupamiento de sus correligionarios en el seno de un hogar nacional), en cuyo primer rango se encuentran los sionistas, son los que se apartan menos de los fines que persigue realmente la política alemana en relación con los judíos (95).
No hay ninguna razón, escribía Bülow-Schwante al Ministerio de Interior, para poner trabas con medidas administrativas a la actividad sionista en Alemania pues el sionismo no está en contradicción con el programa del nacional-socialismo cuyo objetivo es el de que salgan progresivamente los judíos de Alemania (96).
Esta directiva confirmando las medidas anteriores se aplicó al pie de la letra. En virtud de este estatuto privilegiado del sionismo en la Alemania nazi, la Gestapo de Baviera, el 28 de enero de 1935, dirigía a la policía la siguiente circular: los miembros de la organización sionista, por su actividad orientada a la emigración hacia Palestina, no deben ser tratados con el mismo rigor que es necesario para los miembros de las organizaciones judías alemanas (aislacionistas) (97).
La organización sionista de los judíos alemanes tuvo una existencia legal hasta 1938, cinco años después de la llegada del Hitler al poder La Jüdische Rundschau (periódico de los sionistas alemanes) salió hasta 1938 (98).
En compensaclón por su reconocimiento oficial como únicos representantes de la comunidad judía, los dirigentes sionistas se ofrecieron para romper el boycot que pretendían realizar todos los antifascistas del mundo. Así en 1933 iniciaron la colaboración económica y fueron creadas dos compañías: la Haavara Company en Tel-Aviv y la Paltreu en Berlín. El mecanismo operativo era el siguiente: un judío que deseara emigrar depositaba en la Wasserman Bank de Berlín o en la Warburg Bank de Hamburgo, una cantidad mínima de 1.000 libras esterlinas. Con esta suma, los exportadores judíos podían comprar mercancías alemanas con destino a Palestina y pagaban el valor correspondiente en libras palestinas, en la cuenta de la Haavara, en la Banca Anglo-palestina en Tel-Aviv. Cuando el emigrante llegaba a Palestina, recibía el equivalente de la suma que había depositado en Alemania. Varios futuros Primeros Ministros de Israel participaron en la empresa de la Haavara, concretamente Ben Gurión, Moshé Sharret (que entonces se apellidaba Moshé Shertok), la Sra. Golda Meir, que la apoyó desde Nueva York, y Levi Eshkol, que era su representante en Berlín (99).
La operación era ventajosa para ambas partes; los nazis conseguían así romper el bloqueo (los sionistas hacían fortuna vendiendo mercancías alemanas incluso a Inglaterra); y los sionistas realizaban una inmigración selectiva, tal y como deseaban.
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Sólo podían inmigrar los millonarios (cuyos capitales permitirían el desarrollo de la colonización sionista en Palestina). De acuerdo con los fines del sionismo era más importante salvar de la Alemania nazi los capitales judíos, permitiendo el desarrollo de su empresa, que las vidas de los judíos pobres, o ineptos para el trabajo o para la guerra, lo que hubiera supuesto una carga. Esta política de colaboración duró hasta 1941 (es decir durante ocho años tras la llegada de Hitler al poder). Eichmann tenía contacto con Kastner. El proceso de Eichmann descubrió, en parte al menos, los mecanismos de estas connivencias, de estos intercambios entre judíos sionistas útiles para la creación del Estado judío (personalidades ricas, técnicos, jóvenes aptos para el ejército, etc.) v una masa de judíos menos favorecidos, abandonados en las manos de Hitler.
El Presidente de este Comité, Ytzhak Gruenbaum declaraba el 18 de enero de 1943: El sionismo es lo primero...
Van a decir que soy antisemita, respondió Gruenbaum, que no quiero salvar el Exilio, que no tengo a warm yiddish heart () Dejémosles decir lo que quieran. No exigiría de la Agencia Judía que asigne la cantidad de 300.000 ni de 100.000 libras esterlinas para ayudar al judaísmo europeo. Y pienso que quien quiera que exija tales cosas realiza un acto antisionista (100).
Este era también el punto de vista de Ben Gurión:
La tarea del sionismo no es la de salvar al resto de Israel que se encuentra en Europa, sino la de salvar la tierra de Israel para el pueblo judío (101). Los dirigentes de la Agencia Judía estaban de acuerdo sobre el hecho de que la minoría que podía ser salvada debería ser escogida en función de las necesidades del proyecto sionista en Palestina (102).
Hannah Arendt, una de las más eminentes defensoras de la causa judía en sus estudios y en sus libros, asistía a los debates. A ellos les dedicó un libro: Eichmann en Jerusalén. En él demuestra (103) la pasividad e incluso la complicidad de los consejos judíos (Judenrat) cuyos dos tercios estaban dirigidos por sionistas.
Otro libro, escrito por Trunk (104) dice: De acuerdo con los cálculos de Freudiger, el cincuenta por ciento de los judíos podrían haberse salvado si no hubieran seguido las instrucciones de los Consejos judíos (105). Es significativo que durante la celebración del 50 aniversario de la sublevación del ghetto de Varsovia, el Jefe del Estado israelí solicitó a Lech Walesa que no concediera la palabra a Marek Edelman, jefe adjunto de la insurrección y uno de los sobrevivientes. En 1993, Marek Edelman concedió una entrevista a Edward Alter del periódico israelí, Haaretz, en la cual recordaba quienes habían sido los verdaderos instigadores y héroes del Comité judío de lucha del ghetto de Varsovia. Los socialistas del Bund, los antisionistas, los comunistas, los troskistas, los Mihaïl Rosenfeld y los Mala Zimetbaum, junto a Edelman y una minoría de sionistas de izquierdas del Poalei Zion y del Hashomer Hatzaïr. Fueron los que lucharon contra el nazismo empuñando las armas, como lo hicieron los judíos voluntarios de las Brigadas Internacionales en España y
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durante la ocupación en Francia, los miembros judíos de la M.O.I. (Mano de Obra Inmigrada).
Nahum Goldman, Presidente de la Organización Sionista Mundial y más tarde del Congreso Mundial Judío, narra, en su Autobiografía, su dramático encuentro con el Ministro de Asuntos Exteriores checo, Edouard Bénès, en 1935, que reprochaba a los sionistas haber quebrantado el boycot de Hitler por la Haavara (Ios acuerdos de transferencia) y el rechazo de la Organización Sionista Mundial a organizar la resistencia contra el nazismo.
En mi vida,he debido tomar parte en numerosos encuentros penosos, pero jamás me sentí tan desgraciado y avergonzado como durante aquellas dos horas. Sentía, en todas las fibras de mi ser, que Bénès tenía razón (106).
Apostando por la oposición a Inglaterra, los dirigentes sionistas tomaron contacto con Mussolini desde 1922. Les recibió tras la Marcha sobre Roma de 1922, concretamente el 20 de diciembre (107). Más adelante Weizmann fue recibido por Mussolini el 3 de enero de 1923 y en otra ocasión el 17 de septiembre de 1926. Nahum Goldman, Presidente de la Organización Sionista Mundial, se entrevistó el 26 de octubre de 1927 con Mussolini que le dijo: Os ayudaré a crear el Estado judío (108).
Esta colaboración constituía un sabotaje a la lucha antifascista internacional, subordinaba toda la política sionista al único propósito de construir un Estado judío en Palestina. Continuó durante la guerra, incluso en el momento en el cual la persecución hitleriana de los judíos europeos fue más atroz. Durante la deportación de los judíos húngaros, el Vice-presidente de la Organización Sionista, Rudolf Kastner, negoció con Eichmann sobre la siguiente base: si Eichmann permitía la salida hacia Palestina de 1684 judíos útiles para la edificación del futuro Estado de Israel, Kastner le prometía a Eichmann convencer a los 460.000 judíos húngaros que no se trataba de una deportación a Auschwitz, sino de un simple traslado.
El juez Halevi recordaba durante el proceso de Eichmann que Kastner intervino para salvar a uno de sus interlocutores nazis: uno de los ejecutores de Himler, el Standarteführer Kurt Becher. El testimonio de Kastner, en el proceso de Nuremberg, consiguió que escapara al castigo. El juez fue taxativo: no hubo ni verdad, ni buena fe en el testimonio de Kastner Kastner perjuró a sabiendas, en su declaración ante este Tribunal, cuando negó que intercedió en favor de Becher. Además ocultó este importante hecho: su diligencia en favor de Becher la hacía en nombre de la Agencia Judía y del Congreso Mundial Judío Está claro que la recomendación de Kastner no fue efectuada a título personal, sino en nombre de la Agencia Judía y del Congreso Mundial Judío y fue por lo que Becher fue puesto en libertad por los Aliados.
Tras el juicio, la opinión pública israelí se estremeció. En el diario Haaretz el Dr. Moshé Keren escribía, el 14 de julio de 1955: Kastner debió ser inculpado por colaboración con los nazis Pero el diario vespertino Yediot Aharonoth (23 de junio de 1955)
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explicaba el por qué no podía ser así Si Kastner es llevado ante los tribunales, el gobierno en pleno correría el riesgo de derrumbarse totalmente ante la nación, como consecuencia de lo que tal proceso descubriría.
Lo que corría el riesgo de ser descubierto era que Kastner no había actuado solo sino en combinación con otros dirigentes sionistas que formaban parte, en el momento del proceso, del Gobierno. La única forma de evitar que Kastner hablara y estallara el escándalo, era que Kastner desapareciera. Murió en efecto de forma providencial, asesinado en los peldaños del Palacio de Justicia y el Gobierno israelí interpuso un recurso ante el Tribunal Supremo para rehabilitarle. Fue lo que obtuvo. La política de colaboración alcanzó su punto culminante en 1941, cuando el grupo más extremista de los sionistas, el Lehi (Combatientes para la Liberación de Israel) dirigido por Abraham Stern y tras su muerte por un triunvirato del que formaba parte Itzak Shamir, cometió un crimen imperdonable desde el punto de vista moral: proponer una alianza con Hitler, con la Alemania nazi, contra Gran Bretaña (109).
M. Eliezer Halevi, sindicalista, laborista conocido, miembro del Kibbutz Gueva, reveló en el semanario Hotam de Tel-Aviv (en fecha 19 de agosto de 1983) la existencia de un documento firmado por Itzak Shamir (que por aquel entonces se llamaba Yezernitsky) y Abraham Stern, enviado a la Embajada de Alemania en Ankara, cuando la guerra en Europa estaba en su punto crítico y las tropas del Mariscal Rommel se encontraban ya en suelo egipcio.
En él se decía expresamente: En la filosofía de los conceptos, nos identificamos con Vds. ¿Por qué entonces no colaborar unos con otros? Haaretz, en su edición del 31 de enero de 1983, cita una carta marcada con la estampilla de secreto, remitida en enero de 1941 por el embajador de Hitler en Ankara, Franz Von Papen, a sus superiores, dando cuenta de los contactos con los miembros del grupo Stern. Se adjuntaba un memorándum del agente de los servicios secretos nazis en Damasco, Werner Otto Von Hentig, sobre las conversaciones con los emisarios de Stern y de Shamir, donde se dice entre otras cosas que la cooperación entre el Movimiento de Liberación de Israel y el Nuevo Orden en Europa será de acuerdo con uno de los discursos del canciller del III Reich en el que Hitler subrayaba la necesidad de utilizar cualquier combinación de coalición para aislar y vencer a Inglaterra. Y allí se dice además que el grupo Stern está estrechamente vinculado a los movimientos totalitarios en Europa, a su ideología y a sus estructuras. Estos documentos se encuentran en el Memorial del Holocausto (Yad Vachem) en Jerusalén, clasificados bajo el número E234151-8.
Uno de los jefes históricos del grupo Stern, Israël Eldad, confirma, en un artículo publicado en el periódico de Tel-Aviv, Yediot Aharonoth, del 4 de febrero de 1983, la autenticidad de estas conversaciones entre su Movimiento y los representantes oficiales de la Alemania nazi. Afirma sin ambages que sus compañeros habían explicado a los nazis que una identidad de intereses entre un Nuevo Orden
[42] en Europa, según la concepción alemana, y las aspiraciones del pueblo judío en Palestina, representada por los combatientes para la libertad de Israel (el grupo Stern) era posible.
Transcribimos los principales párrafos de ese texto:
Principios básicos de la Organización Militar Nacional (NMO) en Palestina (Irgún Zevaï Leumi) relativos a la solución de la cuestión judía en Europa y la participación activa del NMO en la guerra al lado de Alemania.
Se desprende de los discursos de los dirigentes del Estado Nacionalsocialista alemán que una solución radical de la cuestión judía implica una evacuación de masas judías de Europa (Judenreines Europa). Esta evacuación de las masas judías de Europa es la primera condición para la solución del problema judío, pero esto no es posible más que por la instalación de esas masas en Palestina, en un Estado judío, con sus fronteras históricas. Resolver el problema judío de manera definitiva y liberar al pueblo judío es el objetivo de la actividad politica y durante largos años de lucha del Movimiento para la Liberación de Israel (Lehi) y de su Organización Militar Nacional en Palestina (Irguen Zevaï Leumi).
El NMO, conociendo la posición benévola del Gobierno del Reich hacia la actividad sionista en el interior de Alemania, y los planes sionistas de emigración estima que:
1) Podrían existir intereses comunes entre la instauración en Europa de un Orden Nuevo, según la concepción alemana, y las verdaderas aspiraciones del pueblo judío como son encarnadas por el Lehi.
2) La cooperación entre la nueva Alemania y una nación hebraica renovada (Völkisch Nationalen Hebräertum) sería posible.
3) El establecimiento del Estado histórico judío sobre una base nacional y totalitaria unida por un tratado al Reich alemán podría contribuir a mantener y reforzar, en el futuro, la posición de Alemania en el Oriente Próximo.
A condición de que sean reconocidas, por el Gobierno alemán, las aspiraciones nacionales del Movimiento, para la Libertad de Israel (Lehi), la Organización Militar Nacional (NMO) ofrece participar en la guerra al lado de Alemania.
La cooperación del Movimiento de Liberación de Israel iría en el sentido de los recientes discursos del Canciller del Reich alemán, en los cuales Hitler subrayaba que toda negociación y toda alianza debía contribuir a aislar a Inglaterra y a combatirla.
Conforme a su estructura y su concepción del mundo, el NMO está estrechamente vinculado con los movimientos totalitarios europeos (110).
Según la prensa israelí, que ha publicado una decena de artículos sobre este tema, en ningún momento los nazis tomaron en serio las propuestas de Stern, de Shamir y de sus amigos. Las conversaciones se cortaron cuando las tropas aliadas detuvieron en junio de 1941 al emisario de Abraham Stern e Itzak Shamir, el Sr. Naftali Loubentchik, en la propia Oficina de los servicios secretos nazis en Damasco. Otros miembros del grupo prosiguieron los contactos hasta la detención,
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por las autoridades británicas, de Itzak Shamir, en diciembre de 1941, acusado de terrorismo y colaboración con el enemigo nazi. Un pasado semejante no fue obstáculo para que Itzak Shamir llegara a ser Primer Ministro y ser, aun hoy, el Jefe de una poderosa oposición, la más encarnizada en mantener la ocupación en Cisjordania. Ya que en realidad, los dirigentes sionistas, a pesar de sus rivalidades internas, continúan con el idéntico objetivo racista: expulsar por el terror, la expropiación o la expulsión, a todos los autóctonos árabes de Palestina, para quedarse como los únicos invasores y los únicos amos.
Ben Gurión declaraba: Beghin pertenece indiscutiblemente al tipo hitleriano. Es un racista dispuesto a destruir a todos los árabes en su sueño de la unificación de Israel, preparado, para realizar este objetivo sagrado, a utilizar todos los medios (111). El propio Ben Gurión jamás ha creído en la posibilidad de una coexistencia con los árabes. Cuantos menos árabes haya en los límites del futuro Estado (de Israel) mejor les irá. No lo dice explícitamente, pero la impresión que se desprende de sus intervenciones y de sus observaciones está clara: una gran ofensiva contra los árabes no sólo cortaría sus ataques sino también reduciría al máximo el porcentaje de población árabe en el Estado () Se me puede acusar de racismo, pero en este caso se debería hacer el proceso a todo el Movimiento Sionista, que se basa en el principio de una entidad puramente judía en Palestina (112). En el juicio de Eichmann en Jerusalén, el Procurador General Haïm Cohen recordaba a los jueces: si no coincide con vuestra filosofía, podéis criticar a Kastner... Pero ¿qué tiene esto que ver con la colaboración? Ha existido siempre en nuestra tradición sionista seleccionar una élite para organizar la inmigración en Palestina Kastner no ha hecho otra cosa (113). Este alto magistrado invocaba en efecto una doctrina constante del Movimiento Sionista: no tenía por objetivo salvar a judíos sino construir un Estado judío fuerte. El día 2 de mayo de 1948, el Rabino Klaussner, encargado de las Personas desplazadas, presentaba un Informe ante la Conferencia Judía Americana:
Estoy convencido de que es necesario obligar a la gente a volver a Palestina Sugiero la palabra fuerza Siempre ha sido efectiva y ha servido incluso recientemente. Para la evacuación de los judíos de Polonia y en la historia del Exodo
Para aplicar este programa, es preciso, en lugar de proporcionarles comodidades a las personas desplazadas, crearles las mayores incomodidades posibles En un segundo tiempo, continuar haciendo un llamamiento a la Haganah para hostigar a los judíos (114). Las variantes de este método de incitación e incluso de coerción han sido múltiples. En 1940, para suscitar la indignación contra los ingleses que habían decidido salvar a los judíos amenazados por Hitler, acogiéndoles en la Isla Mauricio, el barco que los transportaba, el mercante francés Patria, hizo escala en el puerto de Haïfa. El 25 de diciembre de 1940, los dirigentes sionistas de la Haganah (cuyo jefe era Ben Gurión) no vacilaron en hacerlo estallar, causando la muerte de 252 judíos y miembros ingleses de la tripulación (115). Yehuda Bauer confirma la realidad de este sabotaje llevado a cabo por la Haganah y el
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número de víctimas, en su libro Juifs à vendre (116).
Otro ejemplo lo encontramos en Irak donde la comunidad judía (compuesta por 110.000 personas en 1948) estaba bien arraigada en el país. El gran Rabino de Irak, Khedouri Sassoon, había declarado: Los judíos y los árabes han gozado de los mismos derechos y privilegios desde hace mil años y no se consideran como elementos separados en esta nación.
Entonces, comenzaron las acciones terroristas israelíes de 1950 en Bagdad. Ante las reticencias de los judíos iraquíes a inscribirse en las listas de inmigración hacia Israel, los servicios secretos israelíes no dudaron en convencer a los judíos de que se encontraban en peligro El ataque contra la Sinagoga Shem-Tov mató a tres personas e hirió a algunas decenas. De esta forma comenzó el éxodo bautizado como: Operación Alí Baba (117). Existe una doctrina constante desde que Théodore Herzl reemplazó la definición de judío en lugar de por su religión, por su raza. El articulo 4b de la Ley Fundamental del Estado de Israel (que carece de Constitución), que define la Ley del retorno (5710 de 1950), estipula: Se considera judío a la persona nacida de madre judía, o convertida (Criterio racial o criterio confesional) (118).
Esto se hallaba en la recta línea de la doctrina fundadora de Théodore Herzl. Este no cesa de insistir sobre ello en sus Memorias. Desde 1895, precisa de un interlocutor alemán (Speidel): Comprendo el antisemitismo. Los judíos hemos permanecido, aunque no haya sido por nuestra culpa, como cuerpos extraños en las diferentes naciones (119). Algunas páginas más adelante es todavía más explícito: Los antisemitas serán nuestros más seguros amigos, los paises antisemitas nuestros aliados (120).
El objetivo era común: reunir a los judíos en un ghetto mundial. Los hechos dieron la razón a Théodore Herzl. Los judíos piadosos, como también por otra parte muchos cristianos, repiten cada día: El año próximo en Jerusalén. Hacían de Jerusalén no un determinado territorio, sino el símbolo de la Alianza de Dios con los hombres y el esfuerzo personal para merecerla. Pero el Retorno no se produciría mas que bajo el impulso de las amenazas antisemitas procedentes de los países extranjeros. El 31 de agosto de 1949, dirigiéndose a un grupo de americanos de visita en Israel, Ben Gurión declaraba: Aunque hemos realizado nuestro sueño de crear un Estado judío, estamos todavía en el comienzo. No hay hoy más que 900.000 judíos en Israel, m1entras que la inmensa mayoría del pueblo judío se encuentra aún en el extranjero. Nuestra futura tarea es la de traer a todos los judíos a Israel.
El objetivo de Ben Gurión era el de traer a Israel a 4 millones de judíos entre 1951 y 1961. Llegaron 800.000. En 1960 no hubo, en todo el año, más que 30.000 inmigrantes. En 1975-76 la emigración de Israel superaba a la inmigración. Tan sólo las grandes persecuciones, como las de Rumania, dieron un cierto impulso al "Retorno". Tampoco las atrocidades hitlerianas consiguieron satisfacer el sueño de Ben Gurión. Entre las víctimas judías del nazismo que buscaron
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refugio en el extranjero entre 1935 y 1943, apenas el 8,5% fueron a instalarse en Palestina. Los Estados Unidos limitaron su acogida a 182.000 (menos del 7%); Inglaterra a 67.000( menos del 2%). La inmensa mayoría, es decir el 75%, encontró refugio en la Unión Soviética (121).
Un ejemplo típico de las manipulaciones de la Historia por los historiadores oficiales nos la ofrece el último libro de Yehuda Bauer, miembro del Instituto de Historia Contemporánea de los Judíos de la Universidad Hebraica de Jerusalén. Su libro lleva por título: Juifs à vendre, con el siguiente subtítulo: "Les négociations entre nazis et juifs. 1933-1945" (122). La obra tiene todas las apariencias externas de un trabajo científico, con sus 252 notas de referencias que ocupan 49 páginas del libro, con bibliografía, índice, etc.
Sólo apariencias, pues algunas fuentes que tratan sobre el mismo tema y que el autor no puede ignorar, se silencian (sin duda porque están en contra de su tesis que tiende a demostrar la predisposición de los dirigentes sionistas para arrancar a los judíos más desposeidos de las garras de Hitler, mientras que ellos practicaban, también, una selección (123). Entre los testimonios sobre la posición de Ben Gurión no hace ninguna alusión a la célebre biografía, por otra parte apologética, escrita por Bar Zohar: Ben Gourion, le prophète armé. Ed. Fayard, 1966, que no figura ni en la bibliografía, ni en el índice. Sin duda la aprobación por Ben Gurión de la Haavara, su principio de salvación selectivo de los judíos que acogería en Palestina, sus apreciaciones de Shamir como perteneciente al tipo hitleriano, la excluyen del horizonte histórico de Bauer.
Los trabajos de Yvon Gelbner que figuran en el Yad Vashem studies Vol.XII, p.189, por idénticas razones, tampoco se mencionan. Estos trabajos emanan por consiguiente de su familia espiritual sionista. Entre otras omisiones de este género: Le Septième Million de Tom Segev, que hizo, igualmente, sus estudios en la Universidad Hebraica de Jerusalén. En la actualidad es cronista de Haaretz, el diario de mayor tirada israelí.
Tampoco, en las siete líneas que consagra al Irgoun Tzvai Leumi (sin una nota siquiera) se evoca la hostilidad de esta organización contra Inglaterra en 1944. Ni la menor alusión a sus propuestas de colaboración con Hitler en 1941, cuyos autores, entre los que se encuentra Shamir, ni siquiera se citan (¡En un libro dedicado a las negociaciones entre nazis y judíos!).
El libro de Hannah Arendt sobre el mismo problema: Eichmann à Jerusalem y sus duros juicios sobre los Consejos judíos en sus relaciones con los nazis, se pasa en silencio, tanto en la bibliografía como en el índice. Lo mismo sucede con el libro de Marek Edelman, jefe adjunto de la insurrección del ghetto de Varsovia, que naturalmente no figura, en la página 352 del libro de Yehuda Bauer, en su palmares de héroes en el que figuran Kasztner, aunque fuera el "culpable de haber sustraido a nazis a la acción de la justicia", como reconoce Bauer y que se hubiera adueñado, en beneficio de Hitler, de la mayor fábrica de armamento de Hungría,
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la empresa Weiss. Bauer confecciona una lista de estos negociadores con Hitler añadiendo (124): todos fueron héroes, Todos merecen tal reconocimiento (125) sin el menor homenaje a los resistentes judíos caídos en la lucha contra el fascismo a los que nos referíamos en páginas anteriores.
Pero aparte de los aspectos científicos de estas distorsiones de la realidad cometidas por historiadores oficiales, que exalta o justifica cualquier negociación con Hitler (ocultando lo esencial), qué decir del a priori, político y moral: ¡sólo son héroes, los que han negociado con Hitler! ¡no los que le han ofrecido resistencia empuñando las armas! Incluso, aquellos que postulaban el boycot a Hitler a escala mundial, a los que Bauer minimiza su importancia estratégica al evocar sólo los intercambios económicos entre la Alemania nazi y Palestina (favorecidas por la negociación de la Haavara, enemiga del boycot) no son tampoco héroes. La intención del libro consiste en tratar de enmascarar una verdad fundamental: la preocupación central de los dirigentes sionistas, durante el régimen de Hitler, no era la de salvar a los judíos del infierno nazi, sino, según el plan del sionismo político fundado por Théodore Herzl, crear un Estado judío poderoso. Este programa exigía pues que, como en toda negociación se selecciona para la inmigración un material humano útil (que lleve consigo capitales o bien calificaciones técnicas o militares) y que no se conmueva por la suerte que corran los más desfavorecidos (viejos inmigrantes sin recursos y enfermos por las malas condiciones de los campos) y que hubiesen sido una carga y no una ayuda para construir el bastión.
La segunda tesis maestra del libro de Bauer consiste en hacer creer que la Guerra de Hitler era una guerra contra los judíos (126) y no, sobre todo una guerra contra el comunismo, lo que llevó a concentrar lo esencial de su potencia militar en el Este, buscando por el contrario firmar una paz separada con los Estados Unidos e incluso con Inglaterra, para asegurarse el dominio de toda Europa sin tener que combatir en dos frentes.
Todos los historiadores están de acuerdo en decir que Himmler prefería una paz separada con Occidente para consagrar todas sus fuerzas contra la amenaza bolchevique (127). Von Papen creía firmemente en una futura entente entre los Estados Unidos y Alemania para contener al comunismo (128). Las negociaciones entre los sionistas y los nazis tenían precisamente este objeto y es por lo que Bauer se siente obligado a reconocerlo, e incluso a recordarlo con frecuencia: Hitler permitía a Himmler negociar con los sionistas. Una nota personal de Himmler, redactada el 10 de diciembre de 1942 dice: He preguntado al Führer lo que opinaba sobre la idea de liberar a los judíos mediante el pago de un rescate. Me ha dado plenos poderes para aprobar operaciones de este tipo (129). Estas relaciones económicas y estos intercamblos tenían una razón política más profunda que el propio Bauer reconoce: utilizar las gestiones judías para ponerse en contacto con las potencias occidentales (130). Esta preocupación predominaba sobre las demás, los nazis conocían el peso de los lobbies sionistas acerca de los dirigentes occidentales.
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Los nazis sabían que, al contrario que los rusos, el Gobierno de Su Majestad y el de los Estados Unidos tienen la debilidad política de sufrir las presiones que los judíos ejercen sobre ellos (131).
Estos dirigentes hitlerianos hacían pasar con facilidad su antisemitismo a un segundo plano: Era evidente que a finales de 1944 la voluntad de Himmler era la de establecer contacto con el Oeste, sirviéndose para este fin, entre otros, de los judíos (132). Los dirigentes sionistas desempeñaban muy bien este papel de intermediarios.
En abril de 1944, Eichmann propuso al delegado sionista Brand, intercambiar un millón de judíos por 10.000 camiones (133) que se utilizarían exclusivamente en el Frente ruso.
Ben Gurión y Moshé Sharett (Shertok) apoyaron esta oferta, Ben Gurión haciendo un llamamiento personal a Roosevelt para que no permitiera dejar pasar esta oportunidad única y quizá la última de salvar a los últimos judíos de Europa (134). La finalidad estaba clara: Cambiar judíos por equipos estratégicos o incluso aún más establecer contactos diplomáticos con el Oeste, contactos que podrían conducir a una paz separada, o hasta tal era la esperanza a una guerra que asociara a los alemanes y a los occidentales contra los soviéticos (135). Este era el objetivo de Himmler, y los dirigentes sionistas aceptaron servirle de intermediarios. El complot fracasó cuando los americanos y los ingleses informaron a los soviéticos de que estos tratos llevarían a una verdadera traición, con respecto a los propios judíos, a todos los resistentes y a todas las víctimas del nazismo, pues el propio Bauer está obligado a reconocer: El papel esencial de la URSS en la lucha contra la Alemania nazi fue el principal apoyo de la firmeza aliada. La Wehrmacht fue derrotada en Rusia por el ejército rojo: la invasión de Francia, el 6 de junio de 1944, contribuyó ciertamente, a esta victoria final, pero no fue el factor decisivo. Sin los soviéticos, sin sus terribles sufrimientos y su heroísmo indescriptible, la guerra hubiese durado aún varios años, y quizá no se hubiera en verdad ganado (136).
¿Que pensar entonces de los que, por su egoísmo colectivo, como dice Bauer, aprovisionarían a Hitler de material estratégico basado en la promesa de que sólo se utilizaría en el Frente ruso? Si este mercadeo entre los dirigentes sionistas y los nazis se hubiera logrado, el sistema del que Auschwitz es el símbolo habría podido continuar sus crímenes. Además, y ésta es una idea que impregna todo el libro, se trataba sin duda de un egoísmo colectivo. Para ceñirnos al período tratado por Bauer diremos que entre 1933 y 1945, todas las negociaciones de los dirigentes sionistas con los nazis gozan del beneplácito de Bauer. Desde la Haavara que rompía el boycot contra Hitler, hasta el asunto de los camiones que iban a dirigirse contra los que en Stalingrado habían herido mortalmente a la bestia nazi y soportaban, en 1944, el peso de 236 divisiones de los nazis y sus satélites, al tiempo que tan sólo 19 divisiones alemanas se oponían en Italia a las tropas americanas, y 64 estaban repartidas desde Francia hasta Noruega.
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Resultó que, desde el principio hasta el final, los dirigentes sionistas no pensaban más que en construir un Estado fuerte en Palestina, trayendo para ello un material humano utilizable y, subsidiariamente, a judíos menos eficaces, pero en ningún momento pensaron en las responsabilidades que incumbía a toda la comunidad de los resistentes a Hitler, como si los nazis no hubieran tenido más enemigos ni más víctimas que los judíos, y que se tratara de socorrer únicamente a los judíos. También los ingleses terminaron por indignarse por esta voluntad de ignorar el sufrimiento de los 50 millones de víctimas del hitlerismo y de pedir socorro en favor de los judíos exclusivamente y ni siquiera de todos sino de aquéllos que podían ayudar a la creación de un Estado fuerte en Palestina.
La delegación londinense del Congreso Judío Mundial al sugerir la idea de una declaración común del Papa y de las Potencias occidentales, un miembro del Foreign Office apuntó: ¿seremos los instrumentos de estas personas? ¿Por qué el Papa debería condenar la exterminación de los judíos de Hungría, antes que la utilización de bombas incendiarias contra nuestro país? (137)

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