Los Sefardíes en Nuestra Historia, por Dr. Carlos Rodríguez Mansilla
Generalmente, en los textos de
historia, se menciona a los pueblos que dieron origen a España, citando a
vascos, celtas, íberos, romanos, vándalos, visigodos, y árabes. Pero no
se hace referencia a la fuerte presencia de los sefarditas, hebreos que
llegaron a la península hace 2.000 años, en la diáspora provocada por
la fuerza por el Imperio Romano, expulsados de su tierra. De Tierra
Santa.
Llamaron a España con el nombre
de Sefarad, que significa “lugar muy lejano”, y denominaron al río como
Ivri (hebreo), o Ebro. Eran descendientes de las tribus de Judá y Leví.
Algunos pocos eran cristianos (los primeros cristianos eran hebreos y
circuncisos, como Jesús) y la mayor parte conservaba su antigua religión
judía. España era la Hispania romana, y la lengua que se hablaba era el
latín vulgar, el que hablaba el pueblo, del que derivó el castellano
antiguo en el que un descendiente de sefardíes, Miguel de Cervantes
Saavedra, escribió El Quijote y que era básicamente el ladino (por
latino) hablado por los sefardíes. Esta lengua, que suena tan
cervantina, es conservada hasta la actualidad por los sefardíes que
habitan Israel.
La primera región de España poblada por
los sefardíes hace 20 siglos fue Galicia. Pero también se establecieron
en Toledo, Córdoba, Sevilla, Burgos, Extremadura, Cataluña, Navarra,
Aragón, Jaén y otras regiones. Luego llegaron los visigodos, y los
árabes después.
Ya entre el siglo XII y el XV, muchos
sefardíes y cristianos se habían entremezclado por matrimonio. Tal el
caso de los antepasados del rey Fernando El Católico, de Aragón,
(bisnieto de la bella judía Paloma de Toledo) quien no estaba de acuerdo
con la expulsión de los judíos sino que proponía su conversión por el
bautismo. El Inquisidor Torquemada forzó el decreto de 1492 que obligaba
a todo no cristiano a abandonar España sin bienes ni pertenencias, en
tres meses, lo que hizo que muchos sefardíes se bautizaran católicos. El
tesorero personal de los reyes católicos Fernando e Isabel fue un
sefardí, Isaac Abravanel, uno de los que financió los viajes de Colón. Pidió que se reconsiderara el decreto, y aunque los reyes le ofrecieron seguridad para él y su familia, prefirió el exilio.
Cristianos nuevos y cristianos viejos
Ya antes de 1492, hubo en España
“cristianos viejos” y “cristianos nuevos”, aunque desde hacía siglos las
uniones matrimoniales y las conversiones eran una realidad. Así, por
ejemplo, las familias más nobles y encumbradas de Aragón y Cataluña
estaban emparentadas con sefardíes. Estos se destacaron en las artes y
en las ciencias. El confesor de la reina Isabel La Católica era un
sefardí bautizado cristiano, Hernando de Talavera. El
célebre Maimónides, rabino cordobés, destacado en la medicina y en
filosofía, en cuyos trabajos abrevó Santo Tomás de Aquino. Santa Teresa
de Jesús (Sánchez de Cepeda y Ahumada), era nieta de sefardíes
conversos, doctora de la Iglesia, religiosa, escritora y poetisa. Lo
era San Juan de la Cruz, y Pablo de Santa María, obispo de Cartagena y
Burgos, (Salomón Ha-Levi) era sefardí bautizado católico. Antonio de
Nebrija, Fernando de Rojas, Luis Vives, Fray Bartolomé de Las Casas, el
Padre Francisco de Vitoria, el beato Juan de Ávila, Fray Luis de León,
Benito Arias Montano, bibliotecario y capellán de Felipe II, Alonso de
Ercilla, descendían de sefardíes.
Con el bautismo, los sefardíes pasaron a
tener apellidos como Rodríguez o Rodrígues, Pérez o Péres, Santangel,
San Martín, Santa Cruz, San Agustín, Bensimón, Benzaquén, Córdoba,
Toledo, Toledano, Alcázar, Alemán, Barceló, Barcelona, Barrionuevo,
Berenguer, Caballero, Cabeza, Cabra, Cáceres, Cádiz, Carrillo, Chaves,
Colombo, Correa, David, Dávila, Delgado, Diez, Duarte, Enríquez,
Escalera, Escobar, Escribá, Espíritu Santo, Espinosa, Farias, Fernándes,
Ferrando, Ferrer, Ferrera, Fierro, Fuertes, Gallego, Gallo, Gálvez,
Gaona, Garcés, García, Garro, Gato, Gerona, Gilabert, Herrero, Iniesta,
Izquierdo, Jara, Jaime, Jordán, Julia, La Torre, Lacalles, Lara, Levi,
Leyba, Macia, Machado, Marqués, Medina, Nadal, Nájara, Narváez, Navarro,
Negrín, Nieto, Noé, Olivera, Oliveros, Olivos, Olmos, Orgaz, Ortega,
Osorio, Pacheco, Palma, Pardo, Paredes, Ramírez, Ramos, Rosales, Ros,
Saavedra, Sabina, Salgado, Salom, Sánchez, Sánchez de Toledo, Sastre,
Talavera, Tejedor, Úbeda, Ulloa, Vaamonde o Bahamonde, Valderrama,
Valencia, Valera, Valls, Vaquero, Ventura, Zaragoza, Zorrilla, entre
otros citados por José Pardo Hidalgo en un interesante trabajo.
El general Francisco Franco Bahamonde
descendía de sefardíes, y salvó de la persecución y la muerte a 60.000
judíos de Europa durante el Holocausto en la Segunda Guerra Mundial,
brindándoles protección diplomática y pasaportes españoles para
enviarlos a lugar seguro.
En estas tierras
La gran mayoría de los españoles que
arribaron a estas tierras de lo que fue el Virreinato del Río de la
Plata descendían de sefardíes bautizados en el catolicismo. A diferencia
de la colonización norteamericana, en la que llegaban familias enteras
de puritanos europeos, la conquista española fue de hombres solos,
jóvenes, solteros y fundamentalmente soldados. Por cierto, a quienes más
atrajo esta aventura de cruzar el mar y arriesgarlo todo, no fue a los
condes y marqueses con una vida de holganza ya resuelta, sino a los
descendientes de “cristianos nuevos”, plebeyos sin fortuna y sin mucho
futuro en España. Ya muchos de ellos se habían enrolado en los ejércitos
o hacían la carrera de las armas. Llegados a estas tierras, tomaron por
mujeres a las indias, con las que se amancebaron en tolerada poligamia
(por eso Asunción era llamada “el paraíso de Mahoma”) y tuvieron mucha
descendencia: tal el caso de los “mancebos de la tierra” que fundaron
Santa Fe.
En el acta fundacional de Buenos Aires
figuran muy pocos españoles. La mayoría son mancebos nacidos en
Asunción. Algunos de ellos se afincarían en Santa Fe, Córdoba y Tucumán.
Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de
Córdoba y antepasado de Jorge Luis Borges, era un andaluz descendiente
de sefardíes. En los apellidos más notables del patriciado cordobés está
la huella sefardí: Novillo Corvalán, Centeno Novillo, Becerra Ferrer,
Vaca, Ferrer Deheza, Aliaga de Olmos, Nores Martínez, Rey Nores, Mosset
de Espanés y otros. Lo mismo puede decirse de famosas familias
argentinas como los Anchorena, los Rosas, los Rivadavia y los Saavedra, y
de Hernando de Lerma, fundador de Salta.
Esa es, pues, nuestra pertenencia
criolla. De esos españoles, de esos indios, y de la mezcla de ambos
descendemos quienes tenemos en estas tierras más de cuatro siglos. Por
eso es necesario destacar la importancia fundamental del componente
sefardí.
Porque así como puede decirse con
justicia “borrad los sefardíes y os quedaréis sin la historia de
España”, podemos afirmar con orgullo sobre nuestras raíces criollas:
“borrad a los sefardíes y nos quedaremos sin la historia de la
conquista, la primera colonización y el origen mismo de Argentina”.
Dr. Carlos Rodríguez Mansilla
Fuente: El Litoral
Bueno, gracias al artículo que leeréis de un catedrático latinoamericano la Historia comienza a cuadrar. Es decir, la gran “casualidad” de que el mismo año que se unifica la península ibérica en torno a la iglesia cristiana (todavía no había llegado la reforma protestante), se conquista América y se “expulsa” a los judíos de España. Todo, en 1492. Dado que, gracias a los documentos de la duquesa de Medina Sidonia (cuyo linaje solo rivaliza con la casa de Alba), conocemos que los musulmanes ya habían llegado a América y sabiendo que los Reyes Católicos actuaban en nombre del Papado, está claro que hubo un acuerdo entre el Papa y el Gran Sanedrín para repartirse el nuevo continente. (De hecho, las “encomiendas” estaban dirigidas por los propios curas). Los judíos españoles fueron expulsados, lisa y llanamente, para que conquistaran América, como les ocurriría en 1945 en Europa, con esa paranoia que llamaron, JUSTAMENTE, con el nombre de sus sacrificios a Yahvé: “Holocausto” y que les obligó a conquistar Jerusalén. La toma de Granada significó, como reza el acuerdo con Boabdil que desveló la famosa duquesa, “la posesión de los territorios de Ultramar”, es decir, que con Granada cayeron los territorios que poseían los musulmanes “allende el Océano”: en otras palabras, América. Por eso se “descubre” América el mismo año que se toma Granada, evidentemente.Y Colón, representando a los Reyes CATÓLICOS toma POSESIÓN de esas tierras en nombre del Papa, es decir, del Imperio Romano.
Por si queda alguna duda, el Papa que en ese momento ostentaba el poder de la cristiandad era un hispano, de origen sefardita, el famoso “Borgia” (Borja) que alcanzó el trono con el nombre de Alejandro VI. Llegó al poder en agosto de 1492, ocho meses después de la toma de Granada: dos meses después, Colón llega a América, financiado por un judío, Isaac Abravanel. Todo encaja, ¿verdad?
Cristóbal Colón sale hacia América el 2 de agosto de 1492 y el judío marrano valenciano Borgia es elegido Papa nueve días después, entre acusaciones de soborno y compra de votos… Si esto no es una Conspiración, que venga Dios y lo vea.
A la luz de este estupendo artículo, entenderemos quién cometió las barbaridades conocidas sobre los indígenas americanos (otro tipo de “goyim” como todos los no circuncidados) y, sobre todo, a partir de ahora contemplaremos la “conquista de América” de la misma manera que la ocupación de Palestina: parte del proceso de los seguidores de Yahvé por controlar el Planeta.
Sólo un dato que se le escapa al autor: Torquemada era judío marrano, al igual que el propio Colón.
¡Ah! La caracterización del río “Ebro” como sinónimo de “Ebreo” nos lleva a la fábula de “qué fue antes, el huevo o la gallina”, porque si aceptamos que los sefarditas se asientan en España después de la segunda destrucción del Templo de Salomón (año 70) y son fruto de la siguiente diáspora, olvidamos las evidentes similitudes fonéticas entre el vocablo “Ibero” y “Ebro”: para mí, los “iberos” son los “hebreos” descendientes de uno de los hijos de Adán, y los sefarditas habrían vuelto a la que era su tierra ancestral, Iberia.
tomado de rafapal
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